01.01.1377
La reunión había terminado pero no así para Daura. Aún tenía cosas que hablar con Chester, aún tenía que explicarse y preguntar. Así que una vez fuera de la casa y tras despedirse de sus nuevos compañeros, la druida tomó la forma de una lechuza y levantó el vuelo en la oscuridad de la noche.
En dicha forma, Daura dio vueltas alrededor de la finca Clancy, buscando alguna luz que le indicara dónde se encontraba Chester. La encontró en el segundo piso, así que se dirigió hacia la ventana de la que provenía dicha luz.
La druida aterrizó sobre el alfeizar de la ventana, dónde vio a Chester sentado en un escritorio, escribiendo. Una esfera de luz se movía por encima del mago. Era extraño, pero daba la sensación de que el joven mago hablaba con la esfera. ¿Sería su familiar?
Daura comenzó a golpear con el pico el cristal de la ventana para llamar la atención del muchacho, el cual no tardó en reparar de la presencia de la lechuza y dirigirse hacia la ventana.
El mago se dirigió hacia la ventana y esbozó una sonrisa al animal, para luego abrir la ventana para dejar pasar al animal.
—¿Una furtiva visita nocturna?—preguntó el mago con ironía manteniendo su sonrisa—. Visto tu papel en la reunión no me sorprende Daura. ¿Te apetece cenar?
Daura entró por la ventana de un saltito, extendiendo las alas, y aterrizó con sus pies humanos. Las formas aviares eran bastante incómodas; las plumas hacían cosquillas y picaban mucho. Pero volar era una maravilla. Relajaba enormemente a la druida y le permitía armonizar con la Madre incluso si estaba pasando por una crisis existencial, como era el caso.
Sonrió a Chester.
- Hola - dijo simplemente -. Claro, prefiero cenar aquí, si no, algún instinto residual me hará comerme un gusano o un ratón cuando salga
Esperó en pie hasta que él se sentara.
Chester se giró levemente señalando con el brazo la puerta, al tiempo que la esfera de luz se introducía en su pecho.
—Sígueme. Para una vez que tengo un invitado prefiero que cene en el salón principal. Es lo que mis padres esperarían de mí.
Chester salió de lo que parecía su cuarto personal y junto a Daura, bajaron hasta la planta baja de la finca Clancy. Era imposible no pensar lo solo que se tenía que sentir el joven viviendo en una casa tan grande. Demasiado grande.
Daura y Chester entraron en el salón principal, dónde dos chimeneas ardían, aunque con el frío que hacía, era más que evidente que no llevaban así mucho tiempo. Lujosos candelabros colgados de la pared iluminaban la sala.
Por la disposición de los muebles, ésta quedaba dividida en dos. Por un lado había una enorme y alargada mesa, perfecta para hacer importantes cenas. Por el otro una serie de cómodos sillones y sillas con mesas bajas, dónde poder disfrutar de la compañía después de una buena comida o para tomar un refrigerio. Por supuesto, todo esto era ajeno a la druida que las únicas normas sociales del mundo civilizado que conocía nada tenía que ver con la alta cuna.
En un rincón de la sala, Daura se fijó en el arpa dorada de la que había hablado Chester. El capitel y la columna representaban la imagen de un dragón. Al menos la historia que había contado con respecto al nombre parecía cierta.
Chester se sentó en uno de los extremos de la alargada mesa y le indicó a Daura que se sintiera a su lado. El muchacho había estado silencioso hasta llegar a la sala y seguía con ese aspecto agotado, pero no había perdido su sonrisa. Una vez la druida se hubo sentado, le preguntó:
—¿Qué dudas tienes que solo quieres compartir conmigo?
Daura sonrió al ver el salón. Especialmente al contemplar el arpa.
- Vaya, me alegro de que no tuvieras una escultura obscena o algo así cuando pensaste en esta operación - bromeó -. Aunque admito que me habría hecho gracia pertenecer al gremio de las Tetas de Mármol
La druida se sentó frente a Chester y juntó las manos, intentando parecer solemne.
- Nos conocimos en Rashemen - dijo -. Allí te confesé mis dudas, y tú me consolaste, creo que eres lo bastante inteligente como para imaginar que ante esta situación, esas mismas dudas se han vuelto especialmente...persistentes
Sintió que le escocían los ojos. Ella no era así. No le gustaba enfrentarse a gente buena. Su compasión la llamaba a curar como a un pez le llamaba nadar, y ahí estaba, haciendo daño a alguien de corazón noble.
- Sabes que no me gustan los magos - añadió sin rodeos -. Mejorando lo presente, claro; pero Elminster tenía el corazón en su sitio para ser un tipo tan poderoso, y sabes tan bien como yo que eso es más raro que una araña con nueve patas. El poder corrompe, devora todo lo que es bueno y pervierte todas las intenciones. Sé que los Arpistas hoy son una fuerza positiva, pero, ¿Y mañana? Si todas nuestras buenas intenciones causaron tanto dolor en Rashemen, ¿Qué ocurrirá cuando ni siquiera nos importe el daño que hagamos?
Chester sonrió a la broma de Daura, sonrisa que tras escuchar sus dudas adquirió un leve tono de condescendencia.
—Te equivocas en tu premisa base. No es cierto que el poder corrompe a todo aquel que lo ostenta. Azoun IV, el Rey de Cormyr, o Piergeiron Hijo de Paladín, el Señor Público de Aguas Profundas, son sólo dos ejemplos.
El joven mago miró hacia la chimenea y en su mirada se notó que estaba recordando.
—No sólo mantengo lo que te dije aquel día en Rashemen, sino que la perspectiva del tiempo refuerza lo que pienso. Sin la ayuda de los arpistas, nada ni nadie podría haber parado a los zhayinos. Rashemen ya estaba dividida, sólo que la guerra hizo que esa división viera la luz. En muchos casos, la labor de los arpistas se centró en evitar el confrontamiento entre rashemíes para que pudieran plantar cara a su enemigo. Pero una vez el enemigo fue derrotado, Chaul aprovechó la oportunidad.
Mirando de nuevo a Daura, Chester siguió hablando.
—Bajo ningún concepto podíamos permitir que Zhay ampliara su poder, pero para lograr ese objetivo, tuvimos que pagar un precio.
La puerta del gran salón se abrió y dos bandejas flotantes entraron en la sala. Una llevaba la comida, ave asada, y la otra llevaba otra botella de vino y unas copas. Chester dejó de hablar mientras unas figuras invisibles servían la comida. Un rato después la puerta se cerró.
Este tipo de cosas son las que tanto me molestan de los magos. ¿Tanto le costaba llevar unas bandejas? Le habría ayudado, maldita sea. Cuando la magia dejó de ser una forma de conectar con la naturaleza, todo se pervirtió. Oh, por supuesto, ahora me va a citar a los santurrones, estupendo. Condescendiente, pedante...mago.
- ¿Cuándo ha dejado uno de ellos de matar a quien él consideraba un villano? Es lo que intento decirte; estás tan obcecado en que esto está bien que no te paras a pensar en que podría estar mal...y que eso seguiría siendo parte de un todo
Me miro las manos. No comparto su opinión sobre lo de Rashemen. No puedo entender aún que él justifique tanto dolor y tanta muerte.
- Yo vi una Rashemen en paz y una Rashemen dividida por la guerra, Chester, y vi que nosotros entrábamos porque entró Zhay, rival de nuestra organización. Usamos un país de campo de batalla, ¿Y tú me dices que ya estaba dividida? ¿Y por qué no lo estaba hasta que no entramos allí? Puede que los prejuicios que tengo contra los tuyos no me dejen ser imparcial, pero no intentes justificar una guerra de interés como una maldita causa justa, porque me marcho ahora mismo
Sonrío con amargura.
- "Bajo ningún concepto podíamos permitir que Zhay aumentara su poder"...seguro que ellos dicen lo mismo de nosotros. No seas paternalista conmigo, Chester Clancy. Que mi magia no provenga de creerme más lista que todos los demás no significa que sea estúpida, ¿Quieres que te ayude? Dime la puta verdad. Dime que es porque quieres, porque deseas vengarte, porque estás furioso y porque prefieres ver arder el mundo antes que dejar que Zhay y la Red Negra se lo queden, y yo te ayudaré. Pero no vuelvas a tratarme como a una niña estúpida; no soy la marioneta de ningún mago, aunque tenga un arpa de oro en su salón
Del pecho de Chester volvió a salir una esfera de luz, y ante la sorpresa de la druida empezó a gritarle, al tiempo que iba cambiando el color de su luz continuamente.
—¡No te atrevas a retorcer lo que está bien! ¡No sé quién te crees que eres pero creo que Chester ya te ha soportado suficientes tonterías! ¡Si no quieres que te trate como una estúpida deja de comportarte como tal y escucha! ¡Deja de ser una maldita ign…
—Luxel, suficiente—dijo Chester con voz cansada haciendo que el globo de luz se callara—. ¿Quieres la verdad? Quiero dominar el mundo. Quiero que todos los poderes bailen bajo el influjo de mi cuerdas de marionetista y que tú me ayudes a conseguirlo. Yo dividí Rashemen en dos. Yo creé a las dutrhan e hice que se infiltraran en el wyclarán durante años, para que llegado el momento tomaran el poder. Yo hice que Chaul se mostrara ante sus hermanas para que la división fuera en dos. Todo lo he hecho yo que soy un maldito amo de las marionetas. Y para eso quiero utilizarte. ¿Es eso lo que quieres oír?
Chester volvió a quitarse las gafas, cerró los ojos y suspiró.
—Estoy cansado Daura, cansado de dar cada bocanada de aire que tengo en intentar hacer hacer Faerûn un lugar mejor para que vengas tú y lo pongas en duda—en esos momentos no parecía que Chester fuera un joven con toda una vida por delante, sino una persona que ya había visto demasiadas primaveras—. Porque eso es lo único que quiero y esa es la verdad, la única verdad. He perdido mucho y sé que me queda mucho por perder para que vengas aquí y te inventes que tengo un motivo oculto que es el que lo mueve todo.
El joven mago volvió a ponerse las gafas.
—Te lo voy a decir una última vez y es tu última oportunidad Daura Tir Darach—el tono con el que habló Chester cobró fuerza—. Os he reunido con el fin de crear un grupo que ocupe el lugar dejado por Elminster para trabajar juntos y evitar que Faerûn se precipite a su destrucción. Me mueve el mismo altruismo que me ha movido desde que entré en los arpistas y no tengo ningún otro objetivo oculto. Me he asegurado de que todos y cada uno de los que han sido invitados a la reunión de hoy, tienen ese mismo sentimiento en sus corazones aunque lo expresen de maneras diferentes. Os he elegido porque yo no soy un líder, no valgo para realizar esta tarea.
En todo momento Chester había hablado con una voz calmada probablemente por el cansancio que ya era visible en él.
—Así que te lo voy a preguntar una vez más, la última. ¿Crees en lo que te digo? Si es así, estaré encantado de que participes en esto. Si no crees en esto márchate. Y no me mientas porque si tu intención es sabotear esto vas a tener que matarme. Tú decides.
Daura se repantingó en la silla con una sonrisa divertida. Sus dientes, obedeciendo a su instinto más que a una decisión consciente, se afilaron ligeramente. Sus ojos brillaron, tomando cierto cariz animal. Su naturaleza interior estaba empezando a mosquearse, pero ella sabía que se consideraba un gesto grosero dar un zarpazo a un mago pedante.
- Condescendencia, Chester, vuelves a tratarme como a una niña - dijo poniendo las manos detrás de la cabeza -. Si no me crees capaz de mantener una discusión con una alimaña del bosque como yo, ¿Por qué te molestas en fingir que quieres escucharme? Si no eres capaz de responder a unas dudas razonables, puede que no seas tan digno como te crees, pero bueno, te dejaré "tomar aire", si es lo que quieres
Con un encogimiento de hombros, la druida apartó la silla de la mesa con los pies. Notaba sus dientes aún afilados, pero hizo un esfuerzo por retraerlos. Cada vez estaba más sintonizada con la Madre, y eso requería un mayor control...vaya, ¿Dónde había oído hablar de eso? ¿De controlar el poder? Desde luego, no entre los magos de los Arpistas, por lo que parecía.
- Creo que tú crees lo que dices, y por eso, como llevo repitiéndote desde esta tarde, te ayudaré, pero haz el favor de intentar pensar en lo que te he dicho en lugar de convencerte de que sólo soy una disidente, así empiezan todos los tiranos
Chester volvió a cerrar los ojos y respiró profundamente. El globo de luz comenzó a orbitar a su alrededor y se volvió de color azul. Era extraño de interpretar pero parecía que estaba preocupado por el mago.
—Daura…—dijo aún con los ojos cerrados—. Si pensara que eres una disidente, si pensara que eres un problema, no estaría aquí dedicándote tiempo, ¿no crees? Al contrario te respeto y por encima de todo, te aprecio, y es por ello que si te equivocas, mi obligación como amigo es hacértelo ver. E insinuando que me mueve un motivo oscuro, te has equivocado.
El mago abrió los ojos y miró fijamente a la druida antes de empezar a hablar.
—La corrupción solo puede ser controlada de una manera. El poder está repartido y si alguien empieza a hablar bajo sus propios objetivos y se ve corrompido por el poder, la organización actúa. Así funciona también el Círculo Arpista. La cuestión Daura, es que este plan solo puede funcionar si crees ciegamente en él. Y si antes de empezar ya te planteas el fracaso, ¿para qué aventurarte en esta empresa?. Nos jugamos mucho Daura, nos jugamos mucho como para dudar. No quiero que me ayudes, eso no nos sirve. Con medias verdades y desconfianzas no conseguiremos nada. Tienes que creer en esto, tienes que vivirlo.
Chester se quedó en silencio unos segundos antes de añadir.
—Sólo así salvaremos a Faerûn de su destrucción.
Fe...¿Un mago dando lecciones de fe? Daura era lanzadora de conjuros divinos, estaba más cerca de lo divino que él, tocaba la mano de la Madre cada vez que le imploraba ayuda, él sólo hacía magia porque su ego estaba acompasado con su cerebro, ¿Y le pedía que tuviese fe?
- Me planteo el fracaso porque puede que haya que planteárselo, Chester, los muertos de Elfárbol creían en nuestra organización y están muertos. No digo que sea culpa de nadie, sólo que las buenas intenciones a veces no dan buenos resultados
Suspiró.
- Con todo...no podemos permitir que nuestros enemigos tomen ventaja de nuestro revés, estoy contigo
"Como llevo diciéndote varias horas, a pesar de que tú lo estés interpretando como sedición, mago ofuscado de las narices"
- Iré a Khessenta en busca de Rinne, no sé si la conoces, y me aseguraré de que el Círculo colabora con el Arpa de Oro, mientras tanto, ¿Podrías averiguar qué ha sido de Eithne? Eithne Crinnegra, fue la que me condujo a los Arpistas y mi maestra, no sé nada de ella
Chester pareció relajarse ante el cambio de actitud de Daura, o al menos así se lo hizo ver a la druida. El mago alargó una mano a la copa de vino y le dio un pequeño trago.
—No encontrarás nada más que muerte y desolación en Khessenta. Según tengo entendido hace cuatro meses el Círculo del Arpa abandonó el lago Akana para reagruparse en el Bosque de la Tierra. Si quieres buscar a Rinne es por allí por donde deberías empezar.
Acariciándose el mentón añadió.
—Veré lo que puedo hacer para localizar a Eithne. ¿Quieres que le transmita algún mensaje?
Daura asintió, agradecida. Aunque lamentaba no poder volver a Khessenta. Se había enamorado de sus arroyos, sus montañas y sus bosques.
- Qué desastre - dijo con toda sinceridad, no tanto por las gentes de Khessenta, que también, sino por imaginar aquellos hermosos parajes llenos de "muerte y desolación" -. Pasará una generación entera antes de que la tierra se cure, si la han herido, ¿Hay muchos refugiados? ¿Algún reino puede darles asilo?
Cayó en la cuenta de algo más.
- ¿Y los Hombres Lagarto del país? ¿Se han escondido? ¿Se han unido a los dragones? Confían en los druidas, si quieres, cuando vuelva, podría intentar ganarlos para la causa
Empezó a estirar. Giró el cuello y lo torció tanto como pudo. Ser una lechuza era muy incómodo si no calentaba antes.
- Si la encuentras dile lo que estoy haciendo - respondió -. Ella juzgará si eso merece o no venir a verme
Le preocupaba mucha más gente, claro. Sus amigos de las tribus de la Frontera Salvaje, la gente que había conocido en el Bosque Alto, los druidas del Gran Valle, Nythra, Vika y su secta de locas enmascaradas en general...el gremio podría servir a Daura para coordinar a sus muchos contactos en todos los Reinos para luchar por la Madre Tierra, pero llevaría mucho tiempo. Sintió de pronto que tenía que decirlo:
- Te agradezco que confíes en mi, Chester Clancy
Cuando Daura comenzó a hacer preguntas sobre Khessenta, Chester no pudo evitar poner un gesto de circunspección.
—Todos los que permanecieron en Khessenta están muertos. Todos. El ritual del culto del dragón tenía como objetivo matar a todos los habitantes de los Antiguos Imperios para a continuación alzarlos como muertos vivientes. Elminster lo único que pudo hacer es evitar lo segundo.
Con un suspiro el joven mago continuó hablando.
—Respecto a los refugiados... La mayoría de los khessentanos se dirigieron a Delzhuntel, en Aglarond, pero bueno la situación allí no es especialmente buena. Los unzherinos estaban en una mala posición por la invasión de Mulhorand, y los mulhorandinos optaron en su mayoría por presentar batalla. Desconozco que fue de los hombres lagarto, pero si se quedaron en el lugar, me temo que tuvieron un triste final.
El mago se levantó de la mesa, apenas había tocado su cena.
—Te acompañaré a la ventana, para que puedas marcharte como viniste—dijo con una sonrisa—. Te espera un largo viaje.
Daura y Chester subieron hasta el mismo despacho dónde se habían encontrado.
—Nos veremos en un dos meses. Buen viaje.
Tanta muerte. Los dragones eran fuerzas de la Madre, como las tormentas y los huracanes; como una buena cosecha o una lluvia renovadora; como plagas o como primaveras. La expresión máxima de la naturaleza. Algún día, Daura conocería a un dragón. Estaba intentando enfocar su habilidad de cambio para ser capaz de transformarse en una de aquellas criaturas que eran para ella avatares de la Madre, pero quizá nunca lograra su objetivo.
¿No podría tratar de alinear a otras criaturas afines a la Madre para el esfuerzo de Chester? Los druidas de los ogros, de los minotauros, de los gigantes y de los orcos sintonizaban con otro rostro de la naturaleza que a ella le constaba visualizar, pero sin duda, entre los demás seres capaces de seguir el camino del druida, podría hallar a otros. Eithne era un claro ejemplo de ello. No quería crear un ejército de centauros, locatah, lenauros, hombres lagarto y demás gentes salvajes, pero quizá conseguir que contasen para la causa. ¿Acaso no tenían corazón? ¿No pensaban, como los elfos y los enanos? ¿No podían ayudar? Quizá, si veía buenas señas, hablaría con Chester sobre ello. De momento, tenía que buscar a Rinne y volver al Bosque Alto en busca de un recluta potencial. Además, quizá lograra que las Tribus echaran una mano también. Se llevaba bien con sus druidas.
- Buena suerte a ti también - diijo Daura -. Aunque no vayas a volar por un cielo infestado de dragones - añadió con una sonrisa antes de volver a su forma lechucil
Justo antes de irse, mientras se sentía empequeñecer, se acordó:
- ¿Te importa quedarte con Sokto hasta que vuelva? Te conoce, le he hablado de ti, te hará caso y...uh-UH
De noche Daura volará como lechuza. De día, como águila. Por lo general, va a preferir viajar de noche
Una lechuza alzó el vuelo en el nocturno y abierto cielo de Aguas Profundas. La luna brillaba iluminando los tejados que de los edificios de la ciudad, mostrando una estampa muy diferente a la que la mayoría de la gente tenía a su alcance.
Un largo vuelo le esperaba a la druida, un vuelo que le haría recorrer todo el norte de Faerûn buscando reencontrarse con sus compañeros del Círculo del Arpa. La situación había cambiado y un peligro parecía cernirse sobre el mundo conocido. Por un instante a Daura le parecía que una oscuridad estrangulaba a la ciudad, pero cuando pestañeó no había ni rastro de esa imagen. Había sido una ilusión, iba a tener que añadir la sugestión psicológica a las cualidades de Chester Clancy.
Con una sonrisa, o al menos la sensación de estar sonriendo, Daura dejó atrás Aguas Profundas. Su destino: el Bosque de la Tierra.
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