No todo el mundo veia bien que Diane se dedicara a un oficio de hombres, de no ser ayudante de su padre lo tendría muy dificil para que le hubieran siquiera permitido entrar en aquel lugar, pero allí estaba, con un cuerpo sacado del rio que un niño había encontrado mientras buscaba algo de valor en la orilla.
Los gendarmes lo habían llevado allí por puro tramite, no les importaba lo más minimo aquel hombre vestido con prendas tan pobres. Ellos ya tenían la seguridad de que era un borracho que perdió el equilibrio al cruzar un puente. Conclusión, era un pobre ahogado por accidente que no les importaba lo más minimo.
Diane lo inspecciono, las marcas del cuello indicaban estrangulamiento con una cuerda gruesa y supo que decirle a los gendarmes que estaban en un error iba ser otra batalla como mujer.
Su padre había sido llamado como testigo en un juicio, por lo deberia decidir si esperarle para que fuera el quien diera la noticia a las fuerzas del orden o comenzar otra pequeña cruzada contra los retrogrados gendarmes. Mientras lo pensaba alguien aviso a Diane de que tenía visita, una mujer queria hablar con un forense y ella era lo más parecido que había en aquel lugar en ese momento.
Sylvie llevaba un tiempo dándole vueltas al asunto de su difunto marido. No fue hasta tiempo después de su fallecimiento que conoció todas las deudas que había adquirido con el paso del tiempo, y aunque había saldado todas ellas con la venta de propiedades, algo le olía a chamusquina. Estaba segura de que se había metido en algo sórdido que lo había llevado a la muerte.
Así que ahí se encontraba ella, en aquella oficina donde solían inspeccionar a las víctimas para discernir la causa de su muerte. No era un lugar que le agradara, sobretodo cuando todo el trámite ya había finalizado. Esperaba poder indagar en los recuerdos del forense... o convencer a alguien de revisar el cuerpo.
Sonrió agradecida cuando atendieron su petición para visitar a quien estuviera a cargo y aguardó pacientemente a que pudieran recibirla.
-¿Que alguien quiere hablar conmigo?- Pregunté mientras revisaba el inventario en el almacén de productos.
Vale, no habían preguntado por mi, directamente. Mas bien por mi padre pero el no estaba y me había dejado al cargo de todo aquello mientras él volvía. No es que no fuera capaz o que tuviera miedo. Al contrario! Con el tiempo había a prendido técnicas de mi padre e incluso mejorando algunas. Pero eso nunca se lo diría a él, pese que era la niña de sus ojos. Prefería que siguiera pensando que algunas cosas eran ideas suyas. Con su edad, lo peor era decirle que se estaba haciendo mayor y los cortes, por poner un ejemplo, ya no eran tan limpios como antaño.
Dejé el mandil colgado del perchero y me alisé con la mano el pelo, al igual que algunos pliegues de mi vestido. Me miré en un pequeño espejo, cercano a la puerta, para parecer mas presentable. Y mi propio reflejo me devolvió la mirada. Mil veces había visto esos ojos, y cada día que pasaba los temía mas. Incluso parecían reirse de mi.
Puse mi mano sobre el picaporte para girarlo cuando su vol me llegó como otras tantas veces.
[color=#B0171F]>>> Vaya! ¿Te crees doña importante ahora que tu padre no esta?<<<[/color]
[color=#000080]-Shh... Callaté! -[/color] Susurré mientras giraba el pomo de la puerta con decisión, sin prestar atención a esas palabras dentro de mi cabeza.
En el pequeño despacho había una mujer. No se podía decir que su aspecto fuera el mejor, pero... ¿qué mujer respetable visita una morgue?
[color=#000080]- Buenos dias. Soy Diane L'Heureux-[/color] Dije llegando hasta ella e intentando agradarla con una amplia sonrisa.[color=#000080]-¿En qué puedo ayudarla?-[/color]
Sylvie vestía, de hecho, con unas prendas muy sencillas. Un chaquetón bastante holgado, un sombrero de pluma que llevaba ya bajo el brazo y una sencilla muda y pantalones de lino debajo. Si no fuera por sus facciones o curvas, sería fácilmente confundible por algún chaval que se acercaba a curiosear sin más. Sin embargo su rostro mostraba también cierta preocupación y unas ojeras considerables.
-Sylvie Blanchett -dijo esbozando una ténue aunque encantadora sonrisa. Su mirada era incapaz de ocultar cierta sorpresa al haber encontrado una mujer ahí.
-Disculpe, soy la viuda del señor Alexandre. -añadió al rato, habiéndose dado cuenta de la pequeña pausa silenciosa que había hecho.- Lo encontraron hace algunas semanas, en el Sena. Dijeron que cayó y murió ahogado.
Yo no lo creo. -Dirigió una mirada nerviosa a la puerta del despacho, antes de mirar con fijeza a Diane, observando sus facciones y evaluando la próxima respuesta a sus preguntas antes de continuar.
Recordabas ese caso. El hombre no tenía ni una gota de sangre en el cuello pero carecia de cortes o incisiones. Como los pulmones estaban llenos de agua se determino que la causa fue ahogamiento y se cerro el caso con demasiadas prisas, sin investigar como un hombre con una perdida de sangre tan brutal tuvo fuerzas para ponerse en pie y tirarse al rio...o para llegar a el siquiera.
Oh, ese caso.
Lamentablemente lo recordaba muy bien. Al fin y al cabo había tenido una bronca con mi padre bastante grande por tener una diferencia de opiniones. Según él tenía la cabeza pájaros, que veía monstruos en cada esquina o conspiraciones del gobierno y encubrimientos de los ricos. Pero el caso es que ese hombre había muerto en unas circunstancias bastante extrañas. O por lo menos era lo que a mí me parecía.
- Encantada señorita Blanchett. Siento su perdida. - me dirigí al estante donde se guardaban todos los informes aunque realmente no lo necesitaba pues lo recordaba bastante bien. Pero tenía que parecer lo más profesional posible.
- El caso de ahogamiento, ¿verdad? - dije mientras acaban los papeles y les he echado un ojo por encima.
Volví mi mirada hacia la mujer. Sabía que ella no creía en ahogamiento. De hecho yo tampoco lo creía. Es más, mis propias pruebas me indicaron que efectivamente ese hombre tenía agua dentro de los pulmones, lo cual no significaba que necesariamente se hubiera ahogado antes de morir. La policía cerró el caso y yo me quedé con una regañina de mi padre por poner en duda la profesionalidad de los gendarme.
- La policía ha cerrado el caso. Ahogamiento. Es lo que dice en el informe. Y su marido ya está enterrado...¿De que tiene dudas? A veces es mejor dejar a los muertos tal y como están. Puede que sí escarba demasiado hondo encuentre algo que no quiere. -
La mire de medio lado sopesando si realmente compartir con ella mis propias opiniones.
- Es la versión oficial, claro. - dije volviendo a guardar el informe.
Sylvie mantuvo una sonrisa ténue en cuanto le dió el pésame, asintiendo con suavidad y quizás agradeciendo el gesto, sin embargo permaneció atenta a las siguientes palabras de Diane, con una ligera mueca de preocupación aún pintada en el rostro. Negó ligeramente con la cabeza antes de disponerse a hablar.
-En el momento... bueno, cuando me dieron la noticia. -hizo un gesto con ambas manos para expresarse, haciendo una pequeña pausa al hacérsele un nudo en la garganta. Negó una vez más con un cabeceo, antes de tomar algo de aire y proseguir tras un ligero carraspeo.
-Yo, bueno. Los gendarmes me dijeron que había tropezado y caído, que era muy habitual a altas horas de la noche, sobretodo si alguien iba borracho. Pero, aunque mi marido tenía tantos defectos como virtudes, sé que no era torpe, ni tendía a emborracharse a la ligera fuera de los festejos que él organizaba. Y en ese sentido era muy responsable, prefería quedarse durmiendo en un sofá que ponerse en riesgo él mismo o quienes le acompañaran.
Tomó algo de aire y lo soltó lentamente por la nariz. Hundió algo más las manos en los bolsillos.
-Acepté que pudo ser un accidente. A todo el mundo le puede pasar, ¿no? Un día tonto que te hunda la vida. -dijo con un ligero suspiro.
-Pero días después de que el asunto se cerrara, supe que Alexandre había vendido gran parte de sus propiedades a mis espaldas. Que era un aficionado al juego, que perdía mucho más de lo que ganaba. Aunque cualquier deuda que contrajo de manera oficial fue saldada... temo que estuviera relacionado con algo turbio. Tal vez pidió ayuda a algún usurero, no lo sé. Pero estoy segura de que no tropezó y luego fue incapaz de salir del río. -expresó con cierta determinación, sin perder ojo de Diane buscando escudriñar si creía en su hipótesis o al menos veía algo extraño en el asunto como ella.
-Sé que a veces es mejor dejar a los muertos donde están. Pero no me sentiría tranquila si un asesino siguiera suelto y yo no hubiera hecho nada por impedirlo. ¿Quién sabe si no traerá muerte a más gente? -apenas murmuró de manera audible al final.
Sylvie tenia sus dudas y al principio pensé que sería como otras viudas de la zona.
Algunas simplemente aceptaban su viudedad con la cabeza alta y llevando la procesión por dentro. Otras se negaban a abandonar a los muertos. Y por su puesto, los maridos de todas eran santos. Un hombre, borracho, habría caído igual de fácil en la ribera del Sena como en brazos de otra mujer, aunque esa posibilidad me la guardé para mi.
Me crucé de brazos. Prácticamente mi actitud podría decirlo todo. Ceño fruncido, mientras oía su historia, la linea de mis labios tensa, intentando guardar mi propia opinión y los talones de mis pies juntos, quizá para evitar un movimiento torpe o demasiado fraternal.
Esta profesión era fácil. Determinar la causa de la muerte, embalsamar y hacer un informe. Explicaciones solo a la policía. Trabajo sencillo y sin socialización ninguna. Algo perfecto para ocultar a Veronique si se daba el caso. Pero el rostro de Sylvie me demostró que su intranquilidad estaba mas allá de una simple viuda arrancada de los brazos de su marido.
Chasqueé la lengua, maldiciéndome casi por lo que iba a hacer, ya que, por otro lado, yo también tenía mis dudas sobre ese caso. Baje la vista un segundo y me decidí a dar un paso hasta ponerme totalmente frente a ella, mientras mi mano tocaba su hombro. Estaba claro que no desistiría en su empeño y eso era algo peligroso. Una muerte como la de su marido, tapada por la policía o encubierta, podría acabar con la vida de quien investigara demasiado. Pero algo en mi interior me obligaba a ayudarla.
Miré a ambos lados, como esperando encontrar a alguien espiándonos.
- Revisé el cuerpo de su marido. Puede que esté metiendo la pata pero... la causa de su muerte no fue el ahogamiento. Estaba muerto antes de caer al rio. Intenté un par de veces que se supiera pero... me acallaron enseguida. Hay algo turbio en todo esto. ¿Está segura de querer llegar hasta el final de esto?-
Sylvie no pudo evitar tamborilear con los dedos sobre la mesa mientras se expresaba, fijándose en la expresión de la mujer que la estaba atendiendo. Temía que fuera a mandarla a paseo en cuanto se le presentara la oportunidad -que por otro lado, era lo más habitual- pero esbozó una ténue sonrisa en cuanto apoyó una mano en su hombro y le expresó aquellas palabras. Una sonrisa que no duró demasiado al percibir que su hipótesis podía ser cierta.
-Yo... es decir... ¿qué fue? -preguntó con la mayor sencillez posible, al sentir que se le hacía un nudo en la garganta. Pero finalmente hizo un esfuerzo por proseguir.
-No sería justo ni para él ni para mí, que no se conocieran las circunstancias de su muerte. No puedo hacerme atrás ahora que me confirmáis esto. ¿Cómo pretendéis llegar a la verdad...? -dijo en voz baja mientras agachaba por un instante la mirada, aunque pronto volvió a entablar contacto visual con los ojos de Diane, tal vez para demostrar su compromiso o sopesar el suyo.
La determinación de la viuda en este asunto parecía ser bastante clara, y aunque su mirada era algo tristona, podía verse cierto agradecimiento en sus ojos.
Llegar a la verdad
¿Que verdad? ¿La verdad de quien? En cierto modo la curiosidad sobre ello también me llevaba a mi a continuar y mi carácter cabezón mas aún. ¿Sabéis cuando te dicen "no mires Ahí" y tu vas y miras? Pues lo mismo. Cuanto mas me prohibían las cosas, mas atractivas me parecían. En cierto modo era algo similar a lo que Veronique sentía con respecto a la sangre. Ella siempre quería mas.
- Mi padre no me dejó explorar el cuerpo con detenimiento. De hecho a él tampoco le dejaron verlo durante mucho tiempo, los gendarmes. Supongo que quisieron cerrar el caso rápido, pero... El cadáver pesaba poco. Aún con agua en su pulmones. - La miré intentando no ser brusca.- Eso me hizo sospechar y me di cuenta que había un problema mayor. Su sangre. Mas en concreto, la falta de esta. Verá, un hombre con falta de sangre o una hemorragia, sería como un borracho y caería al rio por pura debilidad. En este caso, no es que le faltara sangre. Es que NO tenía sangre. !Nada! Y no descubrí ninguna herida que pudiera haberlo causado. Tampoco tuve demasiado tiempo pero... la sangre mancha la ropa y su marido, estaba sin ninguna mancha.
Muchas cosas extrañas estaban ocurriéndole en los últimos tiempos, pero aquello le pareció la gota que colmaba el vaso. Sylvie miró fijamente a Diane, no sabiendo si estaba bromeando o había enloquecido... pero su expresión le pareció la de alguien que se tomaba su trabajo en serio. Abrió un poco más los ojos, sorprendida por lo que relataba y frotándose el brazo nerviosamente.
-¿Qué quiere decir con...? ¿Quién haría algo así? ¡Es una locura! Sin siquiera heridas o manchas. -parpadeó un par de veces, incrédula. Sacudió después la cabeza.
-¿Cómo puede conciliar el sueño habiendo visto algo así? Es imposible que la desoyeran si no hay nada terrible detrás de esto... -dijo entrelazando los dedos de una mano con la otra, moviendo los dedos con nerviosismo. Aún en aquella situación se había esforzado por bajar el tono.
-Quiero... quiero verlo. ¿Sabe si hay alguna posibilidad de hacerlo...? -preguntó entrecortadamente, asimilando aquello que decía.
Me encogí de hombros preocupada por la reacción, pero sobre todo por la imposibilidad de decir nada mas claro.
[color=#000080]- ¿Quien?-[/color] Pregunté de forma irónica[color=#000080]- ¿Realmente cree que alguien es capaz de algo así?[/color]
[color=#B0171F]>> Preguntas o afirmas, ¿querida? Creo que te olvidas de mi.<<[/color]
Me incorporé levemente al oirla dentro de mi. El efecto del elixir aún estaba pero pronto tendría que tomar mas si no quería que saliera ella.
[color=#000080]- No se imagina las cosas que me han hecho ver...-[/color] afirmé seria señalando a mi alrededor, mostrando la evidencia de una sala de autopsias. Realmente, no pensaba en mi trabajo y por ello un escalofrío me recorrió de cabeza a pies.[color=#000080]- En Paris hay gente muy poderosa. Saben como hacer callar a alguien. Sobre todo si eres mujer- [/color]opiné con desagrado.[color=#000080]-Si su marido debía dinero... puede que alguien se tomara muy en serio la expresión de "te sacaré hasta la sangre". No se .. solo es una conjetura. Puede que tuviera pinchazos ocultos pero... para dejarle así.... harían falta días! Solo, solo...estoy especulando. Discúlpeme.[/color]
Suspiré ante la falta de mas pruebas que darle. Aunque por otro lado tampoco quería que me metiera en jaleos por darla esa información.
Demasiado tarde. Creo que ya me he metido donde no me llaman.
[color=#000080]- Verlo? ¿En serio? Como no quiera ir a desenterrarlo...-[/color] dije fingiendo una sonrisa como si fuera una idea tonta.
La viuda suspiró y agachó nuevamente la vista al captar el lenguaje corporal de Diane, como si hubiera visto que quería desentenderse del asunto, estuviera equivocada o no. Negó ligeramente con la cabeza a una de sus afirmaciones, mostrando cierta disconformidad.
-Está claro que ha sido alguien. Las bestias no son tan sutiles como para no dejar marcas fácilmente visibles. -dijo por lo bajo, aún entrelazando una mano con la otra y apretándose con fuerza como si estuviera reprimiéndose para seguir hablando con cierta calma.
-Es cierto que estuvo algunos días desaparecido, tal vez hubo tiempo de que... de algún modo... -sacudió la cabeza sin querer dar más alas a su imaginación, sobretodo tratándose de conjeturas- Si hay que desenterrarlo... bueno, yo soy su esposa. No pueden negármelo, ¿no?
-¿Qué pretende que haga, que me vaya tan tranquila y olvide esto? ¿Y cómo podría mostrarse usted calmada si vuelve a encontrarse otro caso idéntico? No podemos permitir que vuelva a ocurrir algo así. -señaló con la cabeza la sala de autopsias, para luego finalmente retirar ambas manos hasta dejarlas tras su espalda.
La preocupación en sus palabras ablandaron lo que por dentro aún pertenecía a mi ser y no a la loca de mi "hermana".
Eso unido a su tenacidad, por no llamarlo cabezonería, hicieron que la mirara fijamente. SOpese´loque mew decía e intenté ponerme en su lugar. Yo habría hecho lo mismo. Si hubiera tenido marido, claro. Algo a lo que seguramente nunca llegaría. Mi trabajo y mi forma de ser, por no mencionar que debería protegerle de mi misma, de mi ser interior, me convertían en la soltera de la década.
- Vale....- musité por lo bajo mientras suspiraba.- Está bien. Continué intentando parecer fuerte y abrazándome a mi misma con mis brazos.
- Temo que si alguien ha encubierto la muerte de su marido, dudo que nos den permiso para desenterrarlo y echar un nuevo vistazo.- Sabia que era una mala idea. Estábamos a punto de quebrantar la ley, y notaba como Veronique por dentro se regocijaba en ello. La necesitaríamos allí.
-¿Está dispuesta a quebrantar la ley? Si nos cogen... - dejé las palabras ne al aire-...si nos cogen. - Terminé poco segura de mi misma.- Cementerio de Montmartre, señora Blanchett. Esta noche a las 12 en la tumba de su marido. Lleve una pala. Yo traeré a alguien que nos puede ayudar en esto.
Malditas fiestas^^. Sorry
Sylvie ladeó un poco la cabeza al observar el gesto de la ayudante del forense. Sin embargo suspiró con cierto alivio una vez escuchó sus palabras. Asintió en un par de ocasiones, mostrando su agradecimiento de manera mudo, hasta que al fin logró deshacer el nudo de su garganta para articular palabra.
- M-muchas gracias, señorita. De verdad -tomó algo de aire antes de continuar, según escuchaba los peligros de la acción que iban a emprender- Como imaginará, no puedo mantenerme del lado de una ley que pone más trabas que ayudas. Al final, son los individuos como usted quienes facilitan el día a día de las personas, y no sólo las normas escritas.
Se mentalizó de las consecuencias de sus palabras, mirando por un momento la entrada del despacho. Por suerte no era especialmente paranoica y no creyó que aquello pudiera ser una encerrona.
- E-estaré allí a la hora que dice. Se lo agradezco una vez más. Yo, quizás sea mejor que vaya a prepararme. Que no me vean durante mucho más tiempo aquí -sugirió con cautela, sin saber si el personal del lugar era de fiar. Sin duda no hablaría con nadie de esto.
No hay problema, yo también tuve algo de lío estos días. ^^
La lluvia caía sobre el Cementerio de Montmartre.
Una fina llovizna cargada de pesar y frio, recorría los rincones de aquel sitio, sin dejarse ningún recoveco por que la humedad lo tocase. Unos ojos miraron hacia el cielo maldiciendo el día, la noche y todo lo demás. Pues a pesar de la capa que me envolvía por completo, notaba como alguna gota que otra se colaba entre mis prendas.
Unas prendas de ropa que si bien podrían ser de mujer, ocultaban un cuerpo sinuoso y traicionero, como los de una Vibora. Mientras que mi rostro estaba oculto en su totalidad por un trapo, a modo de bufando para que mi rostro no resplandeciera con su tono gris azulado, ante la luz de la luna.
Cerca, la tumba de un hombre que hacía poco había fallecido. Aun sigo sin poder creerme como Diane ha conseguido convencerme para que haga de des-enterradora. Ah! Si. Porque ella no tendría la fuerza suficiente para sacar a paladas la tonelada de tierra que hay sobre el ataúd. Y porque, sea lo que sea que haya dentro, yo tengo mas estómago para estas cosas que ella.
Tras de mi oigo una respiración y unos huesos que crujen con el frio que nos envuelve. Sonrío. Mis dientes, si no fuera porque están a cubierto, mostrarían una dentadura irregular, puntiaguda y lastimada. No me sorprende, pues la he oído nada mas saltar el pequeño muro trasero del cementerio, por no hablar del castañeteo incesante de sus dientes.
- Llega tarde, señora Blanchett- Digo mientras mi mano enguantada en negro señala con un dedo al cielo.- La luna está muy alta. Hay mucha luz pese a las nubes. No me gusta la luz...
Me giro para verla mejor y tan solo mis ojos están al descubierto.
Es tan solo un conejillo miedoso! Tan fácil llegar hasta elle y romperla el cuello... Así al menos descansaría con su marido y tan solo los separaría un par de metros de tierra.
Moverse en la noche por lugares angostos no era inusual para Sylvie, pero si bien en otras circunstancias se habría mostrado temerariamente valerosa, su estado de ánimo no era el adecuado en aquellos momentos. Trepó con cuidado por el murete, dejándose caer en el interior. Aquel lugar le daba mucho respeto, y la llovizna no ayudaba demasiado a su moral. No podía negar que se encontraba nerviosa: no tanto por lo que iba a hacer, sino por las respuestas que podría obtener.
Visualizó la figura que la esperaba en la lejanía. No le parecía Diane, debía ser la amistad que mencionó que las ayudaría en la empresa de aquella noche. Tomó algo de aire y avanzó hacia ella con decisión -aunque era perceptible un ligero temblor en sus piernas-, envuelta en un inmenso chaquetón.
- Yo... lo lamento. Tuve algunas dificultades por el camino. Supuse que era mejor preservar el secretismo antes que la puntualidad -agachó ligeramente la cabeza a modo de disculpa- Pero al menos no deberíamos encontrar ningún inconveniente -dijo a media voz, tragando saliva- ¿La dama que os contactó no asistirá? -preguntó con tiento, evitando mencionar su nombre. A fin de cuentas desconocía al completo que relación tenían. Aquella mirada le daba algo de miedo.
Sonrei mientras la miraba bajo la capucha.
Pobre mujer. Hasta ami me daba pena verla allí, pasando frio y en pos de descubrir algo sobre su marido. La mente humana esa veces tan... interesante. Aunque el corazón me resulta mas provechoso. Sabe mejor.
- La señorita Diane...- dije su nombre con algo de ironía en mis palabras.-... llegará mas tarde. - Podría ser cierto, en realidad. No me sorprendería nada que esa maldita puta haya tomado el brebaje con efecto retardante. - Pero no se preocupe, mis servicios, son igual de buenos.
Me agaché hasta tocar con la mano enguantada la tierra de la tumba. Cerré lo ojos imaginando lo que habría mas allá de esos par de metros de tierra. Un cadáver, vísceras, carne, gusanos,... umm... dulce manjar para una sádica. Porque, a pesar que el sabor de esa comida no era lo que me impulsaba a cometer mis atrocidades, de vez en cuando, solo por el morbo de tenerlo entre mis dientes, era suficiente para tener un enfermizo orgasmo mental.
- ¿Es esta la tumba? Tengo una regla: No mas de una tumba por noche.- Reí de forma siniestra.- ¿Ha traído las palas?