Partida Rol por web

Prueba 6
Terremoto en Yamamoto

*** En lo más profundo del Castillo de Takeshi... ***

¿Sabes, Takeshi?
A veces me pongo a pensar y...

No digas tonterías, Júnior, que tú no piensas.

No, no, en serio.
A veces me pongo a pensar y me pregunto...

A ver...

¿Por qué hacemos esto?

¿Esto de qué?

Pues ponerles pruebas a los soldados de Tani.
Ser malos. Estar aquí encerrados en el castillo.

Encerrado estarás tú, que yo de vez en cuando
me hago mis escapadas y os dejo a ti, a MiniTakeshi o a Mario a cargo.

Ah.
¿Y lo otro?

Pues porque aquí no hay tele y algo tendré
que hacer para entretenerme.

No, claro, visto así...

Además, que el castillo es mío y no
me apetece que me lo quiten.
Habría que cambiarle el nombre al programa y todo.

Vale, vale.
Yo es que me he puesto a pensar
porque la prueba anterior ha sido muy corta...

Claro, es que sólo quedaban tres concursantes.

No, no, quedaban tres.

Pues eso he dicho.
¡Céntrate, Júnior, que luego me sacan los colores en el Off-topic!

Takeshi le da una buena colleja a Júnior...

¡Ay!
Pero bueno, que ahora con la repesca ya quedan más.

No, si ya.
A ver, ¿qué les tenemos preparado?

Pues les he preparado una sala
de estar para que se relajen
tomándose un té, sentados en unos cojines.

¿Y eso qué tiene de complicado?
¡Si es que tanto pensar para nada!

¡No, no, es que es una trampa!
¡Se relajarán y luego caerán y PUM!
¡De cara al suelo!

¡Hostia, sí, y adiós piños!
Venga, va, eso sí me apetece verlo.

¿Ves?
Si es que ya te empiezo a conocer.

Pues ya era hora, que este programa empezó en el 86.
Venga, vamos a ver cómo va la prueba.

***

- Piltrafillas, - dice el General Tani con un ánimo bastante calmado. - sé que lleváis un montón de pruebas corriendo y saltando como condenaos. ¡Pero no os preocupéis, que ahora tenéis la oportunidad de descansar! ¡Mirad qué casa tan cuca me he encontrado! - dice, señalándola con la vara.

- Tiene mogollón de cojines. Lo único es que es muy pequeña, y aunque en la imagen parezca que cabe mucha gente, en realidad sólo caben dos personas, porque he tenido que dejar mis cosas en una esquina. ¡Así que entraremos por turnos esperando que no pase nada malo! - anuncia Tani. - ¡A ver, ¿quién quiere entrar primero?!

Straut que ya estaba reventado de fingir ser conejo o algo y perderse a cada momento por ser ajeno, se acerco al grueso de un grupo de chinos, que podían ser o no los que llevaba viendo toda aquella laaarga mañana, después de todo, todos eran iguales.

-¿Homble un lesolt? -Pregunto en amarillo, al tipo de chorreras en los hombros que le recordaba a otro que vio al ser lanzado desde el tren.

-Madre mía... ni para sofas tienen... en fin. -Lamentándose de los cojines, busco su sitio en esa casa minuscula para descansar los huesos y articulaciones.

No le gustaba aquel hombre del sombrero de bufón. Sin duda alguna ocultaba algo. Aunque eso si, hablaba amarillo con mucho mejor acento que el supuesto propietario de una tienda de objetos "made in china". Fuera como fuera, lo iba a tener vigilado de cerca. Posiblemente fuera americano y si estaba allí, posiblemente perteneciera a la CIA o algo por el estilo. Así pues, debía andar con ojo con él, pues podía ser que le estuviera vigilando.

- Qzuizás sepa demasiado... - Pensó el conspiranoico. - ¿Estará aquí para matarme? Espero que no, aunque es poco probable que no sea eso... - Sollozó preocupado. - En fin...

Debía escoger una posición en la casa del té. Desde luego iba a posicionarse detrás de aquel hombre y lo más alejado posible de él. Si decidía atentar contra su vida en aquel aparente lugar de descanso, tenía que tener tiempo suficiente como para poder huir.

Aquellos 2 señores habían cogido asiento y a uno de ellos ya lo había zurrado en una ocasión, así que Chun-Lo subió a la estancia con la intención de quedarse todos los cojines y echar una siesta.

Belnaldino ya se había quitado la máscara. Pensó que había ganado ese concurso, pero no. ¿Se habría equivocado? Imposible. Claramente su malvado hermano Xi estaba boicoteándole.

Con la dignidad de un líder resuelto y vocacional, fue a la siguiente prueba. Viendo la liada del interior, pensó en quedarse fuera, pero prefirió actuar como se le suponía.

—Cochinos usulpadoles. ¡Malanos! Ese sitio es mío, y el otlo también, pelo se lo dejo al goldo que palece útil. Los demás, dejad sitio al futulo ley de China. ¡AL!

Se quedó de pie en la puerta, esperando a que sus órdenes se cumplieran. Lógicamente, se haría enseguida, pensó Belnaldino.

Después de pasar sin comerse ni una triste zamburguesa, Ping Gao llega a la siguiente prueba. O descanso, porque no parece una prueba.

- ¡Menos mal, ya necesitaba un descansito! - dice contento. 

Antes de poder ir a sentarse, los demás se le adelantan y tampoco es que haya mucho sitio. El chaval mira al supuesto líder, sin saber muy bien si va a conseguir sitio, así que decide que es mejor no esperar más y se sube también a la plataforma. Intenta hacerse hueco y finalmente parece que consigue sentarse en un enorme cojín... que en realidad es Chun-Lo, que se estaba empezando a tumbar para la siesta. Pero el muy empanado no se ha dado cuenta aún.

- ¡Pero qué os pasa! - dice el General Tani al ver a algunos de vosotros tan nerviosos o exquisitos en el momento de escoger el lugar donde sentaros. - ¡Venga, venga, id pasando por turnos! ¡Venga, tú aquí, tú acá, tú para aquí, tú para allá...! Así me quedo yo sólo un rato. Ah, no, que queda el chico este...

Así que, después de ser ordenados por el General, acabáis sentados en una pila de diez cojines en precario equilibrio sobre el suelo de la caseta. ¡Algo os dice que os podríais caer si hacéis el más mínimo gesto en un mal momento! Pero bueno, mientras todo esté en calma...

Belnaldino vio las generosas carnes de Chun-Lo y pensó que era un buen lugar en el que apoyarse.

Belnaldino se apoyará.

Ese chino esta raro, lleva equipo de buceo o algo... igual esta enfermo, ni loco me agarro a él.

Chun-Lo confía en su equilibrio y en su entrenamiento que le hace más un Sumo inamovible que un koala agarrado a una rama echándose una siesta y no se apoya en Belnaldino. 

- Aquí hemos venido a... - Realmente no sabía muy bien que estaba haciendo allí. - ...aunque supongo que hemos venido a jugar. Aunque eso no me acalara el dilema... ¿Me apoyo o no? - Se encogió de hombros. - No me gusta el tipo ese del sombrero... estoy convencido de que trama algo. Por tanto... ¡que se fastidie!

Y asi fue como Yotoko decidió que llegado el momento, si veía que iba a desestabilizarse y caer, se apoyaría en aquel inflitrado de... de quien fuera que le hubiera mandado a espirarle a él. Al fin y al cabo, estaba seguro de que éste haría lo mismo llegaod el caso.

- Pero... ¡¿Qué está pasando?! ¡Aguantad como podáis, piltrafillas! - dice el General Tani en el momento en que se da cuenta de que, mientras estáis subidos a vuestros cojines... ¡todo empieza a temblar! ¡Es un terremoto, tened cuidado y manteneos en equilibrio si queréis pasar la prueba!

Empezó el terremoto y todo se tambaleó. Belnaldino apretó piernas alrededor de los cojines cual vaquero en el ruedo, aunque no parecía suficiente para resistir.

En un momento de debilidad, a falta de una buena silla con un cuerno al que agarrarse, se recostó sobre Chun-Lo y palpó como un pulpo hasta dar con algo largo y duro. Apretó como si la vida le fuera en ello hasta que recuperó su equilibrio.

cuando el terremoto finalizó, Belnaldino estaba perfectamente sentado sobre los cojines, mirando a su alrededor con superioridad.

—Como dijo glande jefe indio Tolo Sentado:

 "Yo aliba, tú abajo.

Eles mi penco y yo tu amo.

Pues yo monto y no me caigo,

Y pol eso tú eles mi esclavo"

Sin embargo, a pesar de su nueva heroicidad, algo en su cabeza seguía inquieto por saber qué parte de Chun-Lo le había salvado servido tanto.

Lewis que ya estaba medio sopa dentro del aquel salón chino, empezó a temblar y a pesar de pensar que era un cojín masajeador, la intensidad de aquel masaje empezó a ser preocupante, aunque sentir un par de manos manoseandole los michelos le provoco tardar un poco mas en darse cuenta que ni era un sueño, ni esa casa tenia cojines o chinos masajeadores.

-¡¡¡Telemoto!!!-Abrió un ojo y luego el otro para ver como aquel chino enfermo se aferraba a él como un Koala a su rama. -¡Quita chino! -Grito asustado por la gripe avial, polchina o alguna guarrería amarilla, antes de caer al suelo y seguir temblando.

Pese a que para aque chino de elegantes gafas, aquella prueba parecía de lo mas sencilla, al empezar a moverse la casa con él y el resto de víctimas candidatos en su interior, a punto estuvo de perder el equilibrio cayendo del cojín y desparramándose por el suelo. Más cuando el extraño bufó se abalanzó contra él como tratando de apoyarse sobre sus hombros.

Por suerte, entre los dos pudieron equilibrarse y finalmente, cuando la casita dejó de moverse, habían podido mantenerse sobre sus asientos sin tocar el suelo, razón por la cual aparentemente, uno hubiera quedado descalificado...

- ¡No me fio de ti, ni tampoco de tu somblelo! - Le dijo a aquel hombre extraño, justo antes de salir corriendo para continuar con aquella... ¿misión? - ¡No me cogelás! - Le dijo mientras se alejaba.

Chun-Lo dormía su siesta como otros participantes, soñando gyozas y otras delicias, cuando, todo comenzó a temblar, pero seguía durmiendo, así que cayó de espaldas, levantando quedando patas arriba levantando su faldita y ofreciendo apoyo al malvado Belnaldino - Zzzzzzz -.

Como siempre le pasa en clase cuando se hacen grupos por parejas, Ping Gao se queda el último con el profe, o el general en este caso. Aunque tampoco tiene mucho tiempo para acomodarse, porque todo empieza a temblar. 

- ¡AAaaAAaaaAAAAaaaaH! - va gritando Ping Gao mientras su pila de cojines se sacude violentamente. 

Y entonces recuerda la mejor forma de aguantarlo: La posición de la tortuga. Encogiéndose sobre sí mismo y escondiendo la cabeza dentro del chándal, Ping Gao sobrevive sorprendentemente al temblor de la casa. Y aún cuando se termina, Ping Gao sigue allí parado.

- ¿Y-ya ha terminado? - pregunta desde el interior de su capucha, empezando a asomar lentamente la cabeza.

- ¡Aguantad, leches! ¡Aguantaaaad! - grita el General Tani durante el terremoto, mientras su compañero de estancia Ping Gao hace la postura de la tortuga para no caer al suelo. El militar, en cambio, usa su fiel vara para apoyarse en la pared y mantener el equilibrio como puede hasta que el terremoto por fin termina. Cuando esto sucede, el General se levanta como si nada. - ¡Pues venga, ya hemos descansao! ¡Hay que seguir!

Y al ver a Chun-Lo y Lewis en el suelo...

- Éstos torpes a la repesca. - sentencia el General. - ¡Los demás, conmigo! ¡Ya estamos muy cerca del castillo de Takeshi! ¡Vamoooos!

Y así es como el General, seguido de Belnaldino, Yotoko y Ping Gao, salen corriendo a la siguiente prueba... aunque tal vez hagan un descansito en el campamento ahora que viene el fin de semana.