Kazumi pasó la pregunta al cocinero y a su hijo.
—¿Gun? ¿Pao? ¿Habéis echado en falta algo?
Padre e hijo negaron a la pregunta de Kazumi y el guardia se llevó la mano a su mentón, rascándose su canosa perilla.
—En ese caso todo apunta a que su empleada ha sido víctima de un intento de asesinato. Malas noticias para todos me temo, pues sin el trabajo hecho es muy posible que el asesino vuelva—mirando al guardia que estaba en la puerta añadió—. Michael, esta noche te quedarás aquí de guardia.
Poco después de que el guardia le diera órdenes a su compañero, la puerta del Dragón Amatista se abrieron y aparecieron May, el guardia llamado William y un humano de unos cincuenta años, algo barrigón y con la barba recortada. Las vestiduras blancas y amarillas aunque algo gastadas del desconocido, lo delataban como sacerdote de Lathander.
Diez minutos más tarde, Atsuka quedaba estabilizada y permanecía dormida, su fiebre había bajado y su respiración se acompasaba. Con la situación normalizada, el lathanderita y los guardias, exceptuando a Michael, se despedían y abandonaban la taberna, Helena y May velaban a la bardo kozakurana, Pao se metió en la cocina para preparar algo de cena y Gun terminaba de recoger los destrozos. Nerissa y Kazumi se sentaron en unas mesas a beber algo mientras por el local se extendía una tensa calma.