Partida Rol por web

La mañana se alzaba en un gran rubor, pues los cristales aparecían tintados en sangre, salpicados con gran brutalidad.

Y a sus pies descansaba un cuerpo aún abrazado en sí mismo, evitando tapar las heridas que poco a poco robaban su vitalidad, su pecho aún bamboleaba mientras sus labios se secaban sin más.  Sus muñecas atadas con el filo de su arco, dejaban una herida que profunda atezaba aquellas manos que esgrimieron el destino de muchos con piedad.

Golpes en la cabeza, y desgarros en la piel, llenaban el cuerpo de Lennish, es una obra más de crueldad.

Había sido golpeada hasta la saciedad, hasta que la muerte supo que era suya sin remedio. El olor de su sangre, se mezclaba con un olor oscuro, como la podredumbre, y pronto una mosca se posó sobre los labios de la mujer.

Girasteis todos vuestros rostros en busca de aquel olor y la imagen fue peor aún… pues aunque no había herida alguna ante vosotros, la podredumbre y la peste se aferraban de unos cuerpos con la rapidez del rayo.

El cuerpo de Zagam, estaba tumbado acostado sobre los lomos de su corcel, el color de su piel era perlado y bizarro como dueño de un efectivo veneno. Su pecho ya no se alzaba, y su mirada muerta descansaba hacía el suelo, mientras los insectos entraban y salían haciendo de su cuerpo un altar. A su lado, el fiel compañero aún respiraba con agitación, aunque tendido en el suelo, por el efecto de la muerte que estaba por llegar, la pared de sus costillas era tan delgada como afectado de la más errática hambre, y a través de la delgada piel podíais ver como varios insectos avanzaban desde dentro alimentándose de un muerto en vida, que con un leve bufido dejó de respirar.

Caballero y montura habían caído dejando una estela de muerte en el aire, y olor oscuro, a pesar de toda la luz que pudiera iluminar aquel rojo salón…

La tierra del suelo se iba aclarando, a medida que la sangre en los cristales iba cediendo a la gravedad, dejando vetas y sombras que siempre recordarían aquel eterno despertar…

Marceline se levantó como si se le hubiera quitado un peso de la cabeza, uno que no recordaba realmente que tuviera. Cuando se levantó, se maldeció al ver el motivo de ello. Lennish estaba muerta. Y Zagam al parecer también. No tenía ni idea de que había pasado con él, pero desde luego Ira era una zorra más cruel e inteligente que la idiota de Annie.

Marceline miró el aún cadáver de Megan, y tras maldecir en silencio a su hermano mayor, buscó la mirada de Eko. - Dime que ayer lograste hacerte con el poder de Tetsuo, y puedes traer de regreso a Megan. Ahora mismo, es la única que podría hacer que esto terminase hoy de una vez por todas. - los ojos de la hermana pequeña de Kaldreade estaban llenos de tristeza y desesperación.

Cuando Eko se despertó, su mirada se volvió gris al encontrarse con el espectáculo que el amanecer les tenía preparados.

Las palabras de Marceline le sacaron de sus pensamientos, mientras observaba el cuerpo del ilusionista en silencio.

- No. - Dijo con la voz tomada. - Lo intenté cuando sucedió lo de Tetsuo, pero sólo puedo tomar el poder de aquellos que acompañan a tu hermano. - Enunció con tono neutro tras tomar aire, tratando conscientemente de no mostrarse afectado.

- Dile a Lennish que espero que lo que dijo que haría pueda hacerlo muerta. - Añadió luego, mientras su mirada se encendiía. - No comprendo que se haya dejado matar dejando algo así pendiente. - Murmuró, apretando los dientes.

Poco a poco uno de los cuerpos caídos se empieza a estremecer, más un jadeo que una respiración y entonces su cuerpo empieza a envolverse en una especie de telaraña que cubre sus heridas, y la vierte dentro de una crisálida que parece crepitar.

Bailando como un trémulo corazón, la pequeña gruta de seda se rompe entre unas manos aterciopeladas, que dejan a la vista de todos, el cuerpo hermoso de una mujer, toda lujuria, y sensualidad, sus pechos se aprietan tras el corsé de ese negro vestido que ahora necesita algunos centímetros más…

Peina su melena ahora más larga y que se entremezclaba entre el dorado original y un negro azabache virginal.

Entonces empezáis a contar. Dos manos apartan la crisálida mientras avanza en su salida, dos peinan su melena, y dos limpian y atenazan su falda… Ivhone volvía a la vida, provista de varios brazos de más… concrétamente seis brazos, que junto con su belleza hacían de ella una diosa Hindú.

Os miró y recordó aquel momento en el que su piel era lacerada hasta el final, y ahora pensó en el cambio, y en la actualidad, cerró los ojos y asintió… aceptando ese destino y esa nueva posición.

La evolución tenía un precio, ahora Shia estaba dentro de ella, y sentía sus caricias en sus mejillas a pesar de que estuviera allí.

Camino hacia el cuerpo de Zagam y me agacho junto a él, acariciando a Chance mientras la bestia exhalaba su último aliento de vida. -Shhhh.... -Lo tranquilizo. 

Detuve el tiempo, y grité, desgarrando el aire en mitad de un vacío temporal, no permitiría que nadie me viera sentir, que nadie viera mi sufrimiento, estaba muy cansado de todo esto, quería acabar con Ira para evitar que muriera alguien más, había venido a Oldland para proteger el sello, Tetsuo me robó mi capacidad para resucitar a la gente importante... ¿y para que? -¿Para qué, Testsuo?... Idiota... 

El tiempo volvió a transcurrir, la arena caía de nuevo a través del reloj, ya no quedaba mucha... pronto se detendría, o tendría que darle la vuelta. Mis ojos buscaron los de Ira, para mirarla con rabia. 

-Antes sólo pensaba matarte, Ira. -Mi voz parecía sonar en un lugar distinto al que estaba mi cuerpo, que permanecía inmóvil, con la mirada fija en la Reina Roja, los labios sellados, inexpresivos, la mirada cargada de odio. -Ahora verás hasta donde llega mi poder... El dolor es algo efímero, pero yo puedo prolongar ese momento... Vas a sufrir de una forma que no eres capaz de imaginar. 

Me giro para mirar la resurrección de Ivhone... la pequeña arañita, probablemente vendría reclamando mi sangre. 

Con delicados dedos, Ivhone rasgó la crisálida que la recubría y se deslizó fuera de ella. ¿Estoy viva...? ¿Lo he conseguido...? Miró a su alrededor con ojos abiertos como platos. Su expresión era ligeramente confusa, y más cuando bajó la cabeza al darse cuenta de que estaba haciendo varias cosas a la vez. Shia... Cerró los párpados y respiró profundamente, sintiendo de nuevo lo que era estar viva.

Su despertar había sido acompañado de la voz de Gabriel. Se volvió a mirarlo y una tenue sonrisa se formó en sus aterciopelados labios. 

Sus pupilas se deslizaron por aquel lugar, deteniéndose en cada uno de los presentes. Su expresión era tranquila, olvidado el dolor que sintió cuando su cuerpo fue maltratado por aquellos que la habían condenado. Ahora renacía y por primera vez en su vida se sentía llena...

- Os lo dije... - Empezó a decir y dirigió la mirada hacia Marceline. Era la única que había confiado en ella. Le sonrió y asintió con suavidad. - Os dije que no era una traidora... Y no quisisteis creerme... Pero os decía la verdad... - Suspiró y distraídamente apartó, con una de sus manos, un mechón que caía sobre sus ojos. Con otra se rascó la mejilla y las otras cuatro las cruzó sobre su pecho y vientre. - Estando allí tuve una revelación. Hasta ese momento no había entendido qué era lo que había ocurrido. ¿Por qué...? No paraba de preguntarme cuál era mi papel... Incluso llegué a plantearme si era posible que en verdad hubiera algo podrido en mi interior y... No lo sabía... Pero, finalmente lo comprendí... - Se detuvo un momento, deslizando sus ojos de avellana hasta detenerlos en la mirada fría de Zyllah. - Se me dio la posibilidad de regresar, pero recibí un mensaje... Cuando un inocente pierda su aliento, entonces podrás ocupar su lugar y así equilibrar las fuerzas... Al principio me dio miedo intentarlo y cuando Gabriel y Andrew llegaron no me atreví a probarlo... Tenía miedo de que en cuanto despertara quisierais volver a matarme. Pero al final he hecho acopio de valor. Tenía que regresar para ayudaros a proteger el sello. Cada vez somos menos y las dos últimas noches no habéis conseguido ejecutar a nadie... No podía quedarme con los brazos cruzados... - Bajó la mirada y sus mejillas se ruborizaron al darse cuenta que sus seis brazos estaban cruzados. No se acostumbraba a ese nuevo aspecto, pero sabía que Shia ahora vivía dentro de ella y sólo por eso todo aquello había valido la pena... 

Aún con los ojos cerrados un intenso olor metálico me sacó del sopor al que nos habían sometido una noche más. Los abrí despacio y parpadeé varias veces, viendo el lugar teñido con una luz rojiza que le daba una apariencia más tétrica de lo habitual a la sala llena de muerte y dolor en la que llevábamos encerrados más de una semana.

Mi mirada se dirigió a los ventanales y mis ojos se abrieron al contemplarlos llenos de sangre. Me giré, apartando mi mirada de ellos y vi el cuerpo agonizante de Lennish primero. - Era de esperar después de lo que dijo ayer... - Dije en voz baja, buscando a Eko para asegurarme de que estaba bien. Me senté, recogiendo con cuidado al pajarito que había pasado la noche en mi regazo, y seguí mirando a mi alrededor, hasta encontrar los cuerpos de Zagam y Chance.  - No, joder, no... - Murmuré, apretando los dientes mientras mis ojos se encendían al verlos. Me levanté dejando con cuidado al pajarito en el suelo y me arrodillé junto a Zagam, para posar la mano sobre sus ojos y cerrarlos despacio, casi como en una caricia. 

Apreté los puños mientras me levantaba de nuevo y cuando vi a Ivhone comenzar a moverse, suspiré hastiada. - Perfecto. Lo que nos faltaba... - Dije para mí misma, mirándola con un escepticismo evidente mientras hablaba, dando una excusa tras otra. Enarqué una ceja en un gesto claramente incrédulo cuando habló de su revelación. Sin embargo, guardé silencio. No estaba de humor para discutir con Spidergirl.

Marceline esperaba la respuesta de Eko, aunque deseaba que no hubiera sido así. Y entonces regresó Ivhone y Marceline estalló en lágrimas. A estas alturas, sólo quedaba una cosa por hacer, si quería que al menos algunos sobrevivieran y el sello se salvase.

Debí imaginármelo, pero temía preguntarlo en voz alta. Aunque también debí hablar más claro sobre Megan. No sólo podría haber devuelto a alguien a la vida si pudiera regresar. También hubiera podido matar a Liam. No sé si hubieras tomado su poder, si hubieras obtenido una u otra, o ninguna de sus características. Pero temía decirlo en abierto, pedírtelo, por si hoy hubieras amanecido muerto al saber esta "reina" pelirroja que su destino no hubiera sido el mismo que la zorra de Annie.

Sus ojos llorosos se pusieron en Ivhone, aunque luego siguió hablando por todos.

Así pues, sabiendo esto, y con Lennish muerta, sólo queda una cosa por hacer. Hoy votaré por Ira, espero que tanto Gabriel como Ivhone me acompañéis en la votación. Eko, Zyllah e Alexia, votad por Liam. Yormund, ya que se te ha comido la lengua el gato, no hace falta que hables ahora. Sólo asiente con la cabeza y vota a Liam o a Ira. Que Liam no sepa a quien proteger, si a él mismo o a Ira. A ver si así uno de los 2 muere hoy. Y si es Ira... bueno, por mi parte, desearía que fuera Ira. Y que yo muriese con ella. Así Kaldreade debería matar a Liam, y quizás, esto terminaría de una vez. No quiero morir, pero ahora mismo, quizás mi muerte sea lo único que pueda evitar que hayan más inocentes muertos el día de mañana...

Dividir los votos nunca había sido una gran idea, demasiadas variables, demasiadas cosas que pueden salir mal, quería mi particular duelo con Ira, sin embargo había matado en un ataque de rabia a la arquera... ¿sin Lennish como íbamos a pelear ahora?...

-No te apresures, Marceline, aún puede haber alguna sorpresa. 

Sonrío a la chica de forma tranquilizadora, y después me giro para mirar a Ivhone con curiosidad, decía ser inocente y Marceline la creía.

-Muy bien, Shiva -Dije mirando a Ivhone -Si realmente quieres proteger el sello, demuéstralo. 

Observo fugazmente a Ira, esperando alguna reacción por parte de ella, estaba molesto por el juego grotesco que tenía con Liam, parecían regocijarse en su maldad simplemente por que sí, era un espectáculo deleznable. Pero yo lo había visto... lo había visto en sus ojos, esa mezcla de sentimientos... ¿o quizá solo estaba viendo lo que quería ver?. Como el público en un espectáculo de ilusionismo. Niego con la cabeza, y suspiro, cansado.

-Lo siento Piolín Marceline, pero yo no voy a ir a por Ira, así no. -Digo tras reflexionar unos instantes -Le dije que me enfrentaría a ella a solas, y pienso cumplir mi palabra. 

Miro de reojo a la Reina Roja, que parecía guardar silencio. ¿Que nos quedaba sino nuestra palabra?. No importaba el bando en el que estuviéramos, si no eramos fieles a nuestras decisiones entonces no nos quedaría nada, y yo al menos pensaba morir fiel a mis ideales. 

Al observar la resurrección de Ivhone Eko liberó un largo suspiro, antes de cruzar su mirada con la de Zyllah.

Luego, cuando la mujer comenzó a hablar, no pudo evitar que sus palabras le sorprendieran. Una sonrisa desafiante se dibujó en su rostro mientras le respondió despacio.

- No sé en qué momento que hayas vuelto demuestra tu inocencia. - Le dijo con tono ácido. - Y el saber que oyes voces que te hablan no sé hasta qué punto debe parecernos algo bueno. - Añadió con un suspiro, poniéndose en pie para estirar las piernas.

- Además de que ahora puedas ser mejor malabarista que Poron - Dijo al final, mirándola de soslayo. - no creo que ninguna otra cosa haya cambiado en ti. Sigues siendo la misma traidora que fuiste.

Luego dirigió sus ojos hacia Marceline. Cuando habló lo hizo con voz firme y segura.

- Si el poder de Liam funciona como lo hacía el de Mark, él ya hizo su elección anoche. Sandor se lo explicó a tu hermano. Dividir nuestros votos sólo servirá para que los traidores puedan llevarse a un inocente también en votaciones. 

Escuché el plan de Marceline y la incredulidad de mi rostro aumentó al ver que la mujer alada parecía creerse el numerito de Ivhone. La miré, frunciendo el ceño sin estar segura de en qué momento me debía haber perdido algo y negué con la cabeza, antes de hablar con voz suave. - Yo no voy a participar en tu plan. Primero, porque no me trago las palabras de Ivhone. Segundo, porque dividir votos nunca es una buena opción habiendo traidores que se pondrán de acuerdo para unir los suyos. Y tercero, porque como dice Eko, Liam ya tuvo que hacer su elección. No sirve de nada intentar confundirlo.

Hice una pausa mirando de nuevo el cuerpo de Zagam, antes de volver a mirarla a ella enarcando una ceja. - Si tantas ganas tienes de morir para llevarte a alguien contigo, podríamos votarte todos a ti y te llevas a uno de los dos. Por cierto... Tengo una duda sobre tu poder, Marceline. No respondas si no quieres, pero... Cuando mi madre lo tuvo antes que tú, era capaz de nombrar a un sucesor si ella caía, de forma que ese lugar en su mente nunca se quedase incomunicado. ¿Tú podrías hacer algo así? Porque entonces, con tu muerte, podrías llevarte a uno y cambiar de bando al otro. Dos pájaros de un tiro. Aunque, sinceramente, creo que hay una opción mejor para estas votaciones. 

¿A estas alturas aún pensáis que mi hermano recuerda algo con precisión? - dijo molesta, aunque sin dejar claro si era con ellos o con Kaldreade - Pues nada, entonces lo más seguro es que Liam se vuelva a proteger a él. Yo no tengo problemas en votar a Ira y que pudiera tocarme morir. Incluso - soltó un largo suspiro - que me votarais a mi para ver si así mi hermano matase a Liam de una jodida vez. Aunque agradezco que mi muerte no sea el plan principal, es todo un alivio - en su tono no se distinguía si eran palabras de agradecimiento o sarcasmo - Y claro que puedo nombrar una sucesora si yo muriese. Lo hice con Alice, pero no llegó a materializarse el cambio gracias a la rápida intervención de Gabriel. Si volviera a ocurrir, probablemente le cedería mi poder a Alexia. Al menos, si no podemos devolverle a la vida a Andrew, que pudiera despedirse de él.
 

Suspiré al escuchar la respuesta de Marceline. Quizá tenía que explicarme de una forma más clara para que me entendiese. - ¿Y por qué no llevarte contigo a Ira y nombrar sucesora a Ivhone para que deje de ser una asesina? - Pregunté entonces, antes de terminar de explicar mi idea. - Sólo quedaría Liam, sin la capacidad de matar, sería cuestión de tiempo que acabáramos con él y todo terminase. O llevarte a Liam y nombrar sucesora a Ira, si tanto te crees el cuento de Ivhone. Ya nos encargaremos de ella después. En todo caso, creo que usar tu capacidad de nombrar un sucesor para eliminar una asesina es mejor opción que dejar que los tortolitos se despidan.

- Estoy con Zyllah. - Respondió Eko, mientras se acercaba a Àine, agachándose para que subiera sin dificultad a su hombro. Ambos estaban aún heridos, y a pesar de que comenzasen a restablecerse que el animal aletease por la sala aún le dolía a ambos. Echaba de menos su zumbido, pero eso tendría que esperar. - No digo que te votemos, ese sería un plan desesperado. - Continúa, en un tono tranquilo. - Pero si murieses, fuera de la forma que fuera, tienes la manera de eliminar un traidor y castrar las capacidades del otro, aunque sea de forma temporal. Es tu capacidad y sólo tú puedes decidir cómo quieres usarla, pero valora también esa idea.

Marceline entecerró los ojos mirando a Eko y a Zyllah. Cuando estuvo segura que no estaban hablando de forma sarcástica, miró a la chica. - Quiero pensar que esta vez salvaremos para bien el sello. Pero por si acaso, dile a tu madre que se pase por aquí y deje el manual de instrucciones que se llevó. Porque lo lógico, y disculpad si soy la única que lo ha pensado, es pensar que darle mi don a un o una traidora simplemente sería terminar de condenarnos a todos. - Entonces se quedó un instante pensando - Supongo que llegado el caso, podría hacerse. Total, Zagam está muerto, y no podré comprobar si dándole mi don a él, podría hacer de las suyas sin que nadie se enterase. - dijo con una sonrisa angelical.

- Cuando mi padre se convirtió en el sucesor de Nybras - Intervino entonces Eko, tratando de cargarse de paciencia para no decir nada fuera de lugar o recriminar su actitud. - perdió su capacidad durante ese tiempo. Si lo haces con Ira, probablemente se quede dormida como los demás por las noches. Si lo haces con Liam, dejará de protegerse. - Explicó con una voz exageradamente suave, como quien habla a un niño en edad de guardería. - Durante ese tiempo no podremos creernos ninguno de los mensajes que transmita esa persona, o nada de lo que cuente. - Añadió después, encogiéndose de hombros. - Pero tampoco es que no pueda vivir con las dudas de qué hacéis allí.

Miré a Marceline sin entender del todo sus palabras. - Mi madre no se llevó nada. Pero quizá tu hermano debería haber prestado más atención a lo que sucedía a su alrededor para poder contártelo... - Me encogí de hombros antes de seguir hablando. - Pero como dice Eko, cuando mi madre nombró sucesor a Yannick, él perdió su poder, para pasar a tener el de ella, hasta que la resucitaron y lo recuperó. A mí lo lógico me parece pensar que si nombras sucesora a una asesina, dejará de serlo mientras tú estés muerta. O si se lo haces a Liam, dejará de poder proteger en las votaciones. Al menos así funcionaba entonces. 

No me detuve a intentar comprender la parte sobre Zagam. A saber qué película se había montado Marceline ahora en la cabeza para decir eso.

Lo del libro era sarcasmo hija mía. - Le dijo a Zyllah. Luego miró a Eko - Si, ya me había quedado claro. Gracias por la enésima clase de historia antigua. Pero sobretodo, gracias por dejarme claro a mi y a todos los presentes que debo ser la última que los traidores maten.

Se hizo hacia un lado y se estiró, con intención de volver a dormir.

Avisadme cuando vaya a haber una votación donde muera alguien. Hasta entonces, no me molestéis con vuestras impertinencias. A fin de cuentas, si muero cuando no deba hacerlo, los resultados de mis elecciones pueden ser... catastróficos.

Entonces se volteó y miró a Ivhone.

Oh, y por cierto, mi querida viuda negra. Si tan inocente eres, ya podías haber matado a Liam o a Ira para volver. Especialmente el primero habría estado de fábula. Así pues, supongo que no tendrás la oportunidad de sobrevivir a estas votaciones para que Gabriel confirme lo que muchos ya sabían. Una lástima, aunque a estas alturas de mi vida, no esperaba que mi fe hubiera tenido al fin recompensa.