Junto a aquel colgante, también había una nota, parecía haber sido escrita bajo el puño y letra del propio Raanmar:
En caso de peligro, activa el cristal y toca al enemigo. El cristal se gastará con un solo uso.
- ¿Yo mismo?, no termino de tenderlo, la memoria, el tiempo....no acabo de comprenderlo... compungido caminé por la habtiación pese al cansancio, altivo, tras eso examiné la carga por si había alguna pista extraordinaria...ya cansado de este complicado y dificultoso día.
No parecía haber nada más de valor, mucho menos de interés.
- Pues esto y estar a 0, supongo que no es igual... me tumbé boca-arriba mirando al techo perdiéndome en él, tenía una vaga sensación de dajedez como si tuviese que dejar todo aquello, pero la realidad es que todo esto no es nada, unas casas, sin familias sin estructura, una leve cortina de realidad que debíamos atravesar...
Raanmar logró descansar y ahora estaba recuperado para salir a la aventura si es que quería abandonar la comodidad de su propia casa. La situación no parecía haber mejorado demasiado desde la anterior vez en la que esto ocurrió, por lo que aún parecía haber mucho camino por delante.
Con la determinación un poco más puesta en el camino, Raanmar se vistió, aunque tampoco es que se hubiera desvestido demasiado la noche anterior, en cualquier caso saldría a la plaza y vería como se encontraba la situación, debía resolver este asunto fuera como fuese.
Raanmar salió a la plaza.
¿Con el colgante?.
Los dos llegaron a la casa del muchacho de cabellos marrones y a juzgar por las campanadas, la última victima, y a decir verdad, el interior de la casa era tal y como cualquier persona se hubiera imaginado que sería la casa de Raanmar, si es que se imaginaban un lado mucho más tierno y dulce de Raanmar, claro está... Yo por mi diría que le faltan pinchos y calaveras. Lo único que resaltaba era una caja blanca abierta con un símbolo extraño pintado en negro.
Tras ver esta caja y el símbolo correspondiente aquel dúo de rubios salió de la casa para investigar otra más...