Después de un rato de silencio, Chester volvió a tomar la palabra con un tono más conciliador aunque titubeante.
—Bueno… si nadie tiene más que decir… Supongo que podemos dar la reunión por terminada. Es agradable tener visita en casa pero estoy seguro que todos tenéis asuntos más importantes—haciendo una inclinación la cabeza añadió—. Tormenta, Paloma, gracias por haber acudido a nuestra llamada.
Tormenta se levantó de su silla, se apartó el pelo del rostro y por primera vez en la reunión sonrió.
—Elminster siempre te tuvo en gran estima y confió en ti Chester. Mantengo mis palabras y creo que os estáis metiendo en un terreno peligroso, pero somos amigos, no enemigos. Los arpistas no estamos en nuestro mejor momento y necesitamos todas las manos posibles—tras esa afirmación, la bardo suspiró—. Puede que la vida de Elminster fuera un precio asumible por detener a un ejército de dragones muertos vivientes al servicio de unos maníacos, pero su pérdida no vale el haber dejado al borde de la desaparición a esos cultistas.
Siguiendo a su hermana, la caballero de Myth Drannor se levantó también de su silla y respondió a su hermana.
—Nada es eterno, el propio Elminster lo sabía y por eso se esforzó en dejar un legado. No debemos adelantar acontecimientos hermanas—mirando a Kazumi y Nerissa añadió—. Conozco a alguien que puede estar interesado en ayudaros. Hablaré con él y si está de acuerdo, lo enviaré a que se reúna con vosotras. ¿Os parece bien?
—Claro—respondió Nerissa—. Muchas gracias, Paloma.
Kazumi depositó ambas manos en el regazo. No era tan optimista como Tormenta respecto a la extinción de El Culto del Dragón, pero era lo suficientemente prudente como para no expresar el pensamiento en voz alta. Lo último que quería era que sus reservas sonasen a que menospreciaba el sacrificio del que había sido un padre para las Siete Hermanas.
—Os agradecemos toda vuestra ayuda y vuestros consejos. Especialmente los más sinceros y difíciles de pronunciar —dijo en referencia a las palabras de Tormenta—, puesto esos son quizá los que más necesitemos.
Se levantó con agilidad del asiento.
—Seguiremos en contacto. Espero que con mejores noticias.
Tras un breve saludo entre las hermanas y Helena y May, las cuales quedaron muy impresionadas, Tormenta y Paloma abandonaron la finca Clancy. No tardaron tampoco mucho en hacerlo Nerissa, Kazumi y las jóvenes, que tras tomar un breve ágape con Chester, encaminaron sus pasos al Dragón Amatista.