Partida Rol por web

Salisteis del templo por el elevador, haciendo varios turnos para poder sacar de allí a todas las niñas. En el exterior recogísteis a Serlorn Druir y atado y todo, os lo llevasteis por el desfiladero a la carreta de Glimgmar.

El viaje de vuelta no fue tan plácido como el de ida. La carreta de Glimgmar iba abarrotada con Serlorn, Erastul y las niñas, y vosotros teníais que ir a pie.

Ulfe solía adelantarse para explorar, pero os habíais acostumbrado a que el batidor uthgardt apareciera y reapareciera de la nada cada poco rato. En una de sus batidas regresó con... algo... ¿cogido de la oreja?

Terach, el homúnculo de la gnoma Fasber, correteaba al lado de Ulfe pugnando por mantenerse a su ritmo. Cosa complicada, porque el uthgardt le tiraba de la oreja de modo que tenía que andar prácticamente de puntillas. Según se fueron acercando lo escuchásteis lloriquear lastimeramente.

—Creo que esto es tuyo —le dijo Ulfe a Glimgmar mientras el homúnculo saltaba en sus brazos—. Lo pillé espiándonos.

Los nuevos van lentos, así que os pongo una pequeña escena de roleo mientras :P

Muy en el fondo Kayle se alegraba de tener una excusa para caminar: A ella no le gustaba ir sentada en una carreta y ya había quedado patente en el camino de ida pero así al menos no parecía el bicho raro.

No obstante, caminaba cerca de la carreta, hablando con Shianni y con las demás niñas para que se entretuvieran, tratando de sacarles una sonrisa. Después de todo lo que habían pasado, lo necesitaban.

Fue cuando apareció Ulfe que la genasí parpadeó; recordaba a aquel homunculo, era de Fasber, ¿qué demonios hacía ahí? ¿era cosa de la gnoma? En ese momento pensó que por nada del mundo estaba dispuesta a perderse el intercambio de voces y berridos amor-odio entre ella y Glimgmar nada más llegar a Nesmé. Pero hubo otra cosa que le hizo todavía más gracia: La escena en sí.

Aquel gigantón bárbaro al que tan poco le gustaba la magia iba cogiendo al homúnculo como si éste fuera a contagiarle algo, y a la vez parecía que estuviera regañando a un niño pequeño por hacer lo que no debía. A su vez, Tearch lloriqueaba y corría de puntillas tratando desesperadamente de seguir las largas zancadas de Ulfe para luego saltar sobre el enano como quien salta a una isla de salvación tras ser atormentado por un ogro...

—¡¡Jajajajajaja!!

El bárbaro estaba tan serio y el pobre homúnculo resultaba tan patético que la escena se le antojaba absurdamente cómica. No pudo evitar estallar en carcajadas.

Justo en ese momento se percató de lo mucho que le habían estado haciendo falta porque hasta ella se sorprendió tanto que se tapó la boca con ambas manos y se dobló por la mitad emitiendo un sonido rasposo y apagado al contener la risa en un mudo gesto de "¡Perdón, no puedo parar!".

Céfiro suspiró mirando al cielo.

—Juro que a veces me cuesta entenderla hasta a mí...

Bueno, odia la magia, pero no a una criatura tan inherentemente mágica como el homúnculo... o igual no es mágica y me equivoco o igual no lo sabe.

Ánder miró primero al feo bicho y luego a Kayle, con Céfiro mostrando destellos de su personalidad tan diferente a su ama.

En fin, prefiero que ría y no su versión triste.

Procedió a hablar al bárbaro.-¿Dónde lo has encontrado, Ulfe? Me resulta raro que una criatura tan pequeña se aleje tanto de su lugar habitual.

 Brrrf....perro que demonios...

   Glimgmar oteó forzando los párpados el horizonte de lo que se avecinaba, lo primero que distinguió fue a Ulfe, el capaz muchacho que tanto y tan bien les había ayudado, en segundo lugar, cuando ya era inminente su salto sobre su barba, al homúnculo de Fasber. Sintió un escalofrio ante su reacción, ante su toque mágico, ante...aquella repugnancia que le inspiraba, por otra parte, era algo muy familiar a cálido, en realidad, una evocación a una persona muy apreciada. Una personita que estaba de forma clara en sus pensamientos, en todo momento, porque era como una hija parra él.

   Oyó las carcajadas, y sintió la alegría y la felicidad más lejanas que nunca. Tal vez con el toque de Loviatar habiendolo cambiado. La situación vivida con la diosa, con Payne, a la que recibiría con los brazos abiertos, bueno, no, perro quizás si con una cerveza....la más agrrria que tuviese, y sus enemigas, o quizás sus compañerras que por ardides del destino erran brrrujas aún más malvadas que payne, habían convertido al enano en una roca inmovil, una roca reflexiva.

 Hacía tiempo que no sentía de aquella forma el eco de las voces y la risa, distantes...terriblemente distantes. Y también hacía tiempo que había abandonado el reflejo de aporrear al homúnculo en cuanto se acercaba. No lo trataba con calidez, aún así, no desdeñaba su acercamiento interesado.

  - Trranquilo, Ulfe. Es amigo. - tranquilizó, no reprochandole el trato, perro si tratando de conseguir algo mejor parra la lastimosa crriaturra.

 Recogió con delicadeza al homúnculo en sus fuertes y grotescas manos, grotescas parra los humanos, normales y naturrales parra un enano, acostumbradas al martillo y la fragua, al hacha y al escudo. Era tal su delicadeza que se vería, desde una perspectiva exterior como algo extraño en la anatomía del enano, pues parrecía incapaz de no tratar algo con rudeza.

 - Terach. - Exigió, serio, su atención. No dejando de ser amable con él...alejandoselo, no obstante de la barba.

 - ¿Dónde está Fasber? - era un tono sereno, no obstante, aunque no se reflejase en él, en las facciones experimentadas, extremadamente maduras del guerrero, se vislumbraría una profunda preocupación por la gnoma.

 Si él estaba allí, su optimismo sólo podía llevarle a una conclusión lógica, que Fasber estaba en problemas.

 Quizás, por la cabeza del enano, sólo pasase una explicación parecida a esta:

 "Brrr...otrra vez la han trratado de sacar objetos comerrciales a mal prrecio, ¡o tal vez le hayan robado en la tienda!"

 Perro no serría descabellado pensar que el enano estuviese preocupado por otras posibilidades. Tenía demasiadas cosas en la cabeza, y ...caminar, no le ayudaba demasiado a despejar la cabeza. Necesitaba sentarse a la luz de un buen fuejo y estudiar como contar la historria de aquello que habían vivido tan recientemente.

 Erra una historria digna de contar rodeada con buenos amigos.

Terach soltó un gorgoteo, pues los homúnculos no hablaban, pero saltó de los brazos del enano y salió a andar por el camino volviéndose hacia vosotros. La dirección que tomaba era la de la ciudad.

Tabin torció el gesto. Le gustaba escuchar a Kayle reír, pero sospechaba que algo malo estaba por suceder. La idea de que los espiaran no le gustaba nada, menos aún si tenía que ver con el enano. Después de sus últimas decisiones, Tabin había empezado a temer a Glimgmar. ¿Hasta dónde habría tocado la diosa del dolor?

—Ay, por las siete estrellas de Mystra... —suspiró Kayle tomando una gran bocanada de aire cuando consiguió aplacar el ataque de risa—. Eso ha sido lo más cómico que he visto en años.

Se acercó a Glimgmar para mirar a Trench, justo en ese momento. Bien, iba a la ciudad, Fasber estaba en la ciudad así que tenía su lógica. Tan solo esperaba que ahora no fuera porque había ocurrido algo malo, ya habían tenido bastante de penurias... Así que trató de hacer un comentario medianamente positivo.

—¿Se habrá cansado Fasber de esperar?—preguntó al aire. Aunque lo cierto es que se había inclinado ligeramente hacia adelante junto al enano.

- No es prropio de ella... - meditó Glimgmar.

 Sin embargo había muchas posibilidades cómicas y poco responsables por parte de la gnoma en las que la risa de Kayle hubiese sido más que justificada. Quizás por eso el enano, a pesar de sus temores, en su rostro como representación clara, no le reprocharía su falta de prudencia a la brruja.

 Pensar: "¡Enviarr a esa crrriaturra sólo parra espiar, Faaasbeer!" no hubiese sido descabellado, sin embargo, ahora, mientras pienso en los horrores vistos, con una moralina presente en las acciones pasadas, en las decisiones tomadas, mi corrazón es más temerroso que nunca y mi voluntad la más férrrea que he tenido.

 Di un paso que hizo crujir toda mi armadurra.

 - Deberría adelantarme.

 Si necesita algo... - ¡si está en peligrrro, maldición! pensó reprochandose su pasividad - lo mejor serrá que no la haga esperrar.

 Informó, grávido.

 - Uejemmm...no puedo pedirros que me acompañeis. - obvió mirrando al carro, evidentemente, no pensaba llevarse el carro consigo, aunque pensase en que serría justo que se lo devolvierran una vez hubiese cumplido con su cometido.

 En realidad querría seguir con ellos, perro ya había cumplido su parte del acuerdo después de todo. Habían salvado a las niñas, y no podía quitarse la negatividad de la mente.

 Fasber erra muy importante parra él, aunque lo negarría si se le presionaba demasiado, no tenía inconveniente en tratarla como a una primita lejana, o como a una hija.

 - Pero lo mejor es que me adelante, si. - asentí rotundo, dispuesto a que aquello no me llevase demasiado tiempo.

 - Nos verremos allí. - ¿...verdad?

 Zarandeó mentalmente la cabeza y asintió con una sonrisa fingida de convencimiento y autosuficiencia enana, la mejor, la del orgullo de hacer lo correcto.

 - ¡Queda dicho entonces!  ¡no hay más que hablar! - palmeó con las manos - Un trrrabajo bien hecho, ¡si señor!

 Les trató de inspirar.

 Esperó que se despidiesen de él. Estaba dispuesto, incluso, a salir corriendo...algo poco común en enanos de su talente, que sólo corrrían hacia la batalla. Tal vez, pensase en eso, que corría hacia una guerra, Fasber debía encontrarse en medio de un ejercito de Ogros, y él tenía que abrirse camino para salvarla.

 ¡faaaasssbeeer! Se quejó, regañandola.

Kayle se quedó mirando un momento a Glimgmar, luego ladeó la cabeza hacia su propio hombro para susurrarle algo a Céfiro.

—¡¿Qué?!—exclamó el pequeño elemental, patidifuso.

Como respuesta, la maga lo cogió en el hueco de las manos y le dio un beso en la mejilla (suponiendo que los tornados tienen mejillas, y suponiendo que se pueda besar el aire... pero el caso es que se las apañó para conseguirlo)

—¿Por favor?—insistió la genasi mirándolo con una teatral sonrisita de oreja a oreja, digna de alguien que no ha roto un plato en su vida.

De hecho sólo le faltaba el aro celestial sobre la cabeza o algo así.

Céfiro agitó los bracitos como si fuera a protestar pero no dijo nada, lo habían desarmado así que se resignó y los dejó caer emitiendo una especie de suspiro dramático.

—Tramposa.

Brincó de las manos de la maga mientras esta se reía entre dientes y salió disparado como una diminuta racha de viento detrás de Glimgmar.

—¡Ser enano!—Llamó. aunque era evidente que a aquella velocidad lo cazaría enseguida—. ¡Esperaaaa! ¡Voy contigo!

Ander asintió ante las palabras del enano. Estaba muy serio.

-Adelantanos si crees que está en peligro. Nosotros llevaremos a las niñas a Haakon para ver cómo las devolvemos con sus familias. No podemos avanzar a un ritmo muy rápido.

-Nos encontraremos allí si nos necesitas. Y si no recuerda que tenemos que hablar ante el consejo de la situación del dragón blanco prisionero. Habrá que pedir audiencia.

No sabía que podía haber pasado con la dueña del ser. Pero los alrededores de Nesmé eran peligrosos, todo tipo de trolls y lobos merodeaban y no pensaba dejar a las crías sueltas en aquel peligro.

-Mejor -murmuró la semielfa para sí.