La Comunidad
Colonias inglesas de América. Aldea de Salem, condado de Essex, Massachussetts, septiembre del año 1692 de nuestro Señor. Un delirio colectivo de brujas y perturbaciones demoníacas inunda la comunidad puritana del área circundante de Boston.
Dentro de la pequeña comunidad de Salem existe una estricta conducta religiosa, en la cual cada persona vigila a sus vecinos y a su vez es vigilada por éstos en sus palabras y acciones, generando dudas y sospechas en caso de que su conducta no se ajustase a los parámetros religiosos puritanos. Las mujeres son consideradas como individuos destinados a servir a sus esposos y a carecer de mayores derechos, mientras los niños son destinados a educarse severamente desde temprana edad en las labores de los adultos en vez de simplemente jugar. Otra preocupación fundamental de esta comunidad es evitar la «ira de Dios» y, por tanto, sujetarse estrictamente a los dictados religiosos del puritanismo para así evitar el castigo divino que se traduce en pérdida de cosechas, mal clima y muerte de ganado.
Una serie de audiencias locales se han ido realizando en los últimos meses en los condados de Essex, Suffolk, y Middlesex con el objetivo de procesar y después, en caso de culpabilidad, castigar delitos de brujería.
Brujería
Se atribuye a los acusados de brujería un pacto con el diablo. Mediante el pacto, la bruja o brujo se compromete a rendir culto al Diablo a cambio de la adquisición de algunos poderes sobrenaturales. Entre estos poderes está la capacidad de causar maleficios de diferentes tipos, que podían afectar tanto a las personas como a elementos de la naturaleza (causando incluso la muerte); en numerosas ocasiones, junto a estos supuestos poderes se considera también a las brujas capaces de volar (en palos, animales, demonios o con ayuda de ungüentos), e incluso el de transformarse en animales (preferentemente lobos). Según estas creencias, las brujas y brujos acuden en determinadas fechas a reuniones nocturnas denominadas "aquelarres", o más generalmente "sabbats", a las que se desplazaban en ocasiones por medios ordinarios y otras veces de forma sobrenatural. En los aquelarres tienen lugar ceremonias que son básicamente una inversión sacrílega de aspectos de la liturgia cristiana, reina la promiscuidad sexual y se realizan actividades repulsivas (las acusaciones más frecuentes eran las de infanticidio y canibalismo infantil). El Diablo (descrito de muy diferentes formas: a veces con forma humana, pero también frecuentemente de macho cabrío u otro animal) es adorado por las brujas y brujos y a veces se une sexualmente en orgías.
La mayoría de los delitos que se les achacaban a los brujos son imposibles según las leyes de la Naturaleza. Es muy probable que en la mayoría de las víctimas, las acusaciones respondieran únicamente al hecho de haber sido delatadas por otros procesados sometidos a tortura, o a la reacción de la comunidad ante un hecho aparentemente inexplicable. Muchos de los ejecutados hasta ahora probablemente fuesen inocentes, sólo víctimas de falsas acusaciones por envidias o rencillas entre vecinos.
Dogma y creencias
El dogma central del puritanismo es la autoridad suprema de Dios sobre los asuntos humanos. Además, los puritanos subrayan que el individuo debe ser reformado por la gracia de Dios. Cada persona, a la que Dios muestra misericordia, debe comprender su propia falta de valor y confiar en que el perdón que está en Cristo le ha sido dado, por lo que, por gratitud, debe seguir una vida humilde y obediente.
Otros puntos de su doctrina incluyen: Un énfasis en el estudio privado de la Biblia, un deseo de que todos alcancen educación e ilustración (especialmente para que todos puedan leer la Biblia por sí mismos), y simpleza en la adoración, la exclusión de vestimentas, imágenes, velas, etc; la no celebración de festividades tradicionales que ellos consideraban estar en violación de los principios regulares de adoración y la creencia en guardar como obligatorio un día de la semana como está ordenado en los Diez Mandamientos, en el caso de ellos el día de la Resurrección de Jesús, Domingo.
Historia reciente
Todo esto sucedía al margen de vuestra comunidad, pero últimamente sucesos demasiado extraños se han dado con demasiada frecuencia como para pasar inadvertidos. Desaparición de ganado, fructuosas cosechas que de la noche a la mañana se echan a perder, e incluso algún que otro niño desaparecido en el bosque. En un espacio de tiempo más amplio podrían haber pasado como sucesos normales, pues en aquella época no era extraño que algún niño saliese al bosque y no regresara, que alguien robase una vaca o que el año diese malas cosechas, pero ahora era más de un niño, más de una vaca y más de una cosecha. Los cuerpos de los niños no fueron encontrados.
Hace unos días, un buhonero apareció a las puertas de la aldea semidesnudo y gritando incoherencias. Primero se pensó que estaba borracho, y el alguacil a punto estuvo de encarcelarlo, pero el arenoso camino por el que llegó al pueblo estaba mancillado por un reguero de sangre. El alguacil, seguido de dos ayudantes, salió a investigar. ¿Tendría alguna relación el misterioso extranjero con los extraños secuestros? ¿Podría, simplemente, haber sido un loco víctima de algún robo por parte de bandidos?
El bosque que rodeaba a Salem era un bosque muy tupido, y las copas de los árboles impedían que la luz del sol se filtrase, convirtiéndolo en un lugar oscuro y siniestro. Las huellas y el reguero de sangre del buhonero se perdieron una vez ya estaban bastante adentrados en el bosque, de modo que decidieron separarse. El alguacil vislumbró una pieza de tela enredada en los arbustos. Cuando la inspeccionaba, un grito le sacó de sus cavilaciones. Acudiendo raudo a rescatar a su ayudante, se adentró en una caverna profunda, y no encontró si no el cadáver de uno de sus compañeros yaciendo entre los restos de un aquelarre. Una extraña pócima se cocía aún en un enorme caldero negro sobre una fogata, sangre y lo que parecían ser miembros humanos estaban esparcidos por todo alrededor, y diferentes animales (sapos, ratas e incluso un lobo) huyeron espantados ante la aparición del hombre armado. Evidencias de que, como temíais, el Diablo había llegado también a vuestra aldea. Había brujas y brujos entre vosotros. La noticia corrió como la pólvora, y rápidamente el gobernador convocó una asamblea popular.