Partida Rol por web

¿Qué parte de este viaje será la más difícil? 

¿Cómo haces para que el resto del séquito salga adelante?

Venga Lázaro, hombre. No estés así callado. Seguro que eres capaz de contarnos tu secreto para conseguir que siempre tengamos los ánimos a punto para continuar. ¿No es así?

Personalmente, a mi se me hace bastante difícil los tramos sobre el ancho mar. Esos en los que no hay nada más que un monótono lienzo azul que se funde con el cielo. No me malinterpretéis, el océano es bonito, pero para un rato. Además, está el riesgo de las tormentas. ¿Recordáis la última?

Vive Dios que en mi vida he pasado más miedo que flotando en esta cosa en medio de aquellos monstruosos y esponjosos castillos grises que vertían aguas como si del mismísimo diluvio se tratase. Sigo sin entender cómo narices habéis mantenido a flote esta cosa y no quiero saberlo. De verdad que no. Pero seguid así.

La verdad, he de confesar, no sé cómo hubiera soportando ese terror primigenio que me invadió si no llega a ser por lo que hiciste Lázaro. ¿Lo sabe el resto? ¿No? ¡Cuéntalo hombre! ¡Cuéntales como conseguiste devolverme la paz de espíritu!

Coronó aquello con una sonora carcajada aislada.

- Me tenéis demasiado aprecio, y demasiada confianza en mis pobres habilidades - afirmó replicando con una ligera sonrisa a Augusto aunque, pronto, la seriedad que había aparecido en su semblante al escuchar la pregunta volvió a marcarse- Sin embargo difiero en parte en vuestra apreciación. Es cierto que la mar supone no pocos peligros como también que las tormentas podrían causar graves daños. Esos peligros, sin embargo, han sido fijados, preparados, dispuestos. Cuando partimos, como no podía ser de otro modo, preguntamos a Tamara Ojolejano sobre qué podía ver en el futuro de este viaje... Y todos sabemos lo que nos contestó-  dijo haciendo un gesto de asentimiento a la adivina para luego volver a mirar a todos los presentes- En todo caso, debo reconocer que mi miedo es el futuro. Ahora no dejamos de estar en los principios del viaje, pero no tengo dudas que, por mucho que guardáramos el mismo en secreto, su existencia y dirección será ya conocido por nuestros enemigos. Seremos atacados, no hay duda alguna. Y ese es el peligro que más me inquieta. No la presencia de la naturaleza, sino la de aquellos con los que tantos años hemos estado en guerra. Sí, la máquina que montamos es prodigiosa, pero no invencible. Y tampoco nosotros lo somos. 

Quizás las palabras habían sonado demasiado ominosas. Por ello, o porque fuera su forma de ser, Lázaro continuó con una sonrisa, como si le quitara hierro al asunto.

- De todas formas- continuó el ocultista golpeando con suavidad la mesa con su dedo índice- lo esencial es no olvidar que el viaje es largo, y que necesitamos estar en forma tanto física como mentalmente. Sobre todo esto último. Así que entiendo que nuestras animadas tertulias, nuestras partidas de cartas o de estrategia, los prodigiosos condumios con los que nos agasaja Guadalupe, son mejor medida que cualquiera que yo pueda emplear. Lo que no quita para que haya aprendido algunos trucos para calmar el espíritu cuando no basta con una buena cena, una buena partida, una buena conversación. Ya sabéis que me gusta conversar con todos. También mis estudios sobre ocultismo. Esos mismos me permiten...¿cómo decirlo?... al igual que tratar con algunos espíritus, invocar los recuerdos que atesoramos. Permitir que nuestros deseos, nuestras grandezas, tomen en algunas ocasiones forma, aunque sea casi ebanescente, y nos den fuerza y calor cuando las dudas y el miedo nos oprimen- se encogió de hombros- Podría decirse que lo mejor que puedo hacer por mantener el ánimo, al margen de comprobar que los encantamientos rituales que todo el cónclave de ocultistas crearon para hacer la argamasa que, junto a la ciencia, mantiene en el aire a nuestro "caballo alado" y a los sirvientes mecánicos, es recordar, si es preciso, a cada uno de vosotros lo que les hace fuertes. Lo mejor que tienen y aspiran. Mostrárselo. Y eso hice con el bueno de Augusto.

- Entonces, querido Maese, ¿qué pasaría con el Zeppelin si a usted le ocurriese algo durante la travesía? 

- Ah, no. No. No soy tan importante. No es que se fuera a caer de golpe, ni mucho menos. Como dije, no soy yo quien realizó el ritual. Solo el que comprueba, in situ, que sigue funcionando. Dicho esto... es una magia poderosa y complicada. Si yo desapareciera no tengo claro quien de los presentes podría comprobar que los conjuros siguen funcionando. ¿Tal vez vos, Tamara? ¿o tal vez Augusto consultando las notas en mi diario?

Augusto reacciona visiblemente asustado por la sugerencia.

¿Yo? ¿Estás de broma? Ah, no. Eso ni lo pienses. Si dejaras este maldito trasto en mis manos tardaríamos menos de 10 segundos en estrellarnos.

Agita las manos delante de sí

Todos estos artefactos del demonio son demasiado complejos para mi. No tengo ni idea de cómo os las habéis arreglado vosotros para subiros al carro del vapor, pero yo soy un hombre chapado a la antigua. Lo más próximo a tecnología punta que puedo manejar es esta maravillosa pipa de vapor.

¡Más nos vale que Tamara fuera capaz o que a ti no te pase nada!

Guadalupe disfruta de la conversación acompañada de una copa de vino tinto que bebe a pequeños sorbos, sin prisa.

- Entonces, maese Lazaro, le temes al futuro porque desconoces lo que pueda ocurrir. Pese a que la señora ojolejano nos acompaña en este viaje. Je, je, je... poca fe tienes en la vieja, ¿verdad? - se ríe Guadalupe mientras le guiña un ojo a Tamara. Razón no te falta en que saber ver nuestras mejores cualidades, a veces me preocupa que me observes tanto. Aunque entiendo que una belleza como la mía es difícil de no verla. 

Guadalupe sonríe de forma pícara, le gusta chinchar a sus compañeros masculinos de viaje comentando su belleza.

Lázaro negó con la cabeza a las palabras de Guadalupe.

- Futuros posibles. No creo que sea más que eso. Y en todo caso, tremendamente sujetos a interpretación, Guadalupe, como tú misma probaste hace bien poco a cuenta de un filete poco hecho y salado, ¿no es cierto?- se pasó la mano por el mentón antes de continuar- Y en todo caso no todos los futuros, me temo. Si fuera así, hubiéramos ganado la guerra hace años. Y no es el caso. Pero, fuera como fuere, en una cosa tiene razón, Guadalupe- hace una pausa, divertido, y se sirve una copa de buen vino, con la que hace un gesto de brindis hacia la "hada cocinera"- Habría que ser ciego para no ver una belleza como la tuya.

-¡Concuerdo con Augusto! También yo contribuyo con el humo de mi pipa, en tecnología es de lo más avanzado que puedo aportar. Sé de armas, y ya me gustaría tener igual conocimiento de artilugios voladores... Me gusta ver el mundo desde aquí arriba, que siempre nos hace sentir poderosos. 

Felton se dispuso a rellenar su pipa con el tabaco especial que aún conservaba de su viaje a Vallelargo, siempre tan oloroso y deliciosamente especiado.

'-¡Lo que ya no me haría tanta gracia es caer desde aquí arriba! Maese Lázaro... confieso que vuestros poderes son inquietantes. ¿De veras conectáis  con los espíritus?