Aquella vez no pudo aguantar, el rufián cayó desplomado tras zarandearse unos instantes, aún consciente, pero totalmente desorientado y perdido.
- Bien hecho Markus, eres realmente efectivo-
le dijo Max a su compañero.
Acto seguido, el joven noble imperial se situó tras el sujeto que se les había opuesto tan tenazmente, le cogió de los cabellos con la mano izquierda y, empuñando su acero con la derecha, lo degolló de oreja a oreja.
La sangre manó a borbotones mientras Max le susurraba muy bajo:
- Ya eres mío hijo de puta...-
Luego se levantó y dejó a la sanguinolenta piltrafa que se retorcía espasmódicamente mientras se le iba la vida a chorros por el cuello. Se acercó a la puerta y la atrancó, empujó a duras penas una cama hasta bloquear la puerta y puso encima de la cama la mesa y la silla, además de los bahules. Todo ello -suponía Max- impediría que entrara nadie.
-Nos marchamos, Klins, bájame en primer lugar. Luego subirás a por Markus y nos reuniremos abajo. El mago debe de haber conseguido el Orbe.-
le pidió a su otro compañero. Era hora de marcharse de allí.
Veamos, quizá me haya pasado pero bueno.
En primer lugar, le rebano el pescuezo al mamón con el que luchábamos -si hay que hacer tiradas las haré, pero dado que está KO supongo que sería fácil, lo que establezca Arclite-. De ser necesario hacer tiradas, me quedaría con mis compañeros hasta reventarlo.
En segundo lugar, bloqueo la puerta -quizá sea excesivo todas las acciones que he descrito, de ser así, al menos mover la cama para bloquear la puerta y poner la mesa-
Finalmente, nos abrimos, que Klins nos vaya bajando con toda la rapidez posible. Si no, usamos las cortinas -que el mago debería de haber usado para bajar ¿están ahi?.-
El luchador que tan brava y tenazmente se había enfrentado a ellos sucumbió ante el corte mortal del noble. Abrió mucho los ojos e incluso llegó a alzar las manos para detener al noble corrupto, pero fue inútil. El filo de la hoja seccionó la carne y llegó hasta el hueso. El líquido caliente impregnó la mano del noble. Su sangre inundó la estancia con rapidez, empapando la lujosa alfombra y filtrándose a través de las tablas de madera. El hombre aún tardó unos segundos en morir. Sus ojos desesperados siguieron los pasos de Maximlilian unos instantes, según daba órdenes por la habitación, hasta que, al final, el brillo de la vida desapareció de sus ojos. Sólo quedaron los dos ojos abiertos, mirando a la nada.
Pisando la sangre del muerto arrastró la cama hasta la puerta, poniendo en medio cuantos obstáculos encontró: camas, sillas, taburetes, estantes, telas, candelabros... Evitó el verdoso fluido del suelo, que se había desprendido del orbe, mientras el hechicero saltaba por la ventana, muy poco tardaron en escuchar el golpe contra el suelo. No había sido una caída muy larga.
Cuando Max y Marcus lograron asomarse a la ventana vieron que la caída era inferior a cuatro metros, un salto razonable. No estaban en la calle, como ellos creían, sino en un patio interior rodeado del edificio de la Luna Roja. No había escapatoria, tendrían que salir por la puerta que entraron. Pero eso no importaba ahora. Bajo ellos estaba Blanch, acariciando una esfera verde que respondía con luminiscencia a cada caricia del brujo. Lavando el preciado objeto en la fuente del patio de flores. Tres años* les había costado llegar hasta ahí. Finalmente, el orbe era suyo.
Motivo: Dejarse caer
Tirada: 2d100
Dificultad: 37-
Resultado: 34, 82
Exitos: 1
Motivo: Dejarse caer daño
Tirada: 1d10
Resultado: 4
Dejarse caer: Altura 3 metros. Tirada de Agilidad, en caso de fallar daño 1D10+3, ignora PA.
* Obviamente para vuestros personajes sólo han sido unas dos semanas, pero era necesario señalar el tiempo de juego.
Max señaló a Klins:
-Bajame-
le dijo mientras sonreía. El bueno del mago había logrado el Orbe, después de tantas penurias y desvelos por parte de los sectarios.
Estaba ahí abajo, solo tenían que reunirse con Ibrahm y poner rumbo a Altdorf. Max presuponía que iba a ser toda una aventura.
Venga Markus, nos abrimos, yo prefiero que me baje Klins según lo explicado en el Off, si tú tienes mejores habilidades -Ag, Supervivencia, Escalada...- elige la opción que más te convenga. De todos modos, te recomiendo usar a Klins, creo que es lo más rápido y seguro.
Que sepas que te quedo muy reconocido por tu fiel participación al lado de Max, has salvado al grupo de sectarios clarísimamente al dejar KO al tipejo este. Eres un hacha!
El guardaespaldas de ónice ni siquiera se inmutó ante la caída y cruel final de su oponente. Mucho menos antes los elogios de su señor, que ya comenzaba a descender con el auxilio del jorobado Klins. Había sido un muy buen golpe el que derribó al lunático del orbe, pero al fin y al cabo ese era su trabajo: Golpear a todo aquél que se opusiera entre su amo y las ambiciones del sanguinario noble. Ahora solo restaba llevar ese condenado artefacto al punto señalado, lo cuál podía convertirlos a ellos mismos en las presas, y en los que se desangraran en el suelo como el hombre que yacía sin vida junto a ellos. Como fuera, sin dudas las desgracias no habían terminado para el grupo.
- Con cuidado, mi señor... - Le dijo el negro a Maximilliam, que ya se disponía a reunirse con el hechicero, ambos extasiados aparentemente por la conquista. Marcus esperó su turno para bajar vigilando la planta donde estaba. No olvidaba que los guardias podían ingresar de un momento a otro. El peligro nunca cesaba.
No tengo ninguna de esas habilidades, asì que bajemos con la ayuda de Klins, supongo xD
El mutante alado obedeció. Se quitó la camisa y desplegó sus alas de mosca, con el permiso de su señor le agarró mientras cruzaba en pleno vuelo la ventana. Se mantuvo en suspensión unos instantes hasta descender suavemente hasta el aptio interior, donde el hechicero completaba una serie de rituales para llevarse la esfera.
Klins repitió el proceso, en contra de lo que se pudiera pensar, le resultó más fácil bajar al fornido Marcus.
Motivo: Fuerza (Max)
Tirada: 1d100
Dificultad: 71-
Resultado: 51 (Exito)
Motivo: Fuerza (Marcus)
Tirada: 1d100
Dificultad: 71-
Resultado: 12 (Exito)
Cuando Marcus y Klins tocaron el suelo el hechicero cogió el orbe y lo guardó entre sus ropas. Ahora tenía el poder de causar la putrefacción allá donde fuera. El Orbe de Nurgle, podría extender sus dones por todo el norte, por todo el Imperio, consumir al Viejo Mundo en una agónica enfermedad que sólo dejara, por siempre corruptos, a los siervos del Gran Padre.
Una maligna carcajada brotó de sus labios.
La carcajada fue interrumpida por el repentino choque del acero, los gritos de una batalla y la detonación de una pistola. ¿Una pistola? Ninguno de los mercenarios llevaba una.
Provenía de la recepción de la posada, lugar al que conducía la puerta del patio interior.
- Demonios, ¿y ahora qué pasa?-
susurró por lo bajo Max. Bueno, al fin habían logrado el Orbe pero ahora tocaba lo más difícil, salir de allí con rapidez y presteza.
- Veamos Ibrahm, ilustrame, ¿qué efectos puede tener el Orbe?¿Puede aumentar tu poder mágico?¿Serías capaz de controlarlo para que no emitiera ningún rastro y que no nos detectaran?-
Acto seguido, Max se acercó a la puerta que daba a la recepción de la posada; se pegó a la pared y se agachó. Luego, fugazmente, echó un vistazo sacando la cabeza lo imprescindible -media cara- para ver qué puñetas estaba pasando ahí.
lo dicho, echo un ojo furtivamente ¿qué sucede en la recepción?¿Quién está ahí?.
Tengo un par de preguntillas por el offtopic.
- ¿Mi señor, logra ver algo?
Al guerrero le preocupaba que toda la guardia de la ciudad se les echara encima en plena retirada de aquél inmundo lugar. Al parecer los condenados mercenarios al fin estaban recibiendo su merecido y sirviendo para algo. Por los rumores de escaramuza cercana, era casi evidente que se hallaban trenzados en combate por sus vidas contra oponentes desconocidos aún, pero ciertamente bien armados para la batalla.
- Deberíamos aprovechar la distracción, Lord Reinholn...
A través de la puerta entreabierta se veía la sala de la planta baja, llena de todos aquellos cuerpos mutados y corrupción. Tal y como la habían dejado antes, pero Max podía distinguir sombras en la escalera. Sombras reflejadas por las lámparas de las escaleras. El choque de acero y el rápido movimiento de las antorchas le dio una idea clara de lo que estaba sucediendo: los mercenarios luchaban con alguien, posiblemente los camaradas rufianes del difunto.
Pero peor fue lo que apareció por la puerta: un gigante cubierto de acero con un martillo y un hombre armado con pistola, tras ellos había otras personas. No eran guardias comunes, parecían una fuerza de élite; aquellos símbolos de Sigmar...debían ser la Inquisición.
Todos: Nunca aclaramos qué hacía el orbe, pero era la ostia. Igual empiezan a surgir rayos putrefactos. Iré improvisando con la aprobación de la Sala de Tonos.
Max: Tirada de Esconderse fácil (+20).
¡Por todos los demonios del Averno!¿Qué hacen esos cerdos aquí? Aunque no me extraña, hay muertos por doquier y el Orbe atrae a muchos.
Maximillian se apartó de la puerta. Ya había visto bastante: los mercenarios se ganaban la paga -hipotéticamente claro, no iban a cobrar; o no en esta vida- mientras luchaban con los amigos del degollado. En la puerta, la maldita Inquisición. Lo que faltaba.
El joven hijo del Barón Von Reinholn se acercó a sus compañeros.
Había que salir de ahí pero ya.
- Klins, sácanos volando. Yo iré primero con el Orbe. Os esperaré en el callejón* más cercano. Las cosas se están torciendo sobremanera. Luego Klins volverá y sacará a Markus y finalmente, en el tercer viaje, a Ibrahm.-
les dijo.
- Vosotros dos.- comentó señalando a Markus y al mago -escondeos donde podáis en el patio, si no encontráis ningún sitio, pegaos a la pared y no llaméis la atención. Esperad a Klins y en caso de combate, resistid hasta que venga a buscaros.-
-Ibrahm, dame el orbe.- le dijo al mago. Acto seguido se dirigió a Klins -Sacame fuera, cuando estés en el aire, busca un lugar discreto. Tendrás que ser rápido.-
Motivo: Esconderse
Tirada: 1d100
Dificultad: 39-
Resultado: 37 (Exito)
*-doy por hecho que habrá alguno cerca, las posadas suelen tener otros accesos por lugares más discretos, estilo puertas de servicio y lugares de descarga de material (comida, grano, forraje etc.). Espero confirmación por el master. Si no, que nos deje en el lugar más cercano y discreto, no vamso a dar todo el cante del mundo con un tipo volando en medio de la ciudad.
Ibrahm miraba como un loco el orbe, codiciando su poder y acariciándolo, la energía fluía a través de él. La vegetación cambiaba a ojos vista por la influencia del orbe y el agua del pozo se había tornado multicolor.
Klins miró las paredes del edificio y negó.
No puedo sacaros a todos. Uno, como mucho. No podría soportar el peso más tiempo. Casi pierdo a Su Exclencia la última vez ¿y si eso pasa a gran altura? ¿Y si me llevara el orbe?
- Mi señor, tan sólo díganos donde podremos encontrarlo Ibrahm y yo, si es que salimos vivos de esta. Si considera que tardamos demasiado, márchese lejos de aquí, junto a Klins. - Sentenció fríamente el licántropo negro, a la par que alistaba nuevamente sus armas para un probable y desesperado combate final. Físicamente no estaba en su mejor momento, aquejado por alguna que otra herida de pasadas jornadas de violencia y horror. Aún así, su resolución parecía férrea como el primer día.
- Ha sido un gran orgullo servirle, Lord Reinholn. - Comentó sin demasiada expresión ni ánimo. Sabía que en aquella oportunidad y ante una amenaza latente, su bestia interior despertaría de nuevo. Entonces, tarde o temprano habría de morir a manos de los hombres de armas de Middenheim. No habría sitio donde huir en tal salvaje forma. Convertirse era casi una condenada de muerte ya.
- Blanch, debemos estar preparados para divisar el momento justo y huir de aquí. - Le comentó por lo bajo al viciado hechicero de Nurgle, mientras su amo partía junto al mutante alado. La situación no pintaba nada bien para los dos sectarios que se quedaban en el lugar, pero también era cierto que toda la atención se hallaba enfocada en el interior del edificio. Con algo de coordinación y buena fortuna, el guardaespaldas y el mago albino debían poder salir de allí y perderse en las calles de la ciudad. - La escaramuza sigue siendo dentro de la posada. Cuando el camino esté libre, esa será nuestra mejor oportunidad...
Maximillian recogió el Orbe y se lo guardó como si fuera oro puro. Bueno, era mejor que el oro puro. Luego se dirigió a sus compañeros. Tocaba despedirse, por poco tiempo, esperaba el joven noble.
- Bien, la situación es crítica. Klins me sacará con el Orbe, que no debe caer en malas manos. Vosotros tendréis que salir de aquí sin ser vistos. Aseguráos de que nadie, repito, nadie os siga. El punto de encuentro es la Comisión para Trabajos Públicos, un edificio al sur de la ciudad, cerca de la puerta del Distrito de Ostwald. Os esperaremos una hora, ni un minuto más. En el caso de ser capturados, tú Markus di que trabajabas en la posada como mozo de cuadras y que huíste al patio cuando empezó el combate. Tú Ibrahm, serás un refugiado con posibles que se hospedaba aquí y que salió al patio para esconderse, lo mismo que Markus. Bien, si no lo creyeran u os torturaran, no debéis nombrarme ni a mí, ni a la misión que nos ocupa ni a nada que tenga que ver con los Von Reinholn. Si os aprietan las tuercas acabaréis por confesar, en ese caso, decid que pertenecíais a un culto del Caos local y que un hechicero que se hospedaba en la posada se le "fue la mano" con la magia y se desencadenó todo este lío. Contadles que habéis quedado con él dentro de cuatro horas en el Reposo de Graf, al norte de la ciudad. La confesión debe ser la última opción, no os dejéis coger vivos.-
dijo Max dando instrucciones a los suyos. Finalmente, les sonrió. Pese a ser de otra clase social -muy alejada de los poderosos comerciantes y de la nobleza- había tomado afecto a aquellos hombres, con su lealtad y habilidades, habían conseguido cumplir, en parte, su cometido.
- Buena suerte.-
se despidió.
- Sácame del patio Klins, al callejón más cercano y discreto que veas, adyacente a la posada. Luego iremos a buen paso pero sin llamar la atención al punto de encuentro. Quiero que estés totalmente alerta.-
le dijo a Klins.
Vale, pues que Klins me saqué y luego nos juntamos allí, creo que he dado un par de buenas ideas por si surgen "imprevistos" de última hora.
Todos parecieron entender las órdenes, que incluían sacrificarse por el noble. Así era el mundo, los nobles pedían que se les protegiera bajo cualquier circunstancia, pero Blanch no se mostró partidario de ese plan.
Excelencia, soy yo quien debería abandonar la ciudad, pues soy yo quien puede controlar el orbe. No hay más que ver este lugar para darse cuenta de que es inestable. El orbe no era a ningún lado si no es conmigo. Se lo entregaré a vuestro padre en Altdorf. Además, mi aspecto me delataría de inmediato, puede que ese hechicero luminosos esté con ellos.
Maximillian tenía que reconocer que las palabras del mago tenian sentido, él podría controlar el Orbe -a saber qué efectos tendría- y su presencia podría ser descubierta por otro practicante de magia.
Se decidió.
-Bien, Klins, sácalo de aquí. Si crees que te pueden reconocer o localizar, será mejor que no nos esperéis. Salid inmediatamente de la ciudad y dirigíos a Altdorf, entrégale a mi padre el Orbe y os recompensará con creces. Toma.-
dijo entregándole al mago parte sustancial de sus joyas y del dinero que llevaba encima. Lo necesitarían para el viaje hasta Altdorf; además, le entregó el anillo de la secta que el joven hijo del Barón von Reinholn siempre llevaba consigo. Así nadie podría decir que formaba parte de ningún culto herético, únicamente sería un ciudadano imperial más, que se había visto envuelto en oscuros acontecimientos.
- Buena suerte, partid inmediatamente, pasad desapercibidos y desplazaos con rapidez. Nos veremos en Altdorf.-
les dijo a sus dos compañeros con una triste sonrisa. Markus y él tendrían que ingeniárselas para salir de allí como pudieran y volver a Altdorf por sus propios medios. Max, con su pico de oro, suponía que tenían alguna -aunque escasa- posibilidad.
Vale, pues así las cosas, le entrego al mago el orbe y el 50% de las joyas y dinero que tengo. Las joyas están valoradas en 200 coronas, así que con 100 dos personas tendrán más que suficiente para llegar hasta allá. Además del dinero.
Markus y yo nos quedamos en el patio, intentaremos salir como podamos, preferiblemente mintiendo como bellacos, que eso se le da bien a Max jejeje.
Saludos a todos!.