Partida Rol por web

Katherina no podía creer lo que sus ojos estaban viendo: Heinrich enfrentándose a aquel demonio para dejar libre a un Maul consciente pero paralizado, que la miraba con cara de no creerse lo que acababa de ver. Y ella tampoco. No era propio del esquelético Artzmann proteger antes a sus hombres que a sí mismo.

Aún así, sabía que no debía desperdiciar la oportunidad en pensar en ello, así que rápidamente corrió hasta llegar donde su amigo el grandullón y empezó a tirar de él hacia la puerta de salida para alejarlo de allí, para evitar que él (y de paso ella misma) también se convirtiera en merienda para esa inmundicia.

- ¡Vamos grandullón! ¡Ya casi estamos fuera de este infierno! - le animó a su compañero mientras le caían enormes gotas de sudor por toda la cara que le nublaban la vista, por suerte no era así con su juicio. Esto no es normal, pero me alegro de poder salvar al grandullón... pensaba la sacerdotisa.

Mientras Katherina salía de la posada cargando con Maul, el berrido del demonio hizo estallar los tímpanos de Heinrich como un trueno; salpicando sangre y una substancia de color extraño al tiempo que el demonio desgarraba su cuerpo dejando caer prácticamente hecho jirones sobre la manta de icor verde que era el suelo de la posada.

Un icono negro; como la marca al fuego del ganado; permanecía ahora sobre el ojo destrozado del demonio que gritaba como si el que hubiera sido destrozado fuera el en vez del agonizante interrogador.

Antes de que las maderas del techo de la posada finalmente cedieran y el fuego consumiera por completo el lugar, aplastando al demonio y a los cuerpos de aquellos lo bastante infortunados como para no haber podido huir; Heinrich pudo ver en sus ojos ya vacíos de vida la figura de su maestro.

Y por primera vez lo vio sonreír.

El piso superior y el techo de la posada se vino abajo con un estrepito de maderas al entrechocar en un mar de chispas. Maderos en llamas bloquearon la entrada a la Luna Roja mientras por las ventanas de la fachada de piedra ascendían grandes lenguas de fuego. Una onda de calor llegó hasta los supervivientes mientras todo se venía abajo. Ahí dentro quedaban por lo menos una veintena de muertos, contando a varios compañeros.

Los guardias de Middenheim se llevaron las manos a la cabeza mientras daban vueltas nerviosas en torno a los supervivientes. ¡¿Qué demonios era eso?! ¡SIGMAR BENDITO! ¡¿Pero qué ha pasado aquí?! No era una pregunta lanzada a ninguno en particular, sino algo que el hombre iba diciendo mientras daba vueltas. El otro compañero, exhausto por haber acarreado a Maul la mayor parte del camino, se apoyaba en su espada respirando bocanadas de aire como un pez recién sacado del agua. Las llamas conferían un tono siniestro a la calle vacía pese a ser media mañana.

Maul y Thalber comenzaron a recuperar poco a poco sus funciones corporales, hasta que lograron sentarse. Heinrich había muerto, de eso no quedaba ninguna duda, lo mismo que Lazar, que Gabriella y que los muchos otros residentes de la posada. Los dos guardias se miraron. ¿Qué debemos hacer ahora? Fue una pregunta sincera, viéndose superados por la magnitud de los hechos. La tragedia no solo se había dado en el interior de la posada, fuera yacían algunos bultos deformes que antes habían sido seguramente comensales en la Luna Roja.

Aquello era una tragedia para la ciudad del Lobo Blanco.

Uh...Maul se dio cuenta de que podia hablar y trato de ponerse de pie como un tiro solo para que todo su cuerpo protestara a la vez y callera de nuevo al suelo como un trato...

UUHHHH apreto los dientes Maul derrumbandose en el suelo dandose cuenta de que la paralisis tambien habia tenido el efecto de apagar el dolor que le atenazaba todo el cuerpo...

Sigmar sea loado...murmuro entre dientes con el dolor aun abotergandole un poco los sentidos, tenia una docena de emociones recorriendole las venas y ninguna de ellas era buena salvo la culpa del superviviente y ni aun asi..

El hombre negro..el es la bestia..el....augh...Maul se callo tratando de recuperar el aliento y jadeando por las vaharadas de dolor que le sacudian el cuerpo..

El cazador poco a poco volvía a tener el control, recuperando la movilidad perdida. Tras ver como el gigantesco Maul caía al suelo tras tratar de levantarse con rapidez Thalber decidió quedarse sentado mientras trataba de escoger las siguientes órdenes.

Guardias, vuestra labor en esa posada ha sido digna de elogios pero vuestro trabajo aún no ha acabado. Buscad a todos los hombres de la ciudad de Middenheim capaces de empuñar un arma o de ayudar. El destino de vuestra ciudad está en juego. Quiero que esperéis a que el fuego se apague y, a continuación, con ayuda de clérigos, purifiquéis el lugar pasándolo nuevamente por las llamas. En su interior yacen muertos un demonio y una bestia, vuestra ciudad no estará a salvo hasta que no sean más que cenizas. La bestia portaba el cuerpo de un hombre de color, si lo encontráis quemadlo. Vuestra segunda misión es que encontréis al hombre al que protegía la bestia negra, no creo que sea difícil de encontrar dado su guardaespaldas y sus ropas ostentosas. Él es el autor de toda la destrucción de la ciudad. Id e informad a todos, el destino de vuestra amada ciudad depende de ello -ordeno Thalber a ambos guardias.

Por Sigmar bendito ¿en que estabais pensando? El hechicero estaba allí, a nuestro lado, y se nos ha escapado. Solo Lazár me apoyó en todo momento cuando traté de coger al maldito hechicero y ahora está muerto. Maldición, debemos emprender de nuevo nuestra marcha pero esta vez sin separarnos ni un momento. Demasiadas vidas se han perdido ya y muchas más están en juego -concluyó descargando parte de su furia en sus compañeros.

Los guardias se encontraban en estado de shock, habían actuado sí, pero por puro instinto por así decirlo. No habían acabado de asimilar lo que ahí dentro había sucedido. Sabían lo que sus ojos habían visto, ohh... claro que lo sabían y seguro que jamás se les borraba esa imagen, pero que sus mentes lo procesaran y lo colocaran en un marco mayor, era algo mucho más complejo. P...pero señor... Miraban a los inquisidores con los ojos como platos, con el clásico temor que el cargo de los cazadores de brujas inspiraba. Yo no tengo autoridad para... solo soy un cabo señor, no podría armar a gente ni... Se le veía completamente bloqueado. Por un lado no quería incumplir las ordenes que le habían dado los inquisidores, pero por otra estaba en el ejército y solo era un engranaje de una maquina mayor y bien engrasada. Quizás deba buscar al Capitán para que hable usted con el, si le parece correcto señor. Alguien con... con autoridad para llevar a cabo lo que pide. A mi nadie me hará caso si... si reclamo eso. Había enfundado su espada y retorcía su gorra en las manos con una tensión palpable.

Maul estaba sentado en el suelo jadeando por el dolor con los ojos cerrados y escupiendo de cuando en cuando trozos de materia que preferia no pensar de donde habian salido.

Thalber le estaba gritando y Maul la verdad es que hacia mas bien oidos sordos; habia subido a la planta alta donde habia encontrado a un sacerdote de y a unos aventureros batiendose contra unos mercenarios y despues habia bajado a toda prisa al escuchar como lo llamaban para enfrentarse a un demonio de babas y mierda..

No habia sido su mejor dia de modo que dejo que Thalber tomara el mando y gritara todo lo que quisiera ahora mismo apenas podia ponerse en pie el hombre y no le apetecia discutir lo mas minimo y menos cuando todo su cuerpo protestaba por las heridas y el temor de que fuera lo que fuera lo que exudaba el demonio fuera a ser algo mas permanente...