Tras la muerte de Joselinne, y la destrucción de Caín, tan solo el vestigio de sus vidas dio sombra y cobijo a sus hijos, que alimentaron el odio de su sangre demoniaca, y enarbolaron una apariencia humana que los acunaría mientras sus corazones latían, dando poco a poco forma al Legado de la Ablación.

Un Legado, que nacería unido, representado por  un antigua marca, donde la mente, el cuerpo y el espíritu se entrelazaban dando lugar a un ankh que afilados protegía sus destino, y que poco a poco rompería sus lazos, dejando tan solo un símbolo como recuerdo de su separación.

Pero de eso hace ya mucho tiempo, ahora la sangre de sus cuerpos, descansa sobre nuevas vidas, creando sendas separadas, estilos apartados, tan solo unidos por un principio común.

Ahora las arenas del tiempo, siguen corriendo sobre la loma del montículo de arena, apenas quedan granos que contar, todo esta por terminar, nada esta decido salvo la ruptura del equilibrio, el mundo cae sobre sus cimientos, mostrando el infierno que guardaba en su corazón, aguardando una esperanza.

Una esperanza perdida... Esa esperanza a lo mejor puedes ser tú…

El Influjo de Melknhar

El primogénito de Caín, siempre fue diferente a sus hermanos, aún cuando sus pasos eran vigilados desde la posición de su madre, nunca antepuso su lado demoniaco a su posición terrenal.

A diferencia de Eve y Grovehn, había desechado la opción de alimentarse de almas, como sus hermanos, la sangre no sería su alimento, ni su fuente de energía.

Su cuerpo se alimentaría al igual que su madre, de aquello que los humanos necesitaban para subsistir. Al principio, todo fue duro, numerosas las noches que bajo un aliento de muerte Melknhar, apretaba sus dientes, obligándose a renegar a sus instintos como demonio.

Poco a poco su naturaleza fue aceptando su decisión, aunque todo sacrificio tendría su precio.

Su piel, marchita parecería surcada por grietas, como si de terreno seco se tratase, su carne marchita apenas aguantaría el peso de piel, y sus huesos deberían ser apoyados sobre un olvidado bastón para guarecer aquel cuerpo débil sobre el que viviría.

Pero tan solo débil sería su cuerpo, pues su mente sería la mayor de la triada de Caín, pues parece que todo el dolor y todo el influjo ofrecido a favor de conservar una costumbre de su madre, cedieron a su mente el poder de influir en los elementos, tanto muerte como vida, creo a su paso, dolor o alivio. Numerosos fueron los segmentos impregnados de su don.

Por ello Melknhar, sería representado en la cúspide del Ankh, ocupando el lugar de la mente. La mente de un Legado que poco a poco se fue apagando, y olvidando a aquellos que una vez estuvieron a su lado.

Pereciendo solo, separado del resto del Ankh, donde la testa de aquel símbolo se desprendería de la empuñadura, y de fuste que los engranaba…. Su cuerpo se abandono a la muerte, pero sus lecciones crearon escuela, sobre su estirpe. Los cuales aunque con menos poder que él, limitado en cuanto a su dotación, serían marcados por aquel aspecto marchito, mientras que sus mentes serían donadas con la gracia del control de tan solo uno de todos los legajos del pensamiento de su antecesor.

Las Bestias de Eve

La única fémina en la descendencia de Caín, y la primera de los mellizos en abandonar el vientre materno.

Junto a Grovehn, fueron los dos hijos de la Estirpe de la Ablación, que aceptaron la Marca de Sangre, nombre por el que se conocía el acto con el que se alimentaban los demonios sirviéndose de sangre como vianda y almas como alimento.

Creció junto a sus hermanos, desprovista de la fuerza para demostrar su valía, ni de una mente que manejara el influjo a su deseo. A pesar de ello, la estirpe de Caín, pronto despertaría en ella, pues poco a poco su hambre fue cada vez más voraz, su modos regios, eran suplidos por actos de dominio y de superación.

Pronto su poder, fue reflejado ante todos, pues presas de su voluntad, las bestias y fieras del lugar obedecían sus actos. Aves rapaces, fieros mamíferos o despiadados seres acuáticos, ninguno se salvaba de su decisión

Sus maneras imperiales, iban encarceladas por la miradas de animales que soslayos a su voluntad la seguían y obedecían, siendo la fuerza de sus manos, el cuchillo en la caza, y el escudo en la batalla.

Su cuerpo, influido por la conexión entre todos aquellos que se acunaban bajo su poder, poco a poco fue derivando y mostrando ciertos aspectos de la fauna que la rodeaban, siendo una de las más visibles, la fusión de sus dedos, dejando al tiempo tan solo tres proyecciones que terminaban en afiladas garras, capaces de descarnar la carne con la que se alimentaba.

Fue su regía voz de mando, la que la posiciono en la mitad de aquel símbolo arcano, siendo la empuñadura del Ankh, protegida de afilado fuste que a la vez unía a la cúspide, ocupando el dominio del Legado. Dominio que pese a ser el lazo de unión entre los hermanos, terminaría relegándola a la soledad.

Una soledad que la devoraría, mientras su hermano mellizo se alejaba incapaz de soportar más delegación, y mientras la mirada del primogénito se olvidaba de los demás. Los años degastaron su espíritu y acallaron su voz, mientras a sus espaldas se alzaba una nueva casa, que azarosa siguió promoviendo la conexión de Eve con la fauna, marcando sus vidas con una única conexión, que fortalecerías los lazos, y señalaría el rasgo animal del descendiente. Obligados a entenderse, y a dominarse sin razón.

El Filo de Grovehn

El último legado, pero no por ello el más débil, acaeció sobre la figura de Grovehn, mellizo de Eve, y benjamín de la Estirpe de la Ablación.

Su esencia era la contraria al primogénito, a Melknhar, pues donde su hermano era débil y apocado, Grovehn fue destacado y ejemplar.

Haciendo honor a su estirpe demoniaca, uso la guerra como juego, haciendo diestras sus manos al mango de cualquier arma, atenazando sus filos o extremos con su alma enfurecida, avocando a su adversario a sufrir mil agonías antes de ver el rostro de la verdadera muerte.

Su cuerpo fue adaptándose a aquel bélico juego, que poco a poco contorneaba su figura, adecuando la sencilla forma de un niño a la voluptuosa línea de todo un guerrero.

Uso su conocimiento en tácticas y en disciplinas para saciar su Marca de Sangre en numerosas ocasiones. Afligiendo sus víctimas a sus pies, mientras que el orgulloso saboreaba el férreo sabor de la victoria.

Era lógico por ello, que Grovehn fuera el fuste afilado de Ankh que uniría temporalmente un linaje, adecuando sus armas a cada batalla, bajo el dominio de la empuñadora de Eve, y sostenido bajo los pensamientos de Melknhar. Era el filo que ejecutaba y protegía a su estirpe, sin saber que su segunda vertiente poco a poco sesgaría los lazos que ataban aquel arcano emblema, separando aquellos legados.

Aquellas mismas armas, que un día esgrimió en pos de su linaje, fueron las que finalmente acabaron con su ser. Apocado por la distancia de sus hermanos, y herido por tener la herramienta y no el poder, por saber usar un arma y no el por qué. Gracias a su estirpe, aquel pétreo conocimiento de los más sangrientos infiernos, fueron trasferidos linaje a linaje, descendiente a descendiente. Aliando a todos sus predecesores en el uso de armas, y en su advocación abismal. Confiriendo una alianza entre el hierro y las manos, imposible de borrar.