Como si alguien hubiese presionado el gatillo de una pistola, la tensión se disparó en la sala revolviendo más los ánimos. Parecía la historia de nunca acabar.
Merten no era Sarah. Pertenecía a la manada y seguía siendo un garou, pero su temperamento resultaba ligero y afable como un riachuelo, un tanto hippie bajo la percepción de los members. Era más fácil de tratar, pero eso no le convertía en humano y, bajo las nuevas normas de Mark, tampoco en un aliado, por lo que toda la atención se volvió principalmente hacia el President a la espera de un gesto significativo más allá de las múltiples arrugas que se le habían formado sobre el ceño.
-Ya salgo yo -se apresuró a decir Max, con los brazos ya flexionados para levantarse de la silla.
-No. -cortó el President con rapidez, señalándole con el dedo-. Nadie va a cambiar una puta palabra con... ellos.
Y se le notó el leve vacile al escoger la palabra con la que definirlos, pues todavía tenían a Chris sentado a la mesa.
-Despáchalo -añadió Dimitri hacia el prospect.
-Tampoco he dicho eso -gruñó de nuevo Mark.
-¿Lo vas a tener en la puerta hasta que se muera de hambre? -ironizó Eliot con una ceja en lo alto, casi empeorando más la situación. Pero dado el caso, ya poco más se podía hacer y resultaba exasperante lidiar con Mark.
-Joder. Iros todos a la puta mierda...
Y siguió soltando improperios mientras Max se levantaba y caminaba hacia la salida.
Aquello estaba viniéndose abajo y si Merten entraba, las cosas podrían acabar muy muy mal. Cuando Max se dirigía a la puerta, Darryl se levantó como movido por un resorte. Una vez de pié no entendió mucho por qué se había levantado, pero el gesto le había salido de dentro.
- Max. Diga lo que diga, no le permitas entrar aquí dentro... las cosas no están como para que nadie más abra la boca. Por favor. - su petición era sincera y directa del corazón. Merten podría ser una bomba de relojería, aun con sus silencios, si pisaba aquella sala o hablaba con Mark.
Se volvió a sentar y se calló durante unos pocos segundos intentando calmarse la bestia que galopaba en su interior y no sabía muy bien si provenía de si mismo o de la sangre vampírica que corría por sus venas. Sentía cosquilleos por dentro y los brazos le hormigueaban. Al final, apretó los dientes y le pegó un puñetazo a la mesa, pero tuvo la decencia de contenerse un poco para que no se escuchara demasiado el golpe fuera.
- Lo están haciendo de puta madre. Me juego el cuello a que alguien le ha pedido a los vampiros que nos desestabilicen, que quiten la carta de abajo del castillo de naipes para que nosotros solitos nos vayamos a la mierda... y lo están haciendo jodidamente bien porque seguís... seguimos siendo unos putos cabezotas. - empezó mirando a Mark en aquel pequeño discurso, pero pronto pasó la mirada por todos los presentes, excluyendo a Chris, que poco tenía que ver con aquello - Tenemos un plan, ¿verdad? Pues dejáos de mierdas y vamos a ponerlo en marcha, sin importar lo que diga ese barbudo de ahí fuera y su panda de mequetrefes. Eliot, tienes trabajo que hacer y que darle al resto. Si no podemos todos de nuestra parte y luchamos, podemos ir directamente a cortarle el pescuezo a Walter y marcharnos todos a nuestra casa, porque cuando se recupere, si seguimos actuando como hasta ahora, nos colgará a todos de los huevos y con toda la razón del mundo. -
Se volvió a levantar, apoyándose en la mesa. Si no fuera por los gritos, la tensión y todo lo que había allí dentro, sería casi ridículo verle levantarse y sentarse tan de seguido. - ¿Qué decís? ¿Seguimos adelante o le damos paso a Merten y nos vamos bajando los pantalones? -
La propia confusión de Darryl se les transmitió al resto, sobre todo al comienzo del improvisado discurso que reuniendo verdades como pesos les mantuvo atentos y callados a pesar de las diferentes reacciones. A Mark no le gustaba que le quitaran la batuta, aunque fuese con peso y razón. Especialmente cuando era con peso y razón. Sin embargo, se encontraba demasiado noqueado por la situación y sin argumentos como para reñirle más allá de con miradas de las que matan. Dimitri tampoco se mostró muy afable ante su firme posición, pero pareció más reflexivo al respecto asintiendo, mientras que Christopher se levantó a su vera palmeándole el brazo añadiendo un “Yo te cubro en esto. No te preocupes”, que no era mucho pero ya era más que la opinión general de la mesa.
Eliot, con ambas palmas sobre la mesa, añadió:
-Vamos a hacer algo ya, cojones. Que parecemos perdices espantadas en el trigal –Se levantó-. Cuando el viejo se despierte se va a descojonar de nosotros. Y deja de gruñir, Mark. El chico está haciendo un buen trabajo y Walter se va a poner bien. Ostias. –Caminó hasta él y le agarró por el hombro zarandeándolo ligeramente-. Dile a Oscar que te de una botella de bourbon y bebe hasta perder el sentido. Cuando te despiertes esta noche serás otro. Y ya veremos cómo va la cosa. Yo le echo un ojo a la guardería, tú vete a dormir. Todo irá bien.
Sacar el rabo y golpear con él encima de la mesa a aquellas alturas quizás había sido algo precipitado, pero tal y como estaban las cosas en aquel momento se planteaba como la única opción. Agradeció que al menos Eliot le cubriera un poco las espaldas, pues el apoyo de Chris, aunque lo apreciaba, no servía de absolutamente nada.
- Yo debería ponerme manos a la obra, los vampiros no van a salir a recibirme. Si me necesitáis estaré disponible por el móvil. - miró hacia la puerta y después a Mark, como pidiendo permiso para irse, ya que no había dado por finalizada la reunión
-Pues mueve el culo -respondió Eliot.
Por su parte, Mark mascullaba por lo bajo descontento con todo, y no parecía ser una sensación fácil de cambiar. Lo vio levantarse y dirigirse él mismo hacia la puerta sin dar el martillazo apropiado, así que podía considerar aquello un "haced lo que os salga de la punta del cipote" permiso.
Christopher sí que se acercó a él y le paró.
-Oye. ¿Qué tienes en mente?
Cuando estaba cerca de poner la mano en el pomo de la puerta, Chris le paró para preguntarle sobre sus planes. Realmente no tenía nada verdaderamente claro, pero tampoco se lo iba a reconocer al garou. Se giró para mirarle y bajó un poco el tono de voz, mirándole con toda la determinación que pudo sacarse de la manga.
- Necesitarán un lugar donde alimentarse, así que algún sitio debería llevarme hasta ellos. Pensaba en empezar por el burdel de von Bismark: posiblemente ella no tenga nada que ver, pero es muy posible que allí haya alguien que sí que sepa algo. - se inclinó un poco más hacia él, bajando algo más la voz - No sé dónde pueden moverse, pero si no pruebo en distintos sitios no encontraré ninguna pista. ¿Tú harás algo? -
-Ir contigo -respondió con simpleza-, si no te incordia mucho mi presencia. No es la primera vez que le parto la cara a uno de esos, sin ánimo de ofender. Por si se complican las cosas.
El garou le aguantó la mirada sin intención de aceptar una negativa.
- No me ofendes, son todos unos capullos. - era verdad, al fin y al cabo, en la sociedad vampírica quien no era un capullo acababa muerto (definitivamente), y los que no lo parecían eran los más capullos de todos. Se le quedó mirando un par de segundos, pero asintió y le dió una palmada en el brazo - Vale, me vendrá muy bien tu ayuda, viendo lo rápido que oliste a los de la droga. -
No lo había comprendido al momento porque desconocía la naturaleza de Chris, pero luego todo cobró más sentido. - Aun así habrá que ir con mil ojos: si un ghoul les busca quizás se muestren paranoicos pero curiosos. Si un garou lo hace, quizás salgan corriendo como gallinas descabezadas. -
Señaló la puerta con la cabeza, haciendo un gesto para que Chris saliera delante.
El lobo esbozó una sonrisa retorcida.
-Ey. No sería la primera vez. Es todo cuestión de estrategia, como en el Risk.
Y lo era. Cuando se trataba del Club, o los vampiros, o toda aquella vida que había escogido todo resultaba cuestión de estrategia, rapidez, y mantener los ojos abiertos. Pero a aquella hora, con demasiado a la espalda y demasiado que digerir, Darryl apenas podía mantener la cabeza en su sitio y los instintos a un nivel controlable. Necesitaba descansar, un sueño natural y reparador de los que uno parecía levantarse siendo otra persona. Y así lo hizo con el sol ya sobre algunos tejados dejando bien visible el rastro de una mala noche en todos los presentes.