Aún sin emitir palabra, Lucio no pudo ocultar su felicidad al escuchar las palabras del Patriarca, se le veía en la cara, en su sonrisa plena y en sus ojos vidriosos.
Se acercó hasta donde el Patriarca seguía aún sentado y apoyó la rodilla derecha en el suelo.
-Gracias, Patriarca. No lo defraudaré.
Había estado a punto de decir "defraudaremos", pero la realidad era que dudaba de las motivaciones de algunos de sus compañeros. Temía que se volvieran como Sika con el tiempo. Algunos mostraban tanto poder como soberbia, y eso para Lucio no estaba bien. Se puso de pie y enfrentó a Elean.
-Maestro -dijo al tiempo que se inclinaba hacia adelante-.
Tenía muchísimas preguntas para hacerle, dos o tres de ellas principalmente, pero ése no era el momento de hacerlas. Ya era un santo de Atenea, ya encontraría la oportunidad.
Al escuchar la resolución, levante la mirada al patriarca y a los santos dorados, especialmente deteniéndome unos segundos en los ojos de Jhure, al cual sonreí.
Luego incline la cabeza y solo dije: -“Gracias Patriarca, no lo decepcionare"-
Me alegre porque todos, incluso Reyhan, habían sido aceptados, ella debería ocultar su rostro, una pena realmente, pero era uno de nosotros, ya éramos caballeros con todas las de la ley y Elean seria nuestro nuevo maestro, el hermano de nuestro maestro anterior, si bien no era de mi particular preferencia, aceptaría las ordenes del Patriarca cuales fueran que sean…
Por fin Reyhan había sido aceptada como lo que era ,una autentica caballero.
Aquello pudo reconfortar en gran medida a Aioras ,se hacia la voluntad de la diosa y el santuario demostraba que era justo y comprensivo.
-Vuestras palabras son sabias gran patriarca daré todo lo que tengo y mas por estar a la altura.
Empezaba la verdadera prueba ,que nos acercaba al verdadero cosmos.
Probaríamos por fin si eramos o no lo suficientemente dignos de defender a Atenea,comenzaba un nuevo entrenamiento y este el mas dificil de todos,quisieran los dioses que todo saliese bien...
El único Santo de Oro restante abrió los brazos, como recibiendo a cada uno de los que eran sus nuevos discípulos.
- Ahora... ahora comenzaremos a entrenar. Y así los guió camino abajo, de nuevo hacia la base del Santuario.
-.-.- Intermedio
- Míralo, como un padre conduciendo al rebaño. Las palabras del Patriarca eran suaves, llenas de ternura y orgullo. Fue un gran aprendiz. Es un gran Caballero.
Su mano derecha se deslizó sobre el brazo izquierdo, inmóvil sobre la silla del Patriarca. Se levantó con cuidado acomodando ese brazo inútil entre los pliegues de la túnica blanca. Las historias contaban que Hirau no Tauro había impedido durante días el ataque de las Escamas de Poseidón al Templo de Atenea hasta qué, durante la última defensa y con el brazo derecho herido, lanzó su Técnica Definitiva, el Gran Cuerno, solo con la izquierda. Su brazo fue el precio a pagar. Comienza una nueva era.
- Así es, dijo una nueva voz desde detrás de las cortinas. Yaten de Escultor, el maestro artesano Muviano, se deslizó a la habitación. La Diosa nos ha hablado a través de las Armaduras, que contienen su propia esencia Divina. Cambios... que no podemos ignorar han acontecido.
- Y sin embargo, deberán ser entrenados por Elean hasta ser dignos de ese poder. De ese potencial desarrollado a sus máximos niveles.
El Santo de Plata de Altar se incorporó para dejar a Yaten examinar la armadura de Argos... o lo que quedaba de ella.
Yaten se inclina sobre ella, y luego se incorpora. De todas maneras, sus armaduras de bronce están destrozadas. Muertas, casi. Me llevará mucho tiempo recomponerlas en su esplendor. Solo con mi trabajo... me llevará 1 día por cada gota de sangre. Varios años, para 7 armaduras antiguas.
Su mirada se posó con tristeza en los restos de la Armadura de Argos Navis. Pero mucho me temo que esta pobre no podrá ser reparada. Ha muerto. Sí... continuó ante los sonidos asombrados del Patriarca y Hatori. Las armaduras pueden morir. A veces, tan completamente se apaga su llama que no pueden ser reparadas. Aunque mis herramientas devolvieran a la armadura de Eleas su forma original, no sería más que metal, pesado y molesto. No sería una armadura divina. Excalibur ha cometido su peor crimen: ha destrozado algo que la Diosa nos ha dado.
En los ojos de Yaten brilló la ira, que se coaguló en lágrimas que bajaron por sus mejillas.
- Y por último, la aberración definitiva. Extrajo la Caja de Hydrus, exponiendo su interior. Una armadura, otrora sagrada, en la que ya no habita el poder de nuestra Diosa sino que ha sido pervertida, convertida en algo más. Esto... tocó los restos niquelados en rojo de la armadura de Altieon, requerirá mucho trabajo, pero no algo físico. Requiere que alguien mucho más versado en los conocimientos superiores, alguien que rastree el origen de su alteración.
- Hum-- el Patriarca asintió brevemente. Soterio lo hará. Nos dirá... quien es el culpable. Algo me dice que ellos serán importantes... el camino que se comienza, debe recorrerse hasta el final.
Su vista se perdió allí abajo, en las Casas del Santuario, en el grupo de pequeños que rodeaban a una torre dorada...
Mis sentidos se expanden. El Universo es uno conmigo. Es uno con la piedra, la llama, el mar. Es uno con la Diosa. La Diosa está dentro de mí.
Ese día el Cosmos de uno de mis maestros se desvaneció. Pero dio nacimiento a siete hermosos hijos. Siete brillantes estrellas. La propia Constelación de Eleas, en la tierra, así como en el cielo. La Diosa así lo quiso. Argos de Navio vivirá por siempre en sus corazones.
Eran apenas mayores que yo. Comenzaban a seguir el camino de la valentía. Eran caballeros, en sus almas; y el Santo de Tauro los convirtió en Caballeros, en cuerpo y espíritu. Yaten trabajó duro para encomendarles, con la bendición del Patriarca, armaduras resplandecientes de poder y esperanza. Dos años más tarde. Cuando por fin, siete caballeros de bronce celebraron al borde del lago en reverencia, deshojando flores en el lago a la memoria de quien solo los había conocido por unos días. Pero aún así los había marcado.
Deshojando flores mientras el sol caía y su vista se fundía en los tonos rojizos de un día que moría, allí sobre la colina del Santuario.
Fin del Episodio 13.
Fin de la Primer Temporada.
Gracias a todos!!!