Partida Rol por web

Ygursaonac, el pseudodragón familiar de Irulán, llamó a unos criados que te acompañaron a la salida. Te despediste de Morgan y de Payne y te dirigiste a ver a tu madre. La encontraste en la pequeña capilla de Sune, preparando un bebedizo de amor. Despachó a la jovencita que se lo había requerido y os quedasteis a solas.

—Vaya, pero si mi hija ha encontrado una pausa en su cruzada por salvar Nesmé para visitar a su anciana madre —dijo, manejando la culpabilidad como sólo las madres saben hacer—. ¿Qué me cuentas, cariño?

Tabin sonrió, tomándose el reproche disfrazado de su madre como una broma. Estaba de tan buen humor que no le había molestado ni un poco. Apoyó las manos en el hombro de la adepta de Sune, que era un poco más alta que ella, y le dio un sentido beso en la mejilla.

-¿Anciana madre? ¡Ja! He visto a muchachas que darían lo que fuera por ser tan hermosas y juveniles como tú, mamá. -Rodeó a la mujer con los brazos y dejó escapar una risita risueña-. ¡Te he echado de menos! Tengo muchas cosas que contarte, tantas que no sé ni por dónde empezar. Bueno, sí... -Se separó un poco para mirarla a los ojos-. Me he comprometido. Ella es... es Morgan, mamá. Ha conseguido limpiar su nombre, ¿sabes? Resulta que estaba trabajando del lado de los buenos todo este tiempo, espiando a los esclavistas, ¡y hemos conseguido aprisionar a Jezzen, que era su contacto en Nesmé! -Su duda inicial se convirtió en plena felicidad. Sin soltar a su madre empezó a parlotear como una cotorra-. Ahora se ha demostrado que no es una criminal, así que me ha declarado su amor por mí y yo... yo también a ella. Es muy diferente de lo que todo el mundo cree, ¿sabes? Si hubieras podido escuchar sus palabras... Oh, por Sune que nunca he oído nada más hermoso. Morgan me ama. -Sonrió de oreja a oreja-. Y yo a ella.

Aquello eran demasiadas noticias seguidas para tu madre, que parecía al borde de la apoplejía.

—¿Qué? —fue todo lo que fue capaz de articular—. ¿Pero.. pero no te estabas viendo con ese bárbaro tan bien parecido?

La mención a Ulfe hizo que Tabin perdiera la sonrisa. No había pensado en las consecuencias de su elección, aún.

-Bueno, sí. Es complicado. Los quiero a los dos; siempre los he querido a los dos. Pero después de lo que he vivido, de lo que he visto... -Tabin suspiró dejando caer los hombros-. Ulfe es demasiado territorial. Morgan también le picaba, pero él nos echó a la guardia encima cuando aún la estaban buscando sin importarle lo que pudiera pasarme a mí. Es distinto, mamá. No sé, los dos son muy especiales, pero creo que con quien debo estar es con Morgan. Ulfe no me conviene.

La semielfa no quería admitir que, desde lo ocurrido en la taberna, su corazón latía a una cadencia distinta, más en sintonía con el de Morgan. No podía articular la sencilla razón por la que había decidido prometer a Morgan su amor eterno: a ella la quería más. La balanza se había decantado a su favor sin desearlo, pero las malas acciones de Ulfe y las buenas de Morgan habían terminado mostrándole la verdad.

La mirada de tu madre se perdió por un momento en el infinito. Se tocó el cabello en movimientos suaves, enroscando el pelo lentamente alrededor de su dedo.

—¿Entonces está libre? —murmuró, más para si que para ti. Carraspeó, volviendo a la realidad—. Oye cariño, ¿por qué comprometerte, tan joven? Aún tienes muchas facetas del amor que descubrir y experimentar.

-Lo sé, pero esto es lo que quiero hacer. Lo que yo siento que es lo mejor y lo correcto. -Tabin suspiró de nuevo y, con el mismo gesto de su madre, miró al infinito-. Ella es tan hermosa, mamá... No hablo de su aspecto, sino de su interior. No sabía que podía serlo tanto, pero me ha abierto su corazón y lo he visto. No puedo dejar escapar una belleza así y lamentarlo todos los días de mi vida. Ni siquiera sé si estaré a la altura de su amor por mí, pero... ¡Por Sune! ¡Ni siquiera puedo explicarlo! ¡Hay palabras que una no puede escuchar sin que la cambien para siempre!

Arane te sonrió. Tal vez, sólo tal vez, se olvidaría de tratar de conquistar a Ulfe.

—Cariño, hablaste en términos muy semejantes de Varn, hace mucho tiempo. Y de Ulfe, hace menos. ¿Qué es distinto esta vez?

-Que he creído perderla y mi vida ha pasado a segundo plano -contestó en voz baja, sin tristeza, pero con melancólica sinceridad-. Y sólo cuando la he recuperado me he sentido renacer. -Se llevó la mano al pecho. Aún no se había respuesto del todo del disgusto de creerla una traidora, aunque su confesión había aliviado gran parte de los males-. Ésa es la verdad, mamá; sin ella no quiero vivir. Pero sé que cuidará de mí como me ha cuidado desde siempre. Primero como mi maestra y ahora como mi compañera y mi alma gemela.

Tabin apoyó la cabeza en el hombro de su madre, soñadora.

-¿Sabes una cosa? Me ha dicho que siente la llamada de Siempreunidos, como sintió mi padre, pero que se quedará a mi lado si yo lo deseo.

Tu última frase sacudió violentamente algo en corazón de tu madre. En su rostro se asomó un dolor de una herida nunca cicatrizada del todo, pero tu cabeza estaba apoyada en su hombro y no lo viste.

—"Una vida, un amor", solía decirme tu padre. No me cabe duda de que siempre ha cuidado de ti, porque todo en su vida has sido tú desde el principio. Tu padre me dijo que nació para amarme, y que así lo sintió en el momento de conocerme —explicó Arane—. No es la sinceridad de los sentimientos de Morgan lo que me preocupa, sino lo que este amor te va a exigir. Tú eres una mestiza y lo entrevés con más claridad de lo que vi yo, pero sólo a medias. El amor es para ellos el más sagrado de los templos, te harán entrar... y caminar de rodillas por él. Tendrás que renunciar a "ti" y ser siempre "vosotras".

Tabin se apartó de nuevo y frunció el ceño mientras se sujetaba el colgante que le había regalado Ulfe.

-¿Y no hay felicidad en eso? ¿No crees que un amor así pudiera llenarme y hacerme feliz para el resto de mis días?

—¡El amor es la fuerza más poderosa de Toril! Es infinito, y no puedes pretender encerrarlo en una prisión, por muy hermosa que sea —replicó Arane, pero no sabías si hablaba tu madre o la sacerdotisa de Sune—. El amor de un elfo es posesivo y egoísta a la larga. Exige una dedicación absoluta, te requerirá que ocupar tu mente y tu corazón, excluyendo todo lo demás. Es todo lo contrario al amor libérrimo del que te he hablado siempre.

Tabin frunció el ceño, sintiéndose algo atacada.

-Bueno, ¿y quién no es egoísta y posesivo, mamá? ¿Ulfe? ¿Varn? ¡Los dos intentaron disuadirme de que amase a otras personas, y ya has visto cómo he terminado! Varn me rompió el corazón y Ulfe lo haría si le dejara. Nadie es capaz de aceptar ese dogma. Humanos o elfos, ¡es lo mismo! Y mientras tanto, yo, en el medio, sufro. -La semielfa arrugó el gesto de nuevo. La alegría se había esfumado tan rápido como había venido-. ¿No te das cuenta de que el mundo no es como queremos pensar? Tú y yo y los fieles de Sune quizá entendamos que se puede amar a varias personas a la vez sin que haya celos, pero el mundo es egoísta por naturaleza y nadie quiere compartir. ¿Quieres intentar seducir a Ulfe? ¡Hazlo! Y si llega a encapricharse o a enamorarse de ti, veamos si acepta tu amor libérrimo o trata de arruinarle la vida a Werther para quedarse contigo, porque eso es lo que trató de hacerle a Morgan.

—No te enfades conmigo, cariño —dijo Arane, en tono conciliador—. Lo que quería decir que eres demasiado joven para un compromiso, especialmente uno tan serio como el que te va a pedir un elfo. Sólo quería ahorrarte el dolor que tuve que sufrir yo cuando estuve en tu lugar. Todo de lo que me hablas me resulta muy familiar porque ya lo he vivido antes.

-No me enfado contigo -contestó Tabin haciendo pucheros-. Sólo quería que tú te alegraras por ello, no que me pusieras pegas o intentaras desanimarme. Tengo treinta y tres años. A mi edad, los humanos ya suelen estar casados y tienen al menos un hijo. No soy demasiado joven para nada.

Tenía los hombros caídos y la boca torcida por el desánimo. Aún así, se las arregló para mirar a su madre a los ojos y hablar asertivamente.

-Morgan no es mi padre, mamá, y yo no soy tú. Todo es diferente. Estaré bien, no te preocupes. Voy a ser feliz con ella; lo que querría es que tú lo fueras también.