Partida Rol por web

Me sorprende la seguridad que tiene el cazador de brujas en si mismo. Nos pide que confiemos en él, no es fácil fiarse de un desconocido pero se muestra tan firme, sincero y confiado con la idea de que va a atrapar a las brujas... Si este hombre ha venido a nosotros por la gracia de dios no tenemos porque temerlo. -West lo que comenta es bastante sensato, teniendo usted el "poder" por así decirlo de confundirnos gracias a sus conocimientos sobre brujeria acusando a cualquiera de los presentes para librarse así de la quema en el caso de que fuera un brujo, ha optado por no crear más discordia. Eso le honra a mi parecer. Disculpe si le he ofendido en algún momento. Dice un poco apenada. En primera instancia me pareció bruta su forma de abordar a los aldeanos pero estoy empezando a cambiar mi opinión sobre usted. Entiendo que dios nuestro señor no dispone los mismos medios educativos para todas las personas.

A continuación se dirige a todos los presentes que quedan en la sala. -Me quedaría acompañandolos con gusto pero me encuentro demasiado cansada. Ha sido un día agotador, mucha tensión acumulada con lo que eso conlleva para los nervios. Prefiero retirarme a descansar, si me disculpan mañana nos espera un día muy largo. Veo como la señorita Eileen emprende el camino hacia los aposentos que nos han habilitado el alguacil y el gobernador, le hago una señal con el brazo para que me espere. No quiero caminar sola por los pasillos del ayuntamiento en plena noche.

Estaba llegando al pasillo que conducía a las habitaciones cuando ve que alguien se le acerca por detrás con el brazo en alto. Al principio, un poco asustada por la misma impresión, se gira rápidamente; cuando ve que es la señorita Victoria la que le hace el gesto para pedirle que se espere se le aflojan un poco los nervios. No parecía una mala muchacha, y a pesar de que necesitaba un poco de distanciamiento de todo aquello, agradeció su compañía. Le había dado tiempo de ver el pasillo antes de sobresaltarse con la presencia de la joven, y la idea de ir sola no era muy tentadora.
Esperó a que estuviera cerca de ella para hablarle:
- Vaya día, ¿eh?-, dice a modo de saludo, con una leve sonrisa. - Mejor será que estemos lúcidas en pensamiento para mañana si queremos juzgar con sensatez... -, le dice con gesto sombrío. - Si bien sabe dios que lo último que quiero es dictaminar sentencia para alguno de los nuestros... No sé nada acerca de las brujas, ¿sabe? No sé cómo vamos a resolver esta situación... No sé.- termina, negando con la cabeza mientras mira al suelo.
- Parece que el señor Nathan se quedará haciendo vigilancia-, continúa mientras se aparta a un lado para cederle el paso a la señorita Victoria. - Espero que no le fallen las fuerzas si, dios no lo quiera, se ha de enfrentar con alguna sierva del maligno... . Después de un momento de pausa, donde Eileen trata de no imaginarse tal situación, una débil sonrisa aparece en su rostro. - Confiemos en él; estoy segura de que está aquí por algún motivo.

Algo más animada, se encamina hacia las habitaciones con la señorita Victoria.

Cuando la señorita Victoria se despide de los que estamos en el salón me sale una reacción espontanea que ni yo mismo me creo, me levanto de golpe ¿Para despedirme? "Increíble... que me ocurre? Si mis compañeros me vieran me ejecutan en el acto..."-Bu... ejem, Buenas noches señorita y no me ha ofendido en ningún momento, mi forma de hablar fue ruda y sobraba bastante, estoy acostumbrado a otra... clase de gente, jaja- Digo riéndome - descanse muchísimo- Con esta frase final no puedo evitar sonreír y titubear a la vez "Completamente un idiota..."

"Parece que solo quedamos unos pocos en el salón y dos de ellos desconfían de mi a no poder mas... me da igual, me he pasado noches sin dormir por cazar una bruja y no ha pasado nada, mañana estaré bien para lo que nos espera, espero que los demás puedan descansar..."

Me acerco al reverendo para hablar a solas con él sin que nadie mas nos escuche - Reverendo, no se tome a mal lo que le voy a decir, no quería decirlo delante de los demás, pero he visto a hombres caer ante estos bichos mientras rezaban... y no les ayudó, aún así, mañana por la mañana una buena misa no creo que les vaya mal, les da esperanza y les anima a tener fe en algo, siga así- Le digo guiñándole el ojo mientras sonrío y acto seguido me giro a la estatua de cristo haciendo la cruz en mi pecho con mi mano derecha y me dirijo al alguacil para que pueda darme algo fuerte para mantenerme despierto sin problemas, algo de cafeína.

Retorno de mis pensamientos al ver a la señorita Schulze yendo a las habitaciones acompañada por la señorita van Straten. Me siento tentado de acercarme a ellas y hablar con la señorita Schulze, pero es tarde y resultaría inapropiado. Si sobrevivimos a esta noche de angustia, mañana hablaré con ella.

El cazador de brujas decide quedarse de guardia. Es un personaje peculiar, sin duda, pero no sé por qué motivo me inspira confianza. No tengo sueño (demasiados nervios y demasiadas pasiones en mi pecho), así que me dirijo a él- Señor West, agradezco sinceramente su decisión de velar por nuestra seguridad. Si no le parece mal, le haré compañía. Aunque mis modesta ayuda no le será de gran utilidad en caso de ataque de las fuerzas oscuras, al menos intentaré hacerle más llevadera esta larga noche.

-Bueno señores, yo echaré un último vistazo al libro que llevo conmigo y también me acomodaré para descansar un poco, cualquier cosa que necesiten avisenme y trataré de ayudar en la medida de lo posible. - Dicho eso me acomodo respaldandome en un pilar y saco mi libro para leer un poco antes de dormir el resto de la noche.

Estaba claro que, con las preocupaciones y el cansancio, la gente no atendía a los rezos. El mundo cambia, lo material está ganado la partida a lo espiritual. Ya ni con amenazas como la actual la gente vuelve sus pensamientos a Nuestro Señor Salvador. Los pensamientos de Alexanderse reflejaron momentáneamente en su rostro pero pronto se recompuso. Son los tiempos que me ha tocado vivir y he de hacer algo por mejorarlo.

Algunos parroquianos dieron gracias por la oración. Siempre hay una luz que da esperanza

La señorita Reyghers, vivo retrato de su padre le preguntó por una Biblia - Aquí tiene señorita. Tuve la precaución de coger unas cuantas al salir de la iglesia. - Cuando le preguntó por la voluntad de Dios quedó un poco turbado - Hija mía nuestro Señor no ha hablado conmigo. Espero que lo haga, que nos de pistas e ilumine nuestro camino. Si en vez de refugiarnos aquí lo hubiésemos hecho en la iglesia tal vez podríamos haber comprobado si las brujas pueden entrar dentro, tengo entendido que no al haber renegado de Nuestro Señor y haber abrazado al Maligno. De todas formas parece que el señor West, aunque su métodos parecen poco ortodoxos puede saber algo mas del asunto. Tal vez yo debería hablar con él una vez que la gente esté más tranquila.

Todos hablan, no se fiaban mucho del cazador, pero a la hora de dejarle solo ante todos nosotros. Ninguno y ninguna era capaz de hacer compañía.

En mi cabeza solo podía pensar...si una persona sea mujer o hombre no se fía. Hace su propia guardia junto a él. Sin tener que dormir a su lado, para no deshonrar a la iglesia.

Viendo como cada una y cada uno se retiraba dije.

Yo misma me voy a quedar con el caballero, aquel que se hace hace llamar cazador de brujas. No sabes distinguir a una bruja entre los presentes. Por lo que estamos aquí todos a ciegas. Si sabes manejar un arma, y yo sé también manejar un arma.

Si no le importa me quedaré aquí haciendo una guardia que no sé...muy bien...si servirá de algo...

- Gracias reverendo, se lo agradezco muchísimo. Tiene usted razón, desconozco por qué no tuvieron ese detalle en cuenta. Si han renegado de Dios no serían bienvenidas en la casa del Señor... Creo que todos apreciaríamos que usted interviniera con el Sr. West ya que parece que ha levantado mas sospechas que otra cosa.

Tras las palabras con el reverendo pidió un candil con el que dirigirse a los camastros que habían sido habilitados para las mujeres. -Buenas noches, deseo de corazón que Dios les acompañe estas horas que quedan por delante. Se dispuso a salir hacia el pasillo, temerosa, pues un pequeño grupo de mujeres ya se había dirigido hacia allí pero ella se había entretenido y parecía que haría el trayecto sola. Armándose de valor serenó su pulso que amenazaba con verter el aceite de la lamparilla y con paso firme y rápido se encaminó hacia su destino.

Una vez allí escogería un camastro que estuviera contra la pared y se dispuso a orar, con las escrituras delante suya. Supuso que la tenue luz que emanaba del candil reconfortaría a las presentes ahuyentando la oscuridad. Preocupada por el alma de todos, tanto de creyentes como pecadores se dirigió a Hebreos 9, 27 que dice así "Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto, el juicio" esperando que al llegar a su fin este a cada uno le correspondiera el destino que se había labrado en vida, como atestiguaba que así se haría en la segunda epístola a los corintios 5, 10. Tras esto besó la cruz que perteneció a su madre y llevaba colgada, tapada siempre por los vestidos de cuello alto que llevaba; se sentó contra la pared y colocó el libro en su regazo. Se mantuvo así unas horas intentando no dormirse pues aunque intentara no mostarlo seguía con miedo. La o las brujas estaban allí y ellas eran sólo un puñado de mujeres encerradas sin protección alguna. Pasado un tiempo no pudo sino sucumbir ante el cansancio así como hizo el candil cuya llama se apagó al agotar la reserva de aceite.

Cuando otro de los caballeros (Alfred) se ofreció a quedarse con el cazador hice amago de retirarme de la sala. Con dos hombres a solas... si ya con uno me parecía indecente... Pero entonces otra joven (Samanta) se ofreció a hacerles compañía, acto que hizo que cambiase de parecer. Además, no creía que hoy pudiese dormir, por lo que prefería mantenerme ocupada.

- Entonces si usted les acompaña, yo también me quedaré por aquí. -Saqué una pequeña biblia de uno de los bolsillos del vestido, y mientras caminaba por la estancia leía para mi misma algunos de sus fragmentos.

Salvador sólo hay uno y su nombre no es el de ningún mortal, su nombre es Dios...

Roderick no era partidario ni detractor de montar una guardia, pues si el mal estaba presente entre ellos sólo Dios podría retener al mal, los hombres y mujeres sólo serían un entretenimiento para el oscuro. 

El novelista, que deseaba que hubiera tinta y papel por el recinto para escribir algunos versos, se retiró a a descansar aunque para su sorpresa se encontró con un colchón mullido con lo que él creía que se trataba de paja de pasto, a deducir por la increíble incomodidad que transformó todo su ansiado descanso en una constante duermevela. 

Agobiado por la situación se levantó al fin y se dispuso a los allí aún presentes para dar una batida.

Se había mantenido en silencio y contrariado por no poder terminar sus tareas, y por no poder preparar aquel ansiado banquete. Se podía notar el desánimo en su rostro, ya que poco podía hacer.

- Bueno... me iré a dormir también, no tiene mucho caso que me mantenga aquí. -

Dicho esto, se fue a la habitación preparada para los hombres a dormir.

En silencio fui hasta donde dormiríamos las mujeres, me parecía de lo más impuro quedarme durante la noche en una habitación con presencia masculina allí. Me metí en una de las camas y recé por los niños que esta noche no tendrían un beso de buenas noches y a quienes la oscuridad asustaría mas de lo que a mi las brujas.

- Buenas noches señorita Victoria, señorita Eileen, Katherine...- seguí así hasta que le di las buenas noches a todas las presentes- rezaré por ustedes esta noche.

Nathan sonrió al ver como el relojero, la señora Lovet y la señorita o señora Samanta se quedaban a hacerle compañía esa noche -jeje, bien al menos será mucho mas entretenido con ustedes aquí- Digo riéndome.-¿Me acompaña relojero?- Digo mostrándole el café, pues no era el mejor momento de tomar alcohol -jeje, sí, es café ¿Alguno de ustedes quiere?- Nathan les acerco una taza a cada uno y se ofreció a servir café.

-Statham, ¿Verdad? fui a su tienda hace un tiempo y nunca le di las gracias por el reloj, la verdad, desde que lo reparó no me ha vuelto a fallar jaja- Le muestra el reloj por si quiere comprobarlo y mira a la mujer misteriosa... esa tal Samanta -No quiero parecer impertinente ni meterme en asuntos que no son de mi incumbencia pero... ¿Podría contarnos algo sobre usted? No se los demás pero yo no la conozco y así tendremos un tema sobre el que hablar- No perdí al sonrisa mientras hablaba con ella, pues no quería parecer grosero.

El reverendo se acercó al cazador de brujas. Por el camino vio la biblia de Ann Lovett y aprobó su actitud con un gesto.

- Lamento molestarle caballero, soy el reverendo Greenberg - extendió la mano a modo de saludo - No he tenido tiempo de hablar con usted y parece ser un experto en la materia. Realmente pienso que usted y sus hombres han sido un tanto... digamos que escandalosos y espero que sea lo que realmente dice ser pues en estas horas de Oscuridad cualquier Luz ilumina el Camino y, por suerte o desgracia no he tenido que tratar nunca con la brujería. ¿Podría ilustrarme sobre la mejor manera de defender y proteger a estas buenas gentes? Me considero un tanto lego en esta materia y si, como usted dice, nos enfrentamos a brujería poderosa y no podemos ver las marcas que delatan a sus practicantes entonces mi prioridad es evitar que nadie más resulte dañado. ¿Podría darme algún consejo?