Poco a poco cada uno de los presentes fue descendiendo en silencio o entablando una conversación que tapizaba aquella fría sensación.
Ante vosotros una escalera vieja y raída que con balaustre de madera serpenteaba junto a la pared empezando a descender en aquel antiguo sepulcro que desde fuera parecía mucho más pequeño de lo que en realidad ahora os mostraba ser.
Cerrando la comitiva iba Vael, dejando como melodía el replique de su muleta y su prótesis al chocar entre aquellos escalones.
Su respiración era forazada, pero parecía como si aquel esfuerzo fuera solo algo liviano en verdad. Poco a poco llegasteís al primer sotano que dejaba un pequeño descanso antes de que aquella escalera volviera a descender.
Muros enladrillados cubiertos de moho, y paredes enceradas por la humedad, se extendía frente a vosotros, mientras una sala de estilo gótico y oscuro se presentaba ante vosotros.
Una galante alfombra color rubí se extendía por el centro del suelo, acogida por suelos marmolados de un gris jaspeado. Aquella escalera se perdía entre diferentes direcciones, como serpenteando entre un abismo queriendo perder vuestro sentido además de vuestro destino.
Gael llegó y negó con la cabeza.
Se sentó en en último escalón mientras sus mirada danzaba por cada una de las estatuas que engalanaban aquel lugar. Chasqueó la lengua y os dijo más serio que la vez anterior como si por primera vez estuviera sorprendido de aquella sala.
Os miró a cada uno de vosotros, esperando encontrar un atisbo de lucidez en su mente que lo hicieran reconocer aquellos que no debían estar allí.
Buscó entre sus bolsillos y sacó una pluma oscura y se enfrentó a un oscuro y viejo papel antes de deciros con pesar.- Siento deciros que todo parece haber empezado y no haber marcha atrás...
Alguno de vosotros alimenta el odio de la Dama, y la ha avisado de nuestra llegada.
Ni siquiera yo, que he subido y bajado estas escaleras durante más de cincuenta años, reconozco esta parte del sepulcro.
Es el momento de demostrar que sois dueños de vuestro destino, y de no dejar que aquellos que lo desean despierte a la Dama... Sangre y muerte se sucederá en breve.
Mentiras y engaños bañaran el aire de esta tierra, así como verdades y pasión.
Es hora de avanzar en este destino escrito, un destino ya marcado que pronto escribiré hacia la posteridad.
Esbozó algunos trazos sobre el papel, y comenzó a escuchar aquel silencio incomodo de aquella zona que nunca había encontrado al bajar.
Delante de mí, los hijos de los diversos linajes comienzan el descenso por aquella vieja escalera, sus murmullos rompen el silencio que ahí reinaba y me veo agradecida por ello. Miro con atención cada detalle, las paredes, la larga escalera pegada a la pared y los techos, por su apariencia daba la impresión de que nadie había estado aquí durante décadas, siglos quizás, y esa idea me parece perturbadora.
A mi espalda Vael cierra el paso, su respiración y su andar suenan para mí, mas alto que los murmullos de los demás, volteo mi rostro para mirarle un momento, había sido realmente descortés con él al conocerle, pero algo me hacía pensar que aquél hombre seguía escondiéndonos algo, algo realmente importante. Ignoré esa sensación, tanto que la que me inspiraba Vael como aquél lugar y con mi mano apoyada en la polvorienta barandilla empecé mi camino.
Terminamos llegando a un sótano, pero ya que la escalera seguía bajando asumí que sería el primero de varios, por mi cabeza no paso la idea de que este pueblo pudiese ser tan grande, aunque por lo visto su gran extensión era descendente – dudo que sea mera casualidad – pensé ante este hecho , y mis ojos pasearon por cada pared, suelo y detalle que se mostraba delante de mí. Aquí las muestras de abandono eran aún más latentes que antes, el olor a humedad era molesto para el olfato, mas no tardé en acostumbrarme al igual que a la luz, aunque lo que mas me llamó la atención fue la larguísima alfombra de color rubí, esta se dividía en brazos que llevaban a otras estancias, y aunque mi curiosidad era enorme, no me separé del grupo, al menos por el momento.
La voz de Vael me pilló desprevenida haciendo que diese un leve brinco y luego me girase para mirarle, su expresión y mirada eran diferentes, y sus palabras alimentaban los miedos que me negaba sentir. – ¿Uno de nosotros le ha avisado? – pregunté abriendo los ojos y mirando rápidamente a todos quienes me acompañaban, intentando descubrir en sus rostros al culpable, pero no era tan ilusa como para pensar que lo descubriría con tanta rapidez - ¿Qué nos recomiendas? – le pregunto con un susurro, no con la intención de que los presentes no me escuchen, sino ingenuamente esperando que “ella” no lo hiciera.
Avanzo a escasos pasos de Vael y cerca de Zoar apretando los dientes, las escaleras dibujan caminos que se pierden en tonos grises, aventurando algo antiguo y peligroso, la alfombra carmesí me recuerda a la sangre fluyendo, al reguero que deja tras de sí un sacrificio.
La humedad, el ambiente, no ayudan a mejorar la situación, haciéndome partícipe de algún extraño ritual de recuerdos y de dolor sin siquiera preguntarme si deseo o no formar parte de esto. Ahora bien, no iba a huir, no había venido aquí a huir.
Entonces Vael habla y su voz me suena como el susurro sibilino y frío de la muerte. Me giro hacia él, y siento su pesar. Querría enfadarme, pero en su lugar sólo aprieto los puños.
"Hay pocas cosas que odie más que las mentiras y los engaños."
Me alejo unos pasos hacia un lado y miro alrededor, a todos los que se suponen compañeros y sabiendo que entre ellos debe de haber al menos un lobo con piel de cordero. Mis ojos danzan de uno a otro tratando de averiguar qué se esconde debajo de su piel.
Vexy se encontraba expectante y ansiosa por ver cómo luciría aquel lugar donde los restos de la Dama oscura descansaban y al llegar, no podía dejar de observar con atención las estatuas que se encontraban en el lugar. Sus ojos brillaban ante la luz de un nuevo descubrimiento y al verlos, no podía evitar reparar en cada una de sus facciones, la forma en que habían sido tallados, la precisión y exactitud de sus formas. Obras de arte, sin duda, pero ¿De cuándo? Pasado, presente y futuro unidos en una realidad atemporal, tal y como lo había expresado Vael. ¿Así sería en un futuro o era una imagen antigua?
No quería perder cada detalle de ese lugar, así que observó con atención, mientras sus profundos ojos azules brillaban llenos de expectativa. A pesar de lo majestuoso de la imagen, las noticias no eran igual de buenas. Si realmente Joselinne tenía algún esbirro entre ellos, las desgracias se avecinaban para aquellos que no estaban de su lado y lo mejor era determinar rápidamente cuál sería el camino a seguir. Vexy sentía algo de temor y Nimah podía sentirlo. El panda observaba el lugar con bastante curiosidad y a pesar de ello, trataba de no abandonar su lado, ya que no sabía si podría regresar con ella. Vexy acariciaba su cola y mira al violinista con duda en su rostro y plantea una pregunta que tal vez muchos tengan pero pocos se atreven a plantear - ¿Y qué hacemos ahora? - observó al violinista y la serenidad y neutralidad de su rostro se veían amenazadas con la situación. ¿Saldría ella bien librada de todo esto?
Avalon quedo prendado de la decoracion y aunque realmente se sentia incomodo en los lugares cerrados esa sala le parecia bonita,las palabras de Vael le volvieron a poner los pies en la tierra,Vael... todo esto estaba ya escrito en el destino... o bien... el dice señalando a Zoar, con su accion hizo acelerar los acontecimientos?.
En ese momento se puso a mirar uno a uno al resto de los "invitados" no es que Avalon fuera ducho en desentramar los pensamientos y gestos de alguien,pero queria ver la reaccion de ellos ya que el viejo advirtio de la traicion de uno de los miembros.
La respiración de Marion era contenida mientras descendía por aquellas escaleras, como si el aire fuera algo más preciado y escaso cuanto más bajaban. Las últimas palabras de Lylian habían provocado un brillo en sus ojos ámbar que resaltaba en la tenue luz del lugar. Sin embargo, al estar caminando todos en la misma dirección eso era algo que nadie veía y de lo que ni ella podía estar segura, como un secreto incierto guardado por la penumbra.
Desde detrás llegaba el constante sonido del caminar del anciano. Clac-Tum. Clac-Tum. Y sin darse cuenta Marion había adaptado sus pasos y todo su movimiento a los de él. A la Melknhar le llegaban otros sonidos: respiraciones, el roce de las prendas de ropa, los pasos de los demás, y se le antojaba como si todos juntos estuvieran formando una pieza de música que sólo tenía sentido en la mente de un enfermo. Casi por costumbre Marion comenzó a contar las pulsaciones de ese latido común, y una inevitable sonrisa apareció en su rostro al darse cuenta de que el tiempo que llevaban era algo más rápido que un adagio. Se trataba de un andante. Ahí estaba Oldland riéndose del anciano en su máxima expresión de ironía.
Antes de que el entorno cambiase a su alrededor Marion ya notó que algo iba a ser diferente a través del olor, y ese fue el momento en que todas sus cavilaciones y cuentas quedaron aparcadas para permanecer alerta, aún descendiendo paso a paso. La primera visión de la sala a la que llegaban le arrancó un suspiro, y este tomó consistencia en forma de bruma en cuanto abandonó sus labios. No detuvo su caminar: de hacerlo los que venían detrás no podrían avanzar, y ella quería examinar el lugar en el que se encontraban. En lugar de eso siguió avanzando sin perder en ningún momento el ritmo, pasando sus pupilas por todos los rincones.
Y de repente sintió la falta de algo. No tardó en darse cuenta de qué era. El sonido constante, incesante, la base del pulso de todos, se había detenido. El anciano se había sentado y ahora dirigía a todos una advertencia. El primer instinto de Marion fue clavar sus pupilas en el hombre cuervo y abrir la boca, dispuesta a hablar. Era el único que había hecho algo a la vista de todos que podía haber supuesto un aviso, y la razón le decía que ahí era donde debían buscar. Sin embargo no tardó más que unos segundos en recordar que se encontraban en Oldland, y precisamente allí la razón no siempre era la explicación de todo. En ese momento se alegró de haberse mantenido callada. Era pronto para acusar. Y al ver que Ithan había deducido lo mismo que ella se dio cuenta de lo superficial que había sido en su línea de pensamiento. Aquello fue como una bofetada en su orgullo. Acababan de llegar, y más le valía empezar a cambiar su manera de razonar. Tomó aire, tragó saliva, y tal y como estaban haciendo los demás pasó su mirada por los presentes. Y al cruzarse con los del Melknhar que había hablado en último lugar se encogió ligeramente de hombros.
- Ambas cosas son compatibles. - Señaló en un tono neutro.
Bajó las escaleras con prudencia cuidándose de memorizar cada detalle y cada rincón oscuro que dejaba atrás. No sabía que hacía exactamente ni qué destino encontraría allí abajo, pero se dejó llevar como una más. Gabrielle y otras personas más también habían seguido la pista de una llamada, atraídas por un sentimiento y con la única promesa de una historia contada por un anciano. Deseaba con todas sus fuerzas que no se estuvieran equivocando.
-¿No tienes nada interesante que decir sobre esto? -dijo Nessa refunfuñando en dirección a Dam. -Somos muchos, seguro que estaremos bien si permanecemos juntos... Mencionó en voz alta únicamente para animar al resto, pero ni ella misma creía que iba a salir ilesa de aquel pozo.
-Mantengamos los ojos bien abiertos... -dijo de igual forma tratando de romper el silencio con su voz.
Low ¿Veo la llave en el suelo?
Bajé las escaleras todo lo rápido que pude sin caerme y sin empujar a nadie. Llegué hasta donde estaban Marion y Lylian, eran las únicas con las que había hablado desde que llegué así que no encontré ninguna razón para separarme. Al fin y al cabo habían sido muy amables al permitir que me uniera a su grupo de una forma tan repentina. Iba a preguntar si no les importaba que continuara con ellas cuando me fijé en lo que tenía frente a mí.
La sala era impresionante a pesar de estar casi en ruinas, me pareció una lástima que permitieran que llegara a estar en semejante estado. En algún momento debió de ser un lugar muy hermoso, pero ahora me ponía los pelos de punta.
Las palabras de Vael hicieron que dejara de pensar en el lugar y me concentrara en la situación en la que me encontraba. Me quedó claro que el odio despertaría a la Dama Oscura y con ella la muerte, de modo que el objetivo era evitarlo. Si lo conseguíamos tal vez podría encontrar a la única familia que me quedaba… Irina.
La posibilidad de que fuera todo algo predestinado me resultaba un poco increíble, yo había decidido quedarme no me había obligado nadie. La variable del libre albedrío chocaba con la posibilidad de un destino escrito, siempre había pensado que las decisiones que tomaba cada uno definían su futuro. Sin embargo, la coincidencia de que tanta personas se encontraran en el mismo lugar y atraídas por diferentes motivos me desconcertaba. Sorin salió de mi abrigo y se encaramó en mi hombro y me lamió la mejilla. Alcé la mano para acariciarle, llevábamos tanto tiempo juntos, que nuestro vínculo era muy intenso, él sabía cómo me sentía.
-No estoy muy convencida de eso del destino.- murmuré en voz baja.- Disculpad que os moleste de nuevo pero, ya que caminamos juntos desde el principio, ¿os importa que continúe a vuestro lado?- me dirigí a Lylian y a Marion para preguntarles puesto que no quería imponer mi presencia si no era bienvenida.
Mientras Seguía a Gabrielle, me daba cuenta que definitivamente no era una cantina y la ilusión de refrescar la garganta se esfumó, por lo que comencé a concentrarme en los comentarios que hacían los demás.
- Gabrielle, crees lo que dicen los demás?, en eso del destino y lo de Joselinne, la verdad es que yo solo había oído leyendas y cuentos de terror cuando con mis amigos íbamos a cazar, pero en mi pueblo nunca se había hablado como si lo de Caín y Joselinne fuera verdad- le pregunté.
Gabrielle había bajado en silencio, observando todo aquel lugar con el ceño fruncido. Un escalofrío recorrió su espalda al escuchar de nuevo la voz del anciano a sus espaldas. Se volvió a mirarle, éste estaba sentado en uno de los escalones y les hablaba de traidores entre ellos. No terminaba de entender lo que decía, ni porqué todos aquellos semidemonios habían escuchado aquella llamada. ¿Qué era lo que les había traído hasta ese lugar?
Dama continuaba junto a ella, paseando también su mirada asustada por toda aquella sala gótica. Sus orejas estaban echadas hacia atrás y un pequeño temblor sacudía su cuerpo. Gabrielle colocó una mano sobre su lomo y se volvió al escuchar a Speeir.
Lo miró durante un par de segundos, pensativa.
- También escuché historias sobre ellos, historias que me contó mi madre y me cuesta creer que la Dama que dice el anciano sea la propia Joselinne. Mi madre me contó que Caín, nada más verla, quedó prendado de ella y decidió quedarse a su lado, ignorando cuál era su deber y traicionando a su señor. Me cuesta creer que aquella mujer, de la que siempre se ha dicho que era pura e inocente, guarde tanto odio en su interior - . Deslizó su mirada hasta detenerla en la figura del anciano. - No sé si será ella o no - Continuaba hablándole a Speeir, su voz se había convertido en apenas un susurro. - Pero sea quién sea, este sitio no me gusta nada - . Un nuevo escalofrío recorrió su cuerpo y volvió a mirar al Eve. - Espero que se equivoque y no vuelva a repetirse lo que ya ocurrió en la catedral, hace ya bastante tiempo, cuando intentaron volver a abrir las puertas del averno. Porque si es así, lo único que se conseguirá es que haya un baño de sangre... -
Cogí una de las velas encendidas y baje las escaleras en silencio sumido en mis pensamientos. Al llegar a esa enorme y majestuosa sala no pude más que permanecer atento a los detalles, cada escultura, cada cuadro, cada mueble, cada rincón. Sin duda alguna aquel era un lugar para alimentar la soledad, aquel no era un buen sitio. Madame voló hacia el interior de la sala y se poso en una de las balaustradas. Desde su privilegiada posición observaba con detenimiento.
Tras minutos en silencio observando deparo en un detalle. Alzo mi cabeza para observar mejor el enorme hueco de la escalera por donde hemos bajado y poco a poco voy siguiendo su recorrido hasta llegar al suelo de la sala. Mmm... interersante.
Los ojos de Lylian recorrieron la sala con curiosidad. La arquitectura del lugar se le antojaba más enrevesada y trabajada de lo que le había parecido desde fuera. Había llegado esperando encontrar una catedral y tras entrar en una taberna y sumergirse en un laberinto de barriles hasta descender por una escalera raída de caracol, se sentía ahora como en el recibidor de uno de esos enormes edificios europeos que antaño habían albergado óperas o grandes teatros.
Siguió con la mirada el recorrido de la alfombra roja preguntándose adónde llevaría cada camino y si sería posible volver a ese lugar si decidiera seguir alguno de ellos. Podía escuchar cómo los demás descendían también, repartiéndose por la sala. Sin embargo, fueron las palabras de Vael las que llamaron su atención. Negó suavemente con la cabeza, mirando al anciano.
- ¿Cómo podremos demostrar que somos dueños de nuestro destino, si éste ya está escrito? - Preguntó con voz suave. No parecía una pregunta retórica, pues su ceño se fruncía como si la respuesta a esa cuestión le resultase verdaderamente importante.
Sin embargo, sintió cerca de sí la presencia de Katia y al escuchar su voz giró sus pupilas grises hacia ella antes de asentir con la cabeza. - Claro que no me importa. - Respondió, esbozando una pequeña sonrisa tranquilizadora. - Podéis quedaros con nosotros si queréis. - Añadió, incluyendo a Dam y a la comadreja en sus palabras.
Con un leve suspiro empezó a desabrocharse el abrigo despacio, botón a botón, para después deslizarlo por sus hombros y quitárselo. Llevaba debajo una blusa también negra y de manga corta que dejaba ver por primera vez la longitud de sus guantes, los cuales se dejó puestos. Se extendían hasta un poco más allá de sus codos, y en su brazo derecho las grietas de su mejilla en su descenso por el cuello y el hombro se perdían en el interior del guante, más numerosas y profundas cuanto más se acercaban a su mano.
Lylian volvió a mirar a su alrededor, buscando algún lugar en el que sentarse. Y terminó dejándose caer en uno de los escalones y apoyando la espalda en la balaustrada y colocando el abrigo encima de sus rodillas. Su mirada se posó en cada uno de los presentes despacio, analizando sus expresiones y actitudes, para terminar cruzando sus ojos con los de Marion. Y tras un par de segundos de silencio, volvió a mirar a Vael. - Supongo que entonces sólo nos queda esperar, ¿no? A que todo comience.
Bajó sujetada al brazo de Dante, pero al estar frente a la gran sala se paró y sus ojos volaron por cada rincón de ese lugar. Era realmente enorme, pero no solo eso, si no que también era frío y desolador. Durante unos minutos no se movió y no sabía si con ello entorpecía a los que bajaban, pero ese lugar le angustiaba y la había obligado a quedarse quieta. Finalmente dio unos cuantos pasos más, y terminó de bajar aquella larga escalera. Otra vez junto a Dante soltó un leve suspiro.- Siento como el frío cala mis huesos... -Susurró.
Cuando la voz del viejo sonó entre ellos, Kimberly se giró un poco y escuchó de manera atenta. Ella no entendía nada de lo que decía, siquiera sabía de lo que hablaba y eso la asustaba. "Un traidor.. ¿Por qué? ¿Qué busca?" Con un lento movimiento se frotó los brazos con las manos en un intento de darse calor, o calmar aquella angustia que la sacudía por dentro. Sin darse cuenta se acercó algo más a Dante, cómo si se tratase de una niña -Aunque la apariencia era tal cual, pues no aparentaba más de unos 15 ó 16 años.-
- ¿Os importa si me mantengo con usted?.-Le preguntó a Dante a la par que clavaba sus violáceos ojos en él.- Esto... ¿Qué está pasando aquí? Cada vez entiendo menos, y cuando intento comprender algo... Esto se complica más.-Susurró con apenas un hilillo de voz.
Aquel lugar era el sitio más elegante que había visto Brif nunca, pero el moho, la oscuridad y lo que les había contado Vael lo convertían en el sitio más tétrico que había visto Brif nunca. La mirada del joven recorría la sala sin dejar entrever su nerviosismo. Mostrarse débil solo hacía más fuerte al enemigo.
Vexy, a su lado, le preguntó una sencilla pregunta a la que no tenía respuesta. Tardó unos segundos en responder. No lo sé. Dijo, deteniendo sus pasos. Vael se había detenido y era él el que les guiaba. Parece que hemos llegado a un lugar que ni siquiera nuestro guía conoce. Dijo, mirando a Vael unos segundos. era como si supiese mucho más de lo que nos contaba. Sus palabras no eran demasiado positivas. Algo había empezado y, según sus palabras, no había atrás.
Creo que tendremos que esperar. Dijo finalmente, resignándose a que, fuese lo que fuese lo que tuviera que pasar, empezase. Se fue a una pared, sacó el violín, apoyó la espelda y, tras mirar una vez más a la sala, empezó a tocar.
"Ya nos habían advertido de que habrían muertes, engaños y conspiraciones. Y pese a todo, todos decidimos bajar. Algunos para advertir a la Dama Oscura y luchar en su nombre. Otros para detenerla a ella y a sus acólitos. Y unos últimos sencillamente por el placer de luchar."
Replico al vacío con una voz calmada mientras mentalmente cuento hasta diez para conseguir calmarme. La situación me imperaba arrancar a luchar contra cualquier cosa que se moviese o cualquiera que se acercase a menos de tres metros, o cualquier Melknhar que me mirase por más de medio segundo. Sin embargo, sencillamente cuento... contengo aire... vuelvo a contar... y exhalo lentamente.
Finalmente es la pregunta de Lilyan la que me hace girarme lentamente hacia ella y pestañear despacio. Y aunque no lo pretendo mi voz suena como un filo cuando respondo a su pregunta.
"Rompiendo los escritos y, si hace falta, torciendo el destino a la fuerza."
La verdad es que no me había reparado en ello, pero es una mujer hermosa, para ser una Melknhar. Aunque eso ahora importa más bien poco, pues cualquiera puede ser un enemigo y sé de buena tinta que las apariencias valen tan poco como el susurro del polvo sobre el viento.
Trevor miraba alrededor, entrecerrando los ojos, cubriendo la retaguardia de la comitiva junto a Vael. El anciano no parecía fuerte en absoluto, y cualquier peligro que viniese desde la sala que habían dejado podría dejar al grupo indefenso. Quizá aquellas precauciones no tenían sentido alguno, pero la tensión, la duda y en parte el miedo hacían del Grovehn alguien con actitudes marciales y prácticas.
Al llegar a la nueva estancia, se detuvo, admirando brevemente el aspecto de la misma, preocupado, a su vez, al ser consciente de la multitud de caminos que las escaleras parecían trazar y que el mismo Vael no sabía reconocer.
- Pues al igual que Gabrielle, yo no estoy seguro de que esas historias de odio y rencor por parte de una Dama Oscura sean del todo ciertas. No son, en absoluto, las que siempre ha contado mi gente- dijo, frunciendo el ceño- Debe haber algo más. Quizá se trate de una impostora, o quizá algo maligno se apoderó de esa pobre mujer. En cualquier caso, tenéis razón- miró a todos en general, deteniendo brevemente su mirada sobre Lylian, por ser esta quien había pronunciado antes la frase que estaba a punto de pronunciar- Sólo nos queda esperar a que todo comience. Entonces, quizá, veamos el asunto con algo más de luz.
Los ojos de Vael, parecían vacíos... como buscando las respuestas que siempre tuvo en su interior. Pero una mueca de derrota se hizo en su boca mientras os enseñaba un papel vacío.
Todo estaba escrito... pero solo hasta llegar aquí.
Mira ante él todas las escaleras con miles de recorridos y dicen comprendiendo.- Igual que esta sala, cada uno puede elegir mil caminos o escalones que bajar o ascender.- Luego bajando la voz se dijo más a sí que al resto.- No solo vosotros habéis estado engañados...
Miro hacía el frente y dijo.- Tras esta noche... comenzará un destino no escrito ni previsto... cosa que nos dará tiempo pues ella tampoco lo podrá leer...
Y tras aquellas palabras aquel anciano se acurrucó como un niño en el hueco de las escaleras, mientras dejaba paso a la noche.
-FIN DE LA NOCHE 0-