Partida Rol por web

Sentías la densa niebla envolviéndote, difuminando el entorno y creando una atmósfera misteriosa. El aire estaba cargado de humedad, y cada inhalación llenaba tus pulmones con esa sensación fresca y húmeda.

El camino que se extendía ante ti estaba formado por grandes piedras dispuestas de manera irregular. A lo largo del camino, notabas las piedras labradas con intrincados diseños, cada una contando una historia silenciosa. A medida que avanzabas, podías sentir el tacto frío y húmedo de las piedras bajo tus pies, mientras el musgo se aferraba a ellas en algunas zonas, añadiendo una textura suave y esponjosa.

La niebla te rodeaba, reduciendo la visibilidad y creando una sensación de lo desconocido. A medida que te adentrabas en lo profundo de la niebla, no podías ver más allá de esa capa plomiza e impenetrable. Era como si te estuvieras sumergiendo en un mar de recuerdos olvidados.

Los recuerdos llegaban a tu mente en ráfagas, como flashes de luz en la oscuridad. Recordabas a tu madre y su amor incondicional, a tu padre con sus sabias palabras de aliento. Veías imágenes de tu época escolar, los amigos cercanos con los que compartiste risas y secretos. También recordabas los desafíos que enfrentaste, como el bullying y la valentía que encontraste para defenderte. Tu mente se transportaba a tus aventuras por Estados Unidos, los lugares que exploraste y las experiencias que te cambiaron.

El sueño te llevaba de regreso a casa, a ese lugar que te vio crecer y madurar. Recordabas la sensación reconfortante de estudiar en la universidad y perseguir tus sueños. Tu perro Buster, siempre fiel y leal, estaba presente en tu recuerdo, recordándote el amor incondicional que los animales pueden brindar. 

Cada recuerdo que emergía de la niebla te recordaba quién eras, tus experiencias, tus luchas y tus triunfos. Era como si el sueño estuviera tejiendo los hilos de tu vida, conectando los momentos importantes y recordándote la fuerza y ​​la determinación que llevabas dentro de ti.

El frio en mis pies era reconfortante, me transportaba a un época más simple y me hacía recordar; recordarme a mí, a Max y Diane jugando sobre las piedras del arroyo Rojo, aquellas tardes perdidos en los bosques de Red River. Cuanto daría por que esos días volvieran; porque Diane no me hubiera elegido, porque Max no me odiara.

Volver…

¿Había vuelto? Podía ver la fachada de mi antigua casa, la casa de mis padres con aquel curioso letrero que rezaba en perfecto español “Los cuervo Viven aquí” colocado a la derecha de la puerta, pero estaba más alto de lo que lo  recordaba. Podía escuchar la algarabía propia de aquel hogar desde afuera. Entré, y ahí estaban mis dos hermanos pequeños, persiguiéndose el uno al otro intentando mojarse con pistolas de agua y a mi hermanita corriendo detrás de ellos para evitar que empaparan toda la casa.

Noto una mano en mi hombro y me volteo, topándome con la sonrisa de mi padre y con su bicolorica barba que tan peculiar aspecto le daba, llevaba su traje de “guerra” su fino esmoquin negro con gravados que asemejaban a cuervos en varias posiciones, como si se prepararan para salir volando de su traje. Me hace acompañarlo a la terraza, parece que nos estaban esperando.

No lo había notado pero yo también llevaba un Traje de “guerra” completivamente blanco salvo por los dos vivos en negro en las mangas del esmoquin que  dibujaban la formas de unas plumas. Ya sabía lo que pasaba, me di cuenta cuando en la terraza estaban mi madre y mi abuela sentadas en sus sillas favoritas mirando a mi abuelo hacer trucos de manos con un mazo de cartas. Haríamos magia.

Pero no logro recordar lo siguiente. Mi mente salto muchos años en el futuro cuando me soltaron mi primer diente, curiosamente el día de mi primera pelea y el día en que Randy dejo de llamarme “El Cuervo Muerto” con aquel horrible acento que tenía. Recuerdo a Max a mi lado, no hubiera podido aguantar aquello sin su ayuda. Aquel día 2 chicos de primero de secundaria habían sido apaleados por 5 de quinto; si pero quienes estaban en pie cuando toda la escuela, profesores incluidos llegaron para ver qué pasaba ellos eran ellos, y todos vieron como fui yo quien le asesto el golpe que mandaba a dormir al Abusón de Randy. Ese día también fue el que Diane comenzó a verme de manera distinto.

Ese verano Buster y yo comenzamos a pasar más tiempo en casa de Diane que en casa de Max y aunque todo aquel verano fue mágico. Para el final de nuestro tercer año de secundaria las cosas entre nosotros tres llegaron a un punto de quiebre y ninguno de los tres nos volveríamos a ver de la misma manera.

Max se mudó de estado al poco de eso, intente acomodar las cosas pero solo las termine empeorándolo todo.

Diane se quedó y estuvo a mi lado en el peor momento de mi vida, cuando a mediados de nuestro último año mi abuelo nos dejó. Él lo era todo para mí, y cuando se fue perdí toda motivación

¿Por qué mi mente me hacía recordar aquello?

Quería dedicarme a la magia, era bueno y quería seguir la tradición familiar. Pero sin mi abuelo ya no tenía sentido, él era la magia y sin el sin la alegría que desprendía cuando veía un truco perfectamente ejecutado te hacia amar la magia. Y sin eso, solo me parecían engaños sin gracia. Aquello me distancio de mi padre, el creía que seguir con la magia era la manera de honrar a mi abuelo, pero él no entendía. Nos distanciamos, ahora solo se de él por medio de Estrella o mi madre. Ojala hubiera actuado diferente, como quisiera haber actuado diferente.

Diane me acompaño los primeros años de la universidad, estuvo conmigo y me dio tanto que hasta parece injusto, y yo se que lo fue porque incluso cuando yo la veía infeliz cuando sabía que ella necesitaba otra cosa para conseguir su felicidad y yo no podía darle eso fui egoísta y la mantuve a mi lado hasta el día que ella no pudo mas.

Y fue cuando me vi solo que conseguí eso que me faltada, eso que me dio un propósito y que  me hizo valorar y querer enmendar mis errores pasados.

Los recuerdos fluían uno tras otro en tu mente. Durante un tiempo, tus pasos se sintieron ligeros como caminar sobre algodón, pero gradualmente se volvieron más firmes, como si el sol calentara las piedras bajo tus pies, haciéndote sentir su ardor con cada paso. Los recuerdos dolorosos y las decisiones equivocadas habían dejado huella en tu vida.

Recordabas cómo, después de tomar todas esas decisiones, finalmente te alejaste de la ciudad que te vio nacer. Montado en la motocicleta que habías comprado con tus ahorros de toda una vida, recorriste diferentes estados, explorando nuevos horizontes. Después de dos años fuera, regresaste a la universidad y lograste completar tu carrera en Sistemas de Información. Durante ese tiempo, habías crecido enormemente tanto en perspectiva como en persona. Aunque el camino no había sido fácil, sentías que habías fortalecido tu espíritu de una manera significativa.

Sin embargo, sabías que el camino de regreso a Nueva York no sería sencillo. Las deudas acumuladas por la universidad y por trabajar en un empleo miserable habían hecho que tu sueldo ya no fuera suficiente. En ocasiones, tenías que pasar hambre para poder pagar el alquiler. Sin embargo, tu vida dio un giro inesperado cuando lograste conseguir una entrevista con una de las corporaciones tecnológicas más importantes de Nueva York: Innovation Corps (IN).

En un imponente edificio, te encontraste personalmente con la presidenta de la corporación, Catherine Aim. Durante una breve conversación, ella te reveló que poseías habilidades extraordinarias que iban más allá de lo ordinario. En un movimiento rápido, tomó tu mano, y de repente, sentiste una poderosa energía recorrer todo tu cuerpo, algo que nunca habías experimentado antes. Asombrado, observaste cómo un guantelete negro con un extraño brillo y fulgor aparecía en tu mano.

Con calma y certeza, Catherine explicó que lo que llevabas era un Sacred Gear, una reliquia otorgada solo a un número selecto de humanos. Y con esa revelación, el escenario de tu vida cambió, mezclándose en una melodía nueva y desconocida.

El aire se llenó de tensión y misterio mientras Catherine desplegaba una narración que parecía extraída de las páginas de una novela sobrenatural. Se identificó a sí misma como un demonio, pero no como los seres temidos y vilipendiados en las historias humanas. Su existencia era mucho más compleja y sutil. La razón de su visita no era más ni menos que una profecía, una visión de un mal inminente que amenazaba con oscurecer el mundo.

En su presagio, tú, Alexander, eras una de las figuras clave, un individuo con potencial para enfrentar la tormenta que se avecinaba. Y, como tal, te invitó a unirte a su linaje demoníaco, el clan Aim. En sus palabras se insinuaba la promesa de un poder aún mayor y la posibilidad de un viaje cuya magnitud superaba cualquier escenario que pudieras haber imaginado. A pesar de la incredulidad que cualquier otro hubiera sentido, aceptaste.

Catherine deslizó hacia ti una pieza, un caballo carmesí que parecía resplandecer con una luz propia. En el instante en que la pieza te rozó, sentiste cómo una corriente de energía nueva y salvaje te invadía. Tras este despertar de poder, Catherine te llevó a conocer la base del clan Aim.

Catherine desplegó ante ti un lienzo que ilustraba las sutilezas de la sociedad demoniaca, de los ángeles y de los ángeles caídos. Con un hilo de voz que llevaba el peso de los eones, trajo a la vida los cuentos y leyendas que habías oído en tu infancia. Panteones griegos, vikingos y chinos no eran meras fantasías, sino realidades inquietantes que resonaban en la estructura del universo.

Compartió contigo la profecía que la atormentaba, la visión de un grupo de elegidos que se enfrentaría a una amenaza apocalíptica. Estos seres desconocidos, guiados por designios oscuros, buscaban desencadenar un holocausto nuclear. En medio de este caos, tú y tus futuros aliados serían la única esperanza de impedir la devastación.

Sin embargo, sus visiones eran incompletas, su clarividencia no podía identificar a los villanos ni localizarlos. Con una risa irónica, reconoció que, a pesar de lo cliché que pudiera sonar, los demonios eran vulnerables a las cruces, el agua bendita y los objetos sagrados de naturaleza similar.

Catherine te presentó a su consorte, Hodur Lindgreen, y a su encantadora hija, Alexandra Aim. A primera vista, Alexandra era un reflejo vibrante de su madre, aparentando la lozanía de los veinte años. En un banquete espléndido donde se ofrecían los más exquisitos manjares, Catherine compartió contigo el esquema de su vida actual. Había establecido un pacto de discreción con el clan Dantalion, un grupo de demonios que, al igual que ellos, se movía entre los humanos con sigilo. Su labor era la de desvanecer cualquier rastro que pudiera poner en peligro su anonimato frente a otros clanes demoniacos.

Catherine te extendió una invitación para ocupar uno de los lujosos penthouse del edificio, cada uno de ellos diseñado para ser una residencia opulenta. No obstante, optaste por meditar la oferta antes de tomar una decisión. Posteriormente, entraste en un combate de práctica con Hodur, quien te instruyó en la manipulación básica de tu Sacred Gear y en los fundamentos del combate. Durante esta prueba, emergieron desde tu ser alas magníficas de casi dos metros, y un conjunto de habilidades que habían permanecido ocultas.

En los días siguientes, te sumergiste en un nuevo entorno con rostros tan recientes como el tuyo. Alexius Walker, portador de la pieza del alfil, mostró una inclinación más mística y una fascinación por la tecnología. Por su parte, Kuzuki Ren, el luchador callejero y amante de la batalla, había recibido la pieza de la torre, y era tan testarudo como se esperaría. Katherine Prescott, una famosa cantante de rock del momento, y que también tenía la pieza del caballero.

Hodur y Alexandra los pusieron a prueba durante horas, retándolos a desplegar sus poderes y demostrar su valía. Solo después de esta intensa sesión, Catherine apareció para revelar su última visión. En ella, vislumbró a un hombre de nombre Andrezej Malskavok, un polaco de oscuro prontuario, implicado en el tráfico de drogas y armas, y que además, era portador de un Sacred Gear que manejaba con destreza. Te asignaron la misión de eliminar al polaco, dándote un plazo de cinco días para prepararte. A pesar de las distintas reacciones que provocó esta noticia, todos coincidieron en que, si querían evitar un holocausto, deberían hacer lo necesario.

La preparación fue intensa y meticulosa. Seleccionaron cuidadosamente las armas de fuego que usarían, planearon estrategias de infiltración, diseñaron los atuendos y máscaras que utilizarían, y hackearon los sistemas de cámaras del lugar. Recopilaron toda la información posible sobre el polaco y su entorno. El enfrentamiento que les esperaba no sería contra una única persona, sino contra varias. Andrezej contaba con el apoyo de una hechicera y ambos eran adversarios extremadamente formidables. La batalla fue brutal, dejándolos a todos con severas heridas. Andrezej, junto a su aliada maga, encontró su destino final en una jugada audaz, una estrategia arriesgada tejida por Ren, quien desafiando todos los cálculos, desató su fuerza contra el suelo de la base de Andrezej.

En un abrir y cerrar de ojos, la tierra bajo ellos se desintegró, dejándolos caer desde las alturas, atravesando cada piso en un descenso caótico. El aire se llenó con el estruendo de la estructura desmoronándose y los gritos de sorpresa y terror.

El polvo se alzó, ocultando la escena en una densa nube de escombros y confusión. Pero Ren, aprovechando el caos y la desorientación de sus enemigos, ejecutó el golpe de gracia. Con la precisión de un verdadero guerrero, remató a los adversarios restantes en la neblina de escombros, asegurando una victoria inolvidable sobre la amenaza que Andrezej y la maga representaban.

Sin embargo, de ese combate ya han pasado casi diez días.

Y, al fondo del camino, podías ver una piedra de obsidiana que resaltaba por todo el resto de la naturaleza de piedra que te rodeaba.

Ahí estaba Alex, parado frente a aquel Trozo de piedra tan perfectamente negro que podía ver su reflejo en ella, y lo que aquel reflejo le mostro fueron sus acciones durante la misión; claro que Catherine le había dicho que aquello era para evitar el holocausto y claro que aquellos hombres no eran buenas personas, vendían armas al mejor postor sin importa las muertes de inocentes que provocaban. Pero es que ese día vio cosas que jamás pensó que vería cuando dejo Red River atrás. La brutalidad de la batalla y de sus propios actos le asustaban un poco.

Recordó la sensación de poder que lo embriago cuando uso su Sacred Gear, aquella reliquia les permitió a cuatro  chicos acabar con mercenarios entrenados y armados con lo mejor de lo mejor como si estos fueran simples boys scouts. En parte eso también es lo que lo mantenía cerca de Catherine, sabía que debían de  parar a todo aquel que quisiera usar los Sacred Gear para fines menos altruistas.

Por otro lado había empezado a encariñarse con sus compañeros no se había sentido tan cómodo en mucho tiempo. Y aquel variopinto grupo de desdichados parecían las mejores personas con las que te gustaría enfrentar el fin del mundo.

En su reflejo, detrás de el pudo ver a su abuelo, vestia con su elegante traje de Mago y le dedico una pequeña sonrisa mientras apuntaba a su mano derecha, aquella de donde emanaba el poder de su Gear. E instintivamente Alex le sonrio de vuelta, un poco apenado. Luego de discutir tanto con su padre y de gritarle a la cara que la magia no existía y que solo engañaban a las personas, ahora poseía magia verdadera.

 – lo se abuelo, soy un imbécil

 – O hijo mío no debes de ser tan duro contigo mismo – La figura de mi abuelo se acercó más a mí y me coloco la mano en uno de mis hombros, se supone que aquello era un sueño o una alucinación. Pero aquel toque me hizo tremendamente feliz – Todos cometemos errores en esta vida. Pero no son esos errores los que deben marcarnos, sino las acciones que tomemos luego. Siempre podemos enmendar nuestros errores y reconducir nuestras vidas.

Y yo sé que tú lo harás, de eso estoy seguro. Como siempre estuve seguro de que la magia fluía por tus venas

Desperté antes de poder abrazar a mi abuelo, estaba en la habitación que Catherine me había ofrecido desde las ventanas se podía ver los tejados de la ciudad y algunos edificios importantes, volví a verme la mano derecha. Tenía que hacerlo.

Tenía que ayudar a salvar el mundo

El contacto con tu abuelo, los recuerdos que emergieron y esa mirada penetrante resonaron en lo más profundo de tu ser. Fue una experiencia abrumadora, como si se abrieran las puertas a un mundo desconocido. De repente, un anillo hermoso se materializó en tu dedo, una obra de arte en plata con una amatista resplandeciente en el centro. Sentiste su poder latente y supiste que era algo especial, como si encapsulara todos los sueños y la herencia de tu abuelo y tu familia. Fue un despertar de tu verdadero potencial.

Al recobrar la conciencia, encontraste el anillo en tus manos y un mensaje de Catherine, invitándote a unirte a ella en un almuerzo en la planta de las reuniones. Sabías que este era tu momento, el momento de enfrentar los desafíos que te esperaban. Tu corazón latía con emoción mientras te preparabas para encontrarte con Catherine y asumir tu papel en esta trama que iba más allá de tu imaginación. Era hora de dar un paso adelante y abrazar tu destino.

Camino de Piedra: Prólogo Alexander Crow terminado