Casi todo el que te conoce te considera feo.
¿Cómo hace la Reina que te cuestiones esa percepción?
Esta pregunta es para el bello Augusto Sandoval.
Augusto nunca había sido especialmente atractivo, o atractivo siquiera. A decir verdad, nunca habia sido ni siquiera merecedor del calificativo "normal" en cuanto a la belleza de sus rasgos. Siempre había sido lo que se dice feo.
Era algo que sabía desde joven y lo tenía presente como premisa en las relaciones con el sexo opuesto, lo cual solo había contribuido a que permaneciese solo toda su vida.
Y, sin embargo, la Reina había crecido viendo su cara cada día hasta el punto de acostumbrarse a ella y cogerle cariño a sus facciones.
Lo que ella decía de él es que tenía una apariencia entrañable. Que había mejorado con la edad, como el buen vino. Que lucía mejor que nunca...
A Augusto, que había aprendido a despreocuparse por su apariencia, le sorprendió encontrarse a sí mismo creyéndose aquellos mantras. Ahora, a sus ochenta años, empezaba a hacer cosas que nunca hubiera imaginado, como quitarse los pelos que le asomaban de la nariz o las orejas. Y aquello era gracias a la Reina. No porque se cuidara para ella, ya que no sentía ningún amor romántico por ella, sino porque era lo más parecido que tenía a una nieta, y los abuelos hacen todo tipo de disparates por sus nietas.
Ay, usted no es feo, es solo que su belleza es peculiar. Ja ja ja. No, en serio, hay muchos tipos de belleza, no todo el mundo posee mi belleza, pero tienen otros encantos. Y eso es bueno, todos somos hermosos, y la reina sabe ver esa belleza en nosotros. ¿No? - dice Guadalupe tomando una copa de vino con alegría.
Había algo que le causaba curiosidad en los comentarios de Augusto sobre el tema de su fealdad. No era, por supuesto, ni su fealdad propiamente dicha, ni tampoco la relación que la reina tenía con la misma. Más bien...
- Perdonad, Augusto. De vuestras palabras he creído entender que consideráis que es vuestra falta de belleza física el motivo de vuestra soledad. ¿En serio? Quiero decir... prostitutas, matrimonios concertados, un matrimonio por dinero y bienestar para vuestra pareja, esclavas, e incluso mujeres de posición a las que vuestro verbo y sapiencia hubieran podido convencer de un buen matrimonio. Por supuesto, no todos son medios lícitos o morales, pero sí son muchos. ¿En serio nunca probásteis ninguno? Y de ser así, ¿os falto el interés o era otro el motivo?
Bueno, maese Lázaro... - Dijo estirando la inflexión en la respuesta mientras hacía una pausa para una nueva calada de su pipa mientras pensaba en la respuesta a aquella pregunta.
... lo cierto es que no siempre se trata de un sesgo consciente, no sé si me entiende usted. Dicen que un cojo puede usar zancos mientras nadie le recuerde su cojera.
Entiendo su punto, pero quizás de alguna forma inconsciente yo siempre haya saboteado mis zancos al tener presente mi propia cojera. A veces uno es su propio peor enemigo. El caso es que poco a poco centré mi dedicación y esfuerzos a cumplir con mis responsabilidades antes que a apostar por una satisfacción personal que no me creía capaz de lograr.
Podría decirse que fui el garante del cumplimiento de mis propias profecías.
Pero... ¿Acaso mi soledad es relevante? Al fin y al cabo, en este Zeppelin estamos 6 pasajeros y todos estamos solos. ¿O hay alguien que atraviese la puerta del camarote de la Reina por voluntad propia y sin ser requerido?
Aquella pregunta final tenia un deje sarcástico que invitaba a pensar que la respuesta más evidente no era la que Augusto consideraba correcta. ¿Estaba insinuando que alguien se colaba a hurtadillas en la habitación de la Reina fuera de tiempo? Si es que fuera así, no añadió ninguna explicación adicional al respecto.
¿Le pareció a Lázaro sensata y sabia la respuesta de su compañero? En todo caso, tenía una respuesta y, como todas, decía mucho de su interlocutor.
- No lo tengo claro, la verdad. Pero es un argumento más que aceptable- y tras tales palabras, asintió educadamente con la cabeza y ya no dijo nada más.
Ayyy... que al señor Sandoval le gusta la reina - ríe mientras señala a Augusto Sandoval. Por eso no ha estado con nadie más, ¿Verdad?
Augusto no contesta. O bien se reserva el derecho a guardar silencio sobre eso o bien no considera la pregunta más que una chanza.