Partida Rol por web

Expedición al castillo de Ravenloft

Retazos en la noche del 27 al 28 de noviembre del año 750

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16/11/2014, 22:38
Bildrath

Maldita sea, Parriwimple. ¿Es que quieres hacerme enfadar?-amenazó, agitando el puño en alto-¡Baja aquí ahora mismo! Brrrr...

Echando chispas, Bildrath se dió por vencido y entró en la posada. De ahí a unos minutos, la puerta de la habitación de Parriwimple se abrió, sin ningún ruido de cerradura por medio. Era como si, desde que fueran encerrados hasta que volvió a despertarse, alguien hubiese abierto el cierre con la llave o con ganzúas... o como si la llave del señor Indirovich estuviese pocha o defectuosa y no cerrase bien. Tiene sentido, porque Parriwimple no comprobó que la puerta se pudiese abrir después de escuchar el uso de la llave.

Desde debajo del dintel, la mano huesuda de Bildrath llamó a su sobrino para que se acercara...

Sssssht... Este es mi regalo, Parriwimple. Un anillo. Un anillo mágico. Protegerá a Parriwimple para que no le pase nada malo. Pero tiene otro uso... si frotas el anillo contra tu ropa, podrás enviarme un mensaje. La gente está muy asustada y tiene miedo de que tus nuevos amigos metan la pata y hagan más mal que bien. Tenemos que vigilarlos, sobrino querido.

No les cuentes qué puede mandar mensajes, ni intentes mandarme el recado cuando alguien esté mirando. Excúsate para hacer pipí y, cuando estés a solas, puedes informarme de qué está pasando fuera del pueblo y qué novedades les ocurren a tus nuevos amigos. ¿Te gusta...?

Si los demás te preguntan al ver el anillo en la mano, diles que es un anillo mágico de desvío, regalo de tu querido tío para que no te pase nada cuando vayas con ellos. Pero recuerda... nada de contarles que puede enviar mensajes, ¿de acuerdo? Ese será nuestro pequeño secreto... ñijñijñijñij...-rió por lo bajo.

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17/11/2014, 12:11
Parriwimple Indirovich
Sólo para el director

La sorpresa apareció en los ojos de Parriwimple. ¿Un regalo? ¿para él? El simplón gigante no vio peligro alguno en la sorpresa, como tampoco el escaso sonido de la cerradura o que esta estuviera abierta. La simpleza del gigante le servía de escudo frente a la paraonía que, de otro modo, le afectaría. Parriwimple tocó, casi con reverencia el anillo, y asintió a las palabras de su tio.

- ¡Parriwimple ha sido bueno, y por eso merece un anillo!- dijo alzando la voz sin querer, fruto de la emoción, para luego bajarla en un susurro nada más ver el gesto de molestia de su tio- ¿El tio también puede decirme como van las cosas por el pueblo?- preguntó mientras se ponía el anillo.

 

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17/11/2014, 20:47
Director

A su hermano no le da tiempo ni a responder, pero su cara refleja sorpresa y preocupación. Sus lentos reflejos hacen que Irina baje las escaleras sin impedimento. En la planta baja, una de las mujeres advierte a Irina de que los dos paladines regresaron hace un par de horas. Han conseguido traer de vuelta a la sirvienta Elenya, y ahora están durmiendo.

Sin opciones de obtener acción, frustrada, a Irina solo le queda lidiar con la almohada. No descansa bien en lo que queda de noche. Periodos cortos de sueño se alternan con pesadillas. No está tan claro que el medallón no funcione: por lo menos Strahd ya no vuelve a aparecer, y es sustituído en protagonismo por su concubina vampírica Sasha.

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17/11/2014, 20:56
Bildrath

¿Eh? Sí... claro que sí... Te avisaré através del anillo. Y baja la voz... Tengo que irme. Duerme bien, sobrino.

Bildrath se aleja por el pasillo. Por un instante fugaz, los ojos de Parriwimple detectan una cadena de oro, que en forma de U asoma desde uno de los bolsillos de la chaqueta de su tío. Dentro, Gertruda sigue durmiendo. Parriwimple también debería dormir. Nadie sabe cuánto trabajo duro le esperará a Parriwimple mañana...

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18/11/2014, 17:51
Varikov el Trampero

Varikov soñaba con el bosque. Le gustaba estar tendido sobre el césped, sentir el olor a tierra, el frescor de la mañana. Cuando su lobo aún vivía, se pasaban las noches cazando por el bosque, animales o humanos. Inspiró profundamente y lo que le llenó las fosas nasales era un apestoso olor estiércol.

Como si de una pesadilla se tratara, una voz humana, casi infantil, se dirigió a él. Al abrir los ojos para identificar la fuente del sonido, sus ojos recibieron toda la luz del amanecer. Poco a poco empezó a acostumbrarse a ella, a la luz no al ser infernal, y se pudo ver en todo su esplendor. Desnudo y atado. Buen modo de empezar su primera mañana entre los humanos.

Gruñó descontento mientras se desataba la cuerda y se la tiraba a la pequeña bruja.

Ponerse en pie fue un reto y eso que su cabeza no estaba muy lejos del suelo. Miró a su alrededor para buscar a los malditos que se atrevieron hacerle aquello y no había nadie, solo ese bicho feo y peludo.

Empezó a andar hacia la posada tambaleándose como un borracho. Se preguntaba si era lo mejor rajarle el cuello a Ismark o esperar para hacerlo mientras menos se lo esperaba. Necesitaba saber quienes fueron los que le ayudaron. Todos tenían que pagar. Hasta sus voces estaban de acuerdo.