Partida Rol por web

El juicio comenzó casi de inmediato, entonces Parriwimple, haciendo muy bien de Burgomaestre dio la palabra a Ida que debía defender a su ex compañera, o acusarla si así lo deseaba. Sin embargo fue Herr Urik quien habló primero. Las acusaciones eran graves, de eso no cabía duda, aunque en realidad lo que le llamó la atención fue la discusión que se inició entre el paladín y la Señora Helene y sobre todo la reacción de Parriwimple, cansado de que no le hicieran caso.
Ivalic, junto a sus amigos lo observaba todo sin participar, aquellas eran cosas de adultos y a él nadie le había dado la palabra.

-¿Que creéis que pasará? ¿Acabarán colgando a Idalecia? Yo creo que se arrepentirá, la gente se arrepiente cuando hace cosas malas ¿Verdad?

​Asiento en silencio en aquiescencia ante las palabras de Herr Parriwimple Indirovich y sabedor de que me he excedido un poco. Por un instante sonrío a Frau Helene en conmiseración al difícil papel que le ha tocado al tener que defender a una culpable. Un caso difícil para ella, y más con sus encontrados sentimientos personales hacia la parte acusadora. Sin embargo, de un modo u otro, confío plenamente en que la Justicia será servida.

¡Bruja!

¡Horca no, a la hoguera con ella!

¡Putaaaa!

Mientras las gentes asistentes al juicio se exaltaban, Gulpika se pegó a Helene, y empezó a distraerla con cotilleos y viejas historias desempolvadas del baúl de los recuerdos.

Lo he esperado todo este tiempo, sí. Merquo Iluminador... qué elfo. Llegó al pueblo con un grupo de aventureros. Sus amigos siempre estaban sucios y cansados, pero Merquo... Merquo tenía un porte especial, con su túnica de ribetes dorados, como si fuese un noble o un diplomático... Y esa melena negra, de cabellos sedosos que como una catarata caían y bailaban al viento.

Ida se estremeció. Este proceso sumarísimo no era solo contra Idalecia, sino contra todos los frutos rojos incluyéndola a ella. De hecho, para que Urik no considerase presentar cargos contra Ida, en el testimonio de la chica no quedaba otra que echar a Idalecia a los leones. ¿Por qué Parriwimple la había designado como abogada defensora precisamente a ella, que no tiene el don de la palabra? Era como si su querido Parriwimple quisiese que Idalecia fuese declarada culpable.

Yo... No es exactatamente así... La idea de invocar al Dios del Verdor era que se enfrentatase a Strahd y nos librabrase de él... Era un buen propósisito... Todas actutuábamos de buen cocooorazón-dijo tímidamente.

Helene Litmunova seguía llorando en los brazos de Stara, como horrible sonido de fondo, lo que estaba poniendo a Ida todavía más nerviosa.

¡Crrraaaack! No tan deprisa, correcaminos...-graznó desde su jaula prisión-El cuervo Hurrn hablará para la defensa. El fiscal Urik ha establecido a la abogada Ida como testigo de cargo, es decir, favorable a la acusación. Siendo así, hay un conflicto de intereses, que implica que Ida no puede ejercer de abogada defensora, y testigo de la acusación a la vez.

Mi defendida se declara inocente, señoría, y solicito un receso de quince minutos para cotorrear con la testigo Ida y mi defendida Idalecia.

Herr Urik de Teudeldorf, no entiendo lo que dicen los humanos, así que no dispongo de todos los datos, pero quiero que sepa que dispone de mi más sincero apoyo en su alegación.

Parriwimple negó con la cabeza y se puso en pie, mirando a sus vecinos.

- Nadie va a quemar a nadie. Ni a ahorcar a nadie. Matar está mal. Indaelecia no ha matado a nadie. Solo si ha matado a alguien, Parriwimple pensará que se le puede matar.- tras las palabras miró a Hurn, confuso, pero firme- Hablas mucho con palabras raras. Parriwimple duele cabeza, como cuando Urik habla mucho aunque no le toca. Y eso está mal. A ver- ahora alzaba la voz y se le notaba enfadado- ¿alguno ha visto a Indaelecia matar a alguien? Sólo Helene y yo haber sido atacados por Idaelecia, y ninguno queremos matarla. ¿Por qué tan enfadados? No recordar vecinos querer matar hombres lobos. Ni vampiros. Urik querer incluso ir fiesta vampiros. Eso está mal. No poder querer matar a Indaelecia sólo porque tener miedo y no poder defenderse. Eso ser...- eran demasiadas palabras para Parriwimple y era evidente que le costaba pensar tanto, y hablar tanto, pero aún así persistió. Era importante- ... ser malo.- dio un largo suspiro y miró a Hurn- No- le dijo, para luego mirar a los vecinos- No. ¿Alguno ha visto a Idaelecia matar a alguien? Sólo ese puede hablar. Que alce la mano, y hable.

Sonrío a Hack y asiento en su dirección. Voy a transmitirle mi agradecimiento, pero entonces el Burgomaestre Parriwimple Indirovich manda callar a todo aquel que no haya visto a Indalecia matar a alguien, por lo que no me queda más remedio que obedecer y guardar silencio.

Ivalic permaneció atento a lo que decían los adultos sobre Idalecia, aunque algunos términos y palabras le eran algo extraños. Por supuesto no intervino por temor a meter la pata, además Parriwimple parecía enfadado y solo dejaría hablar a alguien que hubiera visto a Idalecia matar a alguna persona y él no la había visto hacer tal cosa.

-Vjelkus, ¿Tu la has visto?

Helene miró especulativa a Parriwimple, sorprendida de su brusca reacción. Su grito y su golpe sobre la mesa no eran habituales en él. Podían responder al cansancio, a que su paciencia se había colmado u a otra razón que prefería no materializar siquiera en su mente.

Escuchó en silencio a Ida, cuya declaración, cargada de ingenuidad, era todo un argumento acewrca de un mundo lleno de buenas intenciones que tomaba decisiones y caminos equivocados. Errores que no necesitaban de muerte sino de perdón y segundas oportunidades. Una declaración que llegaba tras un amago de lo que más temía. El linchamiento.

Y una vez más, Parriwimple la sorprendió. Su comentario acerca del deseo de los hombres de matar a otros hombres indefensos y temerosos, humanos en definitiva, cuando estaban rodeados de licántropos y vampiros amén de otras entidades cuyo ser estaba embebido en el más puro mal, era una crítica directa y brutal que dudaba los presentes llegaran a comprender. Aquellas palabras destilaban humanidad y sabiduría. Sonrió. Para sí, para Parriwimple y para cualquiera de los presentes que la mirara. Aquel gigante quizá llegara a ser lo que Barovia necesitaba para emerger de sus cenizas y darles aquello que más necesitaban. Esperanza, un buen gobierno y un futuro.

No... no la he visto, Ivalic.

Los vecinos guardan silencio, avergonzados por su afán de ensañamiento. Las palabras de Parriwimple les hacen recapacitar. Solo querían lo que Urik les ofreció en bandeja: un poco de inofensivo y sano linchamiento. No se pusieron en el lugar de Idalecia, ni pensaron en cómo se podía sentir la prisionera.

La madre de Ivalic da un paso al frente entre la multitud, arrastrando con ella a su hija. Sujeta a Katta por los hombros, con firmeza, como si temiese que se la volviesen a quitar.

No vale. No estoy de acuerdo, Burgomaestre. Las chicas de la túnica roja secuestraron a mi hija. Y pueden volver a intentarlo. Y vi a Idalecia lanzar un rayo de fuego mágico con sus propias manos, que casi te alcanza, Parriwimple. Tal y como yo lo veo, podrían estar detrás del incendio del pueblo. O si no lo están, podrían prender fuego a lo que tratásemos de reconstruir a partir de ahora.

Son peligrosas. No basta con decir que como no ha matado a nadie, no debe morir. Si no estás de acuerdo con la ejecución propuesta por el Caballero del Cuervo, tienes que cambiarla por otro castigo. Un castigo que evite que nos pueda hacer daño. Y si no existe tal castigo, solo queda la horca. ¿Lo entiendes?

Parriwimple trataba de entenderlo. Todo era muy confuso. Todos esperaban mucho de él. Tenía la presión y el peso de todo un pueblo sobre sus hombros. Volvió a sentirse como cuando besó a Ida delante de la cabaña de Firan. No la parte bonita, ni la que hacía cosquillas en los labios. Solo lo que vino después. Aquel mareo. Aquella sensación de vértigo. El Burgomaestre se desplomó sobre el suelo.

¡Papapapa... parri...!

Ida corrió hacia él y se arrodilló a su lado, preocupada. Natalija fue inundada por un sentimiento de culpa: casi parecía que su protesta había causado todo. Los demas vecinos murmuraban, intranquilos, por no saber el motivo del mareo de Parriwimple.

Corro hacia Parriwimple y ayudo a Ida a levantarlo o al menos a recostarlo y comprobar que se encuentra bien.

Sin dudar un instante lo toco con mis manos sanadoras, procurando que se restablezca.

No sabía muy bien como, pero el gigantón se las arregló para ponerse en pie, negando con la cabeza. Incluso se las arregló para sonreír a Ida, y luego a Urik. Sin embargo el dolor le había hecho tener los ojos entrecerrados lo que le daba un aspecto malo. Bueno, malo... peor que el normal. Y eso ya era decir mucho. Pero siguió intentando explicarse

- Parriwimple bien. Sólo seguir algo enfermo, por luchar por todos contra seres malos. Malos de verdad. Vampiros, arpías, hombres lobo, seres muertes que caminan y quieren hacer daño, fantasmas... Parriwimple entiende Natalija. Haber secuestrado a su hija. Tener miedo. Estar enfadada. Parriwimple también tener miedo. También estar enfadado. Muchos-  miró a los aldeanos- querer matar a Parriwimple, y a Gertruda, cuando zombies malos morderles. Porque tener miedo. ¿Ser bueno entonces que nos matemos unos a otros? Todos tener miedo, a veces. Todos hacer cosas malas, a veces. Si alguien hace cosas malas, es malo. Pero luego cuando hace cosas buenas, es bueno. ¿Entonces como ser bueno si antes lo matamos? Todos poder ser malos, pero si cuando somos malos nos matamos. Todos muertos, y eso seguro ser malo.- mira entonces a Idaelecia- Ida dice que querer hacer cosas buenas pero como ella, ser engañada. Nadie te ha visto matar a nadie. ¿Has matado a alguien a propósito? ¿lo que hacías lo hacías por alguno bueno o malo?

A pesar de que ninguno parecía haber visto a Idalecia matar a nadie, Ivalic estaba de acuerdo con su madre, al fin y al cabo no solo tenía razón, además era la mujer que lo había criado y educado. Debían asegurarse de que esa mujer no iba a poder hacerles más daño, aunque sin tener una prisión donde encerrarla le parecía muy difícil.

Seguramente a Parriwimple se le ocurre algo, por eso es el Burgomaestre.

Ahora todas las miradas estaban puestas en el gigantón y fue entonces cuando se desplomó. Todos corrieron a socorrerlo. Se alivió un poco al ver que volvía en si y Herr Urik le transmitía su energía sanadora, pero Parriwimple no tenía buena cara. El niño se acercó a la Señora Helene, que se había ganado buena fama de sanadora.

-Es la segunda vez que le pasa, que yo sepa. Cuando estábamos en casa de Firan también se mareó. ¿Cree que estará enfermo? ¿Puede curarlo?

Los hechizos de Ivalic no eran muy poderosos y ni siquiera sabía lo que le ocurría a su amigo. Quizás lo que le había hecho Herr Urik fuera suficiente, supuso que la Señora Helene sabría más del asunto.

Miro esperanzadamente a Frau Helene, mis pobres poderes de sanación son insignificantes, pero los de la sacerdotisa sí comienzan a ser importantes, y si alguien en el pueblo puede ayudar a Herr Parriwimple sin duda es ella.

Se acercó apresuradamente a Parriwimple, quien ya se ponía en pie con más rapidez de la necesaria.

-Siéntate, Parriwimple y deja que cuidemos de ti. Respecto a lo que nos compete, debo mencionar algo que en su momento dijo el difunto Arik. No es una cuestión de blanco o negro. Hay grises. Es más, yo añadiría que tenemos todo un espectro de colores. Nada ni nadie es enteramente bueno. Ni enteramente malo. Al menos cuando de humanos hablamos. ¿Culpabilidad? Quien sea inocente de toda culpa, que arroje la primera piedra -señaló y su mirada escrutadora pasó de unos a otros. Desde el infiel Viktor y su amante a Urik y su espada de justicia temprana que había segado vidas fruto de su fanatismo-. Natalija, te entiendo perfectamente. Has sufrido por el destino de tu hija pero, ¿qué es lo que quieres? ¿Justicia o venganza? Hay un límite muy difuso entre ambas palabras. A la que hoy pretende juzgarse, quizá sea culpable y quizá merezca un castigo. ¿Pero la muerte? ¿No ha muerto ya demasiada gente como para aumentar su número? Pero dejemos que ella hable y responda a las preguntas de Parriwimple.

- "Sí, que hable y testifique en su propia defensa. Si es capaz de soltar algo que no sean improperios, cosa que tampoco le beneficia en demasía..." - Miro a la acusada con una mirada seria.

- "Respecto a la eventual condena, si queda demostrado que no ha matado a nadie y todo ha quedado en intento de asesinato, podría proponer rebajar la condena a trabajo comunitario, dado que no tenemos prisión ni medios para encarcelar a nadie." -

Vjelkus miró a su madre, preguntándose si la frase del blanco y negro lo había dicho Arik o Liddo. Aunque no dijo nada porque a veces llevar la contraria significa quedarse sin merienda.

¿Improperios? Te voy a meter un improperio por el culo, pomposo montón de mierd...

Idalecia se mordió el labio inferior, y trató de respirar despacio para recobrar la compostura. Esos segundos de silencio sirvieron para que Parriwimple se empezase a encontrar mejor a raíz de la imposición de manos del Caballero del Cuervo. Tal vez las de Giussepe no sean las únicas manos sagradas. Tal vez todas las manos sean sagradas.

No. No he matado a nadie nunca. Sobre el resto de cargos... Secuestro, violencia... ¿Vamos a hablar también de cuando el gigantón me golpeó y me trajisteis aquí contra mi voluntad? ¿O a vosotros no se os aplican las mismas leyes?

Hurrn rió maliciosamente en su jaula, divirtiéndose por la idea de que Herr Urik hiciese a la vez de fiscal y acusado en el mismo juicio.