Partida Rol por web

Victorian Vampire

Escena privada: Lilianne y Édoaurd

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27/12/2017, 01:29
Director

El padre de Lilianne estaba muy emocionado con aquel joven, un arquitezco de ideas brillantes que tambien tenía nobleza y buen juicio. Había hablado de él con frecuencia, contando lo mucho que le habían agradado sus ideas.

Sintiendose en deuda con el joven dispuso una cena a corde, tan bien preparada que pareciera que esperaba sentar un rey a su mesa.

Al tocar la puerta dio un par de palmadas, aligerando al servicio y llamando a su hija para recibirle.

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27/12/2017, 02:43
Lilianne Leblanc

Mi padre llevaba un tiempo emocionado con aquel chico, lo había escuchado hablar con mi madre e incluso a mi me había echo algún comentario. 

Aquella noche vendría a casa a cenar, por como se habían preocupado por escogerme la ropa y todo empezaba a sospechar que mi padre tenia dobles intenciones, los últimos meses ya había dejado caer en varias ocasiones que no podía rechazar a todos los hombres que le habían pedido permiso para cortejarme. Pero no los rechazaba por terquedad o algo asi es porque realmente no me aportaban nada, algunos no despertaban nada en mi y otros se notaba que solo querían cazar la fortuna familiar cazando a mi.

Cuando llego el muchacho me quede bastante parada, Édouard Bonnot era su nombre, era joven y muy atractivo, por como hablaba mi padre me lo había imaginado de otra manera, sabia que era joven pero no imagine que tanto.

Durante la cena charle con todos de forma alegre, parecía sumamente simpático y la forma en que me miraba conseguía que sonriera con sinceridad, por no decir que no prestaba toda su atención ni en mi padre ni en mi, si no en general lo que causaba una gran impresión, importándole la opinión del hombre de la casa en algunos temas pero tambien interesándose en mis gustos y los de mi madre.

Cuando la cena termino supuse que se iría a la sala con mi padre, normalmente era así, los hombres en la sala y las mujeres en otro lugar, pero para mi sorpresa mi padre comenzó hablar de los Cereus y Onagras del jardín, un tipo de flores que solo se abrían de noche y eran de lo mas bellas. Cuando quise darme cuenta ya me pedía que acompañara a Édouard a verlas mientras preparaban el café y los licores.

Salimos fuera por una de las puertas de cristal del salón, iba al lado del muchacho con las manos cruzadas delante de mi cadera, no podía negar que me sentía algo nerviosa.

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27/12/2017, 02:58
Édouard Bonnot

A pesar del orgullo del hombre que lo había invitado a cenar y de sus múltiples comentarios sobre como él y su hija se llevarían perfectamente, nada, absolutamente nada, podría haberlo preparado para la mujer que se encontraría aquella noche frente a sus ojos. Quizás había sido un tonto por asumir que las descripciones del hombre serían exacerbadas por el amor que le nublaba el juicio, pero hasta verla con sus propios ojos no entendería lo poco fiel que había sido con sus descripciones, haciéndola parecer un décimo de lo que realmente era. 

Durante aquella tarde se había preparado con gran énfasis para impresionar a la familia de aquel hombre de negocios que empezaba a considerar su amigo, vistiendo sus mejores trajes cuidando no exagerar con el código de vestuario requerido. Como regalo para los dueños de casa había buscado la mejor botella de vino de la más exquisita cosecha del viñedo de sus padres en Bordeaux, una tierra fértil y famosa por sus vinos tintos, y como agasajo para la hija de su cliente, había llevado un ramo de flores con mimosas amarillas, jazmines blancos y margaritas. Su cochero le había conducido hasta ahí con sumo cuidado para que no cayera un solo pétalo de las flores, mas cuando tras tocar la puerta y entrar con una sonrisa se encontró con la familia, sus ojos fijándose en aquellos enormes zafiros de la más joven, llegó a la pronta conclusión de que no había ramo que pudiese hacerle justicia a tal belleza, y que las flores que había elegido habían sido definitivamente las equivocadas.

Bastó solo esa mirada para saber que aquella mujer era la que quería a su lado el resto de su vida. Una mirada para sentir su corazón latir con violencia, casi desgarrando su pecho, una sola mirada para sentir que sus pulmones se encogían y de pronto no había aire capaz de devolverle el aliento. Tardó el escuchar tres veces su nombre antes de reaccionar, aturdido por un amor que nunca antes había sentido y que estaba convencido jamás volvería a sentir. Amor verdadero, único, incondicional. Y el destino lo maldecía haciéndole perder la cabeza y el corazón en manos de una mujer que ni siquiera conocía, por la que solo le quedaba rogar fuese compatible con él o siquiera tolerable, pues sabía que incluso de ser la fémina más repelente y desesperante no le cabría más remedio que entregarle su vida. 

Dedicó la cena a conocer a la chica tanto como a su familia, intentando conocer más sobre costumbres, gustos y de donde heredaba sus intereses. Se maravilló al escucharla hablar de artes con tanta pasión, y se atrevió él a compartir la propia, aunque de forma un poco más moderada con tal de no acaparar la conversación y apartar a los mayores. Nunca le había significado un problema mantener una conversación con Louis, así que solo le bastaba observar las reacciones de la mujer de la casa para ver por qué caminos irse y cuales no para avivar la conversación y conocerlos a todos. Su alivio al llegar a la conclusión de que aquella chica dulce e inteligente, deliciosamente risueña y arrebatadoramente hermosa no era bajo ninguna circunstancia un lastre para su alma e incondicional devoción fue inconmensurable. Había sido temer el infierno y darse cuenta de que estás condenado a vivir en el paraíso, con el ángel más preciado de la creación bendiciendo tus ojos con su visión. 

En su interior, agradeció la iniciativa claramente celestina de Louis, pensando en como sería capaz de pagarle la confianza que depositaba en él con aquel gesto, o la oportunidad de conversar tres minutos más con Lilianne, que aunque lo rechazara y le declarara su absoluto desagrado prohibiéndole volver a verla, seguirían siendo los mejores tres minutos de su vida. Era impagable, así de simple, pero por el momento cuando la muchacha se giró para guiarle, Édouard miró a su cliente y asintió levemente con la cabeza con una sonrisa en la comisura amable de sus labios, tanto prometiendo que la cuidaría y que se comportaría como el caballero que era como para que supiera apreciaba su voto de confianza. En dos pasos la alcanzó, posicionándose a su lado, y sonrió esperanzado al ver que la chica estaba siquiera un cuarto de lo nervioso que estaba él. 

¿Gustas mucho del paisajismo? - comenzó por decir, más para romper el silencio que por lo interesante que pensara pudiera parecerle el tema a la chica. Lo cierto era que estaba tan nervioso, tan expectante de aquel paseo nocturno junto a la mujer de sus sueños, que no sabía por donde partir para impresionarla. 

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27/12/2017, 03:47
Lilianne Leblanc

Su pregunta hizo que lo mirara con una gran sonrisa - Mi madre es la apasionada a mi me gusta ayudarla, se la ve muy feliz siempre con el jardín - Que realmente lo tenia muy bonito y cuidado, era uno de sus mayores aficiones y no dejaba que solo se encargara el servicio de la casa, si no que ella misma pasaba allí muchas horas.

Apreté los labios mirándolo de reojo, había pasado la cena grabando cada uno de sus rasgos en mi memoria, era el hombre mas atractivo que había visto, ese cabello oscuro, su mandíbula marcada, el perfecto perfilado de sus labios, aquellos increíbles ojos azules que cuando se encontraban con los míos me robaba el aliento. Cuando llego deseaba que solo fuera una cara bonita, una parte de mi lo deseaba pues con solo la primera mirada había conseguido que mi corazón se acelerara y aquello no era normal. Pero durante la cena me había dejado ver un hombre sumamente interesante, un hombre agradable, con gustos cercanos a los míos.

¿Podía ser tan perfecto? ¿El alma gemela que muchos dicen que tenemos?

Cogí aire para coger fuerzas para hablar - Mi padre os tiene en mucha estima, realmente pensaba que exageraba al hablar del joven arquitecto que esta diseñando nuestra nueva casa - Pero no exageraba en absoluto, era tan perfecto que daba miedo, solo con tenerlo a mi lado caminando ya sentía mi pecho apunto de estallar.

- Sabéis que esta cena ha sido una pequeña encerrona ¿No? - Pregunte con un tímidamente sonrisa sin poder evitar sonrojarme un poco - Espero que mi familia no os incomodara con la invitación - Aunque yo estaba mas que agradecida por tener la oportunidad de conocer aquel hombre, quizás el hubiera venido por obligación, quizás ya cortejara alguna dama, no me extrañaría que fuera así, era un hombre de buena posición, atractivo y agradable, lo que me extrañaba es que no estuviera ya casado ¿Que mujer no se fijaría en el? Seria de locos.

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27/12/2017, 04:24
Édouard Bonnot

Ver la amplia sonrisa de la mujer hizo que la suya se iluminara de inmediato, cautivado por la fascinante expresión de su rostro. Si podía hacerla sonreír así sería capaz de decir o hacer lo que ella quisiera, todo a cambio de la manera en que sus pómulos resaltaban bajo su mirada, ya de por sí suficiente para robarle la atención en cualquier momento sin opción a quejas o correcciones. 

Entonces corresponden unas sinceras felicitaciones de mi parte. Hacen un impresionante trabajo. - sonrió con dulzura, permitiéndose mirar durante quizás un segundo más de lo debido los brillantes ojos azules de su acompañante. A pesar de que ya llevaba media velada a su lado, aún no podía acostumbrarse e ignorar a la maravillosa melena color fuego que enmarcaba su rostro de porcelana, a las magníficas e ínfimas pecas que decoraban sus mejillas con tanta delicadeza como se podría apreciar en el cuadro del más brillante artista renacentista, o a sus pequeños pero tentadores labios, a los cuales sus ojos se desviaban ocasionalmente cuidando que su mirada pasara como un barrido hacia otra dirección para que no lo notara. 

Yo también tengo en muy alta estima a su padre. Es un hombre admirable en muchos aspectos, y me ha honrado con una tarea que me es imposible tomarme a la ligera:  Diseñar el lugar que resguardará y traerá felicidad a su familia. - recién entonces se dio cuenta de que en su primera pregunta la había tuteado inconscientemente, y agradeció interiormente en un rezo porque la mujer no lo hubiese tomado a ofensa, pasándolo por alto - Espero que mi trabajo con la nueva casa sea de su agrado - la miró a los ojos, para que supiera que prestaba especial atención a su opinión en ese aspecto - Estoy ansioso por mostrársela. He dedicado mucho tiempo e ideas a transformarla en un lugar en el que yo mismo me sintiera afortunado de vivir - sonrió con la comisura de los labios. Se había quebrado la cabeza para poner todo tipo de habitaciones, escondrijos, diversiones y nuevas tecnologías. Sería la mansión que estaría en boca de todos durante al menos una década, una que seguiría mostrando novedades con el pasar de los años para aquellos que seguían el camino tradicional de la arquitectura - Por supuesto, si hay algo que usted quisiera ver en la casa, en su fachada, en sus exteriores... no tema decírmelo. Me empeñaré en cumplir sus deseos para su nuevo hogar - le aseguró, sonriendo un poco más, obligándose a callarse de una vez con el tema de la casa. Los nervios le traicionaban. 

Fueron los mismos nervios los que, al escucharla hablar tan explícitamente de la estrategia poco sutil de sus padres, le sacó una risotada que acabó por cubrirse con una mano en puño, carraspeando mientras sonreía, en un gesto de cortesía tras la falta que podría ser reírse así - Lo siento, me ha causado gracia lo directa que ha sido - la miró con sus propias mejillas ligeramente sonrojadas por el tema y la vergüenza en cuanto a la impresión que estaría causando - No podría incomodarme la invitación. En honor a la verdad, aún intento dilucidar como agradeceré la oportunidad que me ha dado su padre al permitirme conocerla. - apretó ligeramente los labios al darse cuenta de que hablar así era sin duda un riesgo - Espero no molestarla, no pretendo ser atrevido. Simplemente me siento obligado a reconocer la maravillosa experiencia que ha sido poder compartir una velada con usted. No podría haber soñado con un espíritu más afín al mío. - admitió bajando la mirada al suelo frente a él un segundo para sonreír tímidamente.

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28/12/2017, 00:29
Lilianne Leblanc

La forma en la que comenzó hablar del buen trabajo que hacia mi madre con el jardín me hizo sonreír pero en cuando empezó hablar de mi padre y del trajo que estaba haciendo el para mi familia con la nueva casa mi sonrisa se amplio muchísimo y mis ojos brillaban mirándolo con suma atención.

Se notaba que le apasionaba su trabajo y aquello era algo maravilloso, no todo el mundo podía dedicarse a algo que le diera felicidad en su día a día, muchos estaban destinados a seguir un negocio familiar que no les gustara, otros a seguir los deseos de sus padres, pero Édouard brillaba con luz propia al hablar de ello. cuando llego a la parte de lo que a mi me gustaría para la nueva casa apreté los labios y baje un segundo la mirada pensativa, la verdad es que no lo había pensado, había hablado de la casa con mis padres pero no había echo ninguna petición en concreto, solo opinado sobre las ideas que ellos habían expuesto - El porche, adoro leer en en porche cuando hace buena temperatura, y el salón con una gran chimenea donde poder pasar las tardes de invierno - Si, aquello era indispensable - Y mi habitación me gustaría mucho que tuviera un gran ventanal y balcón, de pequeña en esta casa ocupaba otra habitación distinta a este y hace unos años les pedí a mis padres trasladarme a la que tenia el balcón al lado de la suya.

Al escucharlo reír ante mi comentario sobre la encerrona de mi familia mis mejillas se rosaron muchísimo y di gracias a la oscuridad de la noche para disimularlo, pues ahora mismo acaba de descubrir uno de mis sonidos preferidos en el mundo por encima del piano, su risa. Su perfecta risa.

Me mordí el labio avergonzada cuando comento lo directa que había sido, la verdad es que algunas veces no pensaba mucho las cosas, pero en aquel caso... mas bien en el de los hombres que llegaban a casa con aquella intención de mi padre prefería no andarme con muchos rodeos, a la mayoría era para que supieran que no tenias nada que hacer, en el caso de Édouard porque esperaba que el si quisiera seguir viéndome, pues a mi me encantaría poder conocerlo.

Estaba bastante nerviosa tras su respuesta, no sabia si tal vez le había ofendido yo al ser tan clara pero sus siguientes palabras hicieron que mi corazón comenzara a palpitar con fuerza y notara mil mariposas en mi estomago ¿Podía ser mas perfecto? Lo dudaba. - La... La verdad es que a mi me ha sorprendido muy gratamente esta noche, no... no esperaba conocer a un hombre al que quisiera volver a ver... - Conteste muerta de vergüenza en un susurro sin mirarlo, notando mis mejillas arder en aquel momento, era la primera vez que me sentía así con alguien y no sabia ni como comportarme, todos los consejos que había escuchado de los labios de mi madre a la hora de estar con un hombre que pudiera terminar siendo mi marido habían caído en saco roto y me sentía de los mas torpe.

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28/12/2017, 01:41
Édouard Bonnot

Tomó nota mental de cada uno de los detalles que la mujer le mencionaba harían su hogar un poco más propio, tomando con tanta seriedad su encargo que de hablar de su determinación con alguien más, creería que su vida dependía de ello. Para él, lo hacía. Si aquello la acercaba a ella aunque fuera en ínfima medida, sería suficiente para hacer latir su corazón durante cinco años más y llenar sus pulmones del más puro aire incluso bajo el agua. Muchísimo tiempo más tarde, meses pasados de aquel primer encuentro, el hombre le mostraría con inmenso orgullo un porche amplio y acogedor rodeado por preciosas rosas blancas que indicaban la entrada al hogar, cuya fina madera había sido barnizada para mantener su color y cuidar especialmente los detalles que artistas habían labrado a lo largo de columnas, molduras y cornisa. Grabadas en la madera habrían suficientes flores para ser su propio jardín, camelias, enebros, gardenias, girasoles y tulipanes adornaban con clase y discreción lo que una vez visto en detalle esperaba llenara el corazón de la mujer que amaba pero que perfectamente podrían pasar por alto los menos observadores. Por supuesto, el porche tendría un asiento colgante perfecto para que la mujer se acomodara a leer y se columpiera suavemente con la brisa de las noches de primavera. Dispondría también de la más maravillosa y acogedora chimenea en el salón, y diseñaría una suerte de chimenea para el exterior, cual fogata resguardada, acompañada de sillones y una fuente que la relajara con el sonido de su agua para que Lilianne pudiese escapar si lo necesitaba y encontrar el calor en un rincón solo para ella. En su habitación, como le había pedido, tendría un enorme ventanal del porte de toda una muralla para que entrara la luz de día y por las noches pudiese admirar las estrellas, y desde el balcón que le había prometido tendría la más hermosa vista de París que alguien pudiese haber soñado. 

Pero eso no ocurriría aún, pues faltaba demasiado, y por el momento aquellas fantasías solo se construían en su mente, así como el día que consiguiera acompañarla a leer frente a esa chimenea o a conversar en el porche disfrutando de la frescura de las flores y la maravillosa vista al jardín delantero. Esperaba que cuando esas cosas ocurrieran, Lilianne aún se sonrojara con esa dulzura que lo hacía ahora al mirarlo, que todavía se mordiera el labio con vergüenza, y que sus ojos reflejaran esa misma curiosidad y nerviosismo de la que quizás un poco egocéntricamente se consideraba provocador. 

Su corazón se saltó un latido al escuchar que quería volver a verlo. ¿Uno? No, se saltó diez. Veinte quizás, incluso deteniendo sus pasos. Sus ojos fueron hacia ella, buscando su mirada aunque ella parecía evitarla, y sonrió como un idiota durante un par de segundos que sin duda le avergonzaron al darse cuenta de como se había paralizado. No encontró una excusa para disimular la sonrisa, como siempre le habían enseñado. ¿Para no mostrar demasiado entusiasmo? ¡Pero si estaba entusiasmado! ¿Para que no supiera lo interesado que estaba? ¡Esperaba que lo supiera! ¿Para no verse como idiota? Bah, ya estaba claro que lo era por ella. 

Quiso decirle que él no había esperado conocer a la mujer de su vida, pero se mordió la lengua, considerando que la posibilidad de espantarla al ser aquel su primer encuentro era demasiada, y se odiaría si arruinara la posibilidad de volver a verla cuando se la acababa de conceder. 

Estaría encantado de verla cuantas veces usted me lo permitiera - fue lo menos comprometedor que pudo decir, aunque no se podía decir que fuera justamente medido - Esperaba venir aquí y volver tal como llegué, pero me temo que lo que guardo en mi pecho ya no me pertenece, y cualquier segundo que me conceda con su dueña tendrá que ser suficiente para hacerlo latir en su ausencia - las palabras escaparon de su boca antes de poder detenerse, y aunque maldijo en su interior por haber caído en lo mismo que había intentado prevenir, supo que sería imposible ocultar aquellos sentimientos de la mujer, así que bien podría informárselo ahora.

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28/12/2017, 04:18
Lilianne Leblanc

Me sentía tan extraña, todo lo que sentía mi cuerpo ahora mismo era complemente nuevo para mi, aquel palpitar fuerte y rápido de mi corazón, las mariposas en mi vientre, el calor en el pecho. Eran cosas que solo había vivido leyéndolas en las novelas, imaginando como seria encontrar a esa persona que hiciera que el mundo temblara a mis pies y ahora la tenia delante, dándome cuenta que no era el mundo el que temblaba si no mis piernas antes su cercanía.

Cuando entro por la puerta me sentí terriblemente estupida, como una joven enamoradiza que se había prendado de el rostro mas bello que había visto jamas. Entonces llego la cena y el rostro venia acompañado de una mente brillante, audaz y divertida. Me sentía tan extraña que no creía que pudiera ser tan afortunada de encontrar a alguien así, de que el hombre perfecto hubiera venido a mi casa y ahora pudiera disfrutar de un paseo por los jardines con el. Me moría de ganas de cogerme de su brazo, tal y como hacia con mi padre o mi madre cuando paseábamos pero aquello era algo mas que directo para el primer día que nos habíamos conocido y no quería que pensara mal de mi.

Al decir que estaría encantado de volver a verme me pareció que mi corazón estuvo apunto de salir disparado de mi pecho y lo mire con mis grandes ojos azules brillando ante la ilusión de próximos encuentros. Sabia que la principio siempre seria acompañada por alguien pero me daba igual, esperaba que con el tiempo pudiéramos disfrutar juntos de una noche de teatro, de un paseo al lado del Sena, de una charla en un café sobre un libro que ambos leyéramos. Pero eso era correr mucho, aquello era una fantasía y me estaba subiendo a ella sin dudar, pero...

¿Como no hacerlo cuando el me miraba con aquellos preciosos ojos como si deseara todo lo que pasaba por mi mente tanto como yo? Era imposible, eran mis fantasías de joven con los sentidos nublados, seguramente el creería que eran tonterías y cosas muy simples pero para mi lo podían ser todo. 

Llegaron sus ultimas palabras y mi corazón se paro, se paro al momento y note como hasta el aire me faltaba y un calor abrasante sabia de mi vientre hasta mi pecho mientras mis ojos lo miraban como si aquellas palabras hubieran sido mi sentencia, pues con ellas sabia que me había sentenciado a ser suya eternamente.

Mis mejillas no podían estar mas rojas y cuando me di cuenta no se paro solo mi corazón si no tambien mis pasos mientras lo miraba y mis ojos brillaban cada vez mas. Aparte un mechón ondulado de mi rostro colocándolo tras mi oreja y aunque mi mente me decía que le gritara que no se preocupara que guardaría su corazón tanto tiempo como el guardara el mío las palabras no salieron pues la vergüenza me podía ahora mismo - Espero que cuando me conozcáis mejor no esperéis que os lo devuelva porque ahora mismo se ha convertido en mi mayor tesoro... - Susurre notando como se me formaba un nudo en el estomago por los nervios y la vergüenza que me causaba todo aquello - Aunque ya que me habéis dado tan preciado regalo tenéis que saber que podéis ocupar su lugar con el que hasta esta noche era mío... - Pues ahora mismo palpitaba su nombre una y otra vez dejándome claro que mi corazón tambien había dejado de pertenecerme.

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28/12/2017, 20:13
Édouard Bonnot

Al ver que ella también se detenía, su rostro cubierto de pecas ahora acompañado con un rubor tan indisimulable como los latidos que amenazaban con abrirle el pecho a él, su sonrisa se acrecentó. Era imposible que con la mirada brillante de aquellos perfectos zafiros que adornaban el rostro de porcelana de la mujer más hermosa que hubiese pisado el mundo fuera la misma capaz de no ser reciproca en sus sentimientos, cuando todo en su lenguaje corporal decía lo contrario. Incluso si eso era solo parte de su optimismo y la imaginación guiada por la esperanza lo llevaba a imaginar el brillo especial en sus ojos, quería creer que no había posibilidad alguna de que la mujer de sus sueños no reconociera la innegable afinidad entre ambos.

Respiró profundo, casi en un suspiro, al verla apartar uno de sus perfectamente ondulados mechones pelirrojos, fijándose entonces en la forma de sus orejas, que como todo en ella, parecían esculpidas por el más dedicado artista. Su voz, como terciopelo en su piel y música para sus oídos, inundó sus pensamientos y llenó su piel de escalofríos al escuchar las palabras por las que su corazón rogaba pero que su mente, racionalmente, creía imposibles. ¿Cómo había logrado cautivar el interés, es más, invocar el amor en aquella mujer cuya existencia terrenal solo podía explicarse por medio de un agujero en el paraíso?

Hubiese sido suficiente con saber que ella aprobaba sus sentimientos, que los toleraba incluso, pero saber que él podía llamarse dueño de su corazón y que con tanta seguridad ella lo depositaba en sus manos, confiando en sus cuidados, era una realidad que jamás hubiese imaginado en sus más alocadas fantasías. 

No habrá misión más importante en mi vida que guardarlo con recelo de cualquier mal que pudiese interponerse en nuestro camino - prometió, quizás demasiado pronto para hablar de un camino en común, pero perdido como estaba en sus ojos y en aquel perfecto momento, seguiría el camino de esa angelical criatura aunque fuese como un simple servidor - No existe mayor honor para mí que ser receptor de su confianza y afecto, y no hay nada que pudiese hacerme cambiar de opinión, o de esforzarme un poco menos por ser digno de ello - dio un paso hacia ella, tomándole la mano con suavidad - Mientras me quiera a su lado, ya sea como servidor o como el guardián del más preciado bien que he recibido, no pasará un día en que no procure darle una nueva razón para ganarme su estima. Puede considerarlo una promesa.

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08/01/2018, 20:36
Lilianne Leblanc

Cada palabra salida de sus labios era mejor que la anterior, sentía como todo mi mundo se movía y el era el centro de todo. Era impresionante como en tan solo unas horas aquel hombre había conseguido ser todo y nada a la vez, una simple mirada hacia que mil mariposas despertaran en mi vientre, sus palabras generaban un calor en mi cuerpo para mi completamente desconocido.

¿Como una simple persona podía cambiarlo todo? ¿Como el mundo pasaba a ser tan distinto con su presencia? ¿Me había vuelto loca o realmente estaba hechizada?

Me daba igual fuera locura o magia, tenia claro que deseaba mas de ello, fuera lo que fuera, aunque terminara con el juicio nublado o internada en un psiquiátrico, por un minuto mas a su lado mirándome valdría la pena. Por el roce de sus manos, por un beso robado, por lo mínimo que pudiera conseguir de el, aquel mínimo seria mas que todo lo que otros pudieran darme.

Ansío que cada palabra que ha salido de vuestros labios no se pierda con la salida del sol y el tiempo, esperare como nunca he esperado la llegada de un nuevo momento en el que nuestras miradas se crucen - Mañana, pasado, en un mes, me daría igual con tal de volver a verlo - Mi padre esperara que habléis con el y yo ansiare lo que venga a contarme después - Pues aunque sabíamos que aquel encuentro había sido obra de el si el joven quería cortejarme debía tratarlo con mi familia, pues por mas que yo quisiera que siguiera haciéndolo si mis padres no aceptaban lo que el les propusiera nada de esto podría ser real - Aunque no dudéis ni un segundo de que si su respuesta no es positiva mi corazón seguirá en vuestras manos mientras queráis que os pertenezca - Aunque tuviera que encontrarme con el a escondidas y descubrir si su amor era tan real como el mío o simplemente éramos dos jóvenes atrapados en un embrujo.

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11/01/2018, 05:50
Édouard Bonnot

Para su mala fortuna, aquel encuentro no había durado mucho más, interrumpido por la aparición de los padres de la joven en un poco disimulado intento de recordarles mantener las distancias. Si hubiese dependido de él se habría quedado mirándola a los ojos toda la noche, sonriéndole y jurándole amor eterno, muerto de amor al escuchar que incluso si el mundo se ponía en su contra, ella le seguiría amando de forma clandestina. Esa misma noche lo decidió. Esa, y no otra, sería la mujer con la que se casaría. La única mujer con la que quería compartir su vida, a la que quería ver envejecer, con la cuál formar una familia y volver a Bordeaux para construir un hogar. Lilianne era la respuesta a todos sus sueños, la recompensa a su fe inquebrantable. Era todo lo que podía esperar y mucho más. Desde aquel día, su corazón no volvería a palpitar al mismo ritmo que antes, y no despertaría ni un solo día sin haber soñado con los luceros que la pelirroja mantenía de rehenes en sus ojos para alumbrar su mirada. 

La próxima vez que vio al padre de la hermosa mujer que le había robado el corazón y sus pensamientos, le ofreció todo lo que poseía, tanto en recursos como en imaginación, con tal de que le dejara cortejar a su hija. No fue necesario. Louis estaba encantado con como se había desarrollado la cena, con la impresión que había causado en su mujer, y aunque no lo sabría entonces, con la sonrisa embobada que se había dibujado en el rostro de Lilianne desde aquella ocasión. La misma que veía en el arquitecto, que desde entonces no dejaba de dibujar preciosas pérgolas rodeadas de rosas blancas - por supuesto, no tardó en averiguar aquel gusto de la muchacha - o tranquilos rincones en distintos espacios, refugios para lectura junto al fuego. Su mente volaba a la hora de diseñar la casa de Louis y su familia, por el simple hecho de que quería lo mejor para quien había determinado sería su futura esposa. 

Pronto, las construcciones empezaron para la nueva propiedad, y tras algunas cenas casuales en la casa familiar antigua, el hombre vio la oportunidad perfecta para invitar a salir a la dueña de su alma, utilizando como excusa la necesidad de una distracción en tiempos tan complicados en los que no dejaba de pensar en su trabajo. Lo que no salía de su mente no era la arquitectura, en realidad. Era su objetivo. El amor incesante y ferviente que sentía por la hija de su cliente, y como conseguir que el de ella jamás se desvaneciera. 

Se presentó al atardecer en la puerta de la casa de los Leblanc, vestido de gala, el mismo código de vestuario que le había informado a Lili que requerirían. En el bolsillo interior de su largo chaleco con cola guardaba dos entradas para la más recientey popular puesta en escena, "Una tragedia florentina". En su mano, como cada vez que la visitaba, un ramo de flores, esta vez compuesto por camelias, crisantemos violetas y dalias del mismo color, además de otras de color rosa y algunas amarillas. Y en sus labios, la más sincera y dulce sonrisa. 

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11/01/2018, 14:33
Lilianne Leblanc

Basto una noche, una persona y una mirada para que todo en mi mundo cambiara. Siempre había sido una joven soñadora, que leía y leía para viajar por historias increíbles y fantaseaba con ver el mundo y conocer lugares de los que solo había oido hablar.

Pero desde que Édouard Bonnot había llegado a mi vida ya nada era igual, todos los sueños y fantasías viajaban alrededor de aquel hombre de preciosos e intensos ojos claros. Cada historia que leía el protagonista tenia su precioso rostros, cara lugar que me imaginaba visitando era de su brazo, cada mañana al despertar dejaba de darme igual mi aspecto para tomarme mi tiempo en verme bonita pues no sabia cuando nuestros ojos podrían encontrarse de nuevo gracias a sus negocios con mi familia. Me había hechizado, había aceptado mi corazón y ahora cada noche me dormía pensando en como se sentiría la suavidad de sus labios carnosos besando los míos. 

Cuando mi familia me informo de que el joven había formulado una propuesta de cortejo y mis padres la habían aceptado sentí mi corazón apunto de estallar en mi pecho. La alegría mas grande y pura me llenaba por completo, deseando poder conocer mejor al hombre que robaba mis suspiros, sabiendo que el había sido el primero en llegar a mi corazón y tambien deseaba que fuera el ultimo. Ya le pertenecía aun sin ser su esposa.

Cada día que volvía a disfrutar de su presencia mis ojos solo tenían una dirección y era su rostro, grabándolo en mi memoria para cuando no pudiera tenerlo cerca. Buscando cualquier excusa para charlas y perderme en su sonrisa.

Aquella noche me había informado que tenia una sorpresa para mi, que me pusiera un bonito vestido de gala y al atardecer vendría a recogerme, me extrañaba que mis padres no se prepararan pero mi madre vino a informarme que aquella noche saldría sola con Édouard. La escuchaba hablarme mientras me ayudaba a prepararme, recordándome lo que se esperaba de una buena dama, del comportamiento que debía tener, de como debía actuar, pero yo ya no escuchaba nada, solo pensaba en el y en que saldríamos solos por primera vez. Mi mente volaba a donde podría llevarme, en ir de su brazo, en sus ojos mirándome de aquella forma única, de sus labios besando mi mano. Aun no había comenzado la velada y ya estaba siendo la mejor de mi vida.

Ya lista con un precioso vestido azul que resaltaba el claro de mi piel y el rojizo de mis cabellos en cuanto solo la puerta puse rumbo a ella, bajando por las escaleras mientras un criado le abría al dueño de mi corazón y mis ojos ya solo existían para el, estaba tan sumamente atractivo con aquellas ropas. Y las flores... las flores me sacaron una sonrisa complice mientras mis mejillas se rosaban.

- Buenas noche - Mi amor... Pero eso ultimo quedo solo en mi mente reflejado en mis ojos.

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21/01/2018, 04:01
Édouard Bonnot

Un suspiro escapó de sus labios al encontrarse con la más hermosa visión que hubiese presenciado jamás: el amor de su vida vestida con aquel encantador vestido color azul cielo. Su cabello rojo como el fuego caía en cascada por sus hombros enmarcado el puro blanco de su piel y destacando el color rosado natural de sus labios mientras el vestido se ocupaba de hacer lo mismo por aquellos dos zafiros que la mujer lucía por ojos. Por supuesto, aquella indescriptiblemente hermosa criatura que había capturado su corazón había sido bloqueada parcialmente por la torpeza de su criado, a quien supo perdonar en medio de su trance.

Cuando el sirviente se apartó, Édouard pudo notar con mayor detalle esa deliciosa sonrisa cómplice en los labios de quien deseaba fuera su compañera de por vida, y aquel tono sonrojado de sus adorables mejillas. Sin embargo, lo que acabó por cortarle la respiración del todo fue el brillo en sus ojos, el cual causó que por un segundo olvidara incluso como hablar. 

Por lo mismo, tardó unos segundos en responder, y cuando por fin logró recomponerse cerró su boca - ligeramente abierta a causa de la estupefacción - y sonreír avergonzado, extendiendo las flores a la mujer que había robado su corazón. 

Buenas noches, Lilianne - se tomó la libertad de llamarla por su nombre, esperando que tal atrevimiento no fuera mal recibido - Espero no me reproche la osadía, pero me odiaría si no le dijera lo hermosa que se ve está noche - sonrió enamorado - Tal es su belleza que las estrellas pierden su brillo y cualquier maravilla palidece en comparación a usted.

Solo podía esperar que sus avances no fueran rechazados, pero desde la noche en que la había conocido había estado pensando incesantemente en la terrible oportunidad que había perdido por no besarla en el mismo momento que le había declarado su amor. Sabía que lo había hecho por respetarla y de ello no se arrepentía pues estaba más que dispuesto a mantenerse alejado de sus labios cincelados por conservar su honor, pero todo en él le pedía lo contrario.

¿Me permitiría? - le ofreció el brazo para guiarla al carruaje a su espalda. Era un coche sobrio de modestos ornamentos pero indudable valor y calidad, y llevándola hasta él, la ayudó a subir personalmente. No confiaría a su cochero su tesoro más preciado. Ni a él, ni a nadie. 

Una vez la señorita se hubo acomodado dentro, subió él también, permitiendo que el cochero les cerrara la puerta y tras un suave golpe a la pared del vehículo que daba en dirección a los caballos por parte de Édouard, echar a andar en dirección al centro de la ciudad. 

¿Prefiere conocer los planes para la velada o verse sorprendida por ellos? - preguntó con una amable sonrisa mientras volvía a perderse en su mirada. 

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21/01/2018, 15:28
Lilianne Leblanc

Llevaba días ansiado aquella noche, la primera en la que saldríamos solos sin escolta y los nervios me podían, no sabia como actuar o que decir, que esperaba el de las horas que pasaremos juntos o si podría contener mis deseos de no separarme de el cuando la velada terminara.

La forma en la que Édouard me miraba era algo único, podría dejar todo lo que tenia por un segundo mas de aquella mirada, como si no hubiera nada mas en el mundo, ansiaba que llegara el momento de casarnos y poder despertar y dormirme viendo ese brillo en sus ojos cada día. No sabia como lo hacia pero conseguía hacer que todo me diera vueltas y mis piernas temblaran con su cola presencia, con aquellos increíbles ojos claros sin separarse de mi.

Mis mejillas se rosaron y baje la mirada avergonzada ante sus palabras la par que feliz porque le gustara el vestido y como me había arreglado. Jamas había estado tan nerviosa a la hora de escoger que ponerme que cuando sabia que me encontraría con el, era como si nada fuera suficiente, como si no encontrara algo a su altura.

- Eso es por que no os habéis visto bien en el espejo, estas imponente... - Murmure pensando que la vergüenza terminaría causándome fiebre, pero era imposible no verlo y fascinarse con lo atractivo que estaba con aquellas ropas.

Cogi las flores y aspire su aroma encantada - Son preciosas y perfectas - Claramente con la ultima palabra me refería al mensaje que estas traía consigo. Me gire un segundo hacia el hombre que había abierto la puerta y trabajaba para mi familia acercándole el ramo - Que las pongan en mi habitación por favor - Tras ello me gire de nuevo hacia el hombre que ocupaba todos mis sueños.

Al ofrecerme su brazo me cogi a el notando como mi corazón se aceleraba ante aquella simple cercanía, no sabia si me lo imaginaba o era algo real, pero sentía un calor de lo mas agradable salir de su cuerpo hacia mi. 

Subí al carruaje con su ayuda y ya dentro me senté colocando bien la falda de mi vestido, esperando por que el subiera y tomara asiento tambien, esta en un sitio tan pequeño con el causaba una sensación en mi pecho que desconocía hasta el, un hormigueo en mi vientre y un nerviosismo delicioso. - Me gustan las sorpresas - Aunque me moría de curiosidad me gustaba la sensación de descubrir algo nuevo. Me mordí el labio sin saber muy bien como abordar un tema que había pensado mucho así que al final preferí decirlo sin mas dilación - Me... me gustaría que... que cuando estemos solos me tratarais como mi igual... si no os molesta claro... - Delante de mis padres estaba claro que aquello era impensable.

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25/02/2018, 04:53
Édouard Bonnot

Aún sentado en el carruaje ya, el cumplido de la dama al verlo seguía resonando en su mente y robándole sonrisas. Édouard siempre cuidaba su apariencia, pues si bien no era un hombre vanidoso sabía cuanto jugaba a favor en cualquier interacción social una presentación impecable, pero aquella noche en particular había sido tan meticuloso que había caído en lo obsesivo con tal de intentar adquirir una apariencia siquiera remotamente aceptable para pararse frente a la luz de sus ojos. No era nada de extrañar, por supuesto, considerando que la mujer frente a él robaba cada aliento y latido que el hombre fuera capaz de producir desde el bendito día en que había posado su mirada sobre ella. 

También fomentaba su sonrisa ver que la mujer aceptaba sus flores y su mensaje, y más allá de eso, lo atesoraba lo suficiente para remarcar la buena impresión que le había causado pidiendo que las pusieran en su habitación, donde adornarían su día a día por lo que dieran de vida y morirían luego encantadas de haberle otorgado su compañía a tan encantadora señorita. Ahí, en su alcoba, Lilianne podría mirarlas y contemplar, con las mismas ansias con que él pensaba en sus ojos y su perfume cada noche, la posibilidad de un futuro juntos lleno de amor y devota entrega. 

Su pecho apenas podía contener los fuertes latidos de su corazón que parecía querer romperle las costillas, demasiado cerca del amor de su vida para poder obviar su exquisito y dulce perfume, demasiado prudente para tomarla en sus brazos y besarla con el amor que le profesaba con cada fibra de su cuerpo. 

Será una sorpresa entonces - aseguró con tal alegría que se desbordaba incluso por sus ojos, sin poder ni querer contener la sonrisa de oreja a oreja en su rostro al mirar aunque fuera por un segundo a aquella que detenía el tiempo y hacía que el mundo adquiriera nuevos colores solo para él. Cuando la escuchó sugerir que le hablara con tal soltura su corazón dio un brinco y de la pura euforia podría haber soltado un grito de victoria, pero mientras el Édouard interior hacía una celebración con todo tipo de saltos, gritos y bailes, el exterior exhaló de felicidad con la misma sonrisa imposible de ampliar que ya tenía desde antes - Me encantaría tratarte de igual, Lilianne - dijo con cierta dificultad, pues era primera vez que se dirigiría a una dama, más aún a una tan especial, con tanto descaro - Espero te guste lo que he preparado para nosotros esta noche. Lo cierto es que no soy ningún experto en citas - admitió con algo de vergüenza por su falta de experiencia, aunque permitiéndose aquella confesión como gesto de buena fe para propiciar la intimidad y complicidad entre ambos. 

¿Quieres ver los dibujos que he hecho para tu casa? Quizás puedas ayudarme con algunas ideas propias - le sugirió con una sonrisa. Odiaba que la gente tocara su trabajo, pues como cualquier artista era receloso con sus diseños e ideas, pero a Lilianne la dejaría incluso escribirle garabatos sin sentido alguno encima a sus cuidados dibujos técnicos y proyectos mientras él la miraba idiotizado pensando en que eran las más maravillosas propuestas que jamás había escuchado.