El disparo a traición contra Richi Moctod, propiciado por Alice Backwell dejó a este en un estado de Shock, pues en verdad no se lo había esperado de aquella mujer; poniendo una mano sobre su pecho, notó como rapidamente esta se quedaba empapada de sangre. Al bueno de Richi no le dio tiempo ni para girarse, pues este perdió sus fuerzas y cayó desplomado en el suelo a causa del disparo de aquella asesina.
Alice se inclinó sobre Richi y le dedicó unas últimas palabras.
Ha estado bien. Por desgracia, he descartado todas las opciones. Que sepas que no era nada personal. Y también, que fuiste muy inteligente rechazando mi beso. El doctor y Maynard no lo fueron tanto.
Se giró hacia la armadura y empezó a mover el cadáver del Sacerdote.
¡Mierda! Alice, querida, la próxima vez, cárgatelo después de que te ayude a colocar los cadáveres.
Colocó los dos cadáveres en sus respectivos lugares: dentro de las armaduras.
Sin lugar a dudas, el esfuerzo físico y mental que Alice había puesto en todo esto no sería recompensado ni por la más grande fortuna que aquel anciano y raquítico Barón pudiera ofrecer, de hecho, había pasado y había hecho cosas que no muchos se hubieran atrevido a hacer; quizás por eso mismo era la única superviviente de toda aquella matanza e histeria colectiva.
Con un fuerte suspiro, Alice tiró de la palanca, haciendo que la electricidad pasara por las armaduras, chamuscando los cuerpos que en ellas se encontraban y desbloqueando la ultima puerta que faltaba por ser bloqueada, la Habitación principal, la habitación del Barón, donde le esperaba su último desafío, la realidad.