Casi todos habían hablado algo, algunos más, otros menos. La desesperación por parte de unos era sencillamente palpable, mientras que la confianza en hacer un buen trabajo, -significara lo que significara-, por parte de otros también era bastante visible a los ojos de Shiro Kuro.
Con una leve y maliciosa sonrisa, esta muchacha miró al resto de sus compañeros. Pues sabía que ella no iba a verlos dentro de muy poco; o quizás ellos no iban a verla a ella. Sea cual sea el motivo, esta sonrisa se mantuvo hasta que rompió el silencio con una frase ominosa y para nada alentadora.
¿Puedo comerme su alma?
El hecho de usar el termino "comer" haría saltar las alarmas para algunos, pero eso a ella no le importaba lo más mínimo. Los osos no le importa la opinión que tenga el bambú; mucho menos los que dentro de poco se convertirían compost para el bambú. Con esto dicho, pasando un dedo por encima de los presentes, se detuvo en Hama Okabe.
Tú serás la primera...
Si eres un Ghoul, serás deliciosa...
y si no... bueno... ¡Una pena!
Canas estaba perplejo, ni se le ocurría algo que citar en este momento.
Canas siempre fue una persona inmersa en los libros y nunca se preocupo por tener combates a muerte, así que estaba aterrado internamente pero su exterior parecía un poco más sereno. Vaya prueba tan más loca es está. Pensaba mientras veía el resto del cuerpo del Ghoul. Esas cosas no tardarán en aniquilarnos. La mano del Erudito Canas comenzó a temblar pero con la otra mano la detuvo. Nadie debe notar miedo porque esos serán discriminados por no ser aptos para la institución.
El chico de cabello morado se fue a descansar leyendo un libro ni siquiera se molestó en probar bocado.
¿Por dónde empezar a trabajar? Quizás lo primero habría sido investigar el cadaver, pero el mayordomo se lo ha llevado enseguida. Hama se cruza de brazos y se rasca la barbilla. ¿Cuál debería ser el siguiente paso...?
Un movimiento a su lado la distrae de sus cavilaciones. Es Itaro, que se levanta y murmura algo en voz baja. La mujer se lo queda mirando unos segundos, esperando a que añada algo más, a que dé algún signo. De qué, eso era lo de menos. Viendo que se queda en silencio, se inclina disimuladamente hacía su oído y preguntar..
—¿Todo bien?
Pero otro chico es el que capta su atención. Cierto peliblanco señala a su "compañero", por llamar de algún modo a la persona con la que más palabras había intercambiado, y propone matarlo. Hama se gira hacía él, extrañada ante sus palabras. Había hablado tan frío, tan seguro... Abre la boca, pero antes de poder decir algo, otro dedo la apunta... a ella. Un escalofrío momentáneo recorre su cuerpo ante la perturbadora sonrisa de la chica panda, aunque lo intenta disimular con un movimiento de hombros para recolocarse la chaqueta. Y como si nada, continua su supuesto examen de vestimenta ajustándose los gemelos de las mangas y recolocandose las gafas.
—Muy gracioso, pero no creo que sea momento para bromas...—y sonríe de esa manera que los presentes seguramente verían más veces: una sonrisa amplia pero tensa, que podría ser interpretada como una señal de valentía postiza... o una advertencia de que más valía no meterse con ella.
Y así, la noche transcurrió con calma, o eso parecía en un principio. Pronto todos descubrirían que si algo le había faltado a aquella primer noche eso era calma.