Partida Rol por web

- ¡Ánimo plingado! - Le dijo el hombre de las gafas de botella. - ¡Tu puedes con eso y con todo lo que te plopongas! - Trató de animarle. - Pelo que digo... ¡Estás perdido! ¡Huye y no miles atlás! 

Viendo que todos los amarillos se despendolaban y empezaban a montar un fiesta con bailes regionales y todo, él que era un fiestero, a ver si no de donde sacara un traje tan chulo y tal laguna que no recordaba como había llegado hasta allí, se afino la voz y comenzó a cantar una melodiosa y típica canción de su tierra, que a saber cual es.

Lo que hubiera dado él por entrar a un Karaoke, lo hubiera petado fijo.

Sin tener ni idea de por dónde va después de haber perdido las gafas, Ping Gao va derrapando por el barro en su fantabuloso coche de cartón, disparando a diestro y siniestro. Ni siquiera se da cuenta de que se ha quedado solo, solo ve borrones coloridos y escucha la voz de Takeshi y sus compañeros a lo lejos intentando des- o moralizarle, por algún motivo. 

- ¡Se dice Ping Gao! - le responde a Takeshi, girando en su dirección y empezando a disparar su pistola de agua como si no hubiera mañana.

Pero entre que no sabe conducir y no ve por dónde disparar (y para nada el coche de Takeshi va con trampas), parece que va a ser imposible darle de ninguna forma... A menos que a él no le hayan dado, ¿no?

- ¡Se dirá como yo quiera, que para eso mando yo! - dice Takeshi, derrapando con su kart-tanque-tractor mientras la pistola de agua que tiene instalada dispara... ¡automáticamente! ¡Maldito tramposo! - ¡Toma esta!

El pobre Ping Gao tiene que manejar el coche con una mano mientras dispara con la otra, y aunque lo intenta varias veces sus disparos sólo dan a las injustas protecciones que el vehículo de Takeshi tiene instaladas. En cambio, el chorro continuo de Takeshi impacta contra el coche de Ping Gao, revienta su objetivo de papel con la presión del agua e incluso salpica al pobre conductor, cuyo vehículo se detiene ahora que su destino ha quedado inalcanzable.

- ¡Tomaaaa! - grita victorioso Takeshi, poniéndose en pie en el asiento del coche con los brazos en alto. El coche sigue moviéndose solo, dando vueltas por el circuito. ¡Es que ni siquiera conducía él! - ¡He vuelto a ganar! ¡Joróbate, Tani! ¡El castillo y la subvención siguen siendo para mí! ¡Jajajajaja!

Y así, mientras el coche de Takeshi vuelve al castillo por la puerta central, seguido de Júnior corriendo a pie y un esbirro que lleva un control remoto en la mano por alguna razón... el programa termina.

- ¡Maldición! - el General Tani aparece caminando en el campo de batalla y tira al suelo su gorra de pura frustración. Una gorra que nunca le habíais visto llevar, pero bueno. - ¡Estábamos muy cerca, piltrafillas, pero no ha podido ser! ¡Pero esto no nos detendrá, volveremos a intentarlo la semana que viene! ¡Como todas las semanas! - dice, mirando a su ejército caído reunido en el campo de batalla después de haber aparecido para dar ánimos a Ping Gao.

- ¡Sí, pero para la próxima mejor que alguien os de unas lecciones de conducir! ¡Porque vaya paquetes! ¿Eh? ¿Eh? - dice Pepe Livingstone, apareciendo y acercando el micrófono a los dos participantes que han estado en los karts. Pero no les deja hablar antes de acercarse a la Caputana. - Y tú, si quieres lecciones de conducir, yo puedo dártelas. ¿A que no sabes dónde?

- ¡Esa es la actitud, no hay que rendirse nunca! - dice el General Tani apretando el puño emocionado. - ¡La próxima vez lo haremos mejor! ¡Y ahora todos a papear, que es la hora de la cena! ¡¿A QUIÉN LE APETECE PEDIR CHINO?!

Y así, con el General Tani alzando el puño y con suerte siendo coreado por alguno de los concursantes, es como termina esta edición de Humor Amarillo. Una edición en la que Takeshi ha vuelto a ganar, ¡pero la semana que viene podría ser diferente! ¡El chino cudeiro podría no morir! ¡Júnior podría rebelarse! ¡Los rollitos de primavera podrían no girar! ¡Las zamburguesas podrían no hundirse! ¡¿Quién sabe lo que aguarda la siguiente edición?! Yo de vosotros... ¡no me la perdería!