Una sonrisa triste se dibujó en el rostro de Helene cuando escuchó a Urik la idea de separarse. Una gota más en el océano de su idiosincrasia. Él que había dicho que haría lo que Parriwimple indicara, en cuanto este proclamaba algo que no le satisfacía, media vuelta y adiós. Sin duda, aquel hombre no tenía remedio por no hablar de su sonrisa de dientes cuadrados, que provocaba escalofríos. ¿Era natural o un artificio de porcelana?
-Ha oscurecido y no creo conveniente andar por el bosque a estas horas. Yo iré al pueblo contigo, Parriwimple. Y Vjelkus -miró a su hijo y le guiñó un ojo pleno de conocimiento materno-. Hay algo que debo hacer y descansar para recuperarnos no estaría de más. Los pequeños están agotados.
- "Gracias, Ivalic." - Me despido de los demás y abrazo brevemente a Herr Parriwimple.
- "Nos vemos al alba en el pueblo. Por favor, llevad con vosotros a Maese Hurnn." - Le entrego la jaula con el cuervo negro a la madre de Ivalic.
Después, Ivalic y yo emprendemos camino.
No tan deprisa-protestó el niño mago-. Ivalic es mi rival. No puedo permitir que te lo lleves. Iré con él a dónde sea, hasta que acepte que es peor mago que yo.
Firan salió correteando tras Urik, Hack y el hijo de la señora Yanoff. El grupo se dividió tal y como había propuesto el Caballero del Cuervo.
Esta es la últitima noche en la que se puede hacer el ritual. Tan solo hay que espeperar unas horas. Cuando amanezca tototodo habrá pasado.
Dejaron que el paladín y los dos niños marchasen con otro rumbo, y avanzaron por el pueblo destruído. No había nadie en las calles principales. Tan solo quedaba la destrucción del incendio que había arrasado con todo. Al llegar a la plaza mayor, Vjelkus echó el cubo al pozo y sacó un poco de agua. Sostuvo el cubo para que Katta bebiese primero.
¿Do... dodododónde están totototodos?
- Pero...- Parriwimple tarda demasiado en protestar y cuando lo hace es un rezongo preocupado que ni Ivalic, ni Urik, ni Firan, llegan a escuchar- Parriwimple no contento. No querer grupo separarse. Parriwimple pensar ser peligroso. Helene, ¿llevar a nosotros con todos? Parriwimple querer hablar gente y ver como están.
-Estoy de acuerdo contigo, Parriwimple. Por experiencia y a las malas he visto que hasta una conversación de paz puede trocarse en algo muy peligroso. Si hubiéramos acudido todos a la reunión de esta mañana, hubiéramos quizá evitado la muerte de una mujer valiente y ganado un aliado -señaló Helene-. Pero confiemos en que todo les irá bien.
Miró a un lado y a otro y le sorprendió no ver a nadie.
-Deberíamos seguir caminando y ver si damos con las gentes del pueblo. Lo más probable es que estén todos juntos preparados para pasar la noche. Vjelkus, ¿hueles a comida?
Snif, snif... snif, snif... ¡Sí! ¡Por aquí!
Vjelkus abandonó la plaza a paso ligero por la calle de la iglesia. El grupo, esta vez, tuvo dificultades para aguantarle el ritmo. Terminada la calle, dieron la vuelta al templo hasta la parte que colindaba con el cementerio. Sin noticias de la guerra con los hombres lobo, los aldeanos se habían vuelto a refugiar en las catacumbas de los necrófagos. Una cuerda atada a una lápida se perdía por una de las fosas, y vigilaba una cara amable, aunque profundamente adúltera...
¡Amigos...!
Vjelkus se abrazó a Viktor, y al bocadillo que el carpintero estaba a punto de empezar. Viktor le devolvió el abrazo, y le cedió el bocadillo al niño, alborotándole un poco el pelo.
Ten, Vjelkus. Todo tuyo. Apuesto a que hoy te lo has ganado.
Viktor alzó la vista para escrutar con una mirada de esperanza al resto de los recién llegados. Una mirada que terminó su recorrido posándose en Ida.
Natalija, me alegro que hayas recuperado a tu hija. Y veo que también habéis capturado a las dos secuestradoras...
No preguntó por Ivalic y Urik, quizás temiéndose lo peor.
Los argumentos de Helene no convencían para nada a Parriwimple quien, en realidad, pensaba que lo mejor hubiera sido no ir a la reunión, tal como él pensaba. Pero podía equivocarse. Era, al fin y al cabo, lo mismo que le ocurría con Urik. Tanto el paladín como la sacerdotisa eran más inteligentes y más sabios que él, y el buenazo de Parriwimple era plenamente consciente de eso. Tanto como de su incapacidad para imponer sus ideas. Pero lo hacía lo mejor que sabía. Finalmente tras mirar unos instantes a Helene intentando ordenar sus ideas para poder responderle, sintió como las ideas se esfumaban, y no pudo recordar de lo que se estaba hablando, con lo que regresó para escuchar las palabras de Viktor a las que respondió con presteza.
- No, Viktor. Ida no prisionera, Ida ayudarnos, y ser amiga y buena.- explica Parriwimple respirando de alivio al ver que todos están bien- Urik e Ivalic venir pronto, pero Idalecia sí ser prisionera.- conocía el concepto, claro, aunque no tenía muy claro qué hacer ahora- ¿Todos estar bien? ¿avanzar algo reconstruir pueblo?
-Prisionera implica que estará atada de pies y manos, aunque no se le hará daño y se la tratará adecuadamente, dándole comida y agua -dijo Helene-. Y tengo algo para todos vosotros. Un regalo de un amigo -señaló sacando la caja que el medio vistani le había ofrecido para el pueblo-. Es una caja mágica que ofrece varias raciones de campaña por día. Mientras se reconstruye el pueblo, puede ser la diferencia entre alimentar a todos o pasar hambre.
Tras la entrega, guardó silencio, a la espera de las respuestas de Viktor.
Oh, esa caja nos vendrá de fábula. No hemos encontrado demasiada comida que sobreviviese al incendio. Las pequeñas huertas junto a las casas han sido aplastadas por las paredes que se desmoronaban, y en las eras amplias, el fuego ha hecho estragos.
Paolo ha terminado la espada corta de plata que le pedisteis, y la iglesia tiene un nuevo suelo remendado provisional. Se han desescombrado los dos solares más cercanos al templo, dejando las paredes. He pensado que podríamos usarlas esta noche como puestos de vigilancia, pero detecté unas grietas que podrían hacer que se vinieran abajo en cualquier momento. Necesitaríamos reforzar los muros de ambas casas con unas vigas.
Pero no hablemos aquí... Bajad, bajad. Los demás se alegrarán de veros, y de saber que Natalija recuperó a Katta.
Viktor señaló con la mano al profundo foso que antes de venirse abajo estaba ocupado por el ataúd de la abuela de Olga Myljana. Por fin Helene podría leer con calma el diario de Danovich...