¡Madre...!
Mientras dejaba atrás la máscara que había estado llevando todo ese tiempo, Eve caminó hacia delante. Pero en el último momento se apartó, apoyándose en una de las paredes, y fue incapaz de contemplar el sepulcro de la mujer a la que tanto había añorado.
Había pasado tanto tiempo... Durante un rato Eve fue incapaz de responder a las preguntas y acusaciones que se iban sucediendo. Sus ojos, ahora de un tono verdusco muy claro, estaban clavados en su hermano Grovehn. Sus labios se habían torcido en una suave mueca que sellaba el dolor que anidaba en su interior.
Miró a Nathaniel y un pequeño brillo iluminó la tristeza de su mirada. - El jazmín - . Asintió con un suave gesto de cabeza. - Sí, soy yo. Pero esa niña no sabe lo que está ocurriendo aquí. Ni yo he podido controlar lo que allí ocurre, aunque he ido siendo consciente - . El joven se merecía una explicación. - Y esa era la llave de nuestro hogar. Pero no tiene nada que ver con esto. Dudo que abra nada aquí dentro. Era una llave vieja, de una pequeña casa, donde vivíamos - . Miró a Zoar y sus ojos se afilaron.
- No es ningún engaño. Somos nosotros, aunque no quería esto - . Le dijo, mientras una nueva mueca se formaba en sus labios. - He estado buscando respuestas y quería demostrar que mi madre no es una asesina. Algo debe haber estado manipulando este sitio. Por eso vine, necesitaba ver el sepulcro de... - Todavía era incapaz de dirigir su mirada hacia la lápida que rezaba con el nombre de Joselinne. - Mi madre... - Tragó saliva y volvió a mirar a Grovehn. - Había escuchado muchos rumores sobre la maldición de estas tierras. Me fui hace muchos años y no había querido saber nada. Pero al final no pude resistirme, tenía que saber - . Guardó unos segundos de silencio. - No quería esto - . Repitió una vez más. - Esperaba que entre todos encontráramos las respuestas - . Se apartó de la pared y negó con la cabeza, mirando a Zoar. - Levántate, la batalla todavía no ha terminado - . Caminó hacia su hermano Grovehn y posó su mano, con delicadeza, en la cabeza de Rómulo. - Sabía que si conocíais nuestra verdadera identidad, os sentiríais cohibidos y algunos desearíais servirnos. Pero no hemos venido para eso. Por eso oculté mi rostro y me hice pasar por Gabrielle. Ha sido este lugar el que nos ha desenmascarado - . Miró hacia Speeir y una mueca se formó en sus labios. - Y todavía sigo creyéndolo. Por mucho que el blando de mi hermano crea que eso me aparta de los ideales de mi madre. Los asesinos cada vez han ido siendo más crueles y despiadados y sí, quería pagarles con la misma moneda. Demostrarles que no les tengo miedo y que les iremos cazando uno a uno - . Su voz sonaba fría y sus pupilas se afilaron. - Pero eso no me convierte en uno de ellos. Ni tampoco el hecho de ser quien soy. Aunque puedo decir que si es verdad lo que acaba de explicar Brif, me alegro de no haberlo hecho. Pero si hubiera tenido la oportunidad, Dante ahora estaría colgando de las cadenas más altas - .
Vexy había sido nombrada por Speeir y por algunos en varias ocasiones, tanto que comenzaba a perderse un poco. Solo dijo - Yo no comprendo por qué sigues nombrándome. Yo solo dije mis suposiciones y es verdad que estás haciendo lo mismo de Dante. Yo confío en Lylian por haber sido ejecutada en la primera noche, no confío tanto en Marion porque no ha habido razón para hacerlo, pero tampoco tengo sospechas firmes hacia ella. En lo que me baso es en el silencio de muchos - en ese momento, una atmósfera extraña se apoderó del lugar. Tres de sus compañeros comenzaron a cambiar su aspecto al llegar al sepulcro de Joselinne.
Observó esa estatua con atención, pensando en las palabras de la madre de su legado, pensando detenidamente en la forma de su cuerpo y tratando de recordar todo lo que se había dicho de ella, todo lo que Vael dijo.
- Si es otra cosa la que ha corrompido este lugar y no el espíritu de la Dama, ¿Entonces qué es? - observó a Eve con cierto temor, al fin y al cabo, era la hija de Caín y no podía imaginar qué tipo de poder poseía. Gabrielle había sido una joven dulce y a pesar de su verdadera identidad, era agradable, pero su presencia era intimidante.
Nimah se recogía sobre su cuerpo para dejar de temblar, mientras observa a Eve. Vexy se acercó a la mujer con algo de temor y respeto. Observó cómo Zoar se inclinó ante ella y no entendía el por qué del gesto pero no se sentía en la capacidad de sostener su mirada. Le habló con temor y dijo - ¿Qué cree que haya causado todo esto? - miró a Brif y se sorprendió.
- Si Nessa podía vigilarlos, ojalá pudiera regresar. Sería de gran ayuda -.
Marion estaba callada esperando la respuesta de Speeir cuando vio el inicio del movimiento de Dam por el rabillo del ojo, y aquello llamó su atención. El Melknhar había pasado los últimos días totalmente callado, pero antes había demostrado ser alguien inteligente.
Sin embargo no se imaginaba lo que estaba por suceder. Su mirada fue pasando de un Primogénito a otro, entre asombrada y apabullada. Al mismo tiempo sus piernas se fueron flexionando, listas para reaccionar si fuera necesario a la menor señal de peligro. - Me cago en la puta... - Murmuró con los ojos bien abiertos. Por las historias de su padre sabía de sobra que todo eso podía ser parte de una ilusión, pero aún así aquello parecía real. Totalmente real.
La respiración de Marion se había convertido en algo mínimo, algo prácticamente inexistente. Aún así cada exhalación iba acompañada de un jirón de bruma. Su mente racional sabía de sobra que aquellos seres antiguos tendrían más poder que todos ellos juntos. En el mejor de los casos podrían matarlos a todos con sólo un pestañeo. Probablemente Eve podría volver a cada una de las bestias presentes contra su compañero, y aquello era sólo un ejemplo. Se imaginó a Melnhar hiriéndola con su propia bruma y sus puños se apretaron. Aquello ya no era un rompecabezas. Aquello era una lucha sin salida.
- No me voy a ir sin ti. - Le dijo a Lylian sin apartar la mirada del frente, dejando ya de lado la conversación con Speeir. - Pero si tú corres, yo te cubro. - Se ofreció.
El cerebro de Marion trabajaba a toda velocidad. Quizá no tuvieran nada contra muchos de ellos. Quizá los dejasen marchar, y listo. Y fuese lo que fuese lo que estuviera pasando allí, tampoco tenían mucho que hacer ya. Ellos eran hormigas comparándose con gigantes. No tenía sentido intentarlo.
Antes de que pudiera hacer nada más Eve comenzó a hablar, captando su atención. A Marion no le pasó desapercibida la desaparición de Dama y comenzó a pensar en qué animal podría acompañarla ahora. La respuesta era sencilla: ninguno. Todos los animales eran sus compañeros, y aquello era temible. Muchos momentos volvieron ahora a la mente de la Melknhar cobrando un nuevo sentido: Gabrielle cargando con el cuerpo muerto de Trevor, ciega de rabia por su muerte. Dam tratándola con una familiaridad aún mayor que a los demás. Sus reacciones e incredulidad cuando Vael les hablaba del odio de la Dama Oscura. ¿Lo sabría el viejo desde el principio? ¿Lo habría intuido al dibujar la flor de Trevor?
- Joder. - Murmuró unos segundos más tarde. Una vez más, Oldland. Oldland y sus sorpresas.
Desde que se decidió bajar, Dam había permanecido en silencio. Sabía que eso era algo que probablemente lo pusiese en el punto de mira de las sospechas, pero no las temía. No temía el castigo que sus forzados compañeros pudieran propinarle, su conciencia estaba tranquila, en paz. Pero su mente no. Algo en él no podía permitir lo que ocurría, le hacía sentir impotente, débil, algo se le escapaba y no comprendía qué sucedía. Y odiaba que se le escapasen las cosas.
Entonces. La vio. Vio su sepulcro. Y la verdad cayó sobre él como si de una roca se tratase. Una parte de él se había negado en creer la muerte de Joselinne, pero todo su ser, todo él, se negaba a creer que fuese una criatura tan malvada. Joselinne no era odio. Y él lo sabía.
Dam avanzó hasta el sepulcro, ignorando los comentarios de los demás, las acusaciones, los reproches y las divagaciones. A cada paso, su fachada iba cayendo, siguiendo el ritmo de las lágrimas que ahora nacían en sus ojos y se deslizaban por sus mejillas hasta caer al vacío desde su barbilla. El pelo se fue alargando paulatinamente, sus rasgos cambiaban, su gabardina comenzaba a diluirse y su cuerpo comenzaba a hacer más débil, más frágil... Al final, solo quedaba el bastón de quien una vez fue Dam. O que los demás creyeron que era Dam.
Melknhar tomó con delicadeza las manos blancas talladas de su madre y cerró los ojos con fuerza, casi sintiendo su calor, anhelándolo como nunca antes lo había hecho en todos estos años. Las aferraba como el moribundo que se aferra a la vida, esperando en vano que estas se moviesen y la piedra se tornase piel, la suave y cálida piel que mucho antes lo había acariciado con amor. El primogénito de Caín cerró los ojos, desprendiendo de estos otras dos lágrimas que rodaron por su resquebrajada piel y acabaron muriendo como las demás. Por las palabras que llegaban a sus oídos, supo que sus hermanos también habían desvelado su máscara. Ya no había secretos, ya no los quería. No quería mirar el sepulcro de su madre con otros ojos que no fuesen los suyos, azules, claros y serenos, ahora hechos un mar de lágrimas.
- Mamá...-musitó. Hacía tanto tiempo que no la pronunciaba dirigiéndose directamente a ella, que sentía como se le atragantaba en la garganta antes de salir de forma entrecortada y ahogada. Se estremeció en el sitio, sin soltar las manos entrelazadas de su madre, Joselinne, a la que tanto quiso y tanto lloró su muerte.
- No queríamos engañaros-dijo Melknhar, con voz suave. Ya no le temblaba, aunque aún rodaban algunas lágrimas por su rostro-. Queriamos pasar desapercibidos, eso es todo-explicó, apoyándose en su bastón para darse la vuelta y mirar a todos los semidemonios. Su cuerpo parecía mucho más débil de lo que era el de Dam, era mucho más delgado y su piel era aún más pálida si cabía-. No, Joselinne no era una asesina. Algo ha debido corromper el lugar, algo ha debido modificar lo que realmente representa-dijo, ahora sí, hablando con propiedad, sabiendo lo que decía sobre Joselinne, pues solo dos personas más en la sala podían acercarse a lo que conocía el mayor de los hermanos sobre su madre, al fin y al cabo es con quien tuvo más relación y quien Melknhar tomó de inspiración.
Suspiró por las palabras de la salvaje de su hermana. La miró con severidad, frunciendo los labios en una línea.
- Demostrar capacidad de razocinio y una pizca de humanidad no significa ser blando, hermana-le respondió con firmeza. A pesar de la vitalidad que desprendía Eve y la debilidad que mostraba el cuerpo de Melknhar, parecía que este no tenía miedo alguno ni se sentía amedrentado ante su hermana, que parecía tan decidida como letal... y de hecho, lo podía ser-. Parece sí que has olvidado cuales eran los ideales de nuestra madre, cómo pensaba y cómo actuaba. Parece que sí que has olvidado su ejemplo y enseñanzas-siguió hablando el primogénito, acercándose lentamente apoyándose en su elegante bastón-. Tal vez ese acto no te convierta en uno de ellos, pero sí que te convierte en una salvaje, Eve-terminó sermoneándola, terminando justo ante ella, sosteniendo su afilada mirada con la suya gélida. Negó con la cabeza y chasqueó la lengua-. Por un momento pensé que te habías arrepentido de pensar algo así, y ahora te veo volviendo a reivindicarla ante el sepulcro de nuestra propia madre, ante el sepulcro de la mujer que te dio la vida, amor y afecto. Ante la mujer que te enseñó lo que era la humanidad. Me decepcionas a mí, y a ella-suspiró-. No pienso volver a discutir esto.
Escuchó las pregunta de Vexy y miró a la pelirroja. Frunció los labios en una línea, pues no conocía la respuesta. Apoyó el peso sobre el bastón mientras respondía:
- Lamentablemente, no lo sabemos. Por eso estamos aquí. Para limpiar el nombre de nuestra madre y averiguar qué es el mal que acecha a Oldland. Solo queremos lo mismo que vosotros: resolver el misterio. No venimos a lideraros, ni a que os dobleguéis a nuestra voluntad... No queremos eso. Yo por lo menos no-miró a todos los que estaban presentes, sin mover la cabeza, solo examinándolos con su mirada de color azul cielo-. Solo queremos hacer bien.
Se dio cuenta de la tensión que recorría el cuerpo de Marion y miró a la muchacha con dulzura, suavizando un poco la dura expresión que había adoptado antes con su hermana.
- No tienes que temernos, Marion-le dijo, con voz suave y afable-. Lo que dije al principio como Dam, lo mantengo ahora como Melknhar-pronunció mirando a la muchacha de su legado directamente a los ojos.
El enfrentamiento entre Speeir, Vexy y las hermanas siguió adelante, todo lo que estaban diciendo tenía, de alguna forma, cierta lógica. Y ese era el principal problema, que los inocentes dirían la verdad y los culpables mentirían por muy razonable que pareciera todo.
La revelación sobre la relación entre Zoar y Brif me sorprendió, pero eso no les hacía directamente inocentes a los dos. Cuando el chico por fin explicó lo que sabía de Nessa, hice mis cálculos. Había cinco personas al otro lado, de ellos sabíamos que tres eran inocentes y dos culpables, eso significaba que éramos menos cada vez. Los asesinos estaban teniendo demasiado éxito.
-Brif, ¿cómo de seguro estás de su inocencia? Es decir, Oldland os ha unido y él te ha protegido, pero tú te duermes por la noche. ¿Estás seguro de que él también lo hace? Se supone que todos caemos dormidos, incluso para los Eve ha sido imposible despertarnos y tampoco nuestro compañeros, a pesar de que nuestro vínculo es muy fuerte. Sin embargo su cuervo le ha avisado, ha podido despertarse para protegerte. ¿Estás seguro de que no te está utilizando para crearse una coartada? ¿Cómo funciona exactamente ese vínculo?
Mi pregunta se vio interrumpida por un cambio evidente en Trevor, Dam y Gabrielle. Ellos eran los legados originales, los hijos de Joselinne. Me quedé boquiabierta sin saber qué decir. Parecía que querían ayudar, pero no estaba segura hasta qué punto les podía afectar la magia de aquel lugar. Estaba convencida de que ninguno de nosotros era un asesino antes de entrar aquí, ¿lo que había cambiado a algunos les podría afectar a ellos? Me asustaba la idea de que la magia no les afectara porque eso dejaba los números muy desequilibrados. Si a los tres inocentes muertos les sumaba los tres originales, sumaba a Brif y a mí misma éramos ocho. ¿Cuántos, de los que quedaban fuera de ese razonamiento, eran asesinos?
Aún postrado frente a la sepultura de Joselinne, Grovehn se miró a si mismo, en parte sorprendido de que su tez volviese a aclararse y su arma a mostrar sus verdaderas dimensiones, pero aliviado al saberse libre de mentiras y artificios.
Posó la mano sobre la empuñadura de su espada, sintiendo cómo ésta volvía a encajar perfectamente a su alrededor, tal y como había hecho siempre, y con un hondo suspiro se levantó, mirando alrededor detenidamente, como había hecho incluso bajo la piel de Trevor mientras se encontraba rodeado de los semidemonios que lo habían acompañado durante el camino.
Escuchó a sus hermanos Eve y Melknhar, y guardó silencio durante unos instantes, antes de intervenir- Eve es Eve, y si pretendes cambiar eso con una reprimenda, entonces has comprendido muy poco a lo largo de estos años, Melknhar. -dijo, mirando a su hermana con una sonrisa- Sus instintos y su fuego interno constituyen gran parte de aquello que la hace única y hermosa. Y sabes que madre la habría querido a pesar de cualquier muestra de salvajismo, tal y como pudo amar a Caín, nuestro padre.
Se dirigió entonces a los demás. Aquellos semidemonios que podían sentirse sorprendidos o engañados- A pesar de sus palabras poco acertadas sobre Eve, mi hermano tiene razón en una cosa- dio un paso hacia ellos, antes de continuar- No pretendemos dañaros. No a menos que os alcéis contra nosotros. Nos hemos visto obligados a participar en esta lucha por la supervivencia debido a la circunstancia, pero no deseábamos esto. No queríamos ver la sangre correr, y por ello incluso adoptamos otra faz y sellamos nuestra propia fuerza con tal de no perturbar la esencia de Odland y el devenir de los acontecimientos- aclaró, con tono solemne- Éste era un día triste para nosotros. Uno que procuramos honrar con el paso del tiempo y que a pesar de nuestras diferencias nos une. Nos ha conmocionado el hecho de que se llame a nuestra madre la Dama Oscura y se la presuponga malévola y llena de odio- dijo, cerrando un puño- Joselinne no merece ser recordada de esa manera.
Relajó entonces su expresión, posando su mirada sobre Marion y Lylian- Lamento haber tenido que engañaros de cierta forma. Pero nada de lo que he dicho bajo la piel oscura de Trevor ha diferido de lo que realmente sentía o pensaba. Vuestra unión a pesar de la circunstancia me recordaba a la mia propia con mis hermanos, y mientras muchos hijos de mi legado me provocaban vergüenza ajena, vosotras me sorprendíais con vuestra aptitud para la supervivencia. -tras terminar de hablar, volvió a mirar hacia el sepulcro, y aunque su actitud fuese calmada, casi marcial, una nostalgia similar a la que había mostrado en otras ocasiones, bajo una falsa piel, asomó en sus ojos. Un hálito de tristeza turbaba su expresión fiera, al mismo tiempo que el cánido que se había convertido en su compañero gimoteaba, como si fuera consciente de que alguien, algo, faltaba en aquel lugar y era irremplazable.
Mis ojos miran a Eve y su tristeza me impacta, me disgusta de un modo que me cuesta comprender. O que me niego a querer comprender.
"Sé que la llave aquí no abre nada, pero necesitaba comprobar que erais vosotros quienes están al otro lado conmigo. Que no es una trampa, o que no lo sois vosotros."
Respondo tan directo como puedo. Pero entonces Melknhar la reprende y le miro dos veces. Niego lentamente con la cabeza, pero no necesito hacer nada, el propio Grovehn es quien trata de apaciguar los ánimos. Me alejo un par de pasos y desvío mi mirada hacia el techo.
"Algún demonio, quizá, o alguien que lo haya hecho para atraeros hasta el sepulcro, quizá sea una trampa contra vosotros. Y ya que estáis aquí, me pregunto quién más no será quien creemos. Y saber si vosotros podéis explicarme mejor qué es el otro lado y por qué estoy allí."
Apoyo un hombro contra la pared y entorno mi mirada intentando buscar más opciones, más caminos.
Lylian ni siquiera llegó a escuchar la última respuesta de Speeir, pues su atención estaba por completo en los tres que habían desvelado su condición, en las explicaciones que daban y en cómo había cambiado su forma de tratarse entre ellos. Escuchaba a medias las palabras de Brif, Nathaniel y Vexy, pero no podía evitar sentir que si los tres hijos de Caín estaban mostrándose ante ellos todo eso quedaba en un segundo plano y debería cambiar.
En su pecho se agolpaban sentimientos a medio camino entre la confusión y el temor que sentía hacia ellos, pero escuchó a Marion y durante un par de segundos valoró su propuesta muy seriamente. Al fin y al cabo ella ya había encontrado lo que había ido a buscar a Oldland. No necesitaba seguir allí. Y sin embargo, no dudaba ni por un instante de que no sería tan sencillo como dar la vuelta y marcharse por dónde habían venido.
- Una vez ha comenzado Oldland no nos dejaría salir, Marion. - Susurró en dirección a su hermana mientras estiraba su mano enguantada hasta coger la suya. Sucediese lo que sucediese quería permanecer a su lado.
Sus ojos tenían un brillo plateado mientras pasaban de uno a otro, hasta detenerse finalmente sobre Grovehn. Fue el sonido del perro que lo acompañaba, gimoteando junto al sepulcro de piedra, lo que hizo que Enoch diese un par de pasos hacia el hombre, acercándose muy despacio y con cuidado, mientras Lylian suspiraba largamente antes de decidirse a hablar.
- ¿Y qué se supone que tenemos que hacer ahora? ¿Seguir como si no estuvieran aquí los que probablemente son los seres más poderosos caminando sobre la tierra? - Preguntó, dudando durante un instante si debía seguir tuteando a esas personas, pues al mismo tiempo sentía el impulso de arrodillarse y adorarlos como si fuesen una suerte de dioses dirigiéndose a hormigas, pero después de tantos días compartidos no podía evitar sentir una especie de familiaridad con ellos. Con lo que eran antes y que seguía vislumbrándose a través de sus palabras.
Suspiró de nuevo y siguió dirigiéndose a quien había sido Trevor. - Dices que sellasteis vuestros poderes, ¿se han liberado ahora? ¿No podríais acaso con ellos terminar con esta lucha?
Miró a su hermana entonces y apretó sus dedos antes de añadir algo más, buscando a Melknhar con la mirada. - No quiero que penséis que dudo de tus intenciones y las de tus hermanos, la fama de tu bondad te precede, pero necesito preguntarlo... ¿Cómo sabemos que no estáis aquí para abrir ese sepulcro y liberar a vuestra madre? Os sería muy sencillo utilizarnos como sacrificios para ello.
Los dientes de Marion se habían apretado conforme su tensión iba creciendo, y más aún tras recibir la respuesta de su hermana. Sabía que tenía razón. Sabía que Oldland tendría cómo retenerlas allí hasta que considerase que era el momento de su partida. ¿Pero y si lo era ya? ¿Y si su papel allí se limitaba a llevar a los Primogénitos hasta el sepulcro?
Sin embargo sabía que eso era una vana esperanza. Aún podía notar la presencia de la ciudad dentro de ella, en sus dedos, en la bruna que se concentraba a sus pies, volviéndose cada vez más densa de una manera instintiva, preparándose para ser escudo y arma al mismo tiempo. Oldland no había acabado con ellas, y ellas no habían acabado con Oldland. Marion sólo podía esperar que, cuando ese momento llegase, ambas estuvieran vivas para contarlo.
La mirada que Melknhar le dedicó hizo que sus rodillas temblaban ligeramente, temerosa. La voz del hombre no era capaz de aliviar su miedo por muy suaves que fueran. Ella no necesitaba palabras, sino explicaciones. Hechos. Motivos y razones. Ni todo el paternalismo del mundo podrían compensar la falta de eso.
Sin embargo quien en otro momento fuera Trevor pondría solución a eso completando lo dicho por Eve. Marion escuchó atentamente, analizando cada inflexión en la voz de los tres, esperando encontrar alguna certeza que le diera algún tipo de ayuda, pero no encontró en ellos más que nuevas preguntas.
Poco a poco, al sentir el contacto de su hermana fue calmándose un poco. Se encontraba aún alerta, lista para saltar en cualquier momento, pero al menos la fría lógica volvía a regular en la cabeza de Marion por encima del justificado derrotismo. Escuchó todo lo que ella dijo y respondió al leve apretón de manos con uno similar, demostrando que aunque no hubiera dicho nada nuevo aún se encontraba ahí.
- No lo sabemos. - Dijo al fin. - No tenemos prueba más allá de sus palabras. - Completó, atenta a las respuestas pendientes, sobre todo a la que su hermana había dirigido a Grovhen.
Ante las palabras de Eve asiento levemente con la cabeza. -A si sea mi señora, la batalla no ha terminado.
- Yo no soy Brif pero os responderé Katia. Tenía la certeza de que él se convertiría en el objetivo de los asesinos. Tenía que protegerlo de alguna forma al caer la noche. Estaba convencido de que sabía algo que nos era de utilidad pero el guardaba silencio como tantos otros. Me negaba rotundamente a que aquellos que podían ayudarnos de alguna forma u otra muriesen. He inexplicablemente mi ayuda llego gracias a Madame, ella me alentó y pude detener el ataque a tiempo. Suspiro. -¿Cómo? No lo sé Me encojo de hombros Oldland tiene su propia lógica.
-Ahora bien me encaro a Vexy La muerte de Nessa nos es de gran ayuda. Pues de entre esas cinco personas que la votaron estoy convencido de que algumo de los asesinos se esconden entre ellos...
La mirada de Vael se fue hacia la pregunta de Liliang y le respondíó diciendo: Si hubieran podido abrirlo y su intención fuera esa, ya lo hubieran hecho... o algo les frena, o en verdad están aquí por ella.- Dice señalando con la barbilla el monumento de piedra.