Katherina y Maul caminaron por las calles rumbo al Templo de Shallya, cercana al palacio Imperial como la mayoría de edificios propiedad de las órdenes que velaban por la ley en la ciudad.
De esta manera, abandonaron el barrio pobre, dejando atrás la fetidez y suciedad de las calles marginales de Altdorf, y pasando a otras llenas de gente más pudiente, y con más clase, pero no por ello carentes de la amenaza del Caos, que suponía una podredumbre que enfermaba el Imperio desde dentro, minando su fuerza con armas más sutiles que las que se podían encontrar en los campos de batalla de todo el Viejo Mundo: las promesas de riqueza y poder, los engaños y un sin fín de artimañas capaces de hacer sucumbir ante el Caos la más ferrea de las voluntades.
Caminaron entre la gente, que una vez más se apartaba a su paso y los miraba con una mezcla de respeto y miedo, unos sentimientos un poco diferentes con respecto a lo que habían estado encontrando hasta ahora en el barrio pobre, en donde la miseria de la gente volvía a las personas más temerarias.
Los guardias imperiales de las puertas del edificio, no les impidieron el paso y tampoco les digeron nada al entrar cuando los dos templarios se presentaron por lo que eran, asintiendo con la cabeza y dejándoles entrar en el imponente lugar. Así, pronto se encontraron en la blanca recepción del interior, con una puerta que daba al lugar de rezos frente a ellos, y dos escaleras una a la izquierda y otra a la derecha. A la izquierda, junto a la escalera, también se encontraba un pequeño mostrador en el que una mujer de unos cuarenta años los vió entrar con un atisbo de curiosidad en su rostro.
El lugar era amplio, iluminado por vidrieras que dejaban pasar la luz de forma caleidoscópica y podía verse algún adorno o emblema de Shallya, pero no resultaba recargado.
Katherina se alegró, comprensiblemente, al dejar atrás las callejuelas y el mal olor del barrio pobre para meterse de lleno en las calles, más amplias, que rodeaban el Palacio Imperial. Sabía perfectamente dónde se encontraba el Tamplo de Shallya a pesar de no haber estado demasiadas veces, aunque parte de sus conocimientos sanatorios se los debía a una iniciada de Shallya que pasó algunos meses con ella en la Iglesia de Frank.
- Bueno, Maul. - dijo levantando la vista para mirar a su compañero.- Así que no sabes nada de Teología... ni Astronomía... ¿no es así?
Sin esperar respuesta del altísimo hombre, prosiguió, centrada en sus palabras:
- Bien, pues para empezar, aunque quizá sea algo que ya sepas, empezaré narrándote algo de la historia de Sigmar, o al menos lo que se cree que fue real. Ya sabes que hay incluso historias sobre nuestro señor que se contradicen:
Se dice que Sigmar nació en una familia del clan de los unberogen del norte, probablemente en Reikdorf. Eran tiempos peligros, aunque quizá no tanto como lo son ahora... Tiempos de frecuentes conflictos entre los pueblos cercanos y la omnipresente presencia de los pieles verdes.
Cuentan que un cometa de dos colas gemelas surcó los cielos la noche en que nuestro señor nació. - al mencionar el simbólico cometa, la mujer se plapó la imagen del mismo que llevaba al pecho.- El jóven Sigmar creció para convertirse en un poderoso guerrero, como lo sois vos, Herr.
Cumplidos los 15 años de edad, Sigmar se encontraba solo en algún bosque al sur de Reikdorf cuando oyó a un grupo de orcos avanzando entre la maleza con paso fuerte y firme. La hueste de guerra orca había tendido una emboscada a una caravana enana procedente de Karaz-a-Karak y regresaba a su campamento con el botín y algunos prisioneros.
Kat hizo una pausa al ver ya frente a ellos el Templo de la diosa de la curación y antes de adentrarse en el mismo terminó esa parte de la vida de nuestro patrón y señor:
- Sigmar detuvo a los orcos, los mató a todos en un combate épico bajo la atenta mirada de los árboles del bosque. tras la lucha comprobó sorprendido que había salvado la vida del rey de Karaz-a-Karak, Kurgan Barbahierro, que lo recompensó con el famoso y sorprendente martillo de guerra Ghal-maraz, que significa "Rompecráneos" en el idioma enano, que supongo que tampoco conocerás.
Y hasta aquí nuestra clase de Teología de hoy, Herr Maul. Entremos dentro.
El gigantón de cabeza afeitada escuchaba las palabras de la sacerdotisa con interés no disimulado, prestando atención a cada una de sus frases y estrujando su cerebro para retener toda la información posible.
Ambos templarios caminaban juntos alejándose de las calles del barrio pobre y Maul no hizo mucho caso al hecho de abandonar tan paupérrimo lugar, ya que toda su atenciópn era para lección de Teología e Historia que su compañera le estaba proporcionando de camino al templo de Shallya.
Fueron solos, sin el acompañamiento de Gabriella, ya que conocían el lugar en el que se encontraba el templo, y consideraban su pertenencia como soldados de La Sagrada Orden de Templarios de Sigmar como una autoridad que consideraban incuestionable. De esta forma, caminaron a través de las calles hasta llegar al lugar.
-Hummm... algo reálmente interesante. Le dijo a Katherina. Agradezco está información, aunque alguna cosa ya conocía, pero mi fuerte es machacar cabezas y el martillo no se maneja con la sabiduría, si no con la fuerza. De todas formas, es todo un honor poder aprender de tus palabras, y acercarme más a Sigmar a través de ellas.
Maul miró la fachada del edificio y asintió a la mujer cuando esta decidió entrar.
Penejoteado.
Kat se sonríe a sí misma durane el camino al ver el interés que sus palabras han suscitado en el enorme hombretón.
Una vez detenida la historia y los pasos, él la agradece sus lecciones de Historia y Teología a su manera, pero ella se siente realizada igualmente.
Comienzan a caminar para adentrarse en el Templo de la curación por excelencia. Katherina mira a su alrededor esperando encontrar a alguien... no se detiene a observar los bonitos detalles arquitectónicos del lugar pues no le son desconocidos. Una vez ha encontrado con la mirada a aquella mujer de cierta avanzada edad sentada en una especie de escritorio o mostrador, se acercó a ella.
La mujer los miró caminar hacia ella con cierta curiosidad que era notable en su rostro.
Kat se adelantó al llegar frente a ella para hablar:
- Buenas tardes, señora. Mi nombre es Katherina, y mi acompañante: Maul. - explico señalando también a mi compañero.- Somos Templarios de la Orden de Sigmar y nos gustaría intentar averiguar o recabar información de primera mano sobre una plaga que asoló esta ciudad ahora hace diez años. No sé si, tal vez, usted recordará algo de aquel entonces, o tal vez ni siquiera estaba aquí aún. Nos sería de gran ayuda alguien que sí viviera aquello pues estamos trabajando en erradicar una horrible peste que asola las calles de Altdorf. Hemos estado durante la mañana con el Padre Nicolaso, quizá lo conozca, y también con Gabrielle, una de sus iniciadas.
La mujer la miró mientras Katherina hablaba y cuando esta terminó de hacerlo, le respondió con educación.
-Sí, ya me he fijado cuando han entrado en que pertenecen a una de las órdenes Sigmaritas. Le Dijo. Sus emblemas así lo indican, desde luego. Conozco al padre Nicolaso ¿Que tal le va con esa infame enfermedad?.
Tras formular la pregunta se encaminó hacia la portezuela que daba acceso al interior del mostrador y salió del mismo.
-La madre superiora Henrrietta podrá atenderles sobre eso, yo solo estoy aquí para recibir a la gente. Les dijo. Aconpáñenme, la hora de rezos ya haterminado y no creo que tenga inconveniente en atender a sus preguntas. Sé que su orden está trabajando codo con codo con la nuestra, pero poco más, yo no llevo esos asuntos.
Con aquello, la mujer se encaminó hacia una de las escaleras para guiar a los dos templarios, mientras esperaba a la respuesta sobre los avances del padre Nicolaso con la enfermedad.
Katherina dispuso sus oídos a las palabras de la mujer a la que se había dirigido nada más entrar en el Templo.
No parecía que fuese a haber ningún problema para recabar información en aquel lugar, lo cual la alegró demostrando incluso una leve sonrisa en sus labios que, rápidamente al percatarse de ello, eliminó de su rostro.
Siguió a la mujer mientras respondía a la pregunta de la misma:
- Bueno, el padre Nicolaso está haciendo lo que puede, lo que está en sus manos... al igual que nosotros. - dijo la mujer con tono serio y después se sinceró respecto a lo que habían visto y oído hasta ahora.- No está teniendo muy buenos resultados y nos ha solicitado que le informemos de todo lo que podamos ir averiguando sobre esta enfermedad para intentar usar dicha información en el taller que usan para tratar a los enfermos. Aquel lugar es... Es horrible lo que puede verse allí, la manera en que la enfermedad va inundando los cuerpos de los pobres desgraciados que la contraen... - al decir esto último y recordar a los enfermos que vieron, Kat no pudo evitar mostrar una cara de asco ante semejante imagen sacada de sus recuerdos recientes.
-Ya me lo imagino, sí. Le respondió la mujer a medida que subían por las escaleras y los acompañaba hasta la madre superiora. Los poderes ruinosos están por todas partes y el mundo ya es de por sí un mal lugar sin ellos. Son malos tiempos los que nos han tocado vivir, pero por suerte Shallya está velando por nuestro futuro.
Subieron hasta la segunda planta, y la mujer los guió a través de un pasillo repleto de puertas a la izquierda. Algunas de ellas estaban abiertas y la pareja de templarios pudo lanzar miradas a su interior para observarlo. Todos tenían el aspecto de grandes habitaciones repletas de camas en las que los fieles a la orden, atendían a los pacientes que allí habían. Les resultaba curioso ver a hombres entre las Shallyanas, dado el caracter de la diosa a la que veneraban, pero no les sorprendió, ya que al fin y al cabo, incluso en su propia orden, en la que predominaban los hombres, se podían llegar a ver mujeres como Katherina. Los dioses del Imperio, por lo general, no hacían distinciones de sexos a la hora de aceptar a los fieles que llevaran su palabra.
Finálmente, llegaron a una puerta abierta en la que entraron. El lugar estaba lleno de pacientes en cama, que sufrían amputaciones de algún u otro tipo, de diversas edades aunque la mayoría jóvenes.
-Aquí tratamos a los heridos de guerra que llegan a la ciudad... Dijo la mujer, antes de llevarlos ante dos Shallyanas que ejercían sus artes sobre un muchacho rubio de no más de 15 años al que le faltaban las dos piernas y que se retorcía de dolor por la agonía.
Esperaron a que las dos mujeres terminaran, y cuando el brillo del divino poder de Shallya desapareció de sus manos y el muchacho dormía. Les presentó a la más anciana de las dos mujeres, que procedía a lavarse las manos en el agua de una pequeña palangana.
-Madre Superiora, estos son Katherina y Maul, dos integrantes de la Sagrada Orden de Templarios de Sigmar. Necesitan hablar con usted sobre el asunto que atañe al padre Nicolaso.
-Ah, bien, bien. Dijo la encorvada mujer, con una voz gastada por la edad. El padre Nicolaso es muy querido en nuestra iglesia, a pesar de no ser de Altdorf, es un hombre muy educado y amable que se preocupa por los demás y ha hecho un gran esfuerzo por ayudarnos con todo lo de esa plaga. Gracias a él, la orden a la que pertenecen y la nuestra están trabajando juntos en este problema que nos atañe a todos, y que está por encima de los conflictos políticos. ¿Cómo le va a Nicolaso? No he tenido muchas noticias de él desde que se fue a trabajar al barrio pobre con los enfermos de allí, así que imagino que estará muy atareado.
Esperó la respuesta observando a la pareja de Sigmaritas con una mirada cargada de sabiduría y fortaleza, pese a su demacrado y viejo cuerpo entumecido por la edad.
Katherina caminaba en silencio mientras la shallyana respondía a sus palabras referentes al trabajo de Nicolaso en el barrio pobre.
Les llevó por un pasillo lleno de puertas desde las que se veían camas con diferentes enfermos y adoradores de la diosa cuidando de ellos. La llamó la atención ver incluso a algunos hombres de fé dado que Shallya era una diosa frecuentemente adorada por mujeres, al menos en lo referente a dedicarse plenamente a ello; pero se sonrío a sí misma al darse cuenta de que ella misma era una de las pocas excepciones en la Orden de los Templarios donde los sacerdotes siempre eran hombres. Gracias a Frank ella estaba entonces en dicha posición también sin importar su sexo o edad.
Finalmente entraron en un cuartucho donde un jovencito rubio que ya carecía de piernas a pesar de su corta edad estaba siendo tratado por dos mujeres.
Cuando acabaron, el muchacho cayó rendido al sueño de puro cansancio. Espero que hayan conseguido aliviar algo su dolor... pensó la sacerdotisa.
Se les presentó a la más mayor de las dos como Henrrietta y Kat hizo un saludo respetuoso a la anciana al ser nombrada para después escuchar sus palabras.
- Ciertamente Nicolaso está muy atareado pero las cosas no le van tan bien como él quisiera y no está teniendo muy buenos resultados con los enfermos. Y eso es lo que queremos nosotros intentar, queremos darle algo por donde empezar, alguna información que él pueda aplicar a esos pobres infectados por tan horrible plaga. - respondió la mujer Sigmarita en tono serio. Luego de responder de nuevo sobre Nicolaso, quien era su fuente de unión con ellas, continuó para acelerar su recogida de información en el lugar.-: Y ahí es donde estamos ahora mismo. Hemos hallado información acerca de una plaga o peste que asoló esta misma ciudad hace tan solo diez años de igual manera que esta vez.
Si no vamos mal encaminados es muy probable que lo que entonces inició aquello, lo esté haciendo de nuevo. Usted que, creo, pudo vivir aquello si no calculo mal, incluso curando a dichos enfermos, tal vez podría darnos información importante sobre lo que sucedió. Quizá en los archivos de este templo haya algo que pueda darnos alguna pista de qué buscar o dónde encontrar lo que busquemos.
Entonces Sigmar ayudo al rey enano y le dio el martillo ¿no?...bien, vale eso lo he visto en los frescos del templo...
Bastante tenia el pobre Maul con tratar de asimilar la clase de teologia de Katherina; como para meterse en conversaciones con la venerada hermana; un dato poco conocido es que la mayoria de soldados del imperio antes de afeitan metiendo la cabeza en la boca de in orco que hacer daño a una de las hermanas; a fin de cuentas muchas veces son las unicas que les ayudan en tiempos de guerra....como el pobre chaval sin piernas...si por el fuera le daba pasaporte pero ya; un golpe seco y dejaria de sufrir, en fin , el no era medico solo un cacho carne con martillo y por Sigmar que no deseaba mas de la vida....
-Mi niña, le respondió Henrrietta a Katherina en un tono maternal me gustaría poder ayudarte en ello, pero poco te voy a poder decir. Es cierto que esta plaga se asemeja a la ocurrida hace tantos años, y no es la primera vez que las Shallyanas nos encontramos con ella, ya la conociamos de antes, de mucho antes. Esta enfermedad ha sido vista en los cuerpos moribundos de soldados que han luchado contra las fuerzas del Caos en incontables ocasiones, pero en solamente dos, la hemos podido ver dentro de las murallas de esta ciudad. Esta es la segunda y de la primera apenas tenemos lo que recordamos de ella.
La mujer cogió del brazo a Katherina y la obligó a caminar para alejarse de allí, pero con educación y sin forzar el brazo.
-Escúchame. Le dijo. Esta situación no se parece en nada a lo que ocurrió entonces. Las Shallyanas fuimos enviadas al barrio pobre a curar a los enfermos y poco más, la orden de La Llama Purificadora se encargó de todo lo demás y nos tuvo atadas de manos en cualquier otro asunto que no fuera intentar curar a los pobres inocentes que no hacían otra cosa que morir horriblemente, sin que apenas pudieramos hacer nada más que aliviar su dolor. Sólo unos pocos, lograron sobrevivir, aquellos que se entregaron a los poderes ruinosos. Pero no lo hicieron por mucho tiempo, la Llama Purificadora se encargó de ello. Malditos sean por acabar con tanta naturalidad con la vida de la gente. Se lamentó. He dicho que esto no tiene nada que ver con aquello y es cierto, por que entonces la enfermedad apenas pasó más alla de un par de calles, el motivo, el que te acabo de explicar. La Llama Purificadora instauró un reinado de terror en ese barrio, matando a casi cualquiera con quién se encontraban, cegados por su fanatismo. Sin embargo, algo bueno salió de todo eso, ya que tras los primeros enfermos, no aparecieron más, y cuando La Llama Purificadora dijo que todo había terminado, aparentemente, así fue. Sin embargo, ahora las cosas están mucho peor. Los enfermos se multiplican y por mucho qe me pese, sin la actuación ferrea de unos inquisidores como La Llama Purificadora, estamos perdiendo el control de la situación.
A base de caminar, Maul, Katherina y Henrrietta, salieron del pabellón y se pararón en el pasillo. Henrrietta miraba a unas palomas en el alfeizar de la ventanas a través del cristal de la misma.
-Lo peor de todo es que hemos podido constatar que la enfermedad se está extendiendo por el Imperio. Un grupo de Shallyanas dedicadas a predicar la palabra de Shallya, y de ayudar a la gente en los caminos, ha llegado con nefastas noticias. Fueron atacadas por un grupo de hombres en una posada en las cercanías de Delberz tras ser testigos de la muerte del dueño del local. El hombre murió victima de la plaga que estamos combatiendo y la situación se puso complicada cuando las Shallyanas intentaron comprobar la salud de la gente del lugar, pidiendo a la gente que no abandonaran la posada. Un grupo de gente de mala calaña se puso nerviosa y las atacaron. Si esto ha ocurrido en una simple posada perdida en los caminos del Imperio, no quiero imaginar lo que ocurrirá si la plaga sigue extendiendose al resto de ciudades.
Henrrietta se giró hacia los templarios y terminó diciendo:
-No tenemos nada que poder ofreceros en este templo. Si existen registros escritos de lo sucedido con esa plaga hace diez años, La Llama Purificadora se encargó de guardarlos. Es mejor que pregunteis allí. Dijo dirigiéndose a los dos templarios.
Katherina sonrió ante el maternal tono en el que la madre superiora la había hablado desde el principio. Pero, una vez entrados de lleno en la conversación y los interrogantes que les habían conducido a Maul y a ella al templo, Kat iba abriendo cada vez más los ojos ante las palabras de Henrietta intentando no desconcentrarse de ellas aunque con una ligera dificultad. El constante pensamiento de que el resto del grupo estaba con los de la Llama no le eran de mucho agrado tras lo que acababan de oír.
Respecto al nefasto encontronazo de las iniciadas en una posada la mujer solo pudo resoplar llena de furia. Shallya no era su diosa, claro que no, pero los poderes curativos con que Sigmar la había dotado le hacían sentirse un poquito parte de ellas pues siempre había sido bien recibida en sus templos.
- Lamento oír eso, Madre. – respondió Katherina con total sinceridad y la mirada fija en una de las palomas que podían verse en la ventana. Tras un momento de silencio, continuó: - De todos modos nos ha sido de gran ayuda conocer con sus propis palabras lo que sucedió en la anterior plaga similar a la que nos asola ahora. Por desgracia, el resto de nuestros compañeros se dirigieron a hablar con la gente de la Llama Purificadora y, como comprenderá, a causa de sus palabras respecto a ellos, la prisa nos apremia y solo espero que mis compañeros estén a salvo.
Girándose y dando la espalda a Henrietta hizo amago de irse por el mismo pasillo por el que la anciana les había llevado minutos antes, no sin antes mirarla fijamente en silencio como pidiendo su consentimiento para marchar y su bendición.
- Ha sido un placer, Madre. Intentaremos que esto no vaya a peor… Lo intentaremos… Y si lo conseguimos volveremos a vernos. Mucho gusto y que pasen un buen día dentro de lo que pueda esperarse.
Estamos de mierda hasta el cuello...penso Maul, tras escuchar en silencio las palabras de la madre shalayana..si bien la mujer tenia mas experiencia con la muerte que un regimientos de piqueros juntos; no podia dejar de comparar las frases de derrotismo con las de aquellos chiflados que se flagelaban a si mismos, cuando luchaban al lado de sus antiguos jefes en los campos de batalla de medio imperio.
Muchas gracias por su atencion Frau dijo Maul despidiendose tambien, con toda la cortesia que pudo reunir, nunca le tocas las narices a una Shalayana; a veces son todo lo que se interpone entre tu y la gangrena...
Entonces dependemos de lo que saquen nuestros compañeros de la gente de la LLama comento Maul a su compañera cuando estaban a solas en cualquier caso la historia de la Dama me ha puesto los pelos del cogote de punta; mas vale que acabemos con esto antes de que la plaga se extienda mas de lo que podamos controlar.
La pareja abandonó el lugar tras despedirse de la Madre Superiora y caminó por las calles rumbo a la casa capitular de La Llama Purificadora, cercana al palacio Imperial como la mayoría de edificios propiedad de las órdenes que velaban por la ley en la ciudad.
Entre el tiempo invertido en el templo, y el paseo de ida y vuelta, ya había pasado una hora, pero el paseo hasta el edificio de La Llama Purificadora no fue muy largo, y apenas les dió tiempo de comentar sobre lo que habían oido de labios de la anciana superiora del Templo de Shallya, palabras que por otro lado no eran nada reconfortantes.
Los guardias de las puertas del edificio, no les impidieron el paso y tampoco les digeron nada al entrar cuando los templarios se presentaron por lo que eran, asintiendo con la cabeza y dejándoles entrar en el imponente edificio. Así, pronto se encontraron en el interior de la bóveda de mármol oscurecido adornada con los estandartes, tapices y numerosos cuadros con motivos Sigmaritas.
Varios hombres iban de aquí para allá, portando con ellos, pergaminos o libros, y siempre se podía ver a algún soldado de la orden haciendo guardia por la zona, o caminando por algún lugar antes de perderse por una puerta.
Preguntando, no les costó saber donde se encontraban sus compañeros, al parecer habían tenido audiencia con el Arzobispo Conrad von Wilhenhoff y este les había permitido consultar en la sala de los archivos de la orden.
Cuando Maul y Katherina llegaron, se encontraron con una amplia estancia, de ventanales grandes que dejaban entrar la luz del sol a su interior, bañando las estanterías cargadas de libros y pergaminos que amenazaban con derrumbarse en cualquier momento. El lugar, disponía de amplias librerías situadas en las largas paredes, y que las abarcaban desde el suelo hasta lo más alto del techo.
Los templarios observaron la existencia de escaleras para alcanzar la información guardada los estantes más altos, y en el espacio que se abría entre ellos y el final de la sala, habían dispuestas una serie de mesas grandes para los estudiosos del lugar.
Doce hombres de anciano aspecto se encontraban allí, escribiendo en gruesos volúmenes y pergaminos. Los miraron cuando entraron, pero inmediatamente prosiguieron con sus tareas, y en una de las mesas, practicamente sepultados por toscos volumenes, y polvorientos pergaminos, sus compañeros hablaban con un hombre de unos cuarenta años, calvo y con una cuidada barba, que lucía el uniforme de los sabios del archivo.
Siento la brusquedad del cambio de escena, son cosas de la sincronización de grupos ;)
Os dejo esto abierto por si quereis comentar algo durante el paseo para volver a reuniros con vuestro compañeros, aunque ya os haya puesto en su escena. Por lo demás en breves os paso con ellos y cualquier cosa que tenga que ver con la nueva escena, ya la podeis escribir en la misma, y no en esta.