Percibí como miraba mis maneras de comer, no es que no comiera a menudo, pero lo cierto es que siempre andaba con hambre, desde pequeño necesitaba mas que el resto. Seguramente era la edad, aun estaba creciendo "Que se yo" La verdad era esa, podía comer todo el día y tener hueco para algo mas.
-Vaya, te diría de que me acompañaras, pero la verdad es que es un poco de odisea colarse.- Comente a Syl con algo de pena, no me hubiera importado llevarla si le gustaba también. Pero claro explicar que quien se colaba en el teatro era un gato, literalmente, era difícil de justificar.
-La pena es que aquí no tienen postres.- Dije mientras rebañaba el plato, una vez acabe me recosté en la silla, agradecido por la comida caliente. Tome un vaso de vino y bebí de el, mientras miraba alrededor. El ambiente jovial continuaba, habían variado algunas caras, pero las ganas de divertirse no. A veces miraba aquellas gentes, que apenas tenían nada y admiraba sus ganas aun así de pasarlo bien, no dejarse aplastar.
-Es raro ¿Ves estas gentes que apenas pueden sobrevivir y sin embargo no pierden un momento por divertirse en cuanto pueden. Pero ves a nobles atiborrados de monedas, amargados en sus mansiones.- Expuse mi pensamiento a Syl, igual es que yo era simple, seguramente.
Tras estas palabras demasiado intensas para mí. Me puse en pie y tome otro vaso de vino, entonces un parroquiano que tocaba un extraño instrumento parecido a un violín, comenzó a tocar una canción popular, la conocía y no tarde en animarme en cantarla a dùo con el.
Ella comía con algo más de calma, aunque era cierto que no le hacía ascos al plato. Tendía a masticar con tranquilidad y a tragar antes de pronunciar ninguna palabra. Sin embargo de tanto en tanto se relamía con aire ausente, por lo que era probable que no estuviera acostumbrada a comer en gran cantidad.
-Uff, suena trabajoso. Aunque la emoción del riesgo me entretendría, no sé si estaría cómoda como para poder atender la obra aún con la tensión de ser pillada -comentó negando ligeramente con la cabeza, tal vez imaginándose la situación, medio sonriendo.
-Mmhmm, en pocos lugares los tienen -dijo ahora riendo entre dientes, como si no concibiera aquello como algo realmente negativo- Me doy por servida, la ración es bastante generosa si se compara este lugar con otros -expuso mientras tomaba un trago de su propio vaso. Aunque inicialmente parecía centrada en catarlo, rápidamente olvidó esa idea y pasó a beber en breves sorbos.
-Ya se suele decir, no es más rico el que tiene más, si no el que menos necesita. -se encogió una vez más de hombros- También hay muchas sonrisas que esconden a gente hecha añicos. Es complicado evaluar la felicidad de los demás, hay gente más ambiciosa que otra...
Dejó la frase a medias, ladeando la cabeza, al observar como Jean Paul se unía al trovador. Rió un poco ante lo imprevisto y repiqueteó en el suelo con un pie al son de la música.
El ambiente en la taberna aumentaba, la gente se animaba a cantar y tocar con instrumentos improvisados. Eran esos momentos que hacían mi vida perfecta, no podía haber nada mas divertido. Entonces una moza me saco a bailar a una rueda de baile, girando, bailando con una chica, para luego al dar una vuelta verte con otra, pero la cuestión era la diversión.
En un descuido me acerque a Syl y la saque a bailar, poniéndola en la rueda. Estaba seguro que le gustaría o eso esperaba, se la veía alguien que necesitaba reírse y divertirse, aprovechar la noche. La música invadía hasta el silencio de la calle, algunas personas se veían atraídas y entraban uniéndose al jolgorio. Aquella parecía ser una de las noches míticas del Ciervo Rojo.
Gaston viendo el ambiente y animado por el, se marco un tanto invitando a todos a una copa de vino, que fue contestado con un gran estruendo. Tras un buen rato me senté en la silla cansado, pero riéndome, disfrutando del ambiente.
Aunque no era una mujer demasiado espontánea, pronto el vino fue haciendo su trabajo. Un ligero rubor envolvía las mejillas de la viuda, que pronto fue mecida por aquella melodía. Primero repiqueteando con el pie en el suelo, hasta que finalmente fue arrastrada al baile. Aún estando un poco ebria parecía controlar sus movimientos y se probó una danzante ágil a la par que elegante, estaba claro que como mínimo en otros tiempos fue una de sus aficiones.
Pasó aquellos momentos entre ligeras risas, sin poder evitar ponerse a prueba, participando en el festejo durante un buen rato. Cuando Gastón invitó a una nueva ronda, sin embargo, terminó por tomar nuevamente asiento para refugiarse en el alcohol.
-Me lo he pasado genial, pero... no debería volver muy tarde. -expresó cabeceando ligeramente hacia la puerta, mientras daba otro sorbo a la copa- ¿Tal vez te vea en otra noche? -terminó por preguntar mientras hacia ademán de reincorporarse.
Por lo visto Syl debía marchar, para mi era pronto. Aunque era alguien que se levantaba cuando no tenia sueño y acostaba cuando este le llevaba, no conocía los horarios, salvo para temas de algún trabajo y normalmente evitaba eso también.
-Vaya, pues te acompaño si eso, así me dará el aire.- Conteste, la noche y las calles no eran lugar para moverse solo, había demasiada gente extraña y peligrosa, lo sabia demasiado bien.
-Así que.- Dije poniéndome en pie y haciendo un movimiento de esos nobles agachando la espalda. -Lo siento amigos pero deberéis pasar sin mi grata compañía, se que os será difícil pero así es la vida. Pero al menos os dejo en manos del gran Gaston.- Comente en alto riendo, mientras todos a coro también rompían a reír.
Tras ello me dirigí hacia la puerta, tarareando la canción que sonaba.
-¡Ah! No querría ser una molestia... -empezó a decir alzando el índice de la diestra, aunque su andar se tambaleó un poco debido el vino ingerido, del que había perdido la cuenta hacía rato.
-¡Pero bueno! Es de mala educación rechazar la ayuda, ¿no? -dijo cambiando abruptamente de parecer, mientras se dirigía a la salida del Ciervo Rojo tras despedirse en general de todos sus clientes y el dueño describiendo un gran arco con la zurda- ¡Buenas noches gentes de París!
Aún en aquel estado, permanecía relativamente atenta. Y si bien se había tambaleado en el interior del edificio, su andar se volvió más grácil una vez le dió el aire. Fue señalando algunos de los callejones por los que atajaría, con intención de llegar a su casa. Por la dirección en la que andaba, debía vivir cerca del núcleo de la ciudad, en un barrio residencial de gente adinerada.
-Ya casi estamos -comentó frotándose un poco la cara. Lo cierto es que a esas horas no quedaba demasiada gente en las calles: algún vagabundo dormitando en un refugio improvisado y un par de gatos callejeros que se movían con discreción lejos de la gente hambrienta, uno de los cuáles parecía tener herida una pata, fueron de las pocas cosas que se encontraron.
-Los colegas no son nunca una molestia.- Dije con una pequeña reverencia.
Sonreí al ver a Syl tan suelta, recordando el principio de la noche que se mostro fría y dura. Al menos ahora parecía feliz. Un gran grito de despedida siguió al suyo. Un par de tambaleos me hicieron ver que igual la ultima copa hubiera sido mejor dejarla, pero en un par de minutos el aire de la calle la espabilo.
Aun eso andaba con seguridad, sabiendo donde iba, dejando atrás callejones sin problemas. Lo único que nos encontramos fueron un par de gatos callejeros, con un gesto uno salto a mis brazos y comencé a acariciarlo y otro salto a mi hombro.
-Eh queridos que no soy un carruaje je.- Sonreí, mientras el gato al que acariciaba ronroneaba de placer y el otro mordisqueaba mi oreja. Seguí andando a Syl, por las calles.
-Bueno la noche no fue mal, dinero, comida y diversión. Aunque empieza a apretar el sueño.- Bostece un segundo, tras dejar a Syl me iría mi refugio, a descansar hasta que me apeteciera. -He pensado, que si queremos ponernos en contacto por algún negocio o algo, poner un trapo rojo en una rama del árbol muerto que esta en la vieja escuela.- Era un lugar de fácil acceso y que normalmente siempre te cruzabas dado que era bastante céntrico en el barrio. -Si lo ponemos es que esa noche tipo nueve, quedamos en el Ciervo Rojo ¿Te parece?- Creía que era una buena forma y segura.
Syl se frotó los ojos cuando se encontraron a los felinos. Enarcó una ceja al ver la reacción de los gatos, pero supuso que quizás ya los conocía y les proveía alimento a menudo, como había hecho con aquel ex-marinero ahora convertido en vagabundo. Unos animales sobreconfiados no serían lo más extraño que había visto en aquellos días, así que pronto sacudió la cabeza para quitarse ideas extrañas de la cabeza.
-No sé como me lo hago, que siempre que trato con mininos acabo arañada. Aunque se dejen acariciar o les dé de comer -comentó mientras proseguía en su andar.
Atendió con interés la propuesta de Jean Paul, para luego asentir conforme. El chico parecía de fiar y lo cierto es que no le importaría repetir, fuera en cuestión de trabajo o recorriendo las calles.
-Sí, no ha ido mal. Y lo que propones me parece bien -afirmó sin dudar- Aunque más vale que el trapo esté bien deshilachado, no sea que se lo lleve alguien y nos quedemos sin mensaje -añadió después, sabiendo que alguna gente recogía cualquier cosa que tuviera un mínimo valor cuando transitaba por las calles. Ella incluida- Además, el Ciervo Rojo es relativamente discreto.
La mujer ocultó las manos en los bolsillos, ya estaban cerca del destino. Era una calle plagada de casas de buen ver, todas ellas con jardines. Por el tamaño, debían ser caserones familiares, con media docena de criados a servicio de los dueños.
Sin embargo, era fácil discernir hacia cuál de ellas iba. Uno de los edificios resaltaba por encima de los demás, el jardín estaba bastante descuidado, y el exterior parecía requerir una mano de pintura para lucir bien. La verja de acceso al mismo estaba despreocupadamente abierta, y un denso aroma a lobo la marcaba. Sin embargo no parecía haber ningún tipo de animal por la zona.
Al acercarnos a la casa los gatos saltaron y se marcharon, sentí en ellos algo de miedo "Cuidado" Esa palabra llego a mi cabeza.
-Pues la verdad que por algún motivo me llevo bien con ellos. Aunque reconozco que son seres algo especiales, cambiantes de ánimos y a veces engreídos que se creen superior a nosotros.- Sonreí, puesto que muchas veces mirándolos los gatos parecían perdonar la vida de los humanos. -Un perro ve en el humano a su amo, el gato se ve como amo del humano.- Reí ligeramente.
-Creo que los harapos que uso yo no sean atractivos ni para el mas harapiento de Paris. A ultimas siempre puedes dejar un mensaje a Gaston, me suelo pasar mucho por el Ciervo normalmente.- Comente a Syl, cuando un golpe de olor llego a mi nariz, no sabia que era, pero los pelos del cuello se erizaron. Mire alrededor, sentí como algo dentro se revolvía. Pero sin sentido, no había nadie, no se escuchaba nada. Solo ese olor raro.
-Bueno creo que la noche concluyo, ha sido un placer Syl. Ya sabes si necesitas algo pregunta por "El gato" ja ja ja.- Dije con una reverencia. -Cuídate y nos vemos.- Tras esto gire y comencé andar en dirección a mi refugio, aunque con aquella sensación extraña, que al alejarme del lugar, parecía desaparecer "Que extraño"
Creo que poco queda ya, una pena je.
Syl miró de reojo a los animalillos marcharse repentinamente. Si bien el gesto captó su atención, supuso que formaba parte de su naturaleza caprichosa: se iban tan rápido como habían venido. Quizás tras algunos mimos y sabiendo que no tenían comida para ellos habían estimado que su presencia ahí era una pérdida de tiempo.
-La autoestima y la determinación son muy importantes, no los juzgo. Cada cuál ha de ver como rascarse la panza, ¿no? -comentó desenfadada en respuesta a Jean Paul. Lo cierto es que prefería a los felinos que a los perros, precisamente por aquella independencia. No es que los cánidos la disgustaran, pero le parecían más exigentes en cuanto atenciones- No van muy desencaminados, a fin de cuentas el balance les resulta favorable -dijo esbozando media sonrisa.
-Estaré atenta a ese árbol. Si me enterara de algo interesante, haría lo mismo -afirmó conforme con el asunto de la señal. Lo cierto es que contar con alguien que tuviera las aptitudes del "Gato" iba a abrirle muchas puertas en cuanto a latrocinio se refería. Ella siempre escogía las casas más descuidadas, sin vigilancia, pero trabajando en grupo podría aspirar a más.
-Encantada de haberla conocido, Jean Paul. Que el resto de la noche le sea igualmente provechosa, y que nuevos trabajos hagan aparición pronto -expresó a modo de despedida, también inclinándose ligeramente- Suerte y dicha -mencionó por último antes de internarse en aquella casa, ajena a lo que su compañero de fechorías había percibido en ella.
Bueno, ya tenemos el contacto hecho y siempre podemos iniciar alguna escena de robo con el gancho del trapo. ^^
Sonreí ante las palabras de Syl. Levante la mano mientras andaba ya alejándome.
-Bonne nuit.- Exclame. Al girar la esquina, decidí subir a los tejados, aproveche una cañería que había en la casa de al lado y con agilidad ascendí por ella hasta el tejado. La noche lucia tranquila en Paris. Había tenido una buena noche de trabajo, aun me quedaban algunas monedas. Tenia un contacto en la ciudad "Todo perfecto". Así que canturreando y correteando por los tejados tan unidos en aquel barrio, me dirigí hacia mi refugio.
Pues si, ha sido un placer a ver si pronto nos cruzamos ja.