Partida Rol por web

—Eso es exactamente lo que necesitamos. Información. Una red de informantes, espías y agentes que nos mantengan al tanto de los movimientos de nuestros enemigos, de cualquier actividad sospechosa y de los rumores interesantes que surjan. Controlar al menos las ciudades más importantes de la Costa de la Espada: Nunca Invierno, Aguas Profundas, Puerta de Báldur, Athkatla, Puerto Cálim y Espolón de Zazes... —propuso—. Coordinado por una persona que tenga experiencia en ese tipo de trabajo: un maestro de espías que sepa mover a nuestra gente, filtrar la información útil, cotejar las fuentes y tener un ojo puesto en la corrupción.

»Pero ahora mismo no disponemos de suficientes agentes. Tenemos que pagar sueldos de gente externa hasta que nuestra organización crezca. Los fondos de la familia Clancy, aunque generosos, son finitos. Debemos disponer de fondos propios con los que financiar nuestras actividades. Invertir en negocios, comercios, compañías de mercenarios y caravanas. Que el dinero genere más dinero.

—Me parece bien, yo mientras escudriñaré a Elir: Ni de broma me meto en Daunil sin tener antes más información de por qué un pueblo ha desaparecido en el aire—dijo Nerissa—. La parte delicada quizá recaiga en precisamente cómo vamos a hacernos con ese maestro o maestra espía pero podemos ir haciendo otras cosas también.

Acodó los brazos sobre la mesa.

—Por el momento somos muy pocos... pero creo que podríamos ir estableciendo a algunos de nosotros como vigías en determinados lugares—giró la cabeza para mirar a la clériga que tenía al lado—. Helena, habías dicho que querías quedarte por aquí, ¿verdad? Quizá podrías ser nuestro primer agente en Aguas Profundas. Puede que haya gente entre las personas que ayudes que haya sido herida en algún evento turbio y lo que pueda haber oido o visto ayude a averiguar qué o quién hay detrás de ello.

Una sonrisa se perfiló en el rostro del pirata al oí hablar a la mesurada kozakurana de los espías, rutas comerciales y demás planes de futuro. Parecía que finalmente se dirigían a algún sitio.

—Esa es sin duda una excelente idea, Kazumi —Evan le guió un ojo y se incorporó de un salto mientras Nerissa empezaba a enumerar los pormenores y vicisitudes que tendrían que afrontar para llevar a cabo la idea de la maestra hostelera—. Supongo que resolveremos esas naderías cuando se presenten, encanto —le dijo a la pelirroja—, quizás cuando tengamos algún jodido candidato al que pringar con tal labor.

Comenzó a rodear la mesa mientras se alborotaba el cabello con la mano derecha.

—Oh, y estoy seguro de aquí el colega Trizo puede también disponer de un buen número de pares de orejas entre su familia que estén al tanto de lo que se cuece en la ciudad. Al fin y al cabo su destilería tiene cierto renombre entre las tabernas de esta maldita ciudad. —Se paró entonces en seco y frunció los labios antes de exclamar:— ¡Ah! Y otra cosa importante que necesitaremos es una nueva base de operaciones desde la que gestionarlo todo. No podemos depende siempre del pobre Chester y su mansión.  

Nerissa no dijo nada al respecto de las nuevas propuestas. En cambio, miró a Ewander acodando ambos brazos en la mesa mientras dejaba descansar la barbilla ociosamente entre los dorsos de las manos.

—Ewander, ¿me haces un favor?—dijo arqueando ligeramente las cejas—. ¿Te puedes volver a sentar?

El bardo medio escuchaba la conversación, ensimismado como estaba con su nuevo Stradvos. Sin embargo, cuando la genasí hizo aquel comentario, levantó la cabeza en el acto, dándose cuenta de que la gente continuaba hablando a su alrededor.

—Dejadle que camine —se rió, señalando hacia el pirata—, sé por experiencia propia que piensa mejor de pie. 

Entonces sonrió y se volvió hacia la kozakurana.

—Creo recordar que en algún momento de nuestra anterior reunión mencionasteis algo sobre establecer nuestra base de operaciones en vuestro local, ¿es así? —metió la mano en uno de sus numerosos bolsillos, rebuscó un poco y sacó un papel arrugado que resultó ser uno de los folletos que el panda rojo les había repartido la vez anterior— bueno, pues no me parece tan mala idea —sonrió—. Si tenéis algún apartado o reservado o sala de atrás, podemos usarlo a tal fin, de momento. 

Sin percatarse realmente de lo que estaba haciendo (o sí, ¿quién sabía?), se levantó también, y comenzó a caminar por la sala, emocionado con las imágenes que se le venían a la mente. El local de Kazumi, una sala trasera, reuniones de espías y, poco a poco, el grupo crecía, se hacía sólido y real, mucho más real de lo que era ahora y entonces, en poco tiempo, el legado de Elminster continuaba intacto... un bonito sueño. Pero el ahora era el ahora. 

Continuó caminando por la sala, gesticulando mientras hablaba.

—Lo de Trizo y su familia tampoco me parece mala idea, pero los detalles acerca de nuestra futura red de espías se me escapan, mis queridas amigas. Yo no tengo demasiada experiencia en ese aspecto, lo mío es más bien... irme de bares —sonrió, habiéndole hecho gracia su propia broma—. Pongámonos de acuerdo en estos temas logísticos cuanto antes y después, si queréis, puedo irme unos días a la Marca Argenta. Visitaré varios pueblos, me fundiré con los aldeanos, les cantaré canciones y ellos me contarán historias. Averiguaré todo lo que pueda sobre Daunil y Eilir.

Entonces se qeudó unos segundos callados, pensativo, con una mano en el mentón y la otra sujetándose el codo.

—Y —comentó, deteniéndose un momento y mirando a las dos hechiceras directamente- si queréis que averigüe algo más o que indague sobre alguien más en particular, decídmelo ahora o callad para siempre —parafraseó—. Alice, quizás vos podríais ayudarme en esta labor, al fin y al cabo, sois también bardo y así podremos cubrir más terreno y más gentes en menos tiempo, ¿qué decís? ¿nos acompañáis? —entonces se giró hacia su amigo Ewander— Y digo "nos", hermano, porque imagino que no te perderás un buen viaje conmigo, ¿cierto? ¿qué me dices? ¿nos vamos de bares? —sonrió, encantado con la idea. 

Mientras que Helena y Alice se habían quedado calladas a las peticiones de Nerissa y Rohellec, quizás intimidadas por la situación en general o quizás por no interrumpir, no fue así el caso de Trizo. El mediano carraspeó fuertemente antes de que la conversación siguiera adelante.

—Damas y caballeros. Sobretodo las damas aunque uno no es de ésos. Aunque las presentaciones han sido escasas, quiero reforzar en el enorme honor que significa para mí participar en esta empresa. Estar entre los elegidos para sustituir al Campeón del Mundo de la Magia es honor sin igual, una maravilla, una cosa fabulosa, amén de ser una tarea que requiere de la tan necesitada en estos tiempos que corren, idiosincrasia mediana.

Mientras hablaba el mediano no para de gesticular con las manos para reforzar sus palabras.

—Bueno, no era eso lo que quería decir. Si quería decirlo, pero no es ese el motivo de mi participación en esta importante discusión que decidirá nuestro futuro y el de mucha gente más—el cervecero hizo una pausa—. No quiero que piensen que no estoy involucrado en esta magna tarea, pero en contra de lo que aquí el amigo ha dicho, no puedo involucrar a mi familia en esto. No es que no quiera, que tampoco tengo muchas ganas, es que le he dicho a mi familia que me iba de la ciudad. Y no veáis como se puso mi padre.

Trizo puso una voz grave y compuso una expresión de enfado que pretendía imitarle.

—¿Cómo que te vas de aventuras? ¿Es que no tienes obligaciones con tu familia? ¿Acaso tienes que manchar tu apellido haciendo el mamarracho?—tras su imitación, el hechicero volvió a hablar con su voz normal—. Y si os hablo de la abuela ya ni os cuento.

Continuando con sus imitaciones, el mediano empezó a hacer pucheros.

—¡Vas a acabar como mi pobre hermano!—dijo imitando la voz de una señora mayor que sollozaba—¡Es que no ha sufrido esta familia suficiente con uno de sus miembros siendo devorado por un cocodrilo! ¡Un cocodrilo!

Viendo la expresión de los presentes, Trizo se recompuso.

—Perdón, perdón. La cuestión es que están molestos, más molestos que un caramelo en una muela. Y encima no saben que todavía estoy en Aguas Profundas. La verdad es que no me importaría hacer un poco de mundo, pero bueno, que a mi familia ni mentarla. Que no está el horno para bollos.

Ese era el gran talento del cervecero, usar diez palabras cuando podía utilizar solo una.

Evan rodeo la mesa hasta situarse tras Nerissa mientras el mediano hacia una sorprendentemente buena imitación de una señora mayor.

—Si me haces un sitio en tu regazo con gusto me vuelvo a sentar, encanto —le susurró a la genasí para reírse después entre dientes.  

Se separó entonces de la maga y se acercó a la mesita supletoria, dispuesto a servirse una copa de vino justo cuando Trizo les puso al corriente de… su situación familiar.

—Eso no puede ser, amigo mío. Si les has dicho que te marchas de la ciudad, tendremos que irnos entonces. Podríamos ir a las ciudades de la costa de la espada a tratar de invertir los dineros del amigo Clancy en rutas comerciales y afianzar un poco así nuestra posición económica.  Tengo experiencia tratando con patrones de barco y oficiales de aduana, seguro que podemos sacar algo por ahí. —Se volvió entonces hacia el bardo—.  Seguro que en las tabernas conseguimos también algo de información al respecto, a ver con qué tipo de mercancías podemos hacernos un hueco. 

El mediano parecía haber comido lengua pero hacía tiempo que Nerissa había aprendido a extraer la información útil de la paja vberbal de la gente de modo que no le molestó la soberana tanda de vueltas que dio sólo para decir "No metas a mi familia en esto". Al menos era entendible.

Fue entonces cuando Ewander se le acercó; lo primero que le solía llamar la atención a todo el mundo al hacer eso era el tenue olor a humo que siempre envolvía a la maga como un perfume. No obstante, no había fuego por ninguna parte.

—Vuelve a sentarte entonces...—respondió Nerissa descruzando uno de los brazos para observarse las uñas con gesto ocioso—. ¿Está bueno el vino?

Rohellec sonrió casi imperceptiblemente al escuchar la frase de su amigo. ¿Cómo no? Entonces su sonrisa se ensanchó. Iba a intervenir, pero el joven Trizo contó su historia de una manera digna de un cuentacuentos y entonces el bardo soltó una sonora risotada. 

-Por el amor de Shondakul, señor Trizo, ¿estáis seguro de que no os habéis confundido de profesión?

Cuando Evan expuso su idea, al aasimar le vino a la mente a alguien conocido que quizás les pudiera ayudar.

-Tengo un amigo comerciante, Nakka se llama, que quizá podría ayudarnos en esa tarea. Después de ir a la Marca Argéntea puedo intentar localizarlo. Me debe una muy grande... y además me aprecia mucho, por supuesto -sonrió, orgulloso de sí mismo-, así que seguro que le parece buena idea ayudarnos con esto. ¡Eh, hermano! -cambió de pronto de tema, viendo a Evan sobre la mesita del vino- comparte un poco anda. 

Mientras decía lo último se acercó al pirata y comenzó a sacar copas dispuesto a que Evan las llenara para ofrecérselas a los demás, como si aquella casa fuera suya y no de Chester. Entonces pareció darse cuenta.

-Ehm... no te importa... ¿verdad, Chester? -sonrió de oreja a oreja, poniendo cara de angelito que no ha roto un plato. 

Kazumi escuchó con atención a todos los presentes. Salvo a Trizo, que lo escuchó a ratos.

—Yo intentaré buscar a la persona adecuada para el puesto de maestro de espías. Y de paso descubrir quién atacó a mi bardo en el Dragón de Amatista y por qué —dijo, y miró a su anfitrión haciendo revolotear su coleta—. Chester, me gustaría que contactaras con todos los amigos de Elminster que conozcas y que no estén involucrados personalmente con los Arpistas. Especialmente a aquellos que tengan poder o dinero. Háblales de nuestra causa. Si no están interesados en ayudar, intenta que al menos se lleven una buena impresión de nuestra organización.

Recorrió la habitación con la mirada.

—¿Tenemos, entonces, todo el mundo algo que hacer?

La ilmaterina, tras ver la “actuación” de Trizo se decidió también a responder.

—No sé si soy la persona más indicada para reunir información, pero no tengo problemas para ir informando de lo que sepa que ocurre en las zonas deprimidas de la ciudad.

Por la forma y la corrección con la que hablaba Helena, se notaba que había recibido una buena educación.

—La mayoría de los problemas de los necesitados vienen de trifulcas entre ellos y cuando ocurre algo que se escapa de su control suelen estar demasiado asustados como para hablar. Pero estaré atenta a cualquier movimiento.

La bardo también respondió afirmativamente a la petición de Rohellec, tras oir a Helena.

—No me gusta estar demasiado tiempo en un único sitio—dijo de una forma seca y directa—, así que me parece bien viajar a la Marca Argéntea.

A diferencia de sus compañeras, la acróbata arrugó la frente compungida tras la pregunta de Kazumi.

—Eeeh…—dijo dubitativa—. Yo todavía no.

El joven mago miró a la elegida de Kazumi y sonrió.

—No te preocupes May. Creo que tengo una tarea para ti—Chester pasó a mirar a todos los presentes—, si a todos os parece bien. Si algo podemos sacar en claro de esta reunión es que necesitamos más gente. De la misma manera que soy reticente a un crecimiento acelerado de miembros, por el descontrol que esto podría provocar, creo que sí es un buen momento para buscar algunos candidatos más. También podéis contar con amigos cercanos, aunque mantengo mi consejo, un crecimiento continuo pero sin prisas.

Chester se dirigió a la cómoda y abrió uno de los cajones sacando una nueva carpeta.

—Tengo algunos perfiles más, a los que podéis añadir los que ya os pasé—dijo poniendo el documento encima de la mesa—. Yo intentaré ponerme en contacto con los conocidos de Elminster.

El mago sacó un pañuelo del bolsillo de su chaqueta para limpiar sus gafas, mientras lo hacía volvió a tomar la palabra.

—Personalmente creo que deberíais repartiros algunas tareas más que hacer antes de volver a reuniros. Algunos de vosotros haréis viajes largos mientras otros estaréis aquí, no sería recomendable estar ociosos. Y si hay algo que podéis hacer mientras viajáis, también sería estupendo. Y si me lo permitís me gustaría añadir una tarea más. Llevo mucho tiempo intentando contactar a alguien que me elude. No es que no lo haya localizado, pero se mueve constantemente y cambia su aspecto cada poco, lo cual hace que todo se complique. Me consta que algunos de vosotros lo conocéis. Estoy buscando a Jon Altair, libertador de Lathander.

El bardo escuchó atentamente los comentarios de todos y sonrió cuando Alice decidió acompañarlo, porque por lo visto Evan no iba a ser su compañero de tabernas aquella vez. Luego escuchó también las palabras de Chester y a su cabeza vinieron tres personas, los enanos gemelos que había conocido hacía ya tiempo, cuando eran mercenarios contratados por un mercader y Nakka, un joven comerciante que sabía navegar, amigo suyo desde la infancia. Sin embargo, cuando el anfitrión mencionó el nombre de Jon Altair, todo lo demás se desvaneció de su mente. Allí, en la zona de Cálim, en el lugar y el momento en que su camino se cruzó con los Libertadores, allí fue donde terminaron las pistas sobre sus padres. 

—Yo lo conozco, sí —respondió entonces—, hace tiempo que no hablo con él, pero lo conozco. Podría buscarlo, pero tardaría porque la verdad es que no me pilla exactamente de camino... ¿qué debería decirle exactamente si lo logro?

Los párpados de Evan salieron despedidos en direcciones contrarias, como impelidos por una extraña fuerza sobrenatural, apenas un instante después de que el pirata se llevase aquel… mejunje a los labios después de servírselo.

¿Pero qué puta mierda es esta?

Porque en lugar del vino con toques frutales de la última vez, aquella bazofia sabía a rayos. Literalmente. Deshechos fecales del sistema de alcantarillado de Arrabar, especiado con el sudor y la sangre de los gladiadores de los pozos de Hlat, aderezado con vómitos de marinos con escorbuto y… hasta tenía grumos. Jodidos grumos del demonio, invisibles a la vista pero tangibles al paladar.

Tranquilidad, se dijo con el líquido aún en la boca, nadie lo ha visto. Reunió todo el valor del que fue capaz y se tragó aquella… cosa. Genial, ahora le sabría la boca a mierda arrabana todo el día.

Se dio la vuelta y sonrío, lo mejor que pudo dadas las patadas que el mejunje le estaba propinando en el estómago. Apenas consiguió disimular una arcada. 

—Delicioso, encanto —dijo haciendo referencia al vino sin que nadie le prestase mucha atención. Empezaban a surgir ideas interesantes en la mesa, así que sirvió otra copa y se aproximó de nuevo hacia el grupo. Cuando pasó junto al bardo le tendió una copa –tú me la has pedido, compañero-, para volver a continuación hacia su asiento ligeramente chamuscado mientras Chester intervenía.

¿El libertador de Lathander? Genial, más moralistas para el grupo. Pero en fin, necesitaban a los mejores y visto lo que se contaba del pájaro ese no era de extrañar que Chester le quisiera para la causa.

—Si por alguna extraña casualidad le encuentras, sedúcele con tu labia, amigo mío. Si algo puede persuadir al libertador de Lathander es una causa ejem… jodidamente justa y desesperada. Y supongo que a eso no nos gana nadie. —Evan esbozó entonces una mueca de displicente, pues cuánto más hablaba, más reverberaba el sabor de aquel vino del demonio en su boca—. Chester, creo que teníamos algunos candidatos interesantes por Luskan y Athkatla, podríamos Trizo y yo hacer una parada por ahí para reclutarles —añadió apresurado.  

Rohellec aceptó la copa, pero no se la acercó a los labios al instante. Podía ser un despistado muchas veces, pero no era idiota. Y, por encima de todo, conocía a Evan mejor que la palma de su mano. La sonrisa de su amigo al darse la vuelta no había sido sincera en absoluto y el intercambio entre él y Nerissa era, cuando menos, sospechoso... si no lo creyera posible, diría que le había dado asco el trago de vino que le había visto tomar. El pirata lo había disimulado muy bien, desde luego, pero él lo conocía bien y su gesto había sido... raro. Raro era también el hecho de que no hubiera cerrado los ojos, degustando el licor con una clara expresión de entendido satisfecho en el rostro. Raro era que no hubiera encomiado a todos a probarlo. Más raro todavía era el que no hubiera apurado el resto de la copa de un sonoro trago y se hubiera servido otra más, colmada, antes de sentarse. Pero encontraba mucho más raro aún, que se hubiera vuelto a la mesa tan rápidamente, sin siquiera tapar la botella "para que no perdiese fuerza" como él solía decir. 

Y, sin embargo, aún así, le dejó una copa en las manos antes de sentarse. Bueno, pensó, si hubiera algo extraño, no me lo habría dado. Así que Rohellec hizo desaparecer todas sus sospechas en ese momento y, aunque cautelosamente, probó un pequeño trago de la copa. 

Y, sin embargo, el delicado paladar del bardo no fue capaz de hacer lo que había hecho su amigo. Sin que nadie lo viese, colocándose de espaldas al grupo mientras caminaba por el cuarto, el aasimar volvió a escupir el contenido en la copa, entendiéndolo todo de golpe. La pregunta de la genasí. El comportamiento de Evan...

—Nerissa, cielo, no me malinterpretes —le dijo, volviéndose hacia ella con una amplia sonrisa en los labios—, pero mi paladar está acostumbrado a sabores algo más... selectos. No obstante...

Rohellec, sin perder la sonrisa, se acercó de nuevo a la mesa y se sentó junto a su amigo, mirándole con una sonrisa asesina en el rostro. Podías habérmelo evitado, decían sus ojos; yo lo habría hecho... ésta te la guardo...

—...no obstante, Evan ha dicho que estaba delicioso, así que supongo que a él sí le ha agradado... seguro que no te importa tomarte otra copa, ¿verdad, hermano? —terminó, sin hacer desaparecer aquella sonrisa, plantando con un sonoro golpe su propia copa, con escupitajo y todo, frente al pirata. 

Agarró el nuevo laúd y se dedicó a rasgar sutilmente las cuerdas mientras clavaba en su amigo una sonrisa absolutamente encantadora. 

Kazumi lanzó al aire un suspiro y se levantó con suavidad del asiento.

—Haz lo que pida Chester. Y después vuelve a Puerta de Baldur e infórmanos de lo que allí suceda, ¿vale? —le dijo a May antes de dedicarle una sonrisa—. Lo harás bien.

Acarició el contorno de la silla con el dedo mientras se volvía hacia sus compañeros siendo, aparentemente, la única en tener semejantes delicadezas con el mobiliario.

—Nos mantendremos en contacto —dijo, doblando el torso en el tradicional saludo kozakurano—. Que los dragones vuelen en vuestros sueños.

Nerissa no escuchó a Rollehec, más que nada porque laa sonora carcajada que soltó. A la genasí se le sacudieron los hombros y todo.

Poco a poco, la cabecita de Sahloknir salió de la capucha de la maga mirándola como si le faltara sólo una tétrica música de órgano de fondo. Suspiró soltando con ello una pequeña voluta de humo.

—Lo tuyo a veces roza la psicopatía...

Nerissa esbozó una sonrisa entre socarrona y malévola mirando a Ewander.

—No sabía que consideraras deliciosa la mierda de alcantarilla. Pero allá cada uno con sus vicios.

Entonces Chester pronunció la palabra mágica. O al menos una de las pocas en el mundo capaces de llamar la atención de la genasí; Nerissa parpadeó y se puso repentinamente seria. Aquel nombre era capaz de evocar muchas cosas de golpe, más de las que le gustaría y definitivamente no las que le gustarían. La mayoría tenían que ver con fuego, sangre, muerte, una ira cegadora... y algo sobre "El dragón de Calimsham".

Faêrun era un pañuelo.

—Yo buscaré a a Altair—dijo. Luego entornó un ojo con suspicacia—. ¿Pero él sabe qué lo estás buscando? ¿Qué es lo que quieres comunicarle exactamente, una invitación?