Partida Rol por web

Victorian Vampire

Escena conjunta: La llamada del principe.

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30/12/2017, 03:00
Gregor

Recibir una nota del principe, escrita a mano y con su sello sólo podía significar noticias extraordinarias, buenas o malas, no obstante lo suficientemente destacables ocuparse de una labor tan infima por si mismo.

La nota era escueta y no daba mucha información.

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Querida Señorita:

Han surgido en la ciudad ciertos asuntos que me gustaría tratar con usted. Le ruego tenga a bien aceptar esta misiva y obsequiarme con su presencía mañana, a primera hora de la noche.

Reciba un afectuoso saludo:

Sir Dorian Benoït.

Posdata: Mi cochero pasara a recogerla.

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Negarse a asiste a un reunion privada con el principe era el equivalente a golpearle en plena cara con un calcetin apestoso, nadie en su sano juicio haria tal cosa.

Dorian mostraba una fachada de cortesia y amor, más si se pasaba el tiempo suficiente a su lado uno podía empezar a notar que tenía un corazón más negro que el carbón. Cruel, sadico... eran argumentos que quedaban cortos ante sus actos pero nadie osaria decir una palabra que le acusara de tales cosas. Dorian tenía ojos y oidos en cada rincon de Paris y posiblemente por toda Francia.

Por ello no fue sorpresa que un nosferatu a quien Dorian tenía bajo su ala, aparecie conduciendo un carro negro, tirado por negros caballos, a recogeros.

La primera fue Ludmilla, quien como las demás, pensaba que sería la unica que habria recibido la invitación de Dorian, mas Gregor se aparto de la ruta y sin decir palabra salvo "cumplo ordenes de mi señor", bajo del carro para abrir la puerta a Laurel y por ultimo recoger a Lilianne, la ultima obsesión de Dorian.

 

 

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03/01/2018, 17:12
Lilianne Leblanc

Recibir aquella misiva me sorprendió por muchos motivos, primero porque el mismo no me lo dijera en persona y segundo porque no me contara directamente lo que fuera y recurriera aquello. Pero aun así no dije nada y para cuando el cochero llego a recogerme ya estaba preparada.

No sabia a que se debía todo pero la curiosidad me podía.

Al subir al carruaje y ver allí a mi prima y a otra chica. Vale, no me había echo llamar solo a mi así que aquello aumento al máximo mi curiosidad ¿Que habría pasado? ¿Asuntos en la ciudad? Cada vez era todo mas extraño.

Las mire con una cordial sonrisa - Buenas noches - Me senté al lado de Ludmilla y pose mi mano sobre su brazo en gesto de cariño. - ¿Tu sabes por que nos ha mandado llamar?

Tras ello mire a la otra joven, era muy bella, como una muñeca de porcelana blanca - Soy Liliane Leblanc - Termine por presentarme.

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05/01/2018, 02:43
Ludmilla Flamcourt

El humor de Ludmilla había dado un vuelco en los últimos tiempos. Ese toque amargo que permanecía como un poso en el fondo de su mirada se había tornado en el brillo ilusionado de quien guarda un secreto y la pequeña vampira había dejado de frecuentar fiestas y reuniones sociales para permanecer en la mansión que compartía con Laurel, recluida prácticamente todo el tiempo. 

Así pues, la nota de Dorian fue una nota disonante en su rutina de los últimos dos meses. No podía negarse a asistir y tampoco quería llevar a Hasel con ella. Él era todavía su pequeño secreto y quería que siguiera así. Vibraba con el temor a perderlo una vez se habían reencontrado, pero, por otra parte, también le hacía cierta ilusión que el príncipe reclamase así su presencia. Desde que había convertido a Lilianne, Ludmilla tenía la sensación de que no le prestaba demasiada atención y aunque al principio le había escocido, últimamente le había venido bien. 

Esa noche había elegido el blanco para ir a visitar a Dorian. Un vestido de ese color, con menos volantes y algo más adulto de lo que solía llevar cuando iba a visitarlo, con una falda de seda y tul y corpiño de muselina, con encajes bordados simulando flores en el pecho y en la falda. Encima llevaba un chal también blanco que tan sólo le servía para conservar las apariencias hasta estar dentro de la mansión. Llevaba el pelo suelto y bien cepillado. 

Se sorprendió cuando la ruta del carruaje se desvió de lo esperado y apartó un poco la cortinilla para atisbar el exterior. Al ver que recogían a Laurel primero y Lilianne después se preguntó entonces para qué las habrían convocado, pero igualmente sonrió a ambas. Esa noche estaba de buen humor. 

No, no tengo idea —respondió a la pregunta de su prima, acompañando sus palabras de un gracioso encogimiento de hombros—. Ni siquiera sabía que veníais vosotras también. 

Desvió su mirada hacia Laurel para ver cómo Lilianne se presentaba y entrecruzó sus manos enguantadas en blanco sobre su regazo. 

¿No os conocíais? —preguntó, curiosa, antes de que su sonrisa se ampliase con cierta diversión—. Laurel es como mi mamá eterna.

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07/01/2018, 11:42
Laurel Bovary

La convocatoria del Príncipe era un acontecimiento que me había tomado por sorpresa y cuando uno de los sirvientes me entregó aquel sobre caligrafiado a mano delicadamente, mis ojos se abrieron con genuina curiosidad y una amplia sonrisa carmesí no tardó en dibujarse en mi rostro. 
Hacía meses que no tenía el placer de compartir espacio con sir Benoit y aquello, desde luego, debía de ser un asunto de vital importancia si es que decidía enviar también un carruaje para evitar la impuntualidad. Puede que aquella reunión tuviera que ver con mis búsquedas infructuosas y puede que hiciera que me presentara entre las cuatro paredes de su palacio para ofrecerme cierta ayuda. Ojalá fuera así.

Mis ojos  nerviosos recorrieron las líneas de la misiva en un par de ocasiones, mientras estaba tumbada en el sofá de terciopelo verde con mi vestido completamente blanco. Mi piel, pálida como la de un cadáver de porcelana se fundía con el nácar de la tela y se ajustaba al contorno de mi cuerpo como si el vestido estuviera hecho a medida. Por supuesto que lo estaba.

Mi lealtad al Príncipe era plena e inquebrantable. No por nada consideraba que era un Vástago razonable y especialmente atento con aquellos caídos en su gracia, y que solía mostrarse benevolente en la mayor parte de los dictámenes que anunciaba. Su actitud solía ser de mi agrado y sus decisiones contaban con mi total aprobación la mayor parte del tiempo, siempre y cuando ninguna de ellas me perjudicara de forma directa. 
Además, no podía olvidar que gracias a él ahora Ludmilla formaba parte de mi vida y la alegría que me había traído aquella muñeca de cabellos dorados no tenía precio que pudiera pagar.

Con paso decidido me encaminé hasta el carruaje, que se había detenido hacía unos segundos en el umbral de nuestro hogar. Aquella noche estaba dichosa, y cuando encontré a mi pequeña dentro del carruaje no pude evitar que una mueca de sorpresa se pudiera percibir en mis gestos.
-Oh, no tenía conocimiento de que también habías sido convocada, preciosa Ludmilla. Si lo hubiera sabido te hubiera pedido que disfrutaras conmigo de un maravilloso manjar antes de salir de la mansión - saludé de manera cariñosa dándole un beso en la mejilla y acariciando sus cabellos de oro perfectamente peinados. Últimamente sentía que algo no iba bien, que una preocupación se tejía en el pecho de mi ahijada e inundaba su corazón muerto. No era quién para inmiscuirme en sus asuntos, ella era lo suficientemente madura como para poder manejar las decisiones de su nueva existencia a su gusto, pero debía ser clara y mostrar mi apoyo allí donde me necesitara.
Ella también lo había hecho conmigo, y los lazos eran suficientemente fuertes como para palpar su melancolía y hacerla también mía.

Unos segundos más tarde reparé en la delicada pelirroja que había entrado en el carruaje y que cogía con cariño el brazo de Ludmilla. Hice una pequeña reverencia con la cabeza cuando se presentó y me decidí a hacer lo oportuno.
-Laurel Bovary, encantada de conocerla señorita Leblanc. Por supuesto, había oido hablar de su belleza en más de una ocasión, pero no esperaba tener el placer de que nos encontráramos aquí y ahora. 
Los deseos del Príncipe a veces son sorprendentemente caprichosos, ¿no creéis? -
pregunté, esta vez con menos formalidad. Puede que el objetivo del antiguo fuera precisamente que nos conociéramos en persona y que Ludmilla estuviera presente como lazo de unión. 

Desde luego, sería interesante.