Abres los ojos y te encuentras en un mundo desolado, envuelto en un aura de desolación y destrucción. La tierra que pisas está cubierta de cenizas grises, emanando un persistente olor a quemado. El paisaje es un escenario apocalíptico, donde el fuego consume todo a su paso y el humo oscurece el cielo, impidiendo que la luz del sol penetre en ese sombrío horizonte.
Caminas descalza sobre esta tierra negra y fría, sintiendo su frescura en cada paso que das. Cada huella que dejas marca el recuerdo de tu presencia en este mundo inhóspito y agrietado.
En tu camino, los recuerdos de tus seres queridos emergen en ráfagas fugaces. Imágenes de tu madre y padre aparecen y desaparecen frente a ti, trayendo consigo emociones encontradas de amor y nostalgia. Revives los momentos compartidos, las risas en la cocina, los abrazos reconfortantes y los consejos sabios que te guiaron en tu camino.
Los rostros de tus amigos de la infancia se mezclan en esta atmósfera sombría, recordándote las aventuras y juegos compartidos en días más brillantes. Cada sonrisa y cada secreto compartido reviven la sensación de camaradería y la conexión especial que los unía.
A medida que avanzas, los años de tu universidad se despliegan en tu mente. Los libros, las clases, las amistades formadas en los pasillos académicos, todo se entrelaza en una sinfonía de aprendizaje y crecimiento personal. Rememoras los desafíos superados, las noches de estudio y el sentimiento de logro al graduarte.
El sueño te guía hacia la actualidad, donde te enfrentas al presente en medio de este paisaje devastado. Las decisiones tomadas, los obstáculos enfrentados y los logros alcanzados convergen en una experiencia única que ha dado forma a tu ser. A pesar de la desolación que te rodea, la fuerza interior y la determinación se manifiestan en tu camino.
En este mundo de tierra, fuego y cenizas, tus recuerdos se convierten en un faro de esperanza y resistencia. Caminas con determinación, sabiendo que cada paso te acerca a una renovación y un futuro lleno de oportunidades.
Es el momento de complementar el pasado de Alexia ¿Cómo es su padre? ¿Cómo es su madre? ¿Cuál es el recuerdo más importante que tiene del? ¿Tiene más familia? ¿Tenía personas que le importaban? ¿Había hecho grandes amigos o amigas a lo largo de su vida? ¿Qué hobbies tiene actualmente que la distraen en su tiempo libre? En este post puedes marcar y transformar en canon todo lo que sientas que es importante del pasado de tu personaje para que se pueda utilizar a futuro
Frío… Todo era frío, pero ¿acaso no había sido siempre así para ella? Alexia era una chica solitaria desde pequeña, pues creció en los lugares más desolados que el hombre conoció. Es más, se podía decir que ella era nadie, un ser olvidado por el tiempo y la sociedad.
Mientras caminaba, solo recordaba cómo su padre la había hecho robar para subsistir, siendo esa su única fuente de sustento. ¿Qué más podían hacer en un mundo como ese? A medida que recordaba a su padre, un sentimiento amargo emergía de su corazón. Era un idiota, a la par que lo que ella podría llamar un buen padre. Sin embargo, en un mundo donde la diferencia te hace objeto de burlas, ¿qué más podía ser?
¿Su madre? Muerta en su nacimiento. Solo una cosa más a la lista de desgracias que la vida le tenía preparadas. Tal vez por eso su padre la trataba tan fríamente, aunque tampoco le preguntó. No le interesaba. No confiaba en la gente, a excepción de su hermana Amy. Ella había logrado salir de ese hueco en que su padre las había enterrado y había hecho un futuro. Era lo único que le daba esperanza de que ella también podía, aunque los viejos hábitos no se abandonan tan fácilmente.
La banda fue otra cosa que casi le mostró el camino. The Cop of Rock. Recordaba esos días con cariño, pues Jack, Eddie y Rose eran como ella, despojos de la sociedad que solo buscaban la luz como las flores, desesperados porque alguien les tendiera la mano. Aún seguía sus pasos a medida que hacía ejercicios para recuperar su voz, pero… se sentía mal. Muchas veces lloraba con Robbie, el perro de su hermana, como única compañía, pues nadie más debía verla llorar o verla débil. Cuando sentía que no podía más, se encerraba a componer canciones que esperaba algún día cantar. Con una guitarra algo vieja y destartalada, tocaba acordes que le permitieran formar armonías. Ya tenía dos cuadernos llenos de sus composiciones... Solo esperaba algún día poderlas tocar de nuevo con una banda.
¿Por qué no se había rendido aún? Tal vez aquel rayo de esperanza seguía brillando para que ella no se diera por vencida y siguiera intentando salir de todo ello. Tal vez… aún tenía esperanza, así fuera en el fondo de su corazón. Por eso siguió caminando en aquel paisaje apocalíptico.
Los recuerdos eran una carga pesada, cada instante de tu infancia te perforaba como una espina envenenada. No era solo la penuria que arrastraste debido a la pobreza, sino la cruel obligación de las cosas que tuviste que hacer para subsistir. Tu madre siempre fue una desconocida para ti, y tu padre, sumido en la amargura, parecía culpabilizarte por su muerte en tu nacimiento.
En contraposición, tu hermana fue un faro de amor en un océano de indiferencia. Recordabas con cierta melancolía tu tiempo con tu antigua banda, hasta el accidente con las drogas que lesionó tu voz. Aun sentías el rasguño persistente en tu garganta cuando hablabas demasiado, un recordatorio cruel de tu anhelo frustrado por volver a cantar libremente.
Los recuerdos del secuestro eran un frío insoportable, el cementerio de piedra gélida, los rostros perversos de tus carceleras. Recuerdas cómo en medio del caos de un combate conociste a Duncan Morris, un ser mitad humano, mitad demonio.
Las elecciones se presentaron como caminos divergentes: volver con los cazadores humanos o unirte a los demonios. Y escogiste lo último. ¿Por qué? ¿Fue por la seguridad que te transmitía Duncan? ¿O un motivo más altruista? Habías dejado la universidad, ¿acaso aspirabas a una vida distinta? Sabías que si continuabas con los demonios, cada paso te alejaría más de las cosas que hasta entonces te habían sido preciosas: tu hermana, tu antigua banda. ¿Qué esperabas alcanzar? ¿Cuál era el sueño, la esperanza que te impulsaba a atravesar ese averno que llamabas vida?
¿Inframundo? Ella había vivido en el mismísimo infierno desde que era una niña, así que estaba segura que no había nada más terrible y siniestro que la realidad. Su hermana le había dado esperanzas de buscar una nueva vida, pero... aquello le fue arrebatado en aquel maldito callejón. Hace mucho había dejado de temer a las calles, pues era ella quien las acechaba en busca de sustento, mas ese incidente la hizo reconsiderar que no era ella quien estaba en la cabeza de la cadena alimenticia, que había un cazador aún peor, uno cuyos poderes eran mucho más superiores.
Aún tenía pesadillas con el cementerio, incluso soñaba con que Duncan era su persecutor y la entregaba, la abandonaba como había hecho el mundo toda su vida... Duncan... La verdad era que su mayor anhelo era volverse una demoniza. Si lo era, ¿podría volver a cantar? Esa era la mayor pregunta y la única motivación de irse con los demonios. ¿Por qué no irse con los cazadores? Porque eran humanos como ella. Si ella quería volver a estar en la cúspide, debía escalar más, transformarse, evolucionar...
Alexia no había ignorado la forma en que Duncan la miraba, pero eso no le sentaba mal. De hecho, le gustaba la atención... y no estaba dispuesta a permitir que alguien se la robara. Era un chico guapo y amable. Parecía tener debilidad por las mujeres hermosas, pero eso la hacía a ella una, ¿no? Después de tanto tiempo, volvía a sentir que le importaba a alguien diferente a su familia. Tal vez eso era lo que más la motivaba a permanecer al lado del peliazul. Le prometió la pieza de reina, cosa que no sabía muy bien lo que quería decir, pero que sonaba importante y eso le gustaba. De verdad esperaba poder volver a cantar con su nueva identidad. Y estaba su Sacred Gear, el cual apenas estaba conociendo. Ni siquiera comprendía qué era en verdad, pero al menos sabía que era una herramienta poderosa y que le permitiría alcanzar sus verdaderas ambiciones. ¿Que cuáles eran? Eran volver a cantar, cuidar a su hermana y avanzar. En otras palabras, lo que Alexia quiere es poder.
La senda hacia el poder, tus propósitos, tu destino... todo estaba nítidamente grabado en tu corazón, como runas profundas en la piedra antigua. No había lugar para las dudas. Estabas resuelta a recuperar lo que te fue arrebatado, a reclamar aquello que te definía como individuo. En otro tiempo, en otro espacio, podrías haber reflexionado sobre la rectitud de tus acciones, pero ahora, en este lugar, en este preciso instante, era el momento de que tu luz interna desbordara.
La senda de fuego frente a ti se desvanecía, sus lenguas llameantes transmutándose en una lluvia de cenizas delicadas. A pocos pasos de ti, erguido en su soledad, un árbol se alzaba, su esencia calcinada en una quietud etérea. De su estructura carbonizada, colgaba una capa, la cual parecía emitir un llamado inaudible, destinado solo para ti.
Esta prenda de vestir era de un negro tan profundo que parecía engullir la luz a su alrededor. A pesar de su aparente oscuridad, estaba ornada con labrados patrones en hilo de oro, la luz reflejándose sutilmente sobre su superficie como si de estrellas fugaces se tratara. Los diseños parecían trazados en una lengua antigua y olvidada, sus líneas ondulantes y giros complejos deslumbrándote con su belleza enigmática.
Alexia realmente quería buscar otro camino, quería poder encontrar su luz interior, pero había vivido en la oscuridad durante tanto tiempo que ya no estaba segura si realmente podría. Era difícil, era cansado, pero le había prometido a Duncan que lo intentaría. Nuevamente Duncan aparecía en sus pensamientos y es que, ¿cómo no? La había salvado en ese lugar y la había ayudado. También le había dedicado su tiempo... cosa que nadie más que su hermana hacía.
Con esto en mente, siguió caminando por ese lugar, tratando de averiguar dónde estaba. Fue entonces que vio la capa, aquella con hilos de oro que además colgaban de un árbol que parecía gritar su nombre. ¿Qué era eso? No lo sabía, pero sabía que esa capa era solo suya y que tenía el derecho de reclamarla. Así hizo, se movió con despacio, como si intentara con cada paso ver una parte más de esta y como si quisiera tatuarla en su mente.
La quería y la capa la quería a ella también. Era suya, solo suya. No permitiría que nadie se la arrebatara, motivo por el cual caminó con paciencia hacia esta y miró el árbol. Muerto por fuera, pero lo sentía como si desbordara vida por dentro, justo como ella. Tocó su tallo con delicadeza - Gracias - le dijo con su voz ronca para luego volverse a la capa y tomarla con delicadeza. Quería ponérsela y lucirla, sentirla, poseerla.
Perdón por la tardanza. El asma, el exceso de trabajo y las migrañas no me han dado tregua.
El poder de la capa envolvió tus hombros, generando una sensación de consuelo que se mezclaba con una pizca de tristeza, pero en general te sentiste reconfortada. Era como si todos esos sentimientos dolorosos se entrelazaran en el tejido de la capa, pero al mismo tiempo, tus propios sentimientos de esperanza, sueños y determinación la impregnaban, formando un manto que te protegía de ese dolor. Esa capa se convirtió en un símbolo de tu ser, un reflejo de tu esencia, cubriendo tanto tu cuerpo como tu alma y permitiéndote ser tú misma sin inhibiciones.
Cada fibra de la capa representaba una parte de ti, una historia que habías vivido y superado. Las cicatrices y las lágrimas que habían marcado tu camino estaban tejidas en su estructura, pero también lo estaban los momentos de alegría, amor y valentía que habían fortalecido tu espíritu. A través de esa capa, podías llevar contigo la experiencia y la sabiduría que habías adquirido a lo largo de tu viaje.
Al envolverte con esa capa especial, te sentiste empoderada. Era como si estuvieras abrazando tu propia identidad, aceptando tanto las luces como las sombras que conformaban tu ser. Te recordaba que no estabas sola en tus luchas y que tus experiencias habían dado forma a la persona fuerte y resiliente que eras hoy.
Con cada paso que dabas, la capa se movía a tu ritmo, ondeando en el viento como un estandarte de tu coraje y determinación. Te recordaba que, a pesar de las dificultades y el dolor que pudieras enfrentar, llevabas contigo la fortaleza necesaria para superar cualquier obstáculo. Aquella capa se convirtió en tu armadura invisible, protegiéndote de las adversidades y recordándote que eras capaz de enfrentar cualquier desafío que se presentara en tu camino.
Despertaste en la mañana del 29 de marzo, varios días después de los acontecimientos recientes. Los recuerdos de conocer a Iseut y Militsa, las asesoras del infierno que habían llegado para ayudar a Max y Duncan, vinieron a tu mente. Su presencia había sido invaluable, ya que te habían enseñado sobre el infierno, sus costumbres y las habilidades que habían adquirido.
Después de la misión en las alcantarillas de Nueva York, donde se enfrentaron a criaturas poderosas capaces de manipular la carne, decidieron retirarse temporalmente para evaluar la situación. Desde entonces, había reinado una calma incierta. Sin embargo, esa calma se vio interrumpida cuando recibiste un mensaje de Edmun, el anciano a cargo del Dojo, donde solían reunirse.
El mensaje te informaba que Max deseaba hablar con ustedes y que era importante que se reunieran como aliados. También mencionaba que Duncan estaba invitado a la reunión. Ante esta situación, te encontrabas frente a una decisión crucial: ¿asistirías a la reunión o no?
Considerando la importancia de la situación y el hecho de ser aliados, sabías que era fundamental estar al tanto de los planes y preocupaciones de Max. Además, valorabas la opinión de Duncan, quien también formaba parte del grupo. Tomarías en cuenta todos estos aspectos para decidir si asistir o no a la reunión convocada por Edmun. Sabías que era un momento clave para discutir estrategias, compartir información y fortalecer los lazos de confianza entre ustedes como equipo. Eso, siempre y cuando tu quisieras que esos fueran tus planes.
Sabes toda la información que está en la escena: Demonios. Al momento de que hagamos tu ficha tendrás esas habilidades igualmente después de una escena on rol.
Capa de la Supervivencia: Tras gastar 25 PR, tu capa absorbe esta magia y todos los ruidos que pasen a tu alrededor o que tu provoques en una distancia de dos metros, quedarán silenciados. Además de esto, recibes un bono de +1 a sigilo. Esto dura 1d10 turnos. Adicionalmente, te puede ayudar a resistir hasta 15 puntos de daño. Si recibe este daño, perderá sus efectos durante unas horas, pero luego, gastando energía nuevamente, recuperará sus habilidades.
Cada fibra de esa capa le dejaba sentirse aceptada y amada. Se sentía tan bien que se dejó envolver por esa calidez y se permitió cerrar los ojos. Sonrió y disfrutó de la sensación mientras duró, sintiéndose también aceptada. ¿Era así como se sentía el abrazo de una madre amorosa? Lo creía así.
Abrió los ojos aún con esa extraña sensación en su ser y con la esperanza de que no se fuera tan pronto como regresó a la realidad. Se levantó y miró el mensaje de Edmun con sorpresa.
- ¿Max? – claro que le tranquilizó que Duncan también estaba invitado, pues se sentía aún algo nerviosa de enfrentarse a todo eso sola. Si bien esa mujer Militsa le hacía sentirse celosa, por lo menos les había sido de gran ayuda. ¿Iría ella? Porque si era el caso, tendría que recordarle a Duncan que su reina era ella.
Iré.
Esa fue su respuesta a Edmun. Si bien podía seguir su camino, le había prometido a Duncan que le apoyaría, así que decidió mantener su promesa por la gratitud que tenía hacia el peliazul. Se levantó de su cama lanzando su cabello hacia atrás y se miró al espejo. Dormía con la misma ropa de dormir de siempre: la camisilla blanca sin mangas, unos shorts deportivos cualquiera y nada más. Tomó su ropa y se dio una rápida ducha. Peinó su cabello y luego puso su ancho suéter sobre sí, aunque antes acarició la cicatriz en su garganta un momento. Se sentía mal, quería cantar, pero sabía que no podría hacerlo. Tras eso, Alexia salió en dirección a la reunión.
Cómo mola :O.
Camino de Brasas: Prólogo Alexia Noveraus terminado