Historia de la
Sociedad Ann Putnam:
A diferencia de lo que la mayoría de los miembros actuales cree, la Sociedad Ann Putnam no adquirió el nombre clave Malleus Maleficarum tardíamente en honor al famoso libro con tal de dar estructura a la caza de brujas de Salem, sino que su origen es mucho anterior al nombre oficial. El primer consejo fue formado en Bordeaux, Francia en el año 1493, en reacción a la publicación del libro homónimo que pautaba e informaba sobre la existencia y costumbres de las brujas, así como sus daños y el protocolo a seguir frente a criaturas de su calaña, una guía exhaustiva para la persecución de brujas que fue publicada a través de todo Europa a partir del año 1487. La mayoría de los miembros del consejo eran descendientes de férreos defensores y participantes de la primera inquisición episcopal en Languedac en el año 1184, que pretendía luchar contra la herejía albigense y que luego sería reemplazada por la primera inquisición papal casi cincuenta años más tarde. Todos parte de familias católicas extremistas, jamás apartaron sus caminos de lo que consideraban era una misión designada por el Señor, y fue en aquella primera reunión que reemplazaron sus metodologías propias e individuales por una grupal y estructurada.
En un inicio, sin embargo, esta actividad fue completamente clandestina e ilegal. A partir del año 906 por medio del Canon Episcopi se había declarado herejía creer en las brujas haciendo imposible recurrir a todos sus contactos de manera libre para una mayor eficacia en su persecución, mas poco antes de que el Malleus Maleficarum fuera publicado, en 1484, el papa reconoció por medio de un decreto (Summis desiderantes affectibus) la existencia de las brujas. Fue por eso que cuando el libro se publicó fue impulso suficiente para unir a quienes habían persistido en sus creencias y a incitarlos a buscar mentes afines, observando el éxito que la publicación había tenido y como esta había repercutido en la sociedad. El nombre de la sociedad no solo evoca a la publicación en sí, sino a la fuerza y determinación de aquellos que formaron el primer consejo, y cuyas líneas de sangre siguen siendo honradas hasta el día de hoy, aunque bajo apellidos muy distintos.
Los nombres de aquellos primeros fundadores eran los siguientes:
Tomás de Torquemada
Jean-Philippe Bonnot (Líder)
Jean-François Jaccoud
Rémy Bourseiller (Mano derecha)
Cyrille D'Aboville
Quentin
Auberjonois
Zacharie Delcroix
Évrard
Morel
Werner Rühl
Laurens Behrmann
De aquellos nombres por supuesto destacaría el primero, un agente primordial en la Inquisición española, amigo personal de otro de los miembros, Jean-François Jaccoud, por quién habría asistido a varias de las reuniones con tal de confirmar la importancia de esta sociedad y atraer a cazadores independientes influyentes. Tomás de Torquemada había sido responsable de 8.800 quemados vivos, 6.500 quemados en efigie y 90.004 penitentes públicos, alcanzando un total de 105.304 enjuiciados, así como sostenía el cargo de Inquisidor General de Castilla y Aragón. Werner Rühl y Laurens Behrmann habrían sido los últimos en unirse aquella noche, oriundos de Alemania, donde habrían llevado una vida prolífica como cazadores hasta recibir una carta de Rémy Bourseiller, con quién habían compartido objetivo en más de alguna ocasión.
En un principio, alegando que las mujeres eran centro de maldad debido a su naturaleza débil, crédula, embustera y a su intelecto inferior, propensas a Satán como se indicaba en el Malleus, la entrada no les fue permitida a las reuniones, a pesar de
que estas se realizaban en el hogar de un hombre casado, Jean-Philippe Bonnot, quien había reunido a todos con ayuda de su mano derecha, compañero de casa y mejor amigo, Rémy. No fue hasta décadas después de los juicios de Salem que eso cambiaría.
Desde sus inicios la tortura, así como el asesinato y múltiples variaciones de sadismo, eran ampliamente aceptados en el grupo, justificándolos con las acciones encomendadas por el Todopoderoso y la necesidad de adquirir más conocimiento sobre los enviados del demonio. Otra creencia que ha perdurado con el paso del tiempo, a pesar de los disidentes más jóvenes, es el que la sexualidad de la mujer representa una amenaza, y que la brujería proviene del apetito sexual insaciable del género femenino, afirmación que se ve amplificada por la que dicta que son las mujeres las que acaban con imperios, y que es la belleza de una mujer la trampa más mortífera.
Por supuesto, con el paso del tiempo y las muertes tempranas, el consejo se redujo ligeramente. Tomás de Torquemada no dejaría descendientes ni nadie que le heredara el puesto, aunque durante apenas un par de años Diego Deza hubiese ocupado su lugar tras su muerte. Jaccoud habría muerto también sin descendencia, así como Morel y Behrmann. Y unas generaciones más tarde, el apellido Rühl también desaparecería de los libros del Malleus Maleficarum tras un incendio desafortunado en el que habría muerto quien mantenía el puesto en aquel momento acompañado de sus tres hijos varones. En represalia por lo que se consideró un acto de brujería y ambición, el consejo tomó las medidas pertinentes contra su esposa y su hija mayor, únicas supervivientes.
Y aunque las seis familias restantes prosperaron lejos de cualquier duda sobre su estatus social o económico, fue su sentido de deber y llamada religiosa lo que llevó al consejo a tomar la decisión de desplazarse hacia las nuevas tierras algunas décadas después de que estas
fueran descubiertas. Era su deber mantener el orden y llevar la pureza de alma a los herejes en el terreno más difícil de conquistar, limpiando aquellas tierras de brujas y criaturas demoniacas. Por lo mismo, y para hacer un trabajo más sincero y efectivo, cambiaron sus nombres por aquellos de ingleses para no llamar demasiado la atención y poner en riesgo su misión.
Desde entonces, los nombres de aquellos miembros del consejo pasarían a ser:
Mathieu Bonnot / Matthew Ward (Líder)
Killian Bourseiller / Killian Putnam (Mano derecha)
Damien D'Aboville /Damian Stoughton
Fabien Auberjonois / James Sewall
Jean-Michel Delcroix / John Wordsworth
Cédric Morel / Cedric Griggs
El trabajo no fue fácil, como es de suponer. Arrasaron con nativos que rechazaban su Dios, eliminaron cuanto rastro se
cruzaron de brujería o cualquier tipo de ocultismo, eliminando desde aquellas cuyo cabello se teñía con los colores del infierno hasta a las matronas que ofrecían a sus bebés al demonio, causantes de posesiones que ellas llamarían “epilepsia” como si se tratara de una condición médica natural. La justicia y venganza en nombre de las almas inocentes no era algo que se pudiera posponer, así como tampoco lo era el purificarlos para darles el descanso eterno. Bajo esta excusa se quemaron vivos en ceremonia sagrada a decenas de niños enfermos con el pasar de los años y se torturó a alrededor de la misma cantidad de matronas, curanderas o médicos, responsables a sus ojos de la perversión de la criatura que había nacido bajo la bendición del Señor.
Para la época de los juicios de Salem, el consejo estaba conformado por los siguientes miembros:
Wellington Ward (Líder)
Thomas Putnam (Mano derecha)
William Stoughton
Samuel Sewall
Eldridge Wordsworth
William Griggs
Algunos dicen que los juicios de Salem empezaron por una pelea entre las familias Porter y Putnam. Y esto, para los Putnam, no podría ser menos importante. Más aún, les es favorable. Esa, y la teoría de la fiebre del trigo, han sido lo que han conseguido mantener a la gente escéptica y fuera del peligro que significa el conocimiento sobre la magia. La verdad es que la caza de brujas en Salem comenzó por algo totalmente distinto. No fueron solo convulsiones, no fue la epilepsia, que ya era bastante para juzgar a aquellas dos niñas, Betty Parris y Abigail Williams. Ni fue tampoco las acusaciones levantadas hacia la esclava Tituba. La realidad, mucho más sorprendente, les había hecho tomar decisiones radicales, y aunque se avergonzaban de admitirlo, había hecho estragos en sus filas.
En medio de una cacería en grupo en el bosque, en la que había cuatro miembros del consejo presentes (a exceptuar por Griggs y Wordsworth), y un par de miembros
más de la sociedad, se encontraron con una desafortunada mujer herida. Y aunque aquello no presentaba ningún problema de inicio, al esta sentirse amenazada y asustada, la muchacha no pudo controlar su magia y esta formó una fuerte ráfaga de viento que hizo caer a los hombres al suelo y le permitió escapar para desaparecer. Y aunque su conocimiento de la existencia de aquellas habilidades venía de siglos atrás, temieron, pues sabían del alcance del poder del demonio y del mal que podía ejercer sobre los incautos. Por lo mismo, enviaron a aquellos dos miembros y a Putnam, un hombre de plena confianza para el líder del consejo, a conseguir información sobre esta y otras brujas. Lejos de seguir su deber, Putnam cayó en la ambición, y buscó el don de la magia. Por supuesto, se le fue negado, a pesar de sus creativos métodos de persuasión. Y enfurecido por el rechazo ordenó que se le prendiera fuego a la casa con las brujas dentro, enviando luego a los dos nuevos a tabernas a esparcir el rumor de brujería, pretendiendo encontrar a alguien que pudiese darle lo que deseaba.
A partir de aquella demostración de magia verdadera, las familias recurrieron a sus archivos y bibliotecas personales, buscando cuanta información pudiesen reunir sobre las brujas europeas que habían enfrentado sus antepasados, mas no había registro de control de elementos tan espontáneo y preciso. Sin embargo la información que poseían era cuantiosa, y aunque desactualizada, les sirvió como impulso para
retomar fuerza
en su labor de cazadores.
Cuando Ward se enteró de la traición de Putnam, la operación entera estuvo a punto de caer. No obstante, aunque no perdonaría a su amigo hasta casi una década después, le ofreció la redención ante el consejo, perdiendo su puesto y pasándolo a un descendiente adicionalmente. El hombre tuvo que ofrecer a su hija, Ann Putnam, arriesgándola para ejecutar un movimiento de estrategia político que distrajera la atención de la gente adecuada y que sirviera para acusar al menos a dos brujas, avivando el pánico entre la gente y forzándolos a tomar medidas contra estas. Cabizbajo, cedió, entregando a su hija para tales fines, y se le fue perdonada la vida sin vetársele del consejo por la importancia vital de su familia en este y el rápido control de daño. Fue reemplazado por Gabriel Putnam, su hijo de 19 años, quien vio a su hermana acusar a las dos niñas para luego ser este testimonio confirmado por la experticia del doctor William Griggs. Más tarde, múltiples individuos, mayormente mujeres, serían enjuiciados por William Stoughton y Samuel Sewall.
Buscando probarse, el nuevo miembro del consejo encontró el altar de las brujas y llevó allí al resto de la sociedad durante un aquelarre con la finalidad de quemar el edificio y a la gente dentro hasta convertirlo en cenizas y un mal recuerdo. Por último, y como demostración de lealtad ciega al Malleus Maleficum, encerró tanto a padre como madre en un sótano del que no saldrían hasta su senilidad, pudiendo solo ser visitados por el líder de la sociedad o sus hijos. El mal menor que había sido causado por Thomas había sido borrado de la historia con éxito, un precio pagado con su propia sangre y sudor a manos de su hijo pero que volvería a nivelar a su familia en los puestos de mayor reputación.
Desde entonces, la Sociedad ha reducido su actividad como cazadores, aunque ha mantenido su entrenamiento y su modo elitista de proceder. Como es de esperar de familias que jamás han sido algo menos que importantes personajes destacados sus influencias llegan a raíces
profundas y no temen utilizarlas. Una de sus prioridades es mantenerse como una sociedad absolutamente secreta que potencie el estatus de sus miembros y sus logros, así como pide favores de los mismos cuando se da el caso.
Obviamente, el rango de objetivos ha ido creciendo con el tiempo. Ya no buscan tan solo brujas, sino que se han dado cuenta de la variedad de criaturas sobrenaturales presentes en la tierra, y son estas también su objetivo. Desde hombres lobo a fantasmas, no hay criatura mágica que se salve de las garras de los cazadores. Y aunque su entrenamiento es en su gran mayoría solo una formalidad para una parte de sus miembros, existen muchos que hacen uso de armas y conocimiento para eliminarlos, dedicando su vida entera a ella y utilizando herramientas que varían desde inhumanas potencias eléctricas a simples armas de fuego, torturas medievales o desollamiento, pasando por quemar desde una persona hasta sectores enteros para luego usar su poder e influencia para cubrirlo como un accidente. Adicionalmente, y con la intención de resguardar el hogar de sus ancestros con la eficacia de la que se habían probado capaces, una sección de la sociedad regresó a tierras francesas a mediados del siglo XVIII y se instaló en las mayores ciudades de Francia (París
, Marsella, Lyon, Touluse y Niza) así como en Bordeaux, donde adquirieron la casa que había pertenecido a su miembro fundador que ahora actúa como casa matriz, centro de operaciones y entrenamiento, mientras las otras cinco sedes
francesas siguen su liderazgo.
Actualmente, los miembros del consejo son los siguientes:
Consejo americano
Miles Ward (Líder)
Quincy Putnam (Primo de Miles)
Godfrey Stoughton (Mano derecha)
Percival Sewall
Peyton Wordsworth
Leland Griggs
Consejo
europeo
Ludovic Boissonade (Líder)
Amand Gavreau
Killian
Saint-Yves (Mano derecha)
Patrice Raoult
Stéphane Boisselot
Laurence Coulston
Código base:
Nous chassons ceux qui nous chassent (Cazamos a los que nos cazan)
Nous protégons ceux qui ne peuvent pas se protéger (Protegemos a los que no pueden protegerse a sí mismos)
Gracias a Kissmelater por la información.