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HLdCn: El Legado de Caín III - La Cosecha del Odio

Lo que un día fue...

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06/09/2014, 17:11
Director


Cuando nadie le esperaba, cuando nadie sabía de su existencia ni de los de sus especie… atravesó las puertas del inframundo.

El primer Demonio, tras la separación de los mundos, acababa de llegar… su única misión era sencilla, dominar y exterminar a la especie humana, y abrir las puertas para otorgar los dominios a su señor.

Todo estaba previsto, uno de los mejores heraldos de abismo sería el elegido, Caín. Su figura y apariencia humana harían la trama mucho más sencilla.

Pero algo escapó a los pensamientos del averno. Pues nada más atravesar las puertas, su primera víctima se hallaba ante él. Inocente y desvalida, una primera batalla fácil de franquear. Pero aquello que se antojaba nimio dio a luz al olvido de un reino, de una orden, de cualquier plan.

La mirada de Joselinne, cautivo la mente de Caín, el cuál, obligado a matarla la ató bajo su influjo y la dejó vivir, olvidando su promesa.

Pasaron los años, y de su unión nacieron tres pequeños esquejes que serían la primera pieza de una nueva estirpe, pues demonios y humanos comenzaron a cruzar sus sangres desde ese momento, pues el linaje de Caín, se sobrepondría al resto de la humanidad, pues su sangre demoniaca, los haría más longevos y poderosos, acabando en parte con aquella raza débil, pero alzando en el mundo, una nueva raza más fuerte y difícil de dominar, avocando al fracaso la misión principal de Caín.

Un error que pagarían todos a su costa, la primera en abonar su pago fue Joselinne, la cual cayó bajo las manos de su propio amor, en cual poseído por su señor, fue obligado a volver a las puertas del inframundo y forzado a acabar su vida, entre agonía y dolor.

Aún dicen que aquellas puertas, guardan el rumor de los lamentos de aquella inocente que bajo un manto de lágrimas vio la muerte enmarcada bajo el rostro irreconocible de su amado.

Tras volver en sí, Caín, no pudo volver y responder antes sus pequeños, ni aún menos franquear las puertas y asumir su culpa y su error salvando al resto. Por ello arranco su propia alma, y se dejó morir, mientras el olvido hacía paso a su nombre, y el tiempo franqueaba los límites de una raza ya extinta, mientras esbozaba las líneas de una nueva realidad.

Mientras el linaje de los Hijos de Caín, se alza en post de la humanidad, ofreciendo a su paso fuerza, dominio y poder, en los entresijos de los abismos se empieza a urdir el final de su existencia.

Esperan el momento decisivo para atravesar las puertas y romper cualquier nexo con la vida que puede haber en nuestro mundo.

Todos conocen, la inminente batalla que esta por comenzar, con un final incierto donde la muerte se tilda de diferentes colores.

Pero aún queda una esperanza, siempre queda una… o al menos eso quieren algunos pensar, dispuestos a ofrecer todo lo que tienen por detener un destino que acelerado esta a punto de estallar...

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06/09/2014, 17:13
Director

Tras la Última Reunion


Aquel último día fue grabado a fuego en la mente de los que vivieron aquella verdad, para luego ser tapizada o raída por las palabras de otros, mientras lo contaban sin certeza o sinceridad.

Pero algunas mentes aún sienten sobre su sien lo vivido aquel último día, sobre el suelo frio del Castillo de Baal.

En un legajo carcomido por la verdad, aún se guarda lo que pasó… y los nombres de aquellos que vivieron y de aquellos que ahora faltan, sin importar su condición.

Sobre el suelo ahora descansa el quicio de aquella ventana que dejó en libertad a Kaldreade, despojándolo de cualquier juicio mientras las campanas redoblaban en el lugar…

Aquella misma ventana, que fue consuelo para los brazos de Azhariel, mientras, sobre el suelo descansaban los restos de Valfar, el cual nunca volvería con él… Un amor roto, sin oportunidad de crecer.

El aire ahora corrupto, ya no guarda aquellas brumas que día a día, Nybras condujo para unir la muerte y la verdad.

Sobre el suelo queda un muro que acogió los puños de Avla, furiosa de aquel final, donde la muerte de rompía muchos lazos, aunque fuera por el bien del lugar.

También esta roto aquel suelo, que enjugo las lágrimas de Verona, junto a los brazos de Yannick.

Un lamento roto, que se acogería con la mirada de Jared, y que Nekhbet escucharía mientras a varios pasos, su ahora amiga Elisabeth escogería la senda de aguardar aquel lugar.

Una nueva Guardiana de aquel sello, oculto en la antigua Catedral de Oldland…

En sus manos acogió el tomo que guardaba la historia del lugar, pero ahora ni ella, ni nada de lo que antes fue, sigue en pie… Pues ahora solo quedan cascotes y cenizas de lo que hace unos siglos se logró preservar.

El descubrimiento del Último Legado ha desatado la Envidia y la Ponzoña en los corazones de la humanidad, y ahora todos ansían llegar en torno a una locura, llegar a esa verdad. La Codicia y la Fuerza han sellado los labios de la mayoría, cerrando los postigos de las puertas a su paso, temerosos de ser el nuevo objetivo por degollar.

Pues se comenta que ha ese estado se llega tan solo con la muerte y la vida, de aquellos que te rodean y de la propia en realidad.

Cuando toda esta locura empezó… el Castillo de Baal permanecía sellado, y defendido por las arduas manos de Elisabeth… Numerosos fueron los embistes que recibieron sus muros, esperando allanar el lugar, pero la Guardiana seguía su cometido, en completa soledad…

Pero entonces llegó el día, donde las fuerzas empezaron a flaquear, pues algo nunca escuchado parecía estar estrangulando a la propia Oldland, desvencijando cualquier vestigio de vida en su inmensidad.

La Guardiana necesitaba ayuda, y tus pasos por una cuestión u otra se encaminaron hasta esa zona ahora maldita, pero ahora que has llegado, parece que es demasiado tarde…

El silencio y la Muerte son dueñas del lugar, todo parece dispuesto a rendirse sin más… pero no es más que el silencio que llega antes de la tempestad. Sientes esa presencia a tu lado, y sabes que es el momento de volver a esas ruinas, solo o acompañado, hay que llegar hasta el final.

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30/09/2014, 18:48
Director

La Ilusión del Adiós


Aquella ciudad que ahora parecía tranquila, antaño guardo sonoros llantos y gritos de rencor, palabras de esperanza... incluso algún que otro temor. Sobre su plaza se alza un reloj que indemne a las heridas del pasado sigue dando cuenta del tiempo que día a día se cierne sobre la sombra que ahora da el sol.

Varias calles serpentean por la zona antigua, hasta llegar a lo que un día fue el Castillo de Baal. Un lugar caído en sus cimientos, que ha intentado ser reconstruido pese a que la llaga sigue sangrando en la mente de los que pisan su alrededor.

Como si no hubiera tiempo de esperanza en ese lugar, a pesar de que los últimos trazos de historia que lo nombran hacen referencia a un majestuoso regalo que hizo Zagam, el prestidigitador... Un hombre que guardó esperanza dentro de un sueño, y que al menos pudo pintar una sonrisa con su muerte en el momento del adiós.

Un adiós que fue el encuentro entre Marceline y su hermano, aquel que un día presa de sus miedos arrojo sus sueños desde una ventana separando las manos que día a día los unían sin temor, igual que unieron el territorio de vivos y muertos entre los dos.

Al igual que en ese trazo de ilusión se vio reconfortada la desesperada Lennish, que por fin encontró un rastro de su destino guíandole aquella dirección que nunca había perdido, y recordándole que nunca estuvo sola, y nunca lo estará.

Soledad que tampoco encontrará Syd, ahora que los doce descencientes de un primer traidor volvían a estar juntos, intentando recompensar entre susurros lo que un día las ansías de su padre desataron en aquella ciudad.

Una ciudad que vería como la semilla del odio a veces no se destruye por mucho que se tienda una palabra de amor. Pues Ivhone, rechazó aquel encuentro con aquel amor que abrió la puerta del rencor, y dejó que fuera el mismo sentimiento destructor lo que la hiciera más fuerte en la soledad. Ese era su destino, y así lo seguiría aunque ya solo fuera un alma su recuerdo perduraría entre pesadillas por siempre jamás.

Al igual que el otro recuerdo seguía durmiendo entre las piedras de aquel castillo a medio destrozar. Pues aunque llegó la muerte para el alma de Azhariel, por fin la sonrisa volvió a aquellos labios que incluso ahora puede estar acariciando el alma de Valfar. Muchos siglos han debido de pasar, pero la semilla se hace fuerte con los nudos de un roble al envejecer.

Con la misma fuerza que se siente el dolor aún un alma herida, un alma que fue domada, como la bestia que ahora vive en su interior, pero que ahora puede que lejos sigue recordando en sus labios, el beso que Andrew le dio en aquel triste final. Alexia se hizo dura en aquella paredes, incluso encontró sentido a ser del Legado de Eve, pero encontró también un sentimiento difícil de explicar, aquel que se siente cuando sientes que por fin deseas algo, y en ese mismo momento todo queda atrás.

Atrás también quedo aquella decidida Vanna que hizo fuerza de su flaqueza y encontro en su reflejo la amiga y compañera que siempre evitaría su soledad. Ahora su cuerpo marchito será solo cenizas, pero algún rincón se escucha de vez en cuando como dos niñas juegan con el reflejo del viento en el agua, salpicando a Oldland con un escalofrío a la vez que hacen que los niños se acostumbren a que nunca existirá la soledad.

Pues no fue la única que encontró la llave de la amistad, pues los pasos de Gabriel ya no se paran a mirar el tiempo en la esfera de su antiguo reloj, pues ahora acompaña a Zagam en aquel vestigio de sueño que los acomoda en un espectáculo del que la muerte los hizo dueños, como socios de un mismo mentor.

También dejó escuela el paso de Ira, en aquel lugar, pues puede que fuera despiadada o que su mente rota en el psiquiátrico solo buscara dar una fuga a su frustración. Pero ahí algo seguro, que sus besos ardientes e hirientes aún serán recordados por Liam. El fuego quemo su alma, al igual que sus labios un día lo hicieron llenos de pasión.

Una pasión que fue el premio al diablo que ahora sabía Liam que controlaba en su interior, ese mismo demonio que le daba la fuerza para derrotar a la muerte batalla tras batalla, y que ahora le daba el timón de su destino, el cuál pensaba perdido sin remedio ni acusación. Sus pasos ahora andaban nuevas rutas que quien sabe que hazañas traerían en sus manos o quien sabe que situación. Pues el era su propio muro y defensa, al mismo tiempo que su dueño y señor. 

Dueña y señora se alentaba el alma de Annie, que aunque ya caída acaricia día a día el pelo de su pequeña y le enseña el fruto del miedo y de la traición, sembrando las mentes de recelos entre miles de historias como la doncella que siempre prenderá la hoguera del miedo y del rencor. Un espíritu con ganas de venganza que al fín encontró el fruto de su luz.

Luz que no encontró, el difunto Tetsuo, el cúal se nego a obviar aquella semilla que crecía en su interior, otorgando fuerza a la traición, dejando en sus propias manos la decisión de su muerte con lágrimas que borrarían una esencia que pudo ser algo mejor.

Como mejor pudo ser la sonrisa de Poron, que se obligaba a sí mismo a falsear su nombre, y dar por falso el mundo que se avecinaba más allá de aquel circo que fue su hogar. Pero la fuerza del ilusionista trajo de nuevo a sus manos un juego de cartas, que eran más que eso... eran los recuerdos vividos en una vieja lona, en un viejo circo, bajo la atenta mirada de una vieja amiga que intentarían sacar de nuevo una sonrisa del antiguo payaso que un día lleno en silencio las grietas de una vida vacía.

Vacía creía quedar Megan al encontrar en su amigo a un traidor, y encontrar la muerte como pago a su búsqueda contra la desolación, pero para ella tambien había un reencuentro que finalizar. Las lágrimas de Megan ahora son hilos de una sonrisa que entre destello no se cansa de mirar a sus padres, aquellos que perdío siendo tan solo una niña, y que la hicieron conjurar su vida entorno a una promesa que ahora llegaba a su final.

Promesa como la que un día llevó a Elisabeth a permanecer dentro de aquel castillo, haciendo suya una promesa que hasta aquel entonces fue un legado familiar. Promesa que rompió la confianza y vida de aquella que se creía su amiga; aquella misma que ante su muerte le dio la mano para volver.

Lo que nunca volvería sería el recuerdo a la mente rota de Verona, que deshizo su alma entre el olvido hasta hacer de su esencia un ser ultrajado. Por suerte aquel lugar que cercenó su vida, ahora liberaba su alma, liberando el peso que sería su yugo hasta envejecer. Su mente vacía ahora descansaba, dejando un halo de libertad en sus labios antes de dar marcha atrás a aquella locura sin final.

Como aquel día en que la locura se anido del cuerpo de Eko, y dejó que perdiendo el rumbo se hiciera en pedazos en sus manos la vida de su madre, describiendo el punto de partida de su vida en el exilio, un exilio que sería solo la salida de su nueva etapa que estaba por vivir. Describiendo un arco entre las lágrimas del recuerdo y el fuego del deseo que sería un nuevo lienzo que pintar.

Pintura que se sellaba con las llamas de aquel que hoy se enmascaraba como Nil y antaño fue conocido como Jared, dibujando una respuesta en su destello final, donde habría perdido el tiempo al lado de su linaje sin apreciar que su fuerza perduraría pues había alguien que era desde hace mucho parte de él. Una pequeña semilla que ahora como brote fuerte germinaba en un mañana sin más.

Y así fue como Zyllah encontraba un padre que desgarraba en su mente muchas preguntas, sobre aquel que fingió ser su padre durante todo aquel tiempo, al mismo tiempo que miraba a su lado a un pequeño Yormund acogido por la mirada de una madre, que siempre lo buscó ahora que lo encontraba sabía que lo volvía a perder. Pues siempre fue solitario, y tras liberarse de sus cadenas solitario volvió.

Cadenas que rotas descansaban en un suelo que temblaba por aquel cúmulo de emociones que disponían a Zyllah de dueña de varios destinos a figura solitaria, esquivada por aquella que fue su familia una vez. Puede que aquel fuera el destino que aquellas ruinas le regalaban para sí, pues tras liderar el combate con el que se acabaría la vida de las tres arpías que decididas habían llegado esperando ocupar el lugar, ahora la mano de Eko descansaba en su hombro mientras ambos miraban un futuro que pintar.

Verdades y mentiras refulgieron en aquella reunión dejando arrasado el bando de la esperanza y la ilusión, pero dando lugar a un camino intermedio donde el malo pinta un camina en medio, donde el odio desplegado ahora es pagado con cierta calma y libertad.

Entre algunos cascotes puede que algún resto quede aún... entre aquellos restos de lo un día fue la Antigua Catedral de Baal, y hoy es un lugar que no se terminó de reconstruir, una zona muerta en medio de aquel cuerpo que conformaba el groso de la ciudad... una herida marchita en medio de Oldland, que aunque erguida con un nuevo cartel, aún sigue pendiente de un pago, de una defensa, de un miedo que poco a poco gana la batalla al silencio y funde las calles cortando la respiración.