Partida Rol por web

El breve descanso junto a ese tronco medio seco me recompone un poco de las vivencias recientes y de los bruscos vaivenes por parte de los bandidos. Me despierta un agradable olor a carne asada, debo haberme quedado dormida... habrán cazado algún animal para poder cenar. Uno de ellos viene hacia mi con una jarra que me tira casi por encima y, como puedo, me arrodillo intentando beber algo de que cae. Cuando termina lo miro con repugnancia pues no se merece otra cosa. Creí que los hombres humanos eran unos caballeros, como lo es Óskar y como lo fue Heian, aunque él fuera un elfo, pero está claro que no es oro todo lo que reluce y estos patanes son lo menos caballeroso que me he echado a la cara en mi larga vida.

Me levanta bruscamente y, tras avisar al resto de sus compañeros, me lleva hasta el edificio donde se metió el líder del grupo y del que no le he visto salir.
El interior es un habitáculo de poca luz con dos sillas perfectamente colocadas una frente a otra... que no es muy difícil adivinar que han sido puestas de ese modo para dar pie a un interrogatorio. Y yo seré la interrogada.
El jefe está sentado de espaldas a mi limpiando su espada con un paño y a su lado puedo ver su armadura, de la cual se ha despojado, lo que me alegra en parte pues eso le hace casi tan vulnerable como lo estoy yo, aunque su musculatura es visible... y contra eso no puedo competir.

Su pregunta, aunque suena fría como el hielo, me desconcierta muchísimo y solo puedo entonces contestar con una enorme sinceridad y firmeza en la voz:
- Sí, tengo hambre. Y también sed...

-Hum- Esboza una sonrisa al escuchar tu afirmación con el hambre.

El hombre echa a un lado los velas y dos platos vacíos de la mesa con un barrido de su mano. Quitándose la mochila del cinto, la apoya contra la pata de la mesa, junto a la armadura. Entonces saca un puñado de papeles y los extiende sobre la mesa. Con un sencillo gesto gira la espada y la deja en la mesa delante de ti. Estudias al extraño con intensidad. Su ropa es de buena calidad y se ajusta bien a su musculoso cuerpo. Huele ligeramente a incieso lo cual os confunde un poco. Cuando miráis rápidamente a sus manos, veis que son tersas, sin los callos y heridas que serían propias de un aventurero. La única pista sobre la profesión del enigmático personaje la dan las cicatrices de la parte superir de su cabeza; probablemente sea un asesino.

Al momento uno de los bandidos entra al edifico, trayendo algo de comida y bebida: una botella de vino polvorosa pero de seguro que es un buen brebaje. El líder le hace un gesto con las manos para que se largue y que no le molesten a no ser que sea de urgencia necesidad.

Sirve un par de copas de vino, hecha su cabeza hacia atrás y toma un profundo sorbo. -Para vuestro conocimiento, soy Lhaeo, jefe de un grupo de bandidos como has podido comprobar. Antes de entrar en detalles sobre algún tipo de trato, ¿Por qué no me habláis un poco sobre vos?-. Investigandote de arriba a abajo te invita a sentarte. Lhaeo ya está casi seguro de que no eres una espía.

Estudio con detalle cada movimiento del que, poco después, se me presenta con el nombre de Lhaeo. No termino de comprender a qué se dedica exactamente pues su cuerpo, exceptuando las enormes marcas de su cabeza, no es para nada el de un bandido o mercenario. ¿Asesino? ¿Cazarrecompensas tal vez?

Miro con ojos golosos y con la boca seca la comida y bebida que uno de sus hombres se apresura en traernos dentro del edificio del jefe, y este le despacha con un gesto simple pero claro.
Tras hablar de nuevo me invita a sentarme y no me lo pienso, me siento y doy un largo trago a la copa de vino.
- ¿Trato? ¿Qué trato creéis que puedo compartir con vos o vuestro grupo? - pregunto realmente confundida. Mis armas le habrán confundido, tal vez... Alargo la mano para agarrar un poco de carne que llevarme a la boca pero antes de pegarle el primer bocado con las tripas rugiéndome de puro hambre, le respondo: - Poco puedo contaros sobre mi. Desde que nací he vivido siempre en la misma comunidad, en un bosque, junto con muchos otros de mi raza. Soy una seguidora del más grande de los dioses elfos: Silvanus, el que dedica su obra a los bosques que es a lo que me he dedicado toda mi vida. Sin embargo, un día como podría haber sido otro cualquiera... marché de mi hogar en busca de un amigo que desapareció de repente dejándome preocupada. No sé si lograré volver algún día junto a mis padres o mis pies me llevarán tan lejos que no sabré regresar... Y eso es todo lo que puedo deciros de mi, señor.

El hombre rie con suavidad y se arremanga las mangas de la camisa interior para dar cuenta a la comida. Las llamas iluminan las facciones de un hombre de mediana edad que, sin embargo, parece consumido prematuramente. Rostro seco de finos labios, nariz recta y ojos oscuros, alentados por un extraño brillo febril indican que puede poseer sintomas de alguna enfermedad.

Cita:

-En eso tienes razón. Admite Lhaeo. Tengo una oferta que hacerte, y sospecho que te interesará, pues ambos podemos salir beneficiados. Pero antes necesito comprobar que realmente eres el tipo de persona que estoy buscando. Necesito saber quién eres, de dónde vienes y cómo has llegado hasta aquí-

Ahora es él quien permanece en silencio, pero su mirada hosca y suspicaz es lo bastante elocuente mientras escucha tu pequeña historia. -Una chica tan guapa como tú no es muy común verla rondar sola por aquí, ¿no crees?. No muy lejos, junto al río, hay una pequeña aldea conocida como Aguas Fuertes. Te dirigirás hacia allí, pues necesito una Espada y tú puedes conseguirmela. Antes de darte más detalles te ofrece lo que será tu recompensa si decides ayudarle. Te ofrezco tu libertad, protección, oro, joyas... todo lo que desees con tan solo traerme esa...- Tose con fuerza y violencia, como si un mal estar corrosivo le estuviera perjudicando lentamente. Se recupera, y espera alguna pregunta o una simple afirmación por tu parte, pues deduce que estarás hambrienta.

Un lobo o similar aulla en la lejanía, pero el hombre parece no prestarle atención.. o quizá es que solamente tiene oidos para escuchar lo que tengas que decirle.

Dejé un momento la comida de nuevo en el plato, tragué lo que aún tenía en la boca y me dispuse a responder ante la propuesta de Lhaeo que no me sonaba demasiado... bien. Su ronca tos me sobresaltó. Parecía estar bastante enfermo y la escasa luz de habitáculo no ayudaba a pensar lo contrario profiriéndole un aspecto más... viejo o enfermizo a su rostro.
- Ummm... ya... ya veo... Así que una Espada, ¿eh? Supongo que no será una espada normal y corriente... - dije haciendo ligeros movimientos con mis manos y alzando la mirada a modo pensativo hacia el techo del lugar.- ¿Y puedo saber por qué YO SÍ PUEDO conseguirla... y TÚ NO? - Exageré ciertas palabras que me habían parecido... sospechosas en su forma de sugerirme dicho "trato".

No me era muy difícil deducir, por ejemplo... que serían quizá conocidos en la aldea y por ello no pudieran acercarse a ella; o quizá que el hecho de hacerse con la espada sea más complicado de lo que lo pinta... cosa que esperaba sonsacar con mi pregunta.
- ¿Qué clase de protección crees que podrás darme si te traigo esa espada? El oro y las joyas me importan bien poco, como ves soy una persona que se vale con lo que la naturaleza le brinda, aunque el oro sería de gran ayuda para proseguir mi viaje, mi búsqueda. - le pregunto tras esperar un poco y vuelvo a llenarme la boca de vino y comida. Realmente no tenía excesiva hambre pero me lleno más bien pensando en que quizá tarde en volver a poder hacerlo que por hambre.

El hombre no come demasiado, tan solo un pedazo de carne asado. Sin embargo con el vino es distinto, hecha la cabeza hacia atrás cada dos por tres  para beberse las copas de vino de un trago. Le gusta la coversación, este tipo de tratos, sentado frente a frente con una mujer que radia cierto poder mágico. Aunque eso no quiere decir que su habitual comportamiento se vea difuminado por tu actitud.

-No juegues conmigo jovencita, te lo advierto. Sentencia con una mirada, para que dejes ese exceso de confianza a un lado y te centres en una respuesta cara; o un sí o un no. ¿Acaso no me ves?, estoy que me deshago en pedazos y ese objeto es el único que puede librarme de mi enfermedad. Tose ligeramente y vuelve a servirse una copa de vino, en la tuya hace lo propio. Sólo te pido que entres en la Casa Señorial, te pongas un disfraz y te hagas pasar por una de las sirvientas de la Casa... como verás ninguno de nosotros podría entrar con facilidad. Te diré donde podrás encontrar la espada si aceptas el trato-

Se masajea el mentón clavando sus ojos en los tuyos, como si intentara adivinar o deducir tu respuesta. Sobre lo de la protección y tus ganancias, de momento, decide dejarlo como una parte secundaria de la conversación.

Me resigné, y no evité el mostrarlo abiertamente con mis gestos faciales característicos e inconfundibles, ante la sentencia del hombre.
Realmente sí parecía enfermo... pero no lo había demostrado hasta ahora desde que se vieron las caras en medio de aquel camino. ¿Y cómo una espada iba a curarle aquel mal que le hacía toser de aquella orrible manera? Seguro que alguien le echaría una maldición... pensé mirándole antes de abrir de nuevo la boca.

- Muy bien, aunque ma parece una tarea algo difícil. Supongo que... no es una casa cualquiera. - dije. Además, pienso, así puede que consiga dar con quien estoy buscando ebusco en Aguas Fuertes.- Pero no soy muy buena mintiendo... así que espero no llamar la atención en ese aspecto más de lo que ya lo haré dada mi distinción racial. Sé que los elfos, fuera de los bosques, aún somos observados cuando nos hallamos entre humanos.

Tras aceptar el trato supongo que estará más amigable conmigo asíq ue sigo parloteando:
- Y esa espada... ¿es mágica? ¿Tiene poderes que permiten quitar males de ojo o algo parecido? ¿Tiene poderes curativos? Porque de ser así sería una maravilla poder contar con dicha arma...

Rebusca entre los papeles que había dejado caer sobre la mesa anteriormente, y finalmente parece haber encontrado el que quería. Una de las manos de Llhaeo desaparece dentro de una bolsa de su cinto y vuelve fuera con un víal amarillento y la sitúa enfrente de ti. -Ese líquido hara lo suficiente como para que puedas pasar desapercibida, y esto de aquí es el mapa de Aguas Fuertes, el lugar a donde tienes que ir- No te da ninguna explicación clara del efecto que puede tener ese líquido, tampoco tiene intención de darte más detalles pues quiere que marches ya, por la noche para llegar de buena madrugada a la Villa.

Reordena los papeles y escucha tu interés por el comportamiento de esa Espada, pero el hombre parece no querer decir ni una palabra al respecto.

-Si no deseáis ir a pie, mis guardias os proveeran una montura. Y deja de hacer preguntas, traedme la espada y después hablaremos. Ahora largo de aquí y no intentes engañarme- Te echa con un gesto despresivo con sus manos acompañado de una amenaza que te deja con algunas dudas. En cualquier caso tu obejtivo está bastante claro; llegar a la Aldea, entrad a la casa Señorial y descubrir el paradero de ese objeto afilante.

Cuando decides salir del edicifio, observas una noche estrellada y clara. Los guardias de Llhaeo -a unos diez metros de la entrada a la construcción- se mantienen en circulo al lado de la hoguera, charloteando, pegándose unos a otros entre risas y bebiendo licores. Los caballos permanecen atados a los troncos de unos árboles cercanos al campamento. Un último guardia más, vigila el edifcio donde permanece su jefe por lo que deduces que te ha visto salir.

Sin embargo, parece haberse quedado dormido apoyado sobre el mismo tronco en el que tu te sentaste. Por lo demás todo parece estar en un silencio misterioso..

Antes de salir una duda me atenaza... aunque era más que posible que dadas sus maneras de echarme y sus prisas ni siquiera se dignase a responderme:
- Quizá te he entendido mal pero me había parecido que sabías exactamente dónde buscar una vez esté en la Casa... aunque tal vez me equivoque y el buscarla en una casa grande suponga parte de mi misión. - le respondo todo lo fríamente que puedo después de sus bruscas palabras que no me han gustado en absoluto, lo cual no puedo evitar demostrar con mis gestos y mi voz.

Miro el líquido que me ha ofrecido con cierta reticencia. No confío demasiado en ese hombre por mucho que se esté muriendo. Hay gente que sé que hasta momentos antes de morir no sabe hacer bien alguno. ¿Y si fuera Lhaeo alguien así?

Sin esperar respuesta por su parte pues posiblemente no me la vaya a dar, asomo la cabeza fuera del edificio para ver que el grupo de hombres está entretenido alrededor de la hoguera y el hombre que supuestamente habría de proteger y vigilar el sitio del que salgo, está dormido, así que con descaro me giro y le digo a Lhaeo:
- Una montura estará bien, aunque quizá primero debiera despertar al hombre de aquí fuera que no parece muy por la labor de vigilar que usted, señor, esté a salvo. Y además no quiero que sus hombre piensen que quiero huir y me ataquen de camino a uno de los animales. - dije sin mirarle siquiera, de espaldas a él y en la entrada de su "tienda".

Llhaeo se levanta y escuchas pasos pesados detrás de ti. Finalmente llega hasta donde tu estás para presenciar el espectáculo que están organizando sus vasallos, tanto los del campamento como el que está hechando una mona sobre el tronco. -Malditos imbeciles. Les pago para esto.. Susurra cuando pasa por tu lado para dirigirse al que se está durmiendo. Para despertarlo coge la misma jarra de agua con la que te dieron algo de beber de una manera más que grosera y la vierte por encima. En cierto modo ya te has tomado una especie de revancha contra él. Una vez esta despierto le indica instrucciones. Preparadle una montura. La chica se dirige hacia Aguas Fuertes. ¡Deprisa!- Pega una mirada fulminante hacia los guardias del campamento, esperando que hayan captado el mensaje con sus gritos.

Finalmente, hace intención de meterse de nuevo en el interior de su edifcio, pero recapacita y vuelve sobre sus pasos.

-Busca a Curuvar, el sabrá donde guardan la Espada. Haz todo lo necesario, como si me traes su cabeza. Pero no olvides que quiero esa Espada mañana por la noche. Ya sabes donde encontrarme- La imapaciencia es un enemigo muy poderoso y el propio Llhaeo se enfrenta contra sus propios miedos. Quiere esa Objeto cuanto antes, pero para muchos, seguramente, está cometiendo un error al confiar tan peligrosa misión a una mujer bondadosa que en cualquier momento podría cambiar de opinión y traicinarle. En ese último caso de seguro que Llhaeo se tomaría al revancha antes de que la enfermedad que corretea por el interior de su cuerpo acabe con él.

Te deja a solas, y uno de los hombres -en los alrededores del mismo campamento- ya está desenredando el cordel que mantiene atado al animal en uno de los troncos. En breve tendrás tu montura para partir...

No hago ningún esfuerzo por ocultar o acallar mi risa cuando veo que Lhaeo vierte encima del que está dormido la jarra de agua que me mal-ofrecieron hace un rato.
Después de dar la orden de que me preparen uno de los caballos vuelve a mirarme y decirme lo último antes de dejarme marchar.
- De acuerdo, Lhaeo. - respondo brevemente.
¿Curuvar? Menuda casualidad... Mucho me temo que esa Espada estará tan maldita como lo está el jefe de este grupo. Ya veremos... cómo acaba esto, pienso cuando Lhaeo menciona el nombre de aquel a quien, precisamente y casualente, iba a buscar yo misma antes de este percance.

Observo desde lejos a los hombres que preparan a un bonito caballo negro no muy bien cuidado y sonrío para mí.
Ah... ahora llegaré a Aguas Fuertes al mismo tiempo que si hubiera seguido andando, y además pienso quedarme con ese caballo y cuidar de él como se merece un ejemplar tan precioso, pienso mientras observo la escena.
Cuando terminan, los bandidos se me quedan mirando y me acerco con paso lento hacia el caballo.

Un par de bandidos se acercan a tu posición con el caballo guiado por las riendas. Uno de ellos se encuentra en un estado de embriaguez, y trata de seducirte con miradas y sonrisas de oreja a oreja antes de entregarte el animal. En lugar de seducirte lo que podría provocarte son arcadas, pero en cualquier caso tienes que aguantarlo para que no haya mayores problemas de última hora.

La luna llena produce juegos de luces en todo el paisaje, y los nublados de arriba crean parches de móvil oscuridad todo alrededor. El terreno está sembrado desordenadamente de árboles y rocas, dando la apariencia de un pueblo fantasma como ya habías percibido anteriormente. Sientes más que oír un movimiento enfrente. Alrededor, ves seis criaturas de tres pies de altura con una piel de color marrón herrumbroso y cola de rata rodeando el campamento. Sus garrudas manos portan jabalinas, y sus cuerpos en movimiento para lanzarlas sobre los bandidos. Más ojos rojos luminosos parpadean fuera alrededor del campamento.

De repente el aire se llena de aullidos parecidos a los de los perros..

Es una buena ocasión para subirte al animal y salir de aquí, o por el contrario encararte a esos bichos y hacerles creer a los bandidos que estás de su lado. Pero antes de que puedas decidir nada, unos fuertes brazos te cogen por detrás tapándote la boca para que no grites.

Te arrastra una fuerza que no reconoces, alejándote del animal y de la construcción donde descansa Llhaeo. Por muchos que intentas resistirte no puedes hacer frente a esa fuerza, te cubre la boca con una de sus manos hasta que llegas a un lugar bastante espeso y cubierto de maleza.

-No tienes mucho tiempo. Marchaté- Te dice una voz fría oculta en el interior de esa capucha negra.

Te suelta con la confianza de que no gritaras y se agacha para poder ver entre los matorrales los movimientos de esas criaturas caninas que ha emboscado el campamento. Al parecer el combate ha empezado y todo indica a que la victoria se la van a llevar los kobolds. -Con suerte les mantendrán ocupados-

Me resisto ante la fuerza que de pronto me apresa por la espalda sin darme tiempo a reaccionar. Intento zafarme de quien sea este hombre, pues puedo ver que son unos brazos seguramente humanos y algo peludos los que me aferran, pero no lo consigo.
Con la boca tapada, ni siquiera intento gritar pues no serviría de mucho. Me da la sensación de que el hombre que me tiene presa no va a hacerme daño y mis sospechas se aclaran cuando, tras arrastrarme varios metros lejos del campamento bandido, me habla:

Cita:

Me giro, en completo silencio, para intentar ver el rostro de quien está a mi lado pero una capucha me impide tal empresa.
- Gracias. - Es lo único que alcanzo a decir antes de salir corriendo, esperando aún poder montar en alguno de los caballos que puede que hayan salido huyendo al ver a los bichos raros que han entrado en el campamento.

Por suerte para ti el animal lo tienes a tiro y tan solo tienes que subirte a él para partir, pero no pierdas demasiado tiempo en tus siguientes decisiones o el viaje tendrás que hacerlo a pie. En cualquier caso, seguro que la jugada te sale mejor que si te quedas bajo la supervisión de todos esos bandidos en el campamento. El extraño hombre tiene movimientos y gestos que te resulta muy familiares. Por un momento incluso piensas en levantarle la capucha para ver el rostro que se oculta bajo esa manta negra. Todo tiene que ser rápido y sin pausas y, cuando estás a punto de marchar observas a Gordo y a Marpilla que también se han autoinvitado a la fiesta.

El hombre misterioso finalmente se quita la capucha él mismo, dejando al descubierto su rostro; es Heian.

El eflo agarra las riendas del animal y te las tiende. -Ten mucho cuidado, me gustaría pedirte perdón por la última vez que... Una terrible explosión de fuego estalla en mitad del campamento e interrumpe la disculpa de Heian. No hay tiempo. Vete, corre. Busca a Curuvar, él sabrá que decirte. ¡Corre!-

Tanto Marpilla, como Gordo y Heian se quedarán aquí a defender la posición y quién sabe que otras cosas tendrá en mente, eso solo lo descubrirás si decides quedarte. Pero la insistencia de Heian te transmite confianza y seguridad y esta vez te medio obliga a que montes en el caballo y marches. En cierto modo quiere devolverte la "jugada" que le hiciste en el cuchitril contra los huargos. Pues él si te hizo caso cuando le dijiste que marchara.

Sonrío ampliamente al descubrir la presencia de Marpilla, sana y salva, y su perro Gordo por el que realmente temía tras los movimientos y quejas del maldito Snake. Y mucho más si cabe al ver que es Heian quien se ocultaba bajo la capucha de quien había sido mi salvador.

Heian me tiende las riendas del pobre caballo que habían preparado para mi. Las cojo y tiro de ellas pues el animal está asustado, cosa que no me extraña pues habrá visto a los bichejos esos que han aparecido de la nada.
Mientras me está pidiendo discupas por su actitud la última vez que estuvimos juntos una fuerte explosión llega a nuestros oídos y corta la frase del jóven elfo que se apresura a meterme prisa para que continúe mi camino sin más demora.

Una vez me he subido al caballo los miro uno a uno: Marpilla, Gordo y, por último, Heian...
- Vale, vale, ya me voy. Pero yo os bendigo para que podamos reunirnos en un nuevo mañana en Aguas fuertes. Os esperaré así que no hagais tonterías... - les digo intentando que mi voz no se quiebre a la vez que con mi magia hago lo dicho asegurándome de que el hechizo llegue a los tres. No me gustan las despedidas, por eso marché de mi hogar con una simple nota para ahorrarme abrazos, llantos y especialmente las miradas de mis padres... Por eso mismo ahora hago girarse con soltura al caballo y lo espoleo con fuerza para huir lo más lejos posible gracias a sus fuertes y rápidas patas, las cuales me aseguraré de cuidar para que el animal recupere el buen aspecto que una vez tuvo, seguramente antes de que esos malditos bandidos se hicieran con el. No miro atrás pero mi mayor deseo es que pueda volverles a ver a los tres con vida, además de poder dar con elparadero de Óskar...

Marpilla sonríe al lado de su perro, te guiña el ojo y al instante coloca su cayado enfrente, adoptando una posición defensiva y que indica que está preparada para un inminente combate. Heain da unas palmadas al caballo para que empiece a entrar en calor y con una sensible sonrisa se despide de ti mientras tú ya galopas rápidamente para enfrentarte a tu propio destino.

El camino serpentea y se curva entre la base de dos colinas. El camino aquí está bien definido, pero llega a ser incierto allí delante entre las rocas y las altas hierbas que forman el lugar. La luna llena produce juegos de luces en todo el paisaje, y los nublados de arriba crean parches de móvil oscuridad todo alrededor. El terreno está sembrado desordenadamente de árboles y rocas, dando la apariencia de un valle fantasmal. Sobre el bosque flotan anchos jirones de niebla, pero no te importa demasiado el asepcto tétrico que pueda tener ya que tu avanzas sin mirar atrás por la senda que te conduce hacia la Villa de Aguas Fuertes.