Partida Rol por web

Repesca 5

- ¡Hola, queridos espectadores! ¡Me habéis pillado en el almuerzo! - dice Pepe dejando el bol de arroz en su mesa improvisada. - ¡Es que desde que me han puesto a cargo de las repescas no tengo ni tiempo para entrevistas, ni para comer, ni para nada! ¡Es un infierno! ¡Pero es que los concursantes no quedan eliminados del todo ni aunque les paguen, tiene delito! - dicho esto se levanta, se sacude el polvo de los pantalones y hace un gesto a los concursantes al colocarse detrás de su atril con cajita y agujero. - ¡Pero bueno, trabajo es trabajo! Tenéis que sacar una bolita a ver qué prueba os toca para la repesca. ¡Venga, que con suerte me da tiempo a echar la siesta!

Y cuando el Konehito se acerca...

- ¡Hola Konehito, nos volvemos a ver! Yo también tengo una zanahoria, pero la tengo en mi caravana. ¿Quieres verla?

Konehijo Saltalín llegó rápido y feliz a la zona de repesca, sabiendo que no había llegado su fin. No por ahora. De hecho, por primera vez saludó a la cámara. - Holaaaa. ¡Soy Konehito Saltalín y loglalé ganal este amañado conculso!

- Hola señol Livingstone... Supongo. No sé si me aleglo de velle de nuevo o no. - Después de escuchar lo de la zanahoria Konehijo se quedó pensativo. - Este me ha visto salil del baño de las mujeles y se piensa que soy una conejita... o eso o en tiempos de guella cualquiel agujelo es tlinchela.

- Lo siento señol Livingstone. Estoy a dieta. Ese mal salto... segulo que es polque comí una zanaholia antes de la plueba. Además, usted sel un homble muy ocupado y ni comel le dejamos. -  Konehito miró la caja. - Espelo que no sea la tlucada de nuevo... ni que la plueba que salga incluya visital su calavana.

Dicho esto, Konehito se fue a sacar las bolas, como si ya fuese una azafata de la lotería.

- El uno. - Dijo enseñando la bola a la cámara ya mosqueado. Luego sacó la segunda bola, por si era necesaria. - El cuatlo.

Konehito metió las bolas en la caja de nuevo y antes de que Livingstone tratase de meterle mano por debajo del disfraz, se alejó dando esos monos salitos del lugar, lo justo para ver que le tocaba hacer.

Resignado el doctor acudió a la zona de repesca.

-No sé pol qué no se me ocul-lió depilalme..mi mami siemple dice "donde hay pelo hay aleglía" y como tengo la cocolota pelada, pues me dejé matojo pala compensal..- cavilaba Tekuro mientras se dirigía, con paso lento y lánguido, a sacar las bolas que dictarían la prueba a pasar en esta repesca.

Metió la mano en el agujero y empezó a remover y manosear las bolas. Por un momento recordó su buenos tiempos de prácticas haciendo exámenes de próstata. 

—_{Pol favor, solo pido que no haya agua..}— dijo en voz baja, casi murmurando. 

—Dos— dijo mostrando el número de la primera bola.

A continuación, volvió a repetir el procedimiento y sacó la segunda: —Uno—

Con nervios por saber a qué se enfrentaría, el doctor esperó a que Livingston le diese alguna respuesta.

- ¡El doctor ha sacado el número dos! ¡Veis como no está trucado! - dice Pepe, después de quedarse callado al ver que el Konehito sacaba el número uno... otra vez. - ¡Así que el doctor se enfrentará al Cajón de Barro! ¡Por aquí, por aquí!

Pepe lleva al doctor hasta lo que seguramente fue una gran caja de arena para que jueguen los niños, pero ahora está llena de barro. Viscoso, marrón oscuro, desbordante barro.

- ¡Tienes tres minutos para encontrar una pepita dorada, que no de oro, que hay dentro del cajón! - explica Pepe. - Si la encuentras, volverás a la prueba principal. ¿Listo? ¡Pues venga, que tengo que explicar la prueba del Konehito! ¡Ya voy, Konehito!

Y efectivamente, Pepe acompaña al Konehito y le hace ir a una especie de círculo que hay dibujado en el suelo con tiza.

- ¡A ti te ha tocado "Con sumo gusto" para la repesca! - explica Pepe. - ¡Es decir, un combate de sumo en el que el objetivo es sacar a tu contrincante del círculo! Y a ti te ha tocado el contrincante número 4, así que vas a enfrentarte a... ¡Aaaaah!

Detrás de Pepe aparece un hombre occidental de cabello largo alborotado y barba, que agarra a Pepe por la camisa y lo levanta con una sola mano... antes de lanzarlo a los arbustos cercanos. Después ruge, entra en el ring y se pone en posición para empezar. Eso significa que...

Konehito pensó para sí que había tenido suerte en la prueba, porque no quería mancharse más. Además, lamerse luego todo ese barro... pero cuando vio a su adversario se colocó detrás de una roca. - ¿Y no podel tu il a con él y yo milal desde aquí? Total,  ya estáis tan pegaditos...

Pero no funcionó y le tocó entrar en el círculo con aquel tipo. Konehito no sabía a quien rezar. De hecho, no sabía si aquel tipo entendería su idioma o alguno. Podía enfrentarse a él a lo bruto o correr y optó por correr y cansarle, hacerle quiebros y marearle para ver si así le hacía salir del círculo antes de que le sacase a él de un empujón.

- Este sel mi fin...

Y el silbato indicó que la prueba daba su inicio y Konehito comenzó a correr a ver si tenía suerte y en una esquiva salía Animal fuera y se quedaba él dentro.

—Bueno, al menos el bal-lo no es tan malo— dijo esperanzado. 

Tekuro se quitó la bata, se remangó las perneras del pantalón y las mangas de su camisa, y se introdujo en el lodazal.

—Sabes, hay algunos bal-los tiene plopiedades culativas..— le dijo el doctor a Pepe Livingstone. Acto seguido hizo un montoncito con los dedos y se lo restregó por los dientes —..cleo que esto le vendlá de pel-las a mis encías sanglantes—

—!Eftoy pflefalado!— dijo con la boca llena de barro. 

Tekuro empezó a buscar con ahínco por cada rincón de la caja de arena en busca de la pepita dorada, parecía un cerdo trufero en busca de su recompensa.

-¡Vamos!, utiliza tu intuición, como cuando buscas las cacotas de Mizifú de su cajón de alena- se dijo concentrado mientras sus manos palpaban cada centímetro cúbico de aquel barro pringoso. Hasta que notó algo entre sus dedos.

—¡La tengo!—

El Doctor Otimato empieza a rebuscar en el barro como si le fuera la vida en ello, escarbando en la sustancia viscosa a la par que pegajosa como si lo hubiera hecho miles de veces antes. Sintiendo cada bulto que encuentra, apretándolo y salpicándose de barro en el proceso, limpiándose el barro en su camisa y manchándola todavía más de barro en el proceso. Y al final... ¡sus esfuerzos dan resultado! ¡Consigue encontrar una pepita dorada, y la alza por encima de su cabeza con una pose de victoria!

Una pena que se le resbale, intente agarrarla en el aire y acabe cayendo de cara al barro, cosa que la cámara del programa capta perfectamente. Pero eh, ha pasado la prueba y puede ir a la siguiente fase del concurso.

***

Cuando el sonido de la campana da comienzo al combate, Animal se lanza a por el Konehito como si fuera... bueno, como si fuera un verdadero animal. Rugiendo y embistiendo con todo su cuerpo de occidental. Por suerte, el Konehito usa sus reflejos felinos para esquivar el ataque echándose a un lado. Espera, ¿felinos? Bueno, nos centremos en esos detalles. El Konehito corre como un verdadero poseso, huyendo de Animal mientras ambos corren por el borde del ring de Con sumo gusto.

Después de correr durante un rato que a ambos se les hace eterno Animal alza sus manos, amenazante, y se lanza con fuerza hacia su enemigo como si fuera un león intentando capturar una presa. Por desgracia para él, cuando los leones van en manada en realidad son las leonas las que cazan, mientras que los leones sólo cazan cuando viven solos, en general los machos viejos o los cachorros recién destetados. ¿Habéis visto? En Humor Amarillo os culturizáis a la vez que os lo pasáis bien.

Ah, sí, el combate. El Konehito es ligeramente más ágil que Animal, así que se aparta rápidamente y deja que el pobre occidental caiga al suelo de frente y resbale hasta salirse del ring. En ese momento suena una campana que da fin a la prueba, ¡el Konehito ha ganado! Así que Animal ruge, le da una patada a una piedra que sale volando y se marcha bien enfadado.