A mi criterio ambas personas tenían razón.
-A pesar de lo que dice es cierto. ¿Entonces que hacemos Sr.Arthur?-Mire a Mary la única en la que confiaba, ella había liberado de mi conciencia dos ocasiones con sus revelaciones. Tal vez fuera la mas justa en este caso.
-Señorita Jensen. ¿Usted sabría dar una razón convincente o tiene algún acusado?-Era mas interés personal que cualquier otra cosa, pues aun no tenia nada en que basarme.
Por otra parte agradecí el hecho de que al menos el gobernador estuviera con nosotros de nuevo.
-Gobernador Comerton. No sabe lo mucho que pareció su regreso. ¿Sabe que ha sucedido con el alguacil y el verdugo?
Los ánimos se van caldeando entre los vecinos de Salem. Pasan las horas y la tensión se palpa en el ambiente. Se acerca el momento que tanto temo, de nuevo se me plantea el mismo dilema: ¿Cómo acertar en las votaciones?. Solo le pido al señor que nos ilumine. "Señor, no permitas que sean los mismos inocentes los que se acusen injustamente." -Yo confío ciegamente en las palabras de la hermana Arlette. Si ella cree que el señor Winston ha vuelto a la vida por obra y gracia de dios no hay más que hablar. No tengo forma de probar porque la creo, simplemente tengo fé en dios. Pienso que es el altísimo el que habla por boca de la hermana.
Me dirijo al señor Miller. -Usted no es precisamente uno de los aldeanos que más alboroto haya causado. Me parecen sensatas las deducciones que ha hecho haciendo uso de la prudencia y la lógica pero el problema es que al no haber pruebas realmente inculpatorias todos acabamos guiándonos por nuestra intuición (llámelo sexto sentido). Nadie parece tener suficientes conocimientos en su poder para sacarnos de dudas, ni siquiera usted que es historiador. No obstante pienso que entre todos, quizás poniendo al unísono nuestros corazones consigamos descubrir la verdad.
Tomo aire y me digo a mi misma que ha llegado la hora de decir en alto cuales son los aldeanos que gozan de mi confianza. -Creo en la inocencia de Arlette, por la cual metería la mano en el fuego sin dudarlo al igual que por el difunto Nathan. Eileen, Alfred, Winston y Mary también me parecen inocentes. Los demás no crean que los estoy acusando de nada, no es mi intención, es solo que mi corazón me habla con más seguridad acerca de la inocencia de estas personas. Entiendo que en este punto de las investigaciones es de vital importancia aportar cualquier prueba que nos de una mínima seguridad para acusar al ciudadano que tenemos al lado. Discúlpenme por no poder ser de más ayuda. Atrás he dejado la idea de que los juicios no sirven de nada, no estamos dando palos de ciego. Recuerden que ya han caído dos brujos. Muchas personas creen en la inocencia de Mary Jensen, eso a mi personalmente me parece suficiente prueba para no dudar de su palabra. Además no he perdido la esperanza, dios todo lo puede y quizás algún día pueda volver a ver a Nathan con vida. Me veo obligada a seguir luchando, no solo por mi, también por el resto de almas inocentes. Si el bando contrario se fortalece los demás se ponen doblemente en riesgo. El horror forma parte de Salem, si, pero los milagros también. Miro con alegría a la señorita Eileen y al señor Winston. "No todo está perdido, confiemos en dios".
- Desgraciadamente, - se lamentó el reverendo - al menos queda un brujo o bruja entre nosotros, tal vez incluso un par. Mi fe me hace pensar que ninguno de los vueltos a la vida puede ser culpable pues no creo que Nuestro Señor nos volvería a mandar a uno de nuestros enemigos a la vida ni que los brujos puedan hacer algo que solo le compete a Él.
- Por lo demás puedo decir que tampoco no dudo de la inocencia de la hermana Arlette Leyton, digna hija y servidora del Señor, ni de la Mary Jensen, aunque su Ciencia pueda ser confundida con otras artes su corazón es puro. Tampoco es que quiera acusar forzosamente a nadie pero estaá claro que el Mal todavía continúa con nosotros
- Sus palabras son totalmente lógicas, Reverendo. Está claro que el mal sigue entre nosotros... no pida disculpas por lanzar acusaciones al aire. -Luego me giré hacia el señor Brown.- Gracias por incluirme en esa lista, doy gracias a Dios por su regreso. Por mi parte tiene toda mi confianza.
-Me alegra también a mí que me consideren inocente, pues lo soy, aunque peque de orgullo por mi parte al afirmarlo. También creo que hay aún almas impuras entre nosotros, servidores del maligno disfrazados de personas temerosas de Dios, y hemos de encontrarles.. Como dije antes, se me dan mejor los muertos que los vivos, sino podría todos mis saberes en la captura de los malvados, sean quienes fueren, antes de enviar a más inocentes prematuramente junto a nuestro Señor de los cielos -Qué terrible situación se nos veía encima de nuevo..
-No se preocupe señorita Jensen, ya hace usted más que la mayoría de los que estamos aquí, al menos nos da algo de luz en nuestro desconcierto.
-Si empiezan a decir señor reverendo que esas dos señoritas son inocentes... Aquí todos los que estamos también somos inocentes. No porque unas personas digan cosas concluyentes como están diciendo el resto ser les tiene creer más a las dos Señoritas, que aquí todos o somos pecadores por no decir lo que hemos visto, o por ocultar quienes podrían ser los culpables.
Tome aire y continúe. –Pero claro la cansina soy yo por decir siempre lo mismo.
El comportamiento de la dama era, cuanto menos sospechoso, no hablaba y no pedía silencio pero criticaba a los que si lo hacían además de que parecía saltar a la mínima que hablaba el reverendo, tal vez le molestaba lo que decía, tal vez eso explicase su voto hacia él una de las noches.
- Perdone señora Blanca Margaret - Alexander la miró un tanto extrañado - no tengo muy claro que pretende decir. Aquí estamos todos expresando nuestros pensamientos, con más o menos pruebas o ideas sobre quien puede ser culpable o inocente. Si esta muriendo gente esta claro que no todo el mundo puede ser inocente pero tampoco creo que todos seamos culpables. Si quiere aportar sus ideas me parece bien, si no lo quiere hacer , no es necesario que critique a quien si lo hace, puede guardar sus pensamientos para si misma y Nuestro Señor.
-Señor reverendo yo ya dije todo lo que tenía que decir en todos estos días… y no quiero repetirme, pero el culpable está entre nosotros y mientras que sigamos dar ideas, al supuesto asesino le vendrá de perlas saberlas para que en cualquier momento contra ataque.
- Según usted entonces lo mejor sería quedarnos callados y no dar ideas? no decía ayer lo contrario. Señorita Blanca, me sorprende y no gratamente la forma en que se expresa considerando que es profesora. Hasta ahora nada de lo que ha dicho ha sido realmente útil, si me equivoco por favor corrijame y señaleme en que momento ha dicho algo cuerdo que haya aportado aunque sea un poco de luz a esta situación.
Las dudas estaban acosándome, en esta noche. No tenia ni la mas minima idea que de quien seria mi elegido. Era evidente que aun quedaban culpables, ¿Pero quien?
Escuche las conversaciones de las mujeres y el reverendo y no supe ayudar. Por lo que preferi mantenerme callado y expectante, a que la noche llegara o que mi mente me diera alguna idea clara. Tal vez lo que dijo una de ellas ayudaría. Observar.
Me paseo inquieto por el salón, sin perder de vista a Eileen.
Nuestro error al acusar al señor Winston y su milagroso regreso nos han sumido en un mar de dudas del que no sabemos salir. Estoy desconcertado. La habilidad de la señorita Jensen sólo sirve para identificar a los muertos, pero hemos de descubrir a los vivos. El deber de implicarme en las votaciones y la desconfianza que me ha creado mi error en la votación anterior me crispan los nervios. En esta situación, sólo la compañía de Eileen me consuela. Le dirijo una mirada de amor. Acto seguido recuerdo a la señorita van Straten y a mi mente acude el cazador de brujas. Si estuviera aquí seguro que con su humanidad desbordante nos serviría de guía. Ojalá las resurrecciones milagrosas lo incluyeran. Ruego al Señor que se acuerde del señor West y lo devuelva con los vivos, para alegría de todos y en particular de la señorita van Straten.
Pero el tiempo se agota. Voto.
- Esta claro que el culpable o culpables continúan entre nosotros - respondió el reverendo a Blanca - en caso contrario no habría más muertes ni espectáculos dantescos como el de esta mañana. No quiere ayudar a los demás o expresar sus ideas, perfecto nadie la obliga le vuelvo a decir nuevamente, pero no sea tan ingenua como para decir que comunicar nuestras sospechas facilita el trabajo al brujo o brujos, ellos ya saben quienes son simples pueblerinos que matar a su antojo si Nuestro Señor, y nosotros mismos con Su guía, no lo impedimos.
Las acusaciones transcurren sin muchos altercados, aunque alguno critica que expongamos nuestras ideas abiertamente, lo que me parece un poco extraño ya que no veo otra manera de saber quiénes son los brujos.
-Tiene usted razón Reverendo, es la única manera que entiendo podemos avanzar en la caza de brujas.-