A veces, la Reina muestra interés en tu vida personal.
¿Cómo respondes a eso?
¿Por qué?
Esta pregunta le corresponde a Augusto Sandoval.
Creo sinceramente que esta pregunta podría combar con la anterior respuesta, pero voy a dejar pasar ese tren.
Te devuelvo la pregunta, Guadalupe.
Guadalupe se dispone a beber de su copa de vino tinto pero descubre con sorpresa que esta vacía.
Ay. Pero si se acabo el vino, voy a rellenar la copa con el decantador. ¿Alguien quiere?
Y mientras rellena la copa recuerda como en otras ocasiones ha estado reunida con la reina, en charlas informales entre amigas comentando chismes y rumores de la corte. Lo cual incluye los amoríos de Guadalupe, algo de lo que no le gusta hablar y menos ante la reina.
Pues si, a veces la reina me pregunta por mi vida privada. Se interesa por mi bienestar y me desea una relación sentimental. No es algo que esté buscando ahora mismo, pero al parecer no es correcto que vaya picando de flor en flor... bueno, ustedes ya saben a que me refiero. Se entiende que eso solo lo pueden hacer los varones, y que las damas debemos ser recatadas, dóciles y serviciales. Un asco, la verdad.
Me halaga que la reina quiera hablar conmigo, y que disfrute de un momento para charlar y tomar una copa en mi compañía. Pero me da mucha vergüenza contarle mi vida privada. Por Dios, ¡Que es mi Reina! Doña Lidia de Siempreviva.
Yo intento responderle con evasivas, sin mentiras. Pero es imposible negarle lo que pide, y eso me avergüenza aún más.
Guadalupe termina la frase con una mirada de soslayo a Felton.
- Esto va a ser divertido- dice Lázaro a quien no le ha pasado inadvertida la mirada de Guadalupe a Felton. Luego mira a la propia Guadalupe y le tiende la copa- Si no te importa Guadalupe, te lo agradecería.
Tras las palabras se queda un momento pensativo, meditando en la profunda crítica social que encierran las palabras de la <seguramente-al menos-medio hada>. ¿Era lícito en verdad que las mujeres estuvieran sometidas a unas condiciones sociales mucho más restrictivas que las de los hombres? ¿Era justo?
- Más allá de las bromas, y del inconfesable deseo de ver como reacciona a esa mirada nuestro buen Felton... debo reconocer que tenéis razón. No es justo. Aunque supongo que es difícil de evitar, al menos, por ahora. Dudo mucho que la mayor parte de los hombres que conozco esté dispuesto a casarse con una mujer a la que se haya tachado de vida disoluta, esa es la verdad. Y también me temo que por ese mismo motivo, y por la ridícula pretensión tan extendida que los hombres son más inteligentes que las mujeres, ningún padre permitiría a una hija comportarse de tal manera... mientras que vería con orgullo como su hijo lo hace.- se acarició, pensativo, el mentón, y asintió, casi para sí- Pero no, no es correcto. Ni justo. Es algo que debería ir cambiando con el tiempo. Ha conocido a mujeres al menos tan capaces como cualquier varón.
-Servidme a mí también, si sois tan amable- respondió, alzando la mano que sostenía la copa hacia ella. Había notado la mirada de la muchacha, y se la sostuvo. No era él un hombre que se dejase intimidar fácilmente.
-La Reina se preocupa por todos, Guadalupe... parece que por algunos más que por otros. Concuerdo con las palabras de Maese Lázaro. No solo hay mujeres tan capaces como cualquier varón, sino que muchas nos superan. Cuesta agachar el orgullo para reconocerlo, pero yo lo digo sin rubor. Ahí está nuestra Monarca como ejemplo, llevando este reino a buen puerto... Y por lo que veo, Guadalupe, vos no os quedáis atrás en cuanto a personalidad e ingenio. La vida pasada no debiera condicionar la presente, ¿no creéis?
Guadalupe sonríe ante las respuestas de sus compañeros de mesa. Al menos muestran simpatía con sus palabras, aunque luego igual no hablan de la misma forma delante de otros varones importantes del reino. Pero al menos han sido amables con ella.
- Desgraciadamente hoy en día pesa más la buena familia y la buena reputación que tus propios actos. La corte puede ser despiadada con sus compañeros, y un momentos estás en lo alto de la ola... y pronto debajo de ella, ahogándote.
La bella mujer sonríe y vuelve a beber, pero pronto deja la copa sobre la mesa. Como si esta vez no encontrará ningún confort en el vino tinto que bebe habitualmente. Mira de nuevo a Felton, pero no le sostiene la mirada. Tal vez hubo algo entre los dos en el pasado, pero ahora mismo no parece quedar nada. Como una chimenea apagada a la espera de que una criada la limpie para ser usada de nuevo.