Partida Rol por web

Kim se acerco y la recibí tendiéndole la mano, le guiñe un ojo -Seria bueno poner cierta atención a las flores, quizás Vael no de una pista con ellas- miro al anciano y asiento con la cabeza en señal de respeto - pero Ithan también dijo que llego aquí buscando a alguien, que creo, como muchos de nosotros, así que supongo que las flores también reflejan parte nuestra historia- miro a Lylian -¿Cierto, Lylian?-

Me mantuve pensativo, buscando alguna forma de poder encontrar al asesino, aunque las teorías que se barajan hablan de mas de uno, volví a mirar a las hermanas - Ustedes tienen mas conocimiento de lo que aquí ocurrió, deben saber también como fueron los hecho anteriormente, es posible que con sus conocimientos podamos aliviar el odio de la Joseline y salir de aquí pronto-

Aguarde a que Kim se acercara mas, era grata su compañía y por como actuaba aun sentía temor de este lugar _{-No te preocupes hare todo por cuidarte-} le dije en voz baja, ella me recordaba la fragilidad de mi amada Beatriz.

Marion asintió a las breves palabras que Mariam le dedicó, mostrando una vez más que por parte de ella estaba todo olvidado. Luego se quedó callada, decidida a no volver a intervenir hasta que alguien se dirigiera directamente a ella. Según los minutos iban pasando iba apeteciéndole más estar sola. O sola con Lylian, en realidad, aunque eso parecía algo imposible.

No pasó mucho tiempo antes de que alguien le hablase, incluso llamándola por su nombre. Los ojos de Marion, de un dorado ligeramente oscurecido por la pésima noticia que no había llegado a recibir de forma expresa, se posaron en Nessa. Sólo pasó un segundo antes de que respondiera, y ese pequeño lapso de tiempo estuvo alimentado por un largo suspiro.

- Sí, Nessa, claro que se supo. - Afirmó. - Pero creo que es mejor no hablar de ello. En primer lugar porque es algo que ya he dicho tal cual, y en segundo lugar porque no creo que tenga sentido. Si no tuviéramos las herramientas que se usaron entonces para ello de nada serviría, y si las tuviéramos lo único que estaría haciendo es poner a quien le hizo eso a Lylian sobre aviso. - Expuso, echando una mirada a su hermana. No se sentía molesta con ella, sino consigo misma por haberse hecho esperanzas con respecto a Madre. - Además, por última vez, - Concluyó poniendo los ojos en blanco. - lo que pasó entonces y lo de ahora no tienen por qué tener nada que ver. Insistir sobre eso sólo va a hacer que toméis unas referencias que no tienen por qué ser ciertas, y será peor para todos.

Dicho esto miró a su alrededor, repasando el momento en que cada uno de los presentes se había unido a la conversación. Y un instante después ya estaba tomando la mochila por una de sus asas y poniéndose en pie, lista para separarse del grupo. Sin embargo antes de alejarse puso una mano sobre el brazo de su hermana para hablar mirándola directamente a los ojos. - Voy a ir a acostarme ya: no quiero que me pille por sorpresa como ayer. Si en algún momento te apetece venir, estáis invitados. - Ofreció, incluyendo a Enoch. Luego empezó a caminar hasta algún lugar apartado, deteniéndose de camino donde Dante se encontraba.

- Ni yo sé ni creo que ella sepa nada más sobre el odio de Joselinne de lo que ya hemos dicho. Si tienes alguna otra pregunta, puedes hacérsela a él. - Comentó señalando a Vael. - Aún así yo creo que en cuanto a eso todo está bastante claro. - Aseguró antes de alejarse buscando un lugar más o menos recogido, quizá cerca de alguna estatua, en el que poder estar tranquila.

Una vez allí sacó de su mochila un saco de dormir oscuro, una esterilla, una botella de agua y unas barritas energéticas que bien podían ser de las utilizadas en el ejército. Sentada sobre la esterilla comenzó a comerse una de ellas y cuando terminó se quitó las botas y los calcetines primero y los pantalones después sin mostrar ningún tipo de pudor. Hecho esto se metió en el saco y se sentó contra la pared. A su lado había preparado la esterilla, dejando sobre ella una barrita similar a la que había comido y la botella, como un ofrecimiento a su hermana por si se decidía a unirse a ella.

Las hermanas Létang parecían ir contando más información, a medida que el tiempo pasaba y Vexy podía notar cuánto sabían, a pesar de decir que no estaban seguras de mucho. La impaciencia comenzaba a apoderarse de ella, ya que los interrogantes se multiplicaban, pero las respuestas no parecían llegar.

Nimah salió rápidamente hacia Gabrielle, guiado por el olor de las manzanas y aunque Vexy trató de evitarlo, este se adelantó, como solía hacerlo. Miró con ojos grandes a la Eve y miró las manzanas. No pedía mucho, pero recién había notado que tenía hambre y al no haber luchado, no había probado un trago de sangre.

- Tal vez sea cierta la hipótesis de las flores y señalen de nosotros algo profundo. En esta tierra, todo puede esperarse -.

Estaré encantado de enseñaros el sitio. Dijo Brif, incluyendo a Vexy esta vez. Desconocía que la chica fuese de Canadá, toda una casualidad, la verdad. Será más seguro volver de esa forma. La unión hace la fuerza. Era algo que no había que Brif nunca olvidaba.

La gente preguntaba constantemente por las reuniones anteriores. Brif también sentía interés, pero las dos que conocían la historia no querían  contarlo. Tal vez era mejor así, si la información llegaba a los asesinos, podrían jugar con ventaja. Podría ser peligroso. Además, si cada reunión era distinta, tampoco tenía tanto sentido saberlo.

Es una pena que no entienda de flores. Comentó, más a sí mismo que a los demás. Se preguntaba si se estaba perdiendo algo importante. Supongo que ahora no nos queda más que esperar a que amanezca. Dijo, resignado, mientras se sentaba a esperar que el letargo se apoderase de él.

No tenían absolutamente nada, estaban dando palos de ciego. Ni siquiera sabían si Ithan era uno de ellos.

Lylian suspiró quedamente ante las preguntas de algunos, volviendo de nuevo a centrarse en el pasado otra vez. La joven ni siquiera había considerado demasiado importantes aquellas historias antiguas cuando se las contaron y tampoco creía que les fueran a servir de ayuda en aquellos momentos, pero a pesar de que ya lo había dicho en voz alta y había contado lo que sabía, cada pocos minutos alguien volvía a preguntarle por ellas una y otra vez. 

Ante la cuestión de las flores, se encogió de hombros cuando Dante le preguntó directamente a ella. - No tengo ni idea. No entiendo demasiado de flores, ni de su significado, y nunca había sentido especial afinidad hacia los lirios. Cuando me lo contasteis al volver di por hecho que Vael me habría dibujado un lirio por la semejanza con mi nombre. - Se encogió de hombros de nuevo. - Pero no sé nada sobre ese tema. Si significan algo esos dibujos o no, creo que es algo que sólo él podría respondernos. - Añadió, haciendo un pequeño gesto hacia el anciano. 

Escuchó la despedida de Marion y asintió con la cabeza. Sin embargo, no se levantó de inmediato cuando su hermana se alejó. Permaneció todavía algunos segundos en silencio, contemplando a las personas que se habían reunido a su alrededor y finalmente de sus labios salió un suspiro cansado. - Creo que yo también voy a intentar dormir un poco. - Dijo entonces. - Ha sido un día verdaderamente largo y todavía tengo que terminar de asimilar mi... cambio. Con un poco de suerte, mañana podremos seguir hablando. - Añadió con una pequeña sonrisa de medio lado antes de ponerse en pie y saludar con una inclinación de cabeza a todos los que se encontraban cerca de ella. - Buenas noches a todos. 

Cuando Lylian comenzó a caminar hacia el lugar donde Marion se había recostado, el tigre se incorporó junto a Trevor y antes de seguir a su compañera lo miró directamente un instante a los ojos antes de frotar su mejilla contra el rostro del joven como expresando un agradecimiento mudo por las caricias.

Ambos, tigre y mujer, caminaron con paso acompasado hasta Marion y cada uno se colocó a uno de sus lados, rodeándola. Enoch se tumbó junto a ella y resopló antes de apoyar de nuevo la cabeza sobre sus patas. Lylian se sostuvo con cuidado la falda de ese extraño vestido que mágicamente había sido tejido sobre su piel para sentarse sobre la esterilla que su hermana le había dejado. No dijo nada. No sabía qué decir. Había visto cómo el humor de Marion iba empeorando e intuía sin mucha dificultad a qué se debía. Pensó en explicarle lo que había sucedido con su madre, cómo y por qué, pero las palabras no salían de su garganta y finalmente tan sólo estiró una mano para buscar la de su hermana y apretar sus dedos con cuidado.

Un par de segundos después sus ojos del color del acero se iluminaron y empezó a cantar con voz baja y suave. Primero un poco titubeante, pero con más seguridad después. Se trataba de una melodía que su madre entonaba muchas noches cuando Lylian era pequeña y estaba ya en la cama, para ayudarla a dormir. No esperaba que Marion supiese lo que esa canción significaba para ella, pero tenía la pequeña esperanza de que la ayudase a sentirse un poco mejor. 

Al ver que su hermana no tardaba en unirse a ella Marion recolocó un poco su postura, haciéndole más sitio, y experimentó una mezcla de sensaciones al ver que Enoch se tumbaría a su otro lado. Le gustaba la idea de tenerlo cerca, sabiendo que era una parte más del alma de Lylian. Sin embargo que la rodearan así la hacía sentir como si necesitase protección, y no quería causar esa impresión en absoluto. Aún así no dijo nada. En ese momento sentirse arropada era casi una necesidad y - para qué engañarse - si ella tuviera un compañero como Enoch probablemente también haría lo mismo, aunque sólo fuese para crearse la falsa sensación de seguridad de que al amanecer siguiente su hermana seguiría ahí.

Al sentir su mano buscándola Marion entrelazó los dedos con los de su hermana. No es que no supiera qué decir: es que no quería decir nada. Pero cuando ella comenzó a cantar fue inevitable. Un suspiro largo, mucho más largo que cualquiera de los que habían abandonado sus pulmones a lo largo del día, salió de su boca, y no tardó en girar un poco, pasando la mano libre por encima del vientre de Lylian y apoyando la cabeza en su hombro, decidida a escucharla hasta el final.

- Papá canta siempre esa canción. - Susurró mientras su hermana entonaba. - Cuando era pequeña pensaba que era una nana más, y me sentía bien cuando la escuchaba antes de dormir. - Explicó antes de hacer una breve pausa en la que buscaría los ojos de Lylian. - Ahora sé que no lo hacía por mí, sino por él: La canta cuando os echa mucho de menos. - Afirmó, incluyendo tanto a su hermana como a su madre en esa enunciación. Y tras un par de segundos se unió a su hermana con una voz más grave y que se notaba educada en el canto. Lo hizo manteniendo el volumen casi en un susurro, como una forma íntima de compartir con su hermana las cosas que ella echaba de menos y sin las que - como su padre - ahora sabía que tendría que vivir. Como una despedida hacia algo que nunca había llegado a tener, y que siempre había extrañado.

La noche se acercaba de nuevo, observé como las dos hermanas se separaban para acomodarse y descansar. Podía entender que quisieran estar solas, por un lado se habían encontrado para casi perderse demasiado pronto. Por otro lado, al comenzar la conversación se había juntado tanta gente que era normal que se sintieran incómodas, seguro que tenían mucho de qué hablar. No quise interrumpir  de modo que miré a mí alrededor para buscar un lugar adecuado para dormir.  Me empecé a sentir tensa, si se repetía lo sucedido la noche anterior probablemente habría un nuevo ataque, solo esperaba que no consiguieran su propósito.

El tema de era interesante, estaba convencida de que tenía que significar algo relacionado con nuestros motivos para estar allí. Sin embargo, difícilmente podríamos descifrarlo esa noche.

Me levanté tranquilamente recogiendo mi macuto, al hacerlo Sorin escaló por mi pierna hasta sujetarse mis hombros. Sonreí mientras le acariciaba, casi siempre le llevaba alrededor del cuello, era como una bufanda.-Estoy convencida de que los dibujos tienen que tener algo que ver con el motivo por el que estamos aquí. Lylian por la familia, Itan por el recuerdo. Él mismo dijo que estaba aquí buscando a alguien con quién creció, por tanto tiene sentido que sea un Nomeolvides. Creo que será mejor intentar descansar un poco, ahora mismo dudo que podamos encontrar una explicación convincente. -Me retiré hacia un lado, no demasiado lejos de las hermanas pero dándoles la suficiente intimidad.

Escuché la respuesta a mi pregunta, pero de alguien a quien no había preguntado; encogí los hombros como señal de que había entendido que no compartirían nada mas.

-entonces, para ustedes-detuve un momento lo que iba a decir-que mueran mas aqui, es casi necesario?, perdon, pero no lo entiendo; creo que aunque las reuniones pasadas fueron diferentes, quizas lo que ustedes puedan decirnos de ellas y de la forma en que en esas oportunidades encontrarón a esos asesinos puede salvarnos la vida, mientras más información manejemos mas oportunidades de salir vivos de aqui tendremos- terminé diciendo esto ultimo, casi como una súplica 

Vexy esperaba a que Nimah volviera con una manzana cuando notó el amable ofrecimiento de Brif. Ciertamente, era algo agradable.

- Mi hogar es una reserva natural, aunque no tengo nada que me espere - rió y buscó un lugar donde pudiera acomodarse mientras Nimah regresaba.

El panda regresó y observó al violinista con algo de curiosidad. A pesar de lo que había pasado anteriormente, estaba siendo amable, así que para retribuir su amabilidad, ofreció un trozo de fruta al joven para luego regresar al lado de Vexy, acomodarse en su regazo y entre los dos, compartir el trozo de fruta. No había nada mejor que un trozo de fruta fresca antes de dormir, aunque debían darle ambos las gracias a Gabrielle cuando todos hubieran descansado.

La canción de las dos hermanas parecía algo que constataba sus historias, aunque fuera una melodía cargada de nostalgia. Al terminar la fruta, acomoda su espalda para que Nimah pudiera acomodarse en sus piernas y así, esperar la llegada del sueño.

Las palabras de Speeir cortaron su tranquilidad, a lo que solo dijo - La verdad es que también me causa curiosidad conocer esa información, pero el mismo Vael dijo que las reuniones eran diferentes, así que puede que ayuden como puede que no lo hagan -.

Trevor, por vez primera desde que encontrase a aquel grupo de semidemonios con los que ahora parecía compartir un destino, dejó brotar una leve carcajada de entre sus labios al notar el gesto amistoso del animal. Procurando recuperar la seriedad, acarició una última vez al gran felino antes de que éste acudiera a acompañar de nuevo a su compañera y se acomodó contra la columna, arrebujándose en su gabardina, dispuesto a mantenerse despierto todo lo que pudiera. 

Miró alrededor, observando de nuevo a sus acompañantes, y le era casi doloroso pensar que entre aquellos gestos amables podía haber una traición velada. Caer en la cuenta de un hecho tan reprobable era triste, y aún peor era pensar en el posible origen de todo aquello.

Suspiró, y miró hacia la oscuridad que aguardaba escalones abajo. Su mirada se tiñó de nostalgia, y el sonido de una canción hizo penetrar aquel sentimiento en un lugar recóndito que a veces creía desaparecido. En medio de recuerdos y vivencias ajenas, no pudo evitar pensar lo que lo reconcomía en cada noche oscura y solitaria. Su hogar hacía tiempo que había dejado de ser, y aquellos a los que amaba ya no existían, o estaban lejos. 

Al acercarse el pequeño panda pelirrojo, Gabrielle detuvo la manzana a pocos centímetros de sus labios y una suave sonrisa se perfiló en ellos. 

- ¿Tienes hambre, pequeño? - Le preguntó y le dio una pequeña manzana de las que tenía en su regazo. - Aquí tienes - . Observó como el animal regresaba junto a Vexy y finalmente le dio un mordisco a su fruta. 

A sus oídos llegó una suave melodía. La buscó con la mirada, sorprendida. Cuando descubrió su origen se quedó unos segundos, pensativa, contemplando las figuras de las dos hermanas. Pero las palabras de Speeir captaron su interés y se volvió a mirarle. 

- Yo también les he preguntado, pero me he dado cuenta de una cosa - . Empezó a decirle, reafirmando las palabras de Vexy. - Si las otras reuniones fueron tan diferentes, puede que esa información nos confunda. Debemos actuar como mejor podamos, sin contar con lo que ocurrió hace años - . Una mueca se formó en sus labios. - Yo también había escuchado historias. Conocía la existencia del Último Legado, aunque no terminaba de creérmelo - . Miró de soslayo hacia donde se encontraban ambas hermanas. - Ahora sé que es verdad. Pero... La información a veces puede tener doble filo. Debemos confiar en nosotros. Seremos capaces de detener lo que esté ocurriendo y descubrir la verdad - . Se mordió el labio y volvió a mirar hacia las hermanas Létang. - Además, creo que deberíamos dejarles algo de intimidad. Unos hermanos no deberían separarse nunca - . Había bajado la voz - Seguro que tienen muchas cosas que decirse - . Suspiró y volvió a mirar a Speeir. 

Tras unos segundos en silencio. Se había quedado pensativa, perdida en algún recuerdo lejano. Pestañeó y apartó la mirada. Recogió las frutas de su regazo y se incorporó. Dama hizo lo propio, ahora que ambas habían comido algo, se sentían mucho mejor. 

- Voy a descansar un poco. Se avecina la noche y no quiero que me pille aquí en medio - . Caminó hacia el rincón donde tenía la mochila. Guardó la fruta que le había sobrado y cogió la manta para cubrirse con ella, estirándose en el suelo y acurrucándose junto a Dama. 

Escuché las reflexiones de Vexy y sobretodo Gabrielle, las cuales me parecieron del todo acertadas, pues probablemente mucha información también nos desoriente.

-tienen razón, quizás solo ha sido un día largo y debamos descansar para ver que nos depara mañana- me alejé un poco, pero siempre cerca de Gabrielle; me acomodé en el suelo junto a amarok y me acosté.

-duerme amigo, mañana es otro día aqui y seguramente será también duro- le dije mientras le acariciaba la cabeza y le rascaba detras de las orejas, como a él le gustaba que le hiciera antes de dormir.

Sentada en uno de los huecos mas cálidos de esa larga escalera, escuchaba como una niña atenta a su abuelo, las historias y cruces que contaban las hermanas Letang así como otros, era claro que como ella, conocían a gente pasada que tuvieron que pasar por lo mismo o parecido, entonces tal vez y solo tal vez si preguntara por él ellas sabrían la respuesta, ¿Pero quería realmente conocer la verdad? Después de todo no sabia cual de las dos partes la abandono.

-No estés triste, duele.-Parler abrió el pico para quejarse del don de la empatia y Melina simplemente tapo su rostros detrás de su gran capucha y recogió a su loro para abrazarlo y sentir su calidez, el parecía ligeramente incomodo.

La mujer no lo vio pues tenia los ojos cerrados a pesar de estar oculta tras las ropas austeras pero si escucho sobre las flores, los dibujos y su posible significado y sin quererlo sonrió levemente al amparo de las sombras. Poco después sonaba una voz femenina cantar a la que no tardo en unirse una mas y por muy triste que pudiera sonar, la música siempre la ayudaba a olvidar el pasado, al menos mientras siguieran cantando. Y ahora que la gente se iba a dormir ella deseaba escuchar una vez mas el violín de aquel joven, pero solo su melancolía, no su ira, ya había visto de lo que eran capaces las notas de aquel instrumento.

No dudó un segundo en aceptar aquello. Su mano con suavidad se unió a la del hombre, y sin apenas moverse apretó la misma como queriendo decir "estoy aquí", era su manera de hacerle ver que estaba tranquila. Mientras todos hablaban Kimberly siguió algunos movimientos con la mirada, lo que decían era cierto... Era mejor acomodarse pues la noche caía y estaba segura de que pasaría como la anterior. Aún sujeta al hombre alzó la mirada unos segundos y sonrió al escuchar esa frase de calma, pues aunque no pudiese cumplir su palabra, ella se sentía segura y aliviada.- Gracias...-La joven solo hizo un amago de "acercamiento" para agradecerle, y después soltó su mano a la par que buscaba un lugar donde acurrucarse.

- Yo... También iré acomodándome, estaré por allí...-Le dijo a la par que se alejaba un poco. Al principio sus pasos eran inseguros, no sabía donde ponerse y donde podía hacerlo, ya había gente. Finalmente encontró un rincón apartado y se sentó en el suelo. Al hacerlo sintió como el frío de la piedra se hacía dueño de su cuerpo de manera rápida. Iba a ser otra larga noche, estaba segura. 

Dejó la mochila por medio de sus piernas, y tras abrirla sacó una pequeña mantita para cubrir no más que las piernas. Era la típica manta que se usaba para ver una película o observar el paisaje mientras se estaba sentado en una mecedora. Volviendo a cerrar la mochila, la dejó junto a ella y tras flexionar las piernas, se cubrió las mismas. La manta no daba para mucho más, pero no le importaba, la chaqueta que le había prestado su compañero hacía el resto del trabajo.

Ahora solo debía esperar a que el sueño se hiciese presa de ella... Aún podía escuchar las voces de fondo, aunque sentía miedo por lo que podía pasar. "No pasará nada... No pasará nada..." Sin apenas darse cuenta, una de sus manos se deslizó dentro de una de las garras, quizás no serviría de nada, pero se sentía segura. Tener sus armas cerca era como cuando Dante la intentaba calmar.

Veo que no tardan en responder todos, menos aquel al que he preguntado, aunque sinceramente dicen muchas cosas bastante interesantes y asiento como agradecimiento a todas las teorías. La pregunta es: ¿cuál será la cierta?

El ofrecimiento de Gabrielle hace que la mire de arriba a abajo y arquee una ceja, sorprendido por la actitud generosa de aquella mujer. Niego lentamente.

"Gracias, Gabrielle, pero no tengo hambre ahora mismo. Quizá mañana te pida algo."

Dicho esto le lanzo una última mirada a Zoar, que dice que soy yo quien tiene el fuego, pero sea como sea, tendrá que esperar a mañana. Me dirijo hacia un lado para acomodarme contra la pared.

"Bastante complicado es lidiar con el propio legado como para tener un último legado."

Comento con total sinceridad. Observo a todos mientras siento cómo el cansancio hace mella de un modo casi inquebrantable. Me pregunto cuánto más podré aguantar despierto...

Me encojo de hombros ante la respuesta de Nathaniel. –Pues ya ha escuchado al caballero. Espero a que Mariam termine de liarse el cigarro y guardo el paquete.- Si le urge mucho y le da reparo puedo cogérselo prestado a Ithan.

Gracias Zoar - digo cogiendo todo lo necesario y liando un cigarrillo para luego, devolverle las cosas a Zoar - , Nathaniel, ¿me dejas el mechero? - le pregunto sin levantarme ni esperar que el se levante ya que se ha acomodado, si me lo quiere tirar genial, todos tan cómodos... - No quiero abusar de tu generosidad Zoar, pero muchas gracias, - digo mientras hago un gesto con la cabeza a modo de agradecimiento.

La cabeza me daba vueltas, y el cansancio sumado a todas las emociones del día, todo el conocimiento, todo ... el no ver la luz del sol me estaba matando, pero prontamente algo recordé, algo que oí... quizás mañana, si aún sigo viva, pueda preguntarles. Dejé que el cansancio se hiciera con mi cuerpo y sin mas comodidad que el frío suelo y pared como cama, me dejé llevar a los brazos de Morfeo.

Escucho tanto a Zoar como a Mariam y, por unos momentos, me planteo que tumbado se está más cómodo.

Sin embargo, lo último que ha sucedido y la actitud de ella hacen que casi me sienta en deuda con ella. Y no me gustan las deudas. Me pongo en pie pesadamente y me acerco a ella mientras rebusco el zippo y finalmente lo enciendo para que ella pueda fumarse ese cigarro antes de dormir.

Miro al lado de ella y me parece un sitio tan bueno como cualquier otro para echarme a dormir. Sin embargo descarto esa idea para terminar dando con mis huesos a unos tres o cuatro metros y nuevamente apoyado contra la pared. Clavo mis dedos al suelo, tal vez el dolor me ayude a concentrarme.

Vael se acomodaba entre el frío de aquellos escalones mientras decía.

No se refieren a vosotros... es más lo que ellos se empeñan en decir...

Se giro dándoos la espalda, como evitando alguna pregunta más, mientras se abrazaba a sí mismo. Esperando que de alguna manera llegase una respuesta a sus últimas palabras.