-Ya... Lo sé. Creo que incluso llevar el chaleco sería una declaración de guerra en esta situación. Amo al club, pero nos jugamos la vida en esto -dijo mientras se lo quitaba y lo guardaba en la moto-. Quizá podemos dar un rodeo con las burras y echar un vistazo antes de decidir cómo proceder. Yo tampoco tengo ni idea de qué clase de lugar será.
No había caído en la cuenta de los chalecos, así que aprovechó para quitárselo también y guardarlo. - Tienes razón. Demos una vuelta entonces y veremos qué se cuece por allí. Pararemos algo apartados del sitio para decidir qué hacer definitivamente... y que sea lo que Dios quiera. -
La dirección les llevó hasta Tucson, donde por mucho que corriesen sus camaradas les iba a ser imposible llegar en menos de media hora. A aquellas horas no quedaba mucha gente en las calles, pero aún se apreciaba cierta vida en las calles. Dieron varias vueltas por la zona donde el dependiente de la gasolinera les había indicado: era un barrio que Darryl conocía de sobra. Quedaba muy cerca de los Black Rangers, antiguos aliados del Club. No es que las cosas estuviesen mal pero algunos desacuerdos habían llevado a un consecuente enfriamiento de la relación. Sin embargo, siempre podía ser un último recurso el de acogerse a sagrado bajo el ala del cuervo.
Pero la dirección, aunque cercana, no tenía nada de relación con el club. Circularon disminuyendo la velocidad y tuvieron la suerte de poder parar en un semáforo en rojo. No había muchos locales abiertos pero sí uno que dominaba la calle y llamó su atención: el Iridium. Era un club de jazz con elegantes letras de neón azules que iluminaban parte de la acera. "El mejor jazz traído desde Nueva Orleans" anunciaba. Había un par de personas fumando en la puerta con varias copas reposando en una mesa redonda, y una suave melodía les llegaba del interior.
-Tío, en ese lugar damos el cante vayamos como vayamos -comentó Christopher antes de arrancar cuando la luz se volvió verde.
La lejanía del lugar era un problema, pero lo más importante para Darryl es que aquella noche no necesitaran ayuda del club en absoluto. Iba a intentarlo por todos los medios posibles... pero algo le decía al ghoul que todo dependería más de la suerte que de él mismo.
Asintió con pesar al garou antes de arrancar y buscar un sitio algo apartado donde poder comentar la jugada con Christopher. - Definitivamente la cosa está muy jodida. Quizás demos el cante, ¿pero qué nos queda si no? - se encogió de hombros, incómodo por las circunstancias - Max me ha dicho que Kitty no aparece por ninguna parte y aunque quizás sea casualidad espero que no haya sido un movimiento de los Burning Tires o de los chupasangres para jodernos todavía más. Tenemos que mover ficha ya, sea en un puto local de jazz o en las mismísimas puertas del infierno. ¿Cómo quieres que lo hagamos? No tengo problema en entrar y rezar lo que sé para que las cosas salgan bien... pero si es un local no creo que pueda pasarnos nada muy grave, ¿no? -
O más bien eso es lo que le gustaría pensar.
El lobo, todavía sentado en su moto, se pasó la mano por la cabeza con nerviosismo. No parecía nada seguro, y Darryl casi hasta habría jurado que la situación parecía estar sobrepasándole un poco.
-No lo sé, nunca he estado en un local vampiro. Al menos que yo sepa. Pero no quiero dejarte solo en esta, a no ser que creas que es muy arriesgado. Pero seguramente sepan lo que soy desde el momento en que ponga un pie allí. Ya... depende de cómo se lo tomen.
Chris le dió verdadera pena: parecía claro que no había tratado apenas con vampiros y que la mayoría de sus experiencias al respecto venían de ayer o de lo que sus familiares garou debían haberle contado. Por lo pronto, Darryl se bajó de la moto y se acercó a Chris, pasando un brazo por su hombro y apretándole con fuerza para que espabilara.
- Céntrate, vaquero. Podemos con esto: ¿me oyes? Quizás no a gran escala, pero he tratado con los suficientes vampiros como para saber que a alguien como yo le escucharán antes de hacerme nada, aunque sea únicamente por curiosidad. Tengo al menos una oportunidad para descubrir algo... y si las cosas se ponen chungas, te necesitaré para que la líes lo suficientemente parda como para que podamos salir juntos de aquí. - apartó el brazo para darle una palmada bien fuerte en la espalda - Si entras estarán directamente a la defensiva y las cosas serán más complicadas. Doggy me dijo: 'Te han llamado a ti para que medies con los vampiros y a Chris para que lo haga con la manada'. Ahora me toca trabajar a mi y a ti cubrirme las espaldas desde fuera. Cuando nos toque hablar seriamente con tus amigos los chuchos tuya será la voz cantante, hermano, y yo miraré desde la grada. -
Darryl no tenía mucha idea de manipular a la gente, pero sí de hablar con el corazón y con honor. Un lenguaje mucho más cercano al que probablemente Chris hablaba. Fuera como fuese, sus palabras le inculcaron seguridad y le inspiraron lo suficiente como para que el lobo esbozase una sonrisa luchadora. Tanto que Christ le echó los brazos para darle un abrazo de camarada.
-De acuerdo, no te preocupes. Todo controlado desde aquí. Estaré con el oído puesto así que solo tendrás que decir mi nombre para que entre ahí dentro y les saque a patadas. Tienes las espaldas cubiertas, hermano. Y te aseguro que los míos no saben de diplomacia.
Tras palmearle la espalda se bajó de la moto con aire renovado, dispuesto a encarar aquello pasara lo que pasase.
Correspondió al brazo de su colega con una sonrisa, haciendo un gesto con el pulgar en dirección a donde había quedado el local de jazz. - Cuento contigo, Chris. Me acercaré andando desde aquí, entonces. - le mostró el puño al garou para chocarlo con él antes de girarse y echar a andar hacia el Iridium a paso ligero, para frenar antes de acercarse a éste e intentar entrar de la manera más natural posible, echándole un ojo disimulado a las personas que había en la parte de fuera. No podía negar que se encontraba nervioso: más que por miedo a lo que le podían hacer, por el desconocimiento de no saber qué iba a encontrarse ahí dentro.
Y además, estaba aquella desagradable sensación que no entendía y que no dejaba de atenazarle...