Partida Rol por web

Santa Monica, Los Ángeles

12 de Enero, 2000 - 03:42

La vida le enseñaba a un a sanar, a curar las viejas heridas, montar en la moto y seguir la carretera. Eso era lo que decían siempre los libros, los mensajes de amor de la iglesia, su madre. El tiempo sanará. Pero los días pasaban y Darryl sentía que todo aquello era mentira, y que en realidad todo era basura. Que lo único a lo que el ser humano era capaz de llegar era a desterrar los recuerdos a un recóndito lugar de la mente y enterrarlos bajo mil penurias más. Y entonces, solo entonces, uno podía respirar amargamente pero tranquilo, al menos hasta que algo traía todo aquello de vuelta.

El ghoul había alcanzado ese estado de indiferencia que se sucedía a la tempestad mientras buscaba un nuevo rumbo en la carretera. Parecía haber dado con algo, algo temporal. Se llamaba Allan; un tipo adusto, malhablado, con un ego arrollador y un falta de creencia en el ser humano que le quitaban a uno las ganas de vivir. También era un vampiro, y por alguna razón que escapaba al conocimiento de Darryl, estaban viajando juntos. Él sabía por qué estaba allí, la sangre. Pero por qué Allan le requería a él era otro asunto muy distinto. Ni siquiera le había pedido que hiciera algo por él más allá de evitar que entrase luz donde él dormía. Era extraño, pero no hacía preguntas incómodas ni pedía nada a cambio. Era más de lo que había tenido hasta entonces.

Tenía la vista perdida en el horizonte y la mente aún más allá. Lo único que había en su cabeza era el ruido continuo de ambos motores, siguendo de forma cansina la moto de Allan y prestando la mínima atención.

Aquello era realmente una mierda: sentía que cada día era una pérdida de tiempo y que irse del club había sido una cagada. Sin embargo, volver con el rabo entre las piernas es algo que no haría mientras tuviera sangre corriendo por las venas: el orgullo estaba por encima de todas esas cosas.

Ese pensamiento pareció devolverle un poco a la realidad y parpadeó un par de veces con fuerza. Se aseguró de que hubiera sido junto a la moto de Gardner y se adelantó hasta ponerse a su par.

- ¿¡A DÓNDE COÑO VAMOS!? - le gritó desde su moto para que escuchara por encima de aquel poderoso ruido

El vampiro le echó un breve vistazo desde su moto tras los cristales de las gafas, manteniendo una expresión impávida. Como única respuesta hizo rugir el motor y aceleró sobrepasando con creces el límite de velocidad, dejando atrás a Darryl durante unos segundos. Era un tipo de acciones más que de palabra, algo muy diferente de Raven, y lo sabía incluso por el efecto que el beber de su sangre le causaba. Todo a su alrededor resultaba mucho más vivo y salvaje, notaba sus sentido afinados y su instinto más despierto. Atesoraba sensaciones que no había conocido antes, y cuando el trago era fresco casi podía percibir a un animal latiendo en su interior que a duras penas podía controlar. Se regía por su temperamento orgulloso, pero de una forma diferente que cuando estaba con su anterior domitora. Con ella todo resultaba pasional, pero ahora era libre, y no había nada en el mundo que no pudiera hacer frente.

Tras varios minutos con un viento cortante y desértico insistiendo en virar la dirección de su moto, llegaron hasta un local de alterne cuyas luces de neón, rosas y verdes dibujando el contorno de una mujer desnuda, parpadeaba cada cierto tiempo bajo el nombre de Titty Twister. En el aparcamiento había ya una hilera considerable de motos y coches que no merecían ni siquiera el esfuerzo que conllevaba intentar robarlo, además de algún que otro camión.

-Hemos llegado, chico-. Anunció parco en palabras mientras desmontaba. En cuanto lo hizo sacó del interior de la tejana un cigarrillo que se llevó a la boca sin llegar a encenderlo, y aunque no podía ver tras sus permanentes gafas de sol supo que era desdén lo que había en su mirada cuando paseó la cabeza alrededor. Darryl no entendía alguna de esas peculiares costumbres, y Allan no parecía muy dispuesto a compartirlas ni siquiera cuando estaba ebrio. Cuando estaba ebrio era insoportable, pero de otro modo diferente.

Y mientras se preguntaba qué demonios estaban haciendo allí, un olor peculiar acarició su fino olfato. De haber tenido orejas como un perro, las habría alzado de inmediato en guardia. No era nuevo del todo, aunque no podía identificarlo bien. Apestaba a algo desconocido más allá del hedor humano y la peste de un local así. Era más sutil, mucho más sutil que un vampiro, y se dio cuenta de que no identificarlo le volvía loco de ansiedad. Allan se volvió para escudriñar su expresión y dibujó una torcida sonrisa que claramente se burlaba de él.

Cuando paró la moto le echó un vistazo a la pinta tan pésima que tenía aquel lugar y aquel antro, aunque no es que no estuviera acostumbrado a aquel nivel de mediocridad. Respiró y se impregnó de aquel ambiente intentando dilucidar qué había más allá de lo que estaba notando. La burla de Allan solo consiguió prender la llama que había en su interior y se picó al instante, algo que pocas veces le pasaba con nadie excepto con aquel tipo.

La diferencia con Raven era abismal y aunque se sentía vacío sin la vampiro, Gardner había conseguido mantenerle lo suficientemente concentrado como para sobrellevar todo eso.

- ¿Vamos a entrar de una vez o qué? No creo que estemos aquí para admirar las luces de neón. - le dijo de mal humor y moviéndose un poco por la inquietud

Allan agitó la cabeza para indicarle que entrara y echó a caminar con las manos en los bolsillos y el cigarrillo entre los dientes, dándose aires de excéntrica suficiencia. Una pequeña escalinata custodiada por dos figuras demoníacas que dejaban bastante que desear llevaban hasta una amplia puerta de pintura descorchada. Incluso estando cerrada se podía sentir desde el exterior las vibraciones de la música, el retumbar de la batería y el frenético rasgueo de la guitarra. Al pasar al interior una rojiza penumbra dominaba en el ambiente cebado por el humo del tabaco, y les sorprendió descubrir una rica decoración que mezclaba un estilo tejano y lo que podría clasificarse como algún culto demoníaco de forma bastante satisfactoria. La zona central estaba dominada por una amplia barra acristalada bajo la cual se exponían grotescas figuras de cabezas con cuernos y múltiples piercings, así como sillas de vaqueros y cosas de temática parecida. Tras ésta se extendía una amplia gama de bebidas alcohólicas que mezclaba todo tipo de calidad y sabores. En el ala derecha se apilaba una zona de mesas de madera bastante concurrida, y todos sus ocupantes miraban hacia un pequeño tablado que había detrás sobre el que hacía ruido un grupo mediocre al que todos vitoreaban con mucho entusiasmo. Darryl tardó un momento en darse cuenta que no era exactamente el grupo lo que llamaba su atención, sino un par de bellezas casi como Dios las trajo al mundo que bailaban en barras americanas situadas más a los laterales. Eso tenía más sentido.

En el lado opuesto, tras unas columnas de adoquines con carteles luminosos y calaveras de carneros colgadas, había sofás de cuero remachados distribuidos de forma estratégica para ofrecer algo más de intimidad, con mesitas bajas iluminadas por velas. Además, a lo largo del locas se podían encontrar mesas altas y un constante flujo de voluptuosas camareras cuyas ropas dejaban lo suficiente a la imaginación de los asiduos. No era un mal lugar para pasar el rato, resultaba casi hasta distinguido dentro de ese grupo de locales, y nadie parecía haber reparado en su presencia especialmente. El vampiro le palmeó el hombro desde tras cruzar la puerta y pasear la vista por el local, y sin quitarse las gafas de sol se paseó esquivando a gente hasta llegar a la barra, donde pidió un whisky de buena calidad y se volvió en el asiento para contemplar el espectáculo de las hermosas bailarinas. 

El local le provocaba sentimientos enfrentados, aunque no tenía muy claro en qué grado influía la sangre de Allan en todo aquello. Por un lado estaba la mediocridad del local, que mejoraba cuanto más se fijaba uno en los detalles, y por otro estaba la sensualidad visceral que la música, el ambiente y su propia condición le provocaban.

Sin embargo, aquello tan sutil que no alcanzaba a advertir y la curiosidad insaciable que recorría su cuerpo le hicieron mover la cabeza a todos lados intentando buscar algo fuera de lo normal. El problema, quizás, es que no parecía haber nada muy normal en el Titty Twister.

Una vez en la barra, Darryl se sentó en una banqueta por costumbre y miró de reojo al vampiro mientras pedía una birra. Rechazó el vaso y limpió un poco la boca de la botella con los dedos y le dió un trago largo a la cerveza. Realmente necesitaba aquello.

- ¿Y bien? - exclamó por encima del ruido de la música, impaciente. Las bailarinas estaban bien, pero él era más de estar entre las piernas de una mujer que a diez metros de ellas

-¿Sabes? Tu generación está llena de niños malcriados con problemas paternales –farfulló de mala gana el vampiro. Con pausa se volvió hacia Darryl apoyando el tobillo izquierdo sobre la rodilla opuesta, y un codo en la barra-. Estoy buscando a alguien, a algo que está aquí. ¿A que te pica el olfato? –dijo con sorna-. Pues eso por eso. Así que mantén los ojos abiertos y la cabeza fría, y déjame ver a las putas bailarinas hasta que encuentres la fuente o me acabe el whisky.

Mientras hablaba, el ghoul advirtió por encima del hombro de Allan a un tipo hispano, de gesto adusto y abundante bigote, haciendo un gesto sutil en su dirección pero que no escapó a sus renovados sentidos depredadores. La señal iba para su compañero, un negro muy alto y robusto, rapado y con multitud de piercings en las orejas. Llevaba el pecho descubierto, vistiendo en el tronco superior sólo con el chaleco de su banda.

- Haría un comentario sobre la tuya, pero no voy a decirte nada que no sepas ya. - respondió él mientras no quitaba ojo a las bailarinas. No fue hasta que Allan llamó la atención sobre aquel extraño olor tan sutil que aun le removía por dentro cuando rompió el contacto visual con las bailarinas y sus ojos pararon sobre el hispano bigotudo. Torció el gesto, más por su acompañante que por él y carraspeó un poco antes de darle un codazo al vampiro

- Eh. A tu izquierda: el español de bigote y su amigo el ogro. - murmuró inclinándose cerca del oído de Gardner - Están diciendo algo sobre nosotros. -

Con el disimulo de un buitre acechando, Allan volvió el rostro para localizar y mantener en el punto de mira a los desconocidos. No destacaban especialmente entre la multitud, pero tenían ciertos rasgos que los volvían inolvidables.

-¿Puedes oírlos? -preguntó con un escepticismo que rozaba el insulto.

Aunque no estaban demasiado lejos, el ruido de la banda y el trajín de personas lo hacían absolutamente imposible incluso para Allan, y no había duda de ello. La pareja de desconocidos se dispersó, cada uno en una dirección diferente: el hispano tomó asiento en una mesa cerca del escenario y el negro se coló tras la barra sin quitarles el ojo de encima y sin importarle si ellos lo notaban o no.

-Que bien. Has ligado -comentó el vástago antes de retomar su interés por las bailarinas.

- Si hablaban mientras miraban ambos hacia nosotros, no hay que tener colmillos para saber que hablan de nosotros. - contestó con el mismo tono que él había tenido. A veces le daban ganas de estampar su cabeza contra cualquier superficie que tuviese al lado, pero sabía que en cuanto el vampiro respondiera él iba a sufrir de verdad las consecuencias.

Los tipos se separaron y Darryl torció el gesto. - Qué pesados. - resopló al notar que el grandullón no les quitaba el ojo de encima. Ladeó la cabeza para mirar de reojo al gangrel, asegurándose que el grande no podía escucharles desde allí.. - Supongo que tratar esto por la fuerza no es una opción. O también podemos tenderles una trampa fuera. Al menos al grande. -

-No seas crío. Estas cosas se resuelven de hombre a hombre. Como profesionales -dijo el vampiro mientras vaciaba el vaso haciendo una mueca desagradable.

Golpeó con este la barra y se levantó enérgicamente dando un solo aplauso y luciendo una sonrisa torcida de las que auguraban gresca en breves instantes. Con las mismas se encaminó hacia el que se encontraba tras la barra, y haciendo gestos amplios y exagerados se apoyó en el borde.

-Ey, amigo. ¿Por qué no me pones otro whisky? 

El motero sonrió al escuchar al vampiro y se crujió el cuello con un gesto, buscando apoyarse también en la barra con los brazos. Parecía tranquilo, pero mantenía los sentidos alerta y los músculos en tensión para apartarse de allí con un movimiento rápido en caso de que un puñetazo se dirigiese a su cara... o para propinarlo él, si fuese necesario.

- Yo creo que esta vez voy a pasar. Al fin y al cabo, terminaría estampando el vaso en la cabeza de alguien... - dijo con una media sonrisa, listo para entrar en acción