Rezaba en silencio hasta el momento de que tanto el cazador como la forastera insultaron nuestras creencias, eso me molesto, ¿Ademas de aparecer junto a las brujas ahora ridiculizan al señor? No se por donde vinieron pero bien harían en marcharse por el mismo camino.
-Pero señorita Margaret el alguacil dijo que se mataron mutuamente, en todo caso debemos encontrar a los dos compañeros de la bruja, como apuntaba Nathan hace un rato. Yo sinceramente no tengo sospechosos, pero no disfruto con las palabras de Samanta. Que haya tenido una vida dura no le da permiso para faltarnos al respeto de esa manera.-Conteste matando dos pájaros de un tiro.
-Roderick, cállese, enserio.- Le miro con mucho enfado -Usted no ha perdido a su familia, a TODA su familia como yo, así que cierre la boca porque le juro que en esos momentos ves la pistola con otros ojos.- Me calmo y hablo con paciencia mientras no pierdo la mirada -Pero eso fué el pasado, ahora ya no miro con esos ojos, pues canvié mis ganas de morir por las de matarlas a ellas, me crea o no es así, entonces... ¿Pregunto yo? ¿Quien es mas cobarde Roderick? ¿El que quiso morir pero finalmente decidió vivir para luchar, o el que se oculta tras unos rezos esperando no morir pronto sin hacer nada, ni pelear por su vida?-
Preferí no entrar en el tema mas pues ya había tenido suficientes broncas para mi gusto hasta que escuché a la señora Lovet -Señora, enserio, no quiero y creo que la señorita Samanta tampoco quiero, prohibiros rezar ni nada que se aproxime a eso... yo creo que los rezos os ayudan, a algunos, a mantener la calma y me parece perfecto, por eso pedí al reverendo que siguiera con ellos, para que no cunda el pánico.- Le sonrío para calmarnos todos -Todos estamos nerviosos por lo ocurrido y yo el primero debo pedir disculpas, pues no era mi intención meterme con la fe de nadie, cada uno tiene su opinión y la acepto como tal.-
Me giro hacia la señorita Eileen cuando dice: "Además... en breve vendrá el ocaso..." -Jeje, tranquila- Digo en un tono suave -Todos estamos nerviosos y no queremos cometer errores, pero no podemos quedarnos eternamente aquí sin descubrir a estos... bichos.- Le sonrío mientras cojo al señor Statham del cuello, de manera amigable, claro -Además, usted tiene a este hombre para protegerle jaja- Les digo en voz baja "¿Que se creían... que no me daría cuenta? Me paso el día rastreando los bosques para cazarlas y ¿No voy a darme cuenta de unas miradas? jajaja, tortolitos..." Al alejarme de ellos para seguir escuchando los comentarios de los demás mis ojos se cruzan con los de la señorita Victoria..."¿Que me pasa...? Reacciona macho".
Finalmente escucho a la profesora hablar de... ¿Brujería? -Una pregunta, usted es profesora... ¿Se puede saber como sabe de este tema?-
Estoy tenso y me pongo cada vez más nervioso como consecuencia de la discusión que mantienen el señor Roderick y la señorita Lovett por un lado y la señorita Samanta y el señor West por otro. Como creyente, me incomodan sus palabras contra las oraciones, aunque no puedo evitar sentirme influido por la simpatía que me despierta el señor West. Es extraño que el reverendo calle, pues debería ser el primer defensor de la oración.
Me abstengo de intervenir, hasta que el señor West me susurra al oído unas palabras que me hacen enrojecer. - Yo... quiero decir, señor West... Naham, si me permite... Veo que nada se le escapa. Miro a la señorita Eileen, que parece preocupada y me acerco a ella: - Disculpe que la moleste. Percibo su inquietud y la comparto, pero... Desde el fondo de mi corazón le digo que haré todo lo que esté en mi mano para preservarla de cualquier daño y que pondré en este empeño toda mi energía.
- Renegar de Dios solo trae desgracias- me atrevo a decir sin alzar la mirada- Dios nos pone a prueba, como a Job y nos castiga como a Jonas cuando somos demasiado debiles como para enfrentarlo. Una vida dura no es excusa para negar su poder.
Aquellos que creían que rezar no servía es que no comprendían que el poder y la voluntad de Dios escapaba de nuestra comprensión. Rezar había calmado a mi corazón, también había ayudado que me pusieran en mi lugar por mis palabras dichas sin pensar, guíada únicamente por el miedo.
- Será Dios quien nos señale a los culpables si no ponemos suficiente atención fracasaremos en la misión que nos ha puesto el altisimo.
Exactamente, señorita Leyton - Sonríe por que alguien en este pueblo aún sigue en sus cabales - rezar no nos vuelve débiles. Al contrario, rezar y sentirnos cerca del señor nos da el ánimo y la fuerza para seguir adelante, un fiel a nuestro señor jamás vacila ante la muerte.
Rodrerick se pone algo melancólico y cuenta, aún refiriéndose directamente al señor West, a todos los presentes su desgracia, para aquellos de la sala que no le conocieran.
- Señor Nathan, quizás no sabe usted que mi mujer, mi única familia, murió recientemente. Sé lo que es perderlo todo, salvo que a diferencia de usted no me refugié en una furiosa cólera ni me ceñí a un arma de fuego. Seguí la voluntad del señor y me concentre en mi trabajo, en mi salud, en que ahora ella está en un lugar mejor caminando de la mano del señor en los jardines del cielo. Si Dios quiere que sea mi hora que así sea, pero jamás me rendiré si una bruja me ataca esta noche...Y si así lo hiciera que tenga por seguro que este cuerpo, ya afectado por el paso de la edad, luchará hasta su último aliento.
- Si ya dije antes que siempre sospecharía de un extranjero antes que de un vecino de Salem de toda la vida, me temo que ahora también tengo que decir que aquellos que no crean en la palabra del señor sumarán puntos en esta peculiar guerra de confianza.
- Señor West, - El reverendo parecia un poco alterado por los comentarios del cazador de brujas - me apena que usted haya perdido la fe, creo que es una herramienta terriblemente necesaria en su profesión. Pero no desespere del todo, el Señor no na perdido su fe en usted, por eso le ayuda aunque no sepa reconocer su obra. También dice que ha visto brujas orando a Nuestro Señor, no voy a negar que puedan orar, pero no al Señor y menos aún en un recinto consagrado a Él, rezan a su señor, el Maligno. No es algo que me invente yo. En Europa están inmersos en una cacería de brujas y le aseguro que todos los sacerdotes estamos pendientes de esa herejía. Tal vez no haya leído en detalle el Malleus Maleficarum, el Martillo de las Brujas, pero si se que ningún adorador del Maligno puede pronunciar una oración al Señor sin sufrir por ello.
-Por favor no se alteren, tenemos a un par de ateos entre nosotros pero ese no es el mal más importante que nos acecha. Las brujas siguen sueltas. Suspiro y agarro mi rosario con fuerza. Todos estamos preocupados, sin pruebas es muy complicado reunir el valor para acusar a alguien. Está empezando a caer la noche y pronto habrá que decidirse.
Por supuesto que nos ofende que no crean en el señor y nos digan que rezar no sirve de nada. Bueno esa es la opinión de los señores, como bien ha dicho el reverendo, pueden no creer, pero dios no ha perdido la fé en usted y seguramente lo ayuda a su manera. Puede que al estar tan cegado por su dolor y negación no sepa reconocer las señales que le manda el altísimo. ¿Nunca ha tenido suerte a la hora de cazar a una bruja esquivando un ataque, teniendo intuición para descubrir pistas, o simplemente coordinándose bien en la lucha con sus compañeros?. Mire eso es la divina providencia. No pongo en duda sus capacidades como cazador, no le cuestiono profesionalmente, no me malinterprete, nadie duda que esté bien entrenado pero no se olvide de que dios no le ha abandonado. Algunas cosas no suceden por casualidad, el maligno tiene sus servidores y dios los suyos téngalo muy en cuenta cuando reniegue de él, porque puede que necesite que le eche una mano cuando se encuentre en más de un aprieto.
Miro a la señorita Samanta. Le digo exactamente lo mismo que a West. -Pagan su frustración y odio contra el señor porque no entienden que permitiera que sufrieran tanto en su infancia. Yo creo que nuestra fé unido a sus conocimientos sobre brujería es lo único que puede salvarnos así que por favor terminen con las disputas y centrémonos en lo que nos ocupa, desenmascarar a los culpables.
Si ya me encontraba alterada por la llegada de la noche, las palabras del señor Nathan no hicieron más que agravar mi estado. Me quedé por unos momentos totalmente estática, procesando lo que West había dicho.
Cuando por fin pude reaccionar, no pude más que taparme la boca con la mano y mirar hacia el suelo, evitando así cualquier tipo de contacto con ninguno de los dos hombres. No había conocido a ningún varón, y este primer encuentro sumado al hecho de que nos encontrábamos en plena cacería de brujas hacía que cada vez pudiera controlar menos mi templanza.
Cuando el señor Statham se acerca sigo mirando al suelo, cohibida, aunque después de que dijera aquello levanté el rostro: - Gr... gracias, señor... Agradezco su... protección-, digo estas últimas palabras con la cara encendida. Aún así, me reconforta la valía que Alfred muestra conmigo.
Permanezco a su lado, algo más segura (y más feliz), escuchando al resto de aldeanos. Me incomodan las palabras del señor Usher, pues dejaba señor West en una situación poco ventajosa.
Sin embargo, la intervención de la señorita Van Straten me calma un poco. A pesar de ser tan joven, la muchacha parece una persona de lo más sensata.
En silencio, comienzo una oración, pidiéndole a dios que el que fuera condenado esta noche fuera realmente un siervo del Mal, y no un inocente.