Partida Rol por web

Prueba 5
¡Surfeando en la tabla de planchar!

*** En lo más profundo del Castillo de Takeshi... ***

¡Takeshi, ahora sí que sí!
¡Han caído un montón en la seta asesina!
¡Sólo quedan tres!

¡Cuenta bien, Júnior!
¡Quedan tres!

Takeshi le da una buena colleja a Júnior.

¡Ay! ¿Cómo que tres?

Pues por la tontería esa de la repesca que les pusiste.
¡Si no estuviera, habríamos ganado ya!

Ostras, pues lo mismo tienes razón.

Pues como siempre.
Pero no pasa nada, he movido mis hilos y esta vez la repesca es más difícil que nunca.

¡Genial!
¡Así nos quitaremos de encima al ejército de Tani!

¿Y tú has organizado ya la prueba principal?

¿Eh? ¡Ah, sí, sí, claro!
¡Es una prueba super chula!

Déjate ya de misterios y dime cuál es.

¿Pero no decías que se puede leer en el título?

¡Céntrate, Júnior!
¡Es por el dramatismo!

Takeshi le da una buena colleja a Júnior.

De verdad, cuánto castillo te falta.

¡Ay! Vale, vale...
Pues es "Surfeando en la tabla de planchar".

Perdona... surfeando en... ¿qué?

Pues... en una tabla de planchar.
Que es como una de surf pero peor.

¿Que los vamos a llevar de excursión a la playa ahora, o qué?

¡No, no, es un circuito!
¡Y no es fácil, tendrán que esquivar los pezones y todo!

¿Que tendrán que esquivar los...?

¡Sí, sí, los he puesto ahí para...!

Mira, Júnior, me estás dando dolor de cabeza.
Mejor vamos a ver la prueba y ya está.

¡P-Pero yo creo que está todo muy claro, ¿no?!

Sí, sí, clarinete.
Venga, vamos a ver la prueba mientras consulto tu contrato.
Es para una cosa.

***

- ¡Piltrafillas! ¡Cada vez somos menos, pero eso no nos detendrá! - dice el General Tani alzando el puño ante su ejército de... tres soldados. Después suspira y baja las manos hasta apoyarse en su vara. - En fin, creo que la siguiente prueba se os dará bien. ¡Tenéis que surfear sobre la tabla de planchar!

- ¡No hace falta ser muy listo para entender el funcionamiento de la prueba! Pero por si acaso, os cuento: tenéis que colocaros encima de la tabla de planchar, que irá dando vueltas por todo el circuito, y tenéis que conseguir dar una vuelta completa sin caer al agua. ¡Fácil, ¿verdad?! - dice, dando otro grito de ánimo. Quizás se intenta animar a sí mismo, que apenas le queda ejército. - ¡Pues no tanto! Porque en mitad del circuito hay unos pocos obstáculos: una plataforma que tendréis que pasar por encima y volver a subir a la table, y dos grandes peces rosas que os obstaculizarán el paso. ¡Será mejor que los saltéis! Tú imagino que no tendrás problema, eh. - dice, acercándose al Konehito. Luego mira al doctor. - Y tú no sé qué drogas te tomas, pero están funcionando, ¡así que sigue así! ¡Venga! - dice, y toca el pito. El de silbar, cochinos malpensados. En ese momento ve llegar corriendo a Belnaldino, al que la dirección del programa había mandado a la prueba de repesca sin querer. Espera a que esté con los demás, y entonces... - ¡AL TURRÓN!

Ya que aquel hombre se le acercase tanto le dio mala espina. Al menos estaba tranquilo porque no veía pastilla de jabón alguna cerca. Pero eso sí había: agua, agua por todos lados. Eso le ponía nervioso más nervioso aún. Además, después del balonazo recibido no estaba muy allá. Ese maldito cañón...

Al pasar la tabla cerca de Konehito este vio esos enormes peces y se puso más nervioso aún. Su instinto felino se disparaba. Por eso ni miró donde ponía la pata y al colocar la segunda, lo hizo sobre el aire y Konehito Saltalín acabó en el agua, donde dio un enorme grito muy similar a un maullido y tal salto, que le devolvió a la tabla y de allí saltó lejos de la prueba, completamente empapado y asustado.

—¡Oh no!..— exclamó el doctor mientras observaba la especie de foso donde se realizaba la prueba —..¡Hay mucha agua!— añadió con tono de queja. Tekuro sabía que el contacto de este líquido primordial con su piel le provocaba un salvaje sarpullido acompañado de un terrible escozor que solo podría aliviar con una cremita especial para pieles sensibles.

-Tengo que hacel algo,..- pensó por un momento.

—¡Ya lo tengo!..— dijo, sorprendiéndose de su capacidad de intelecto —..denme unos segundos, pol favol, vuelvo enseguida— Acto seguido entró a su tienda, y tras unos momentos de suspense...

¡TACHÁN!

—Ahola soy totalmente impelmeable,... ji,ji,ji— dijo satisfecho —..no hay linconcitos pol donde se pueda colal el agua. ¡Estoy dispuesto pala la plueba!— añadió para ganar valor y animarse.

El doctor vestido de neopreno parecía un embutido casero. Comenzó bien subiéndose a la plataforma y guardando el equilibrio. Cuando vio que el primer pezón se acercaba tomó impulso, saltó, y consiguió esquivar el obstáculo. Pero algo parecía ir mal, porque de repente empezaron a caerle un par de lágrimas por la cara.

-¡Maldición! debí de depilalme antes de ponelme el neopleno,...me tila mucho de abajo..-

Antes de que pudiese pensar en nada más apareció en su recorrido el segundo pezón. Debía de actuar rápido. Tomó impulso, pero no lo suficiente, y acabó chocando contra el estorbo en forma de pez, cayendo finalmente al agua. No había pasado la prueba, pero afortunadamente no sufrirá sarpullidos.

- ¡Maldición! - dice el General Tani, después de ver cómo tanto el Konehito como el doctor caen al agua. Suspirando, se gira hacia el recién llegado Belnaldino y toca el pito delante de él. De nuevo, me refiero al silbato. - ¡Vamos, piltrafilla! ¡Eres la última esperanza!

Bastante molesto por el intento de eliminación, Belnaldino había reclamado como él sabía, mediante acusaciones conspiranoicas.

Tras serle dada la razón, se preparó a conciencia para la prueba. Vistió sus mejores galas y echó bien de betún en sus zapatos, demasiado relucientes. Por fin, marchó.

El General Tani le recibió con su "lidícula flase", como él pensaba. Entonces, se preparó frente a la tabla y gritó algo ininteligible sobre Xi y No, China y ejércitos (el espectador vería a un friki de campeonato, pero él hablaba en serio).

Era la hora de saltar. Subió a la tabla, mantuvo el equilibrio frente a los pezones,  bien esquivados, y saltó de la tabla a la plataforma.

¡Lo había logrado!

—¡Chúpate esa Tani! Tu ejélcito y tú me peltenecéis. ¡MUAJAJAJAJA!

Después de pasarse más de una hora para secarse por completo en el baño de señoras, pues no lo usa nadie, Konehito Saltalín regresa junto a la tabla de planchar viendo a Belnaldino gritando algo de que ya tenía ejército para tomar lo que quisiera y que pronto seria el mundo.

Como sospechaba, aquel era el maníaco al que había ido a detener. Pero aún o no podía descubrirse.

- ¡Tongo! ¡Tongo! ¡¿Cómo ese señol con la pielnas mal lo logla y yo no? ¡Quielo mi lepesca y la quielo ya!

- ¡A ver, el conejo que maúlla a la repesca! - dice el General agitando su vara hacia el susodicho. Luego se gira hacia Belnaldino. - ¡Y tú no te pongas chulo, que todavía no hemos conquistado el castillo! ¡Venga, venga, a la siguiente prueba!

Y echa a correr.