Despertaste en un vasto castillo sumergido en la penumbra y cubierto por escombros. La desolación del lugar era palpable, las estatuas de un pasado olvidado estaban medio derruidas a ambos lados, elocuentes testimonios de la erosión del tiempo. Al final de la escalinata, un extraño trono te llamaba de manera inexplicable.
Tus recuerdos te asaltaban como relámpagos en una tormenta, intermitentes y desordenados. La pérdida de tu madre cuando solo tenías tres años inundó tu mente, un día desapareció, dejando un vacío eterno en tu vida. Te viste a ti mismo de niño, viendo cómo tu padre, en su soledad, se rendía ante el alcohol y las apuestas. Como a los nueve años, arrancado de su lado, te encontraste a cargo de tu tía Stacy.
La vida bajo el cuidado de tu tía Stacy no fue más sencilla, ella se desvivía trabajando en múltiples empleos para manteneros, pero nunca te faltó su amor. Los recuerdos de tu padre, por otro lado, aún pesaban como un yunque en tu corazón. No logró liberarse del vicio del juego, y tuviste que rescatarlo de la cárcel más de una vez. Aún te resuena su última visita pidiéndote dinero, cuando le ofreciste una oportunidad de trabajo y le diste un ultimátum: si no cambiaba, nunca más debía buscarte.
Tu vida ha sido una sucesión de extrañezas, y ahora, despertando en este misterioso castillo, se tornaba aún más insólita.
Es el momento de complementar el pasado de Duncan ¿Cómo es su padre, guardas algún buen recuerdo del? ¿Cuál es el recuerdo más importante que tiene del? ¿Tiene más familia? ¿Tenía personas que le importaban? ¿Había hecho grandes amigos o amigas a lo largo de su vida? ¿Qué hobbies tiene actualmente que la distraen en su tiempo libre? En este post puedes marcar y transformar en canon todo lo que sientas que es importante del pasado de Duncan, para así añadirlo a las narrativas futuras. Todo lo que escribirás ahora dará sentido al personaje y podremos complementarlo a futuro.
Permanecía sentado junto el ventanal del local donde me tomaba aquel café caliente mientras observaba la lluvia caer.
Así debía empezar aquello, no encontrarme tirado en aquel oscuro y derruido lugar que sin duda vio tiempos muchos mejores. Mis pasos me guiaban por aquellas viejas ruinas, casi fundidas con la tierra, donde a penas podía ver por donde me movía, salvo por la escasa luz que entraba de vez en cuando de las fisuras del suelo del piso superior. Y hacia él caminé, buscando unas escaleras que me llevasen...
... que me llevasen a aquel viaje de fin de curso, que mi tía Stacy se rompiese la espalda a trabajar para que pudiese ir junto a mi primo "Snake", el chico al que más serpientes le habían mordido en el mundo y aún vivía, era lo mejor que me había pasado desde que me recogió con 9 años y me separó de mi padre que vivía en un mundo donde solo estaba el juego. Creo que si hubiese podido venderme, lo hubiera hecho para sacar algo para poder jugar. Recuerdo aquel viaje como algo mágico, donde empezaba a saber lo que era la libertad y disfrutar de los amigos. Aunque de todos ellos, el único que conservé fue a "Snake", quizás por ser mi primo y tener que aguantarnos mutuamente o puede que porque era un capricho del destino...
... que me encontrase en aquel lugar, donde las estatuas de grandes señores, guerreros poderosos, ahora descansaban silenciosas, con sus rostros y nombres olvidados quizás para siempre. Mis pasos siguieron avanzando por aquel lugar, con más claridad cuanto más ascendía...
... y con cada pequeño ascenso mi padre aparecía para ver si había doble paga. Sabía en qué se gastaba el dinero. No me importaba darle de comer, vestirle... pero darle dinero era tirarlo. Así pues al final me cansé de él y se lo hice saber. Cuando se marchó, recordé al padre que solía ser cuando mamá vivía. De ella no recordaba mucho, salvo su largo cabello de olor a sándalo y que siempre brillaba al sol... un cabello con el cual me gustaba jugar cuando brillaba así. A mi padre, le recordaba llegando siempre del trabajo cuando había caído el sol y aún así se quitaba la ropa que traía y se ponía a cuatro patas a hacer que era un caballo en el cual acababa subido y sostenido por mamá. Sus juegos, sus cosquillas, tirarle del bigote cuando lo tenía muy largo y aquel unicornio que me regaló cuando me pusieron a dormir solo. Un unicornio mágico que velaría por mí cuando durmiese y alejaría al mal y a los demonios de mi lado. Triste ironía...
... la vida me descubrió como un semidiablo con el paso de los años. Una criatura sádica que disfrutaba matando y vertiendo la sangre de sus enemigos por todos lados. Incluso por mi propio cuerpo. Quizás por eso no conservé amigos durante demasiado tiempo, porque en el fondo sabía que no había nada bueno dentro de mí. Subir aquello me cansaba, pero me ponía en paz con mi mente, recordando momentos felices y tristes. Aunque no tan triste como el estado de aquel lugar...
... donde salía salir a ligar. Nunca tuve novia formal y si alguna vez la tuve, no me enteré. Siempre fui un pica flor, jóvenes o mayores, me daban igual si obtenía lo que quería y normalmente así era. Pocas se resistían a mí y menos aún cuando empecé a trabajar de camarero. Un novio camarero aseguraba alguna copa de más gratis, así que... sí, mi vida era todo juerga y diversión hasta que surgió él de dentro de mí y todo cambió de golpe...
... me encontré en lo alto de aquel castillo en ruinas. Un trono llamaba poderosamente mi atención. Paso a paso, me acerqué a él mirándolo con curiosidad...
... como aquella vez que me encontré a mí mismo con una espada en la mano, jugando con mi primo "Snake" a las batallas de ninjas y donde siempre salíamos con moratones por aquellas espadas de madera, que nos dejaban astillas en las manos y heridas en las mismas al día siguiente. Desde aquel día, el uso de la espada, el aprender a manejarla, fue algo importante para mí. Tanto como para aprender a usar ese arma, sin saber que una espada negra, deseosa de sangre y muerte, cohabitaba en mi cuerpo desde hacía años...
... que aquel lugar había sido abandonado. En cambio el trono permanecía ahí. Al llegar a su lado, deslicé mis dedos sobre él con cuidado, como si estuviese contemplando una obra de arte única en el mundo. Por lo que había visto, estaba solo en aquel lugar, no sabía como había llegado y estaba cansado de aquella caminata. Así pues me senté en aquel trono para meditar más sobre mi vida...
... llena de sorpresas, tristezas y alegrías.
De momento lo dejo ahí. No sé si quieres que te ponga imágenes de los PNJ o si te encargas tú.
Una duda que tengo es que tipo de relación tengo con Alexia, aunque quizás eso debería preguntárselo mejor a ella.
Por otro lado, hice lo básico de la ficha. Estoy viendo que se empieza con algún nivel superior y no hice nada con el equipo como pusiste. Me gusta ir haciendo la ficha junto a la historia, así que por el momento va todo bien. Pero cuando vuelvas, tendremos que seguir con la ficha. Yo puedo seguir escribiendo cuando tenga tiempo y me aburra sin que intervengas ;)
Los recuerdos del pasado poblaban tu mente, algunos te daban fuerzas, otros, te apenaban. Tu padre habría sido una gran persona si tu madre estuviera viva, lamentablemente, eso no había sucedido.
A medida que te acercabas al trono, una fuerza implacable te detuvo en seco. El castillo en ruinas se sumió en la oscuridad, mientras una sombra se materializaba en el trono. Sus ojos carmesí brillaban intensamente en la penumbra.
En un instante, la reconociste. Sabías que esa ira y esa sed de sangre no te pertenecían. Surgieron cuando casi te asesinaron en un callejón, cuando estabas desesperado y la espada, ELLA, apareció. Ahora, podías sentir su presencia. Ella estaba a solo unos pasos de ti, emanando un poder oscuro y misterioso. Sus ojos carmesí te observaban, evaluando tus acciones y todo lo que habías hecho hasta ahora, con una mirada gélida y calculadora.
En una ocasión, Edmun te había comentado que ciertos Sacred Gears, como los llamaban, habían sido empleados para encerrar criaturas de inmenso poder, ya fuera por su peligrosidad o por otros motivos desconocidos. En ese momento, podías sentir claramente cómo esta figura te evaluaba, esperando escuchar tus palabras y comprobar si tenías algo relevante que decirle.
Cada instante se volvía más tenso mientras la figura misteriosa permanecía expectante, como si aguardara con paciencia a que te expresaras. Sus ojos penetrantes seguían fijos en ti, buscando en tu rostro alguna señal de verdad y determinando si eras digno de su atención. La energía densa y cautivadora llenaba la habitación, envolviéndote en una atmósfera llena de incertidumbre y anticipación. Era el momento de mostrar tu valía y revelar lo que realmente había en tu interior.
Tranquilo, la ficha la podemos ir viendo cuando termine el prólogo
- Tú, eres tú. - Le dije a la figura de ojos rojos que me miraba con aquella intensidad. - Por fin puedo verte. Tú eres quien clama esa sed de sangre en mi interior, quien me domina en la batalla... y lo peor, es que siento que me gusta sentirte y ver esa sangre correr. - Sabía que podía sincerarme con ella. Quizás esa era la única criatura en este mundo con la cual me podía sincerar.
Me acerqué a ella unos pasos sin apartar mis ojos de su mirada carmesí, como la misma sangre que tanto le gustaba derramar.
- Miedo. Eso fue lo que sentí la primera vez. Miedo de haber hecho aquello yo solo. No llegaba a entender lo que había dentro de mí, no sabía que era un semi-demonio donde tú habitabas también. Y cuando supe que no había sido yo realmente, sentí un enorme alivio... Controlarte o intentarlo es como tratar de montar a un caballo salvaje e indomable, casi imposible... por eso opté por dejarte de lado y no usarte.
No le gustaban mis palabras, pero las siguientes le agradarían más.
- El problema es que ahora te extraño y cuanto más tiempo estoy sin dejarte salir, más necesidad tengo de ti. Empiezo a comprender que realmente somos un uno donde ambos nos necesitamos. Tú necesitas salir, saciar tu sed de sangre y yo no lo admitiré nunca más, pero cada vez que combatimos, cada vez que derramo sangre en el suelo, más ganas tengo de seguir haciéndolo. Pero eso es peligroso para ambos. Como dije somos uno y este mundo creo que no es el mismo que conociste. Aquí hay armas que pueden matarme sin darme ni cuenta y si muero... creo que tú vendrás conmigo o más bien quedarás perdida. No lo sé. El caso es que dejarás este plano y seguirás encerrada en ese arma sanguinaria y mortal que siempre me acompaña.
» Escucha, no siempre podemos resolverlo todo derramando sangre, pero sabiendo que yo también empiezo a sentir esa sed, quizás por mi parte demoníaca... sabré compensarte cuando deba sacarte solo para intimidar y no para matar. - Sonreí a la figura, sin saber si podía hablar o no. - Sabes... desde que me dijeron que en lo que llaman Sacred Gear hay espíritus encerrados, siempre me pregunté quien eras, quien fuiste... al igual que siempre me preguntaré quien fue el humano, si mi madre o mi padre, aunque por dentro tenga bien clara la respuesta, me da miedo expresarla en voz alta. Si esta es la única vez que podamos hablar, me gustaría saber tu nombre al menos. Así dejaré de llamarte Sacred Gear para llamarte por el nombre por el cual se te conoció una vez y por el cual se te volverá a conocer o reconocer...
A medida que hablabas, el trono se tiñó de un intenso carmesí que envolvió la sala con una aura siniestra. En medio de esa atmósfera, pudiste apreciar mejor los detalles de la figura femenina que se encontraba frente a ti. Su piel blanca como el marfil resaltaba bajo la corona de ébano que adornaba su cabeza, mientras que un collar de rubíes brillaba sobre su pecho. Vestida en ropas negras, te observaba con un interés más que intimidante. Era evidente que era la primera vez que se encontraba cara a cara con un usuario de sacred gear en siglos, si no más.
"Soy Malaél, humano, y he vivido milenios antes de que siquiera pudieras comprender mi edad", se presentó con un tono enigmático. "Fui maldita a quedar atrapada en este objeto, y aquellos con la suficiente habilidad pueden utilizar mi poder para enfrentarse a sus enemigos. Sin embargo, a lo largo de los siglos, he logrado ejercer cada vez más influencia sobre las mentes de aquellos que me han invocado".
Mientras hablaba, su voz resonaba con una mezcla de autoridad y misterio. Continuó explicando: "Duncan Morris, debes saber que mi influencia siempre se manifestará a través de tu sacred gear. Cuando enfrentes situaciones en las que no puedas hacer frente, seré yo quien tome el control. Tu voluntad aún es débil y no estás preparado para utilizar mi verdadero poder. Pero yo, yo solo busco liberarme de esta prisión en la que he estado confinada durante milenios".
Malaél dejó en claro que, en momentos de incapacidad por parte del portador, tomaría el mando y eliminaría a todos los enemigos a su paso. No obstante, si el usuario deseaba utilizar su poder, debía ser lo suficientemente fuerte de voluntad para dominarla. Ella reveló haber sido debilitada mientras estuvo prisionera, pero también advirtió que solo esperaba el momento adecuado para liberarse. Con una amplia sonrisa que combinaba diversión, malicia y frialdad, demostró su poderío sobrenatural. Aunque no podías identificar la naturaleza exacta de su ser, su aura emanaba una fuerza extremadamente poderosa, quizás incluso más intensa que la de Cassidy.
La presencia de Malaél añadía un aire intrigante y amenazador a la situación. Era evidente que, bajo esa sonrisa, se ocultaban motivaciones y secretos que podrían desencadenar eventos de proporciones inimaginables.
Por su forma de hablar, por su forma de moverse y sobre todo, por el poder que ejercía en mi Sacred Gear, aquella mujer era peligrosa. Pero no peligrosa en términos mundanos, sino peligrosa de verdad. Si no era una deidad, seguramente se había quedado a dos peldaños de serlo.
- Malaél. - Hice una pequeña reverencia al decir su nombre a modo de saludo y para memorizarlo bien. - He sentido tu poder dentro de mí, tu sed de sangre, tu ira y tu furia y, sinceramente, si en medio de una batalla mi voluntad flaquea y has de eliminar a todos nuestros enemigos, que así sea. Pero a los de ambos. Mis amigos, mis aliados o incluso con quienes me lleve mal pero caminen a mi lado, no son tus enemigos. Puedes verlos como marionetas, seguramente como me verás a mí. - Le dije a la mujer-divinidad sin miedo alguno, sin temor... porque soltaba las palabras por la boca sin pensar. Eso era lo que me metía en tantos líos y era incapaz de corregir.
De hecho, debía aprender de ella, lo sabía y no me refería a sus artes en sí, sino a saber quien era y como doblegar su voluntad, fortaleciendo la mía y encontrando sus puntos débiles. Porque si estaba allí encerrada, es que tenía algún punto débil. Y por sus palabras saqué que no debía salir de allí, debía encargarme de custodiar ese arma y de lograr que jamás encontrase una salida.
En ese momento una punzada de dolor me atravesó, pensando de nuevo como había terminado metido en aquello y porqué no podía dejarlo. Era evidente. La respuesta estaba en aquel trono, ante mis ojos. Por desgracia era mi don y mi responsabilidad.
- Entonces tengo trabajo que hacer. Encontrar como evitar que doblegues mi voluntad con tanta facilidad y aprender a usar tu poder, ese que desconozco... quizás... quizás podrías hablarme sobre él. Se ve que fuiste grande y poderosa en tu tiempo, cuando fuiste libre y seguramente conquistabas ciudades enteras con ese poder. Me gustaría escuchar tu historia... si es posible. - Quizás con un poco de adulación y subiendo su ego lograse esa parte de la información y saber hasta donde podría llegar con mi Sacred Gear. - Total, solo estás de paso por lo que veo en mí y pronto o serás libre o tendrás otro portador y quizás no encuentres a nadie más en siglos que quiera saber de ti. - Un poquito de presión también y cóctel listo. A ver si ahora picaba el anzuelo y hablaba o me quedaba con las ganas.
Sabía que aún era demasiado joven y necio en ese mundo y que me quedaba grande hablar con alguien como ella, pero debía intentarlo, sobre todo sacar toda la información relevante que pudiese. - Con tú permiso. - Señalé una roca cercana, un pedazo de lo que antaño debió ser un hermoso castillo lleno de vida y me senté en ella, dispuesto a escuchar lo que me tuviese que decir... si es que tenía algo que decirme, claro.
Malaél escuchó con desinterés las palabras del humano, demostrando una clara indiferencia hacia su intento de conversación. Su conexión con su humanidad se había desvanecido hace milenios, y estar encerrada en una jaula no había hecho más que fortalecer su distanciamiento del mundo mortal. Sus ojos, fríos como el hielo, parecían penetrar en lo más profundo de tu ser, como si pudiera leer tus pensamientos incluso antes de que los expresaras.
Cuando pronunciaste tus últimas palabras, Malaél soltó una carcajada burlona que resonó en la habitación, dejando en claro su desprecio por tus pretensiones:
-¿Realmente crees que tienes la capacidad de doblegar mi voluntad? Estás muy lejos de siquiera considerarlo. - Con un movimiento imperceptible, fuiste arrojado al suelo por una fuerza abrumadora, incapaz de moverte. - Trátame como lo que soy para ti: un dios. Soy un cainita de la tercera generación, un ser inmortal que existió antes del diluvio y que podría fácilmente reinar como un dios en tu mundo. Tú, en cambio, no eres más que una insignificancia que ansía arrebatar mi poder. Dime, demonio, ¿estás dispuesto a hacer un trato? Sé que los de tu clase, y por la sangre que detecto en ti, poseen cierta importancia... Pues bien, yo puedo ofrecerte un poder inimaginable a cambio de tu lealtad y servicio.
Sus ojos carmesí te fijaron con intensidad, pareciendo irradiar un brillo sobrenatural en la habitación. Malaél, segura de sí misma y consciente de su magnitud, te desafió a aceptar su propuesta mientras su presencia imponente se hacía más evidente en cada palabra pronunciada.
Bueno, al menos mi facilidad para meterme en líos había funcionado, a pesar de que eso me costase, como no, llevarme un golpe y alguna magulladura cuando fui arrojado por la cainita por el suelo, con aquella energía invisible que me lanzó con un simple gesto de su mano. Sí, su lugar era estar dentro de la espada, no cabía duda. Lo peor: que no podía moverme. Eso sí era molesto.
¿Trabajar para ella? ¿Dejarla salir de la espada donde estaba encerrada? ¡Y una mierda! Pero mi sangre demoníaca tiraba con fuerza y quería escuchar su propuesta. Sabía como doblegar a esa parte de mí, pero también escucharla. - Tienes razón. Acabas de demostrarme que seré incapaz de doblegar tu voluntad nunca y que si consigues ser libre de la cárcel que te mantiene atrapada, el mejor lugar es estar a tu lado. Dime entonces cuales son las condiciones del pacto. Todas ellas, hasta la letra pequeña. Te escucho.
Le dije mientras permanecía en el suelo inmóvil gracias a su poder que me retenía así como ella estaba en su cárcel. No sabía si aquello era un sueño o real, pero estaba claro que debía conocer a mi enemigo y tenerlo lo más cerca posible... No habría pacto, no debía dejar a mi parte demoníaca dar su palabra al escuchar la proposición de Malaél. Tampoco debía olvidarla nunca y lo más importante, debía encontrar la manera de acabar con aquella conversación cuanto antes. Tenía la sensación de que, cuanto más tiempo permanecíamos los dos en aquel plano, más poder iba recuperando ella y pronto no sería nada de valor.
Debía encontrar la salida o la manera de hacerla regresar a su celda en forma de espada antes de que fuese tarde. Lo malo era que no se me ocurría como hacerlo, puesto que si me intentaba ir, me detendría, mi palabra ya no está sobre la suya... aquello se complicaba por segundos.
Por el momento solo podía escuchar su trato y, por muy jugoso que fuese, rechazarlo. Quizás eso la hiciese irse, muy cabreada conmigo, pero sabría que ya no tendría más que hacer... y si aceptaba, podía condenar a toda la humanidad, donde se encontraban mis conocidos, mis amigos y el capullo de mi padre... del borracho de mi padre.
Malaél sonrió de forma siniestra en su trono. ¿Sería este demonio quien la liberaría después de tantos milenios? No lo sabía, pero no era una carta que pudiera dejar sin jugar. Duncan sintió cómo esa fuerza abrumadora lo abandonaba y pudo volver a sentir su cuerpo con normalidad. Malaél lo miró y le dijo:
"Por ahora, es suficiente que sigas empuñando la espada como siempre lo has hecho, Duncan Morris. Te prestaré mi poder y con él podrás enfrentar a tus enemigos. Sé el campeón que debes ser. No necesito nada más de ti".
Dijo con una amplia y siniestra sonrisa. No podías comprender qué tenía entre manos. No entendías por qué decía lo que decía. Pero entonces, chasqueó los dedos y apareció alrededor de tu mano derecha una pequeña pulsera carmesí. Te miró y te dijo:
"Considera esto un regalo para ti. Hará tu piel más resistente, podrás enfrentarte a enemigos sin sufrir tanto daño... No me decepciones, demonio. Espero grandes cosas de ti".
Dijo, seguido de una carcajada que resonó en tu mente y en todo el castillo, con una fuerza imparable que hizo temblar las paredes. Hasta que abriste los ojos y despertaste de tu sueño. Cuando despertaste era aún de mañana, y solamente tenías un mensaje de Edmun, que decía "Duncan, por favor, acércate al Dojo, me gustaría conversar con ustedes".
Ganas:
Pulsera de dureza: Se considera un dote. Te da una resistencia de -5 a cualquier daño que recibas, sin importar del tipo que sea.
Anota este objeto en tu ficha. Puedes hacer tu último post antes de que te haga la entrada al post general.
No quería, no buscaba aceptar el trato, pero se ve que ella no lo entendió así y mientras portase la espada sería suficiente. De todas maneras, no tenía intención de deshacerme de ella y menos sabiendo que contenía. Manaél se había ido entre risas, pensando que era su esclavo y yo no sabía hasta que punto había acertado con ello.
Hasta que todo se empezó a desquebrajar y desperté, con aquella pulsera en mi muñeca.
- Ha sido real...
Miré a mi alrededor vi el mensaje de Edmun. Se notaba que había prisa por encontrarnos.
Una ducha que me despejase y recordar todo lo que había "soñado". Sobre todo que mi espada, mi Sacred Gead, a partir de ahora llevaría el nombre de su presa. Así si alguien la reconocía, sabía a quien se estaba enfrentando. No a un semi-demonio, sino a quien, según ella, podría ser una diosa en mi mundo. Una diosa que no debería reinar jamás.
Anotado el objeto. El mensaje es corto, porque quiero ponerme con la ficha y me resulta un poco caótica.
Camino de Oscuridad: Prólogo Duncan Morris terminado