Kay caminaba por las calles de Paris, orientandose en la noche sin el menor problema. A medida que se acercaba a los barrios más pobres los olores dejaban costancía de las mediocres condiciones en las que vivian quienes no podían costearse vivir en un barrio rico.
En su camino dos hombres se le acercaron. Ambos parecian fuertes y altos, aunque nada comparable a Kay, quien por alguna razón de falta de juicio o exceso de alcohol habian tomado por una victima facil. Despues de todo era un hombre sólo y desarmado contra dos conocidos bandidos, famosos por no tener consideración a la hora de usar sus enormes navajas.
- ¡Eh, tu forastero!.- dijo uno de ellos mostrando el brillo del su arma bajo la luz de una preciosa luna llena.- ¡Suelta hasta la ultima de tus monedas o dormiras flotando boca abajo en el rio!.
No obstante lo que llamo la atención de Kay fue otro olor que llevaba el aire, había una mujer cerca, tal vez observando entre las sombras, su perfume era sutil pero la delataba......
La peste de París me había golpeado nada más llegar a las afueras de la ciudad, con tal fuerza que me había planteado alejarme de allí y recorrer otras partes del país. Como fuera, había estado lo suficientemente loco como para quedarme por motivos que prefería no pensar. Me gustaba la libertad e ir de un lugar a otro, por lo que no quería reconocer que me había atado, aunque fuera temporalmente, a un lugar.
Por lo menos podía aprovechar la diversión que los tugurios de la ciudad podían ofrecer, pero el lugar apestaba incluso más. Además de recordarme la estúpida y desigual costumbre que tenían los humanos de medir su valor por la cantidad de dinero que cada cual acumulaba o la familia en la que hubiera nacido.
En muchos aspectos era una raza despreciable, con unas costumbres despreciables, aunque ya había aprendido que había de todo en el mundo.
Incluídos estúpidos.
Ni siquiera el suave, pero reconocible olor, de una mujer que parecía estar observando en las sombras como dos ebrios imbéciles me amenazaban. Y encima bajo la luna llena que me insuflaba más fuerzas incluso que en cualquier otra noche, en las cuales ya me consideraba el depredador perfecto.
—Tentador —respondí, observando el brillo del arma—. Pero tal vez debería haceros un favor y ayudaros a dormir la mona.
Varias ideas sobre cómo acabar con esos bandidos pasaron por mi cabeza, pero la presencia desconocida me hizo descartar las más divertidas. Aunque para ello tenía que hacer gala de todo mi autocontrol, aunque no tenía tanto como para plantearme perdonarles la vida a esos dos.
Tal vez cualquier otra noche hubiera espantado a los dos hombres, pero la luna me daba tanta fuerza como rabia. Con una mano cogí la cabeza del hombre que lo amenazaba con el arma y de un simple empujón la aplasté contra la pared, destrozando su cráneo y matándolo en el acto. Despreocupándome del líquido oscuro que me salpicó centré mi atención en impedir que el otro hombre escapara, empujándolo para que cayera y aplastándole también la cara, pero en esa ocasión debajo de mi bota.
Levanté el pie del desfigurado rostro, lamentando estar en mitad de la ciudad. Era unas presas que dejaban mucho que desear, pero presas al fin y al cabo.
—Sal —ordenó, mirando en la dirección en la que había percibido el olor notando el matiz extraño que desprendía—. Notaría a una sanguijuela aunque me hubieran arrancado los ojos y los oídos, y no querrás que piense que eras tan estúpida de acecharme.
A pesar de mis palabras ofensivas mi tono era tranquilo y nada amenazante. Una vez desquitada mi rabia estraba más relajado, y no iba a molestarme por lo que fuera la mujer aunque sí me incomodaba que me hubiera visto y yo a ella no. No estaba dispuesto a divulgar a los cuatro vientos quién era y, mucho menos, lo que era.
Era una de las pocas noches que tenia libres al mes, había llegado al acuerdo con Dorian de que necesitaba algo de tiempo para mi, al menos una noche a la semana o cada dos. Tenia mucho que aprender y controlar pero no podía dejar el pasado atrás como si no existiera.
El me decía que era lo mejor, que debía cortar todo de raíz, que al principio seria doloroso pero a la larga mejor. Sabia que tenia razón. Pero no podía. Seguía actuando de forma masoquista, observando en las sombras a mi familia, conociendo sus costumbres como lo hacia no era complicado verlos. Pero el no poder acercarme era algo que me angustiaba enormemente, como si algo se retorciera en mi interior. Habían enterrado un ataúd vacío, llorado mi ausencia y aparecer ante ellos solo haría todo mas complicado.
Mucho mas difícil.
Después estaba Édouard... lo añoraba tantísimo, me desgarraba y destrozaba ver como seguía llorando por mi, como se castigaba leyendo mis cartas, asistiendo al teatro a ver mis funciones favoritas, paseando por las mismas calles por donde ambos charlábamos. No habíamos podido llegar a casarnos y ahora ya no podría ni acercarme a el.
Aquella noche paseaba sin rumbo aun, no quería volver, no podía hacerlo mientras siguiera revolcándome en mi tristeza si que decidí pasear hasta que consiguiera que se me pasara, hace unos meses jamas se me ocurriría ir sola por aquellas calles pero a día de hoy... no creía que ningún maleante pudiera hacerme daño, mas bien tenia hacérselo yo a el ya que aun no controlaba bien aquella nueva fuerza.
Mis ojos terminaron parándose en unos hombres, de normal hubiera seguido andando evitando la escena pero había algo en el olor de uno que me llamo la atención, jamas había notado un olor como aquel.
Me quede a un lado de callejón observando lo que pasaba y mis ojos se abrieron bastante y hasta me encogí cuando el hombre en cuestión se encargaba de dar la ultima lección a los que intentaban asaltarlo. Ladee la cabeza confusa y parpadee varias veces en un gesto propio de cuando era humana ¿Que era el? Porque no olía como los vampiros y no era humano, su fuerza lo dejaba muy claro.
Fue entonces cuando me pidió que saliera y di un respingo mirando a los lados ¿Hablaba conmigo? Claro que hablaba conmigo, aunque aquel adjetivo me resulto curioso.
Me moví apareciendo y dando un par de pasos hacia el, llevaba ropa de buena calidad, un bonito vestido de color granate y una capa negra por encima, mi cabello suelto sobre mis hombros de forma natural. - Lo... lo siento, no pretendía espiaros pero... el olor... nunca había olido a nadie como vos...- Mi tono era suave y claramente avergonzado.
Por lo menos había logrado canalizar la furia que me daba la luna llena y cuando vi el destrozo traté de autoconvencerme de que no había estado tan mal, al fin y al cabo si los hubiera dejado escapar, ¿hasta dónde podrían haber llegado la próxima vez que asaltaran a alguien? Me dije a mí mismo que seguramente podría haber salvado más vidas, antes de quitarme de la mente lo que acababa de hacer. Ni que fuera un lobo novato, me había dejado llevar demasiado por mi instinto y eso en la ciudad era peligroso, no estaba en los bosques.
Al fin la vampira que me había estado observando salió de entre las sombras, era joven, e incluso en la oscuridad podía distinguir el rojo de sus cabellos. Aún así era una muerta más, y no estaba seguro de qué tipo...
—¿Nunca?
Levanté las cejas en un gesto de sorpresa, no pensaba que fuéramos tan desconocidos. Cierto era que los hombres lobo no solíamos caminar por las ciudades, y menos por las más grandes. Pero aún así hasta el momento había pensado que éramos tan famosos y conocidos como los chupasangres o, por lo menos, que estos estarían al tanto de nuestra existencia para saber con quién era mejor no buscar problemas. Aunque no hubiera olido nunca a ningún lobo imaginaba que podría imaginarse lo que era, pero por sus palabras y su expresión parecía que no.
Al parecer esa vampira no era sólo joven en apariencia, lo era de verdad. O eso o estaba viviendo en la ignorancia más grande.
—Creo que papá no hizo un buen trabajo contigo si no te ha contó nada de la gente como yo. —Me refería, evidentemente, a su padre en la muerte y no en vida. Dado el territorio que pisaba y que tampoco tenía intención de mostrar excesivo respeto, dejé las formas educadas de hablar a un lado sin darles mayor importancia. Pero aún así sabía que tenía que excusarse por la imagen que la chica había presenciado—. Tranquila, en principio no tengo intención de hacerte nada. Pero será mejor que no nos quedemos por aquí mucho tiempo. Lo último que necesito es que algún cazador me vea al lado de dos cadáveres aplastados.
Y haciendo caso a mi propio consejo fui yo quien caminó hacia ella, o más bien al pasaje hasta el que se había escondido. Por el momento no estaba demasiado seguro de decir lo que era, se había encontrado con una vampira desconocida y esa era una especie tan caprichosa e imprevisible como los humanos. Era mejor ser prudente con los chupasangres que no conocía, aunque tampoco los condenaba a primera vista.
—Supongo que estarás de caza, ¿no?
De lo contrario no me explicaba cómo una joven que evidentemente residía en los barrios más ricos había llegado hasta allí.
Negué con la cabeza ante su primera pregunta, estaba alerta como me había advertido miles de veces Dorian cuando salía sola, pero aun así no se me veía tensa, curiosa mas bien.
- Jamas - Afirme con una afable sonrisa.
Era un olor fuerte, distinto al del resto de personas, con un deje como a la tierra del jardín tras una noche de fuerte lluvia, no era desagradable pero si llamativo.
Mi sonrisa se amplio aun mas y apreté los labios humedeciéndolos, era un gesto que hacia bastante desde que era un vampiro, no me acostumbraba a notar la sequedad en ellos por n estar generando saliva. - Si me hablo de los que son como vos, pero sois el primero que veo - Aunque me resultaba curioso que trataran a Dorian como mi padre, no era el primero en hacerlo y sabia que cierto apego que sentía por mi creador seria muy parecido al de un padre, pero yo era imposible que lo viera de aquella manera cuando era tan joven a la vista. - Me alegra saberlo, tampoco tengo intención de haceros nada malo - Aunque el me tuteaba a mi me sabia de forma natural tratar a la gente de ciertas maneras, había muy pocos gente en mi vida que había tratado de tu sin que me lo solicitaran previamente.
Al decir lo de los cazadores y los cadaveres mis ojos fueron un segundo a los hombres que ahora estaban muertos - Será lo mejor, aunque ellos mismos se han buscado su suerte - Había presenciado como los ahora difuntos buscaban problemas con quien no debían. Esa era una de las razones por las que estaba en aquella zona de la ciudad, allí no me sentía culpable dejando salir mi nueva naturaleza sobre los hombres que pretenden abusar o robar a una joven como yo que camina sola por las calles, ese tipo de personas por llamarlas de alguna manera no me causaban remordimientos.
Cuando se acerco a mi lo mire ahora mas cerca, aunque mis nuevos sentidos me facilitaban ver las cosas de otra manera y desde mas distancia, su olor era mucho mas fuerte ahora. En cuanto llego a mi altura comencé a caminar con el por la calle por donde yo había llegado.
- No, simplemente paseaba, hace una bonita noche - No iba a decirle a un desconocido que era una idiota inmortal que se dedicaba a espiar aun a su familia porque no era capaz de dejarlos marchar.
Siento el retraso, entre mi gripazo y despues el de uno de los enanos no me daba la vida para nada ¡Ya vuelvo a tope!
-Somos muy tímidos -afirmé, ya que era la primera vez que veía alguien como yo-. Eres la primera vampira que conozco que sabe lo que soy y no prefiere permanecer alejada durante la luna llena. Aunque sea por precaución.
Desde luego tenía que darle la razón en que esos dos estúpidos habían elegido una mala víctima en una mala noche. Pero había conocido a pocos cazadores que pensaran que un humano se merecía morir a manos de un licántropo. El humano bien podría haber matado a toda una familia, pero algunos cazadores lo verían como mucho más inocente que a un supuesto mosntruo.
-Sí, pero prefiero no tener que intentar razonar con ese tipo de gente -repliqué-. Acabaría siendo otra masacre
Me encogí de hombros durante su explicación, pero aún así no estaba convencido de ello.
-No me importa que te alimentes -aseguré-. Y no veo otra razón por la que una noble dama vampírica iba a estar en este lugar. La belleza de la noche pierde bastante entre delincuentes, prostitutas y bares de segunda. Aunque tiene su encanto cuando tienes los instintos a flor de piel.
Tranqüila ^^