Iridium, Tucson
10 de Septiembre, 2001 – 11:43pm
El Iridium era un lugar elegante, de gusto sencillo a la vez que alternativo, y ambiente relajado. Todo ello invitaba a sentarse y disfrutar de una velada que podía ofrecer tantas posibilidades como sueños tuviera uno. La música, la decoración, la gente hablando entre susurros y suaves risas; Darryl no supo si acababa de entrar en otra dimensión, o si había retrocedido a los años 20, o si aquello era meramente posible.
Una pequeña escalinata descendía hasta una sala amplia coronada por una banda de jazz que animaba la velada. A su derecha había un atril de forja que decía "Por favor, espere a que le atienda uno de nuestros camaremos. Muchas gracias." Las mesas redondas con sillas y butacas, cada una diferente a la anterior, se desplegaban sobre el patio sin aglomerarse, y del techo colgaban lámparas hechas con botellas que daban un coloreado diferente a cada una. No había mucha gente, apenas llegarían a quince, pero todos ellos parecían disfrutar con agrado de aquel lugar, y ninguno pareció reparar en su presencia. En la barra había una camarera perfectamente trajeada preparando cócteles y charlando animadamente con una pareja, y hombre joven y de aspecto disciplinado se acercó a él para atenderle.
-Buenas noches, señor. ¿Desea una mesa para cenar, o solamente cócteles para esta noche? -dijo con el acento inconfundible de Nueva Orleans, además de perfectos modales. Y por primera vez, sintió que nadie le juzgaba por su aspecto o por cualquier otra cosa.
El motero se había molestado en arreglarse un poco la camiseta y recogerse el pelo, que quizás le daría un aspecto más serio y menos macarra. Al entrar se sintió de alguna manera maravillado por aquel ambiente, y además de la sensación que le provocaba el Iridium aquello chocaba totalmente con la idea que se había preconcebido de los vampiros que estaban atosigando al club. Por su supuesta relación con los Burning Tires Darryl se esperaba algo más visceral, quizás un antro cualquiera... pero aquello era más parecido a los hombres que acompañaban al tal Ronald y que luego estaban hablando con el vampiro de la noche anterior.
No entiendo una mierda de todo esto...
Cuando el hombre se acercó a él, el ghoul intentó ponerle una sonrisa distendida y relajada, pero era difícil que sus ojos no bailaran de aquí para allá intentando captar cada detalle del Iridium, buscando algo o a alguien que llamase su atención por el motivo que fuese.
- Buenas noches. Vengo a tomar algún cóctel, sí, es mi primera noche en el local. - quizás siendo honesto al respecto le daría algo más de información de cómo funcionaban allí
-Oh, maravilloso. No se preocupe, seguro que encontrará cómodamente- dijo mientras cogía una carta de cócteles-. Acompáñeme, por favor. ¿Esta mesa le parece bien?
Le acomodó cerca del escenario, donde una mujer sacada de alguna película de la época deleitaba a los oyentes con una voz melódica y pintoresca.
-Mi nombre es Drew Harmon y esta noche seré su camarero. Esta es nuestra carta de cócteles, pero si desea otra cosa estoy seguro de que podremos ofrecérsela. La primera sección son vírgenes, y si me permite una recomendación, nuestra camarera prepara unos margaritas de pepino excelentes. Si tiene alguna duda o está listo para pedir, tan solo llámeme. Tómese el tiempo que necesite.
- Está perfecta, muchas gracias. - dijo Darryl sentándose, muy confuso por no saber si sentirse relajado o todavía más tenso por cómo se desarrollaba aquello. Le dió las gracias a Drew mientras echaba un vistazo a la carta, aunque seguramente pediría el margarita de pepino. No sabía qué diantres hacer: quizás preguntar por Ogden era demasiado arriesgado, quizás sería anunciar demasiado su presencia.
Por lo pronto... tocaba esperar por si alguien le llamaba la atención. El ghoul alzó la mano para llamar la atención del camarero. - Creo que aceptaré la recomendación y pediré uno de esos margaritas de pepino. - ¿sería este uno de los sitios de caza de los vampiros o sencillamente uno de los negocios de Ogden para sacar dinero?
-Muy buena elección, señor, se lo traeré enseguida. ¿Viene por invitación? -preguntó mientras recogía la carta.
Todo o nada, Darryl. - Algo así. Vengo buscando al señor Anthony Ogden y he oído que aquí podría encontrarlo. ¿Es alguien habitual del local... o quizás es un encargado? - preguntó de la manera más inocente que pudo
El camarero puso una mueca lastimera.
-Lo lamento muchísimo, señor. El Señor Ogden falleció hace menos de un mes. Era el gerente de este local y una persona muy preciada por todos nosotros -dijo con verdadero sentimiento en cada palabra-. Si le trae aquí algún asunto de la Hermandad, su hijastra se encuentra en la sala privada. Creo que podría tratarlo con ella. Es cuanto puedo hacer, señor.
¿Qué? ¿Ogden había muerto? Por lo que el ghoul recordaba los problemas con Ogden habían ocurrido algunos meses atrás, así que era tan posible que el tipo estuviese muerto de verdad como que hubiese sido Abrazado por alguno de los vampiros que estaban detrás de todo este embrollo.
- Oh, vaya, lo siento muchísimo... - estaba metido en un cenegal bien gordo, pero dar la vuelta ahora que parecía tener una cuerda entre manos de la cual tirar era estúpido - La verdad es que le agradecería si pudiese hablar con ella. Mi nombre es Darryl Emerson. -
Un nombre falso en aquel momento podría darle más problemas a corto plazo y quizás no supieran que estaba relacionado con el club por todo el tiempo que había pasado fuera.
-De acuerdo, señor Emerson. Le traeré el cóctel enseguida y concertaré la cita con la señorita Ogden. Tenga la amabilidad de esperar, y lamento las molestias.
El camarero se retiró para anunciar su pedido en la barra, y después desapareció por un pasillo para anunciar su llegada. Mientras, Darryl tuvo tiempo para echar una ojeada alrededor. Notó que su aspecto no era el único discordante: los clientes variaban en edad y clase social, pero a nadie parecía importarle. Algunos estaban sencillamente sentados escuchando, como él. Una joven de no más de dieciséis años leía un libro con los pies guardados bajo las nalgas. Una mendiga compartí un plato de pasta con un hombre ya entrado en años cuyas gafas hacían sus ojos diminutos. Era un lugar extraño y escalofriantemente acogedor al mismo tiempo.
El camarero regresó varios minutos después con el cóctel en una bandeja. Colocó un posavasos con el logotipo del lugar, y después el cóctel que parecía una delicia.
-Nuestra camarera espera que le guste. Sino, por favor, háganoslo saber y le traeremos otra cosa. Y la señorita Ogden estará lista para recibirle en unos minutos. Yo mismo le avisaré, no se preocupe. ¿Puedo hacer algo más por usted, señor Emerson?
- ¿Qué diantres es este lugar? - visto lo visto quizás Chris pudiese haber entrado con él, pero para la reunión con Ogden era mucho mejor que lo hiciese él por su cuenta. Mientras esperaba, aprovechó para mirar la hora y enviarle un sms al garou.
- 00:05am. Todo va bien por ahora, socio. Este local es muy raro. Ogden ha muerto, pero voy a hablar con su hija. Te mantendré informado con lo que sea. - no estaba seguro si el mensaje iba a llegar ni cuándo así que el ghoul le puso la hora a la que se lo enviaba en el propio texto por si las moscas.
Cuando llegó con la bebida agradeció con la cabeza la copa, dándole un sorbito mientras el camarero hablaba. Joder, esta mierda sabe que te cagas. - Está delicioso, muchas gracias Drew. Puedes retirarte, gracias de nuevo por anunciarme. - le había caído bien el tipo, con la tontería. ¿Por qué no se le iba esta sensación tan incómoda de que estaba equivocado en algo o que nada parecía encajar con lo que se había imaginado?
Ciertamente, el cóctel estaba delicioso, con un regusto cítrico y dulzón que se camuflaba entre el sabor del alcohol. Tuvo tiempo de saborearlo mientras esperaba, y también de recibir una respuesta de su compañero.
00:07am Ok. Todo tranquilo desde fuera. No bajes la guardia.
Y desde luego, no iba a bajarla. Por muy diferente que le resultase el sitio a sus expectativas, Sahavala le había asegurado que aquello era territorio de vampiros y, por lo pronto, había pertenecido al tal Anthony Ogden. Pero había muchas piezas que no terminaban de encajar en todo aquello, y su misión era darle algo de sentido a aquella locura.
El camarero regresó tras varias canciones que amenizaban el tiempo y con aquellos educados modales le pidió que por favor le acompañase, que la señorita estaba lista y que se le serviría bebida en la otra sala también. Pasaron junto a la barra hacia un pasillo que llevaba a los aseos y a una puerta que decía "Solo personal autorizado". Tras esta había tres puertas más, una de ellas señalada como "Cocina" y dos como "Reservado". El camarero llamó dos veces a uno de los reservados y tras varios segundos abrió la puerta.
-Adelante, señor Emerson.
La habitación era una pequeña sala de té, acogedora y con las paredes cubiertas de volúmenes. Al fondo había un escritorio con una placa que decía “Roxane Ogden”, presumiblemente la hijastra del fallecido (o lo que fuera). Pero por la distribución de la estancia, se invitaba a tomar asiento en una de las dos butacas que, como en la antesala, eran cada cual única en su conjunto, con bonitos tapizados y flecos. Sobre la mesita de forja descansaba una tetera y dos vasos con motivos árabes, y el aire estaba cargado a esencia de rosas y algo mucho más delicado y subyacente que abrió de nuevo el apetito de Darryl agitando su ser y logrando que la bestia que llevaba dentro gruñese por desatarse: sangre fresca.
La mujer se encontraba de espaldas al fondo, junto a una lámpara de pie que arrojaba tanto luces como sombras a su figura. Vestía de traje, sin ser muy de señora pero sin restarle feminidad. Era espigada aunque no muy alta, y su pelo caía sobre los hombros con gracia, en un color castaño del que la luz arrancaba destellos cobrizos. Cuando el camarero cerró la puerta, la señorita Ogden se volvió hacia él.
-De entre todas las personas de este mundo, tenías que ser tú, Darryl Emerson –dijo Raven dándose la vuelta hacia él.