Partida Rol por web

Tabin miró a otro lado, disgustada. Sus labios se contrajeron en una mueca al contener el llanto.

-No, no es así. Te echo de menos de verdad. Te quiero de verdad.

Una bola amarga trepaba por su garganta. Le costó pronunciar las últimas palabras:

-Vuelve, por favor. Si te vas ahora, vuelve...

Y soltó su muñeca. Las lágrimas llenaban sus ojos y apenas podía ver el empedrado de la calle.

Morgan te miró llorar con aparente parsimonia.

—¿Eres consciente de lo injusto que es lo que me estás pidiendo?

-¿Y tú te das cuenta de lo injusto que es lo que me pides tú? -Tabin no fue capaz de mirarla a los ojos, así que se centró en la barbilla-. Morgan... Eres parte de mí, no quiero perderte. Pero por favor, no me hagas elegir entre tú y todo lo demás. ¿No ves que eso me hace daño? ¿Por qué es siempre eso, por qué hay que elegir? Yo nunca intenté cambiarte, ¿por qué tú sí?

Las lágrimas le caían rodando por las mejillas y el viento enfriaba el húmedo camino que dejaban antes de estrellarse contra el suelo. La mandíbula le dolía tanto de contener los sollozos que hablar le costaba un mundo.

Morgan nunca hablaba de sentimientos, no iba con ella. Era la pensadora más brillante que habías conocido pero en lo que respetaba a los sentimientos, o era una neófita integral o más silenciosa que una tumba. Con Morgan nunca se sabía.

—Una vez fue tú y yo contra el mundo. Eso es lo que yo quiero. No voy a conformarme con menos ni a compartirte con nadie.

-¡Otra vez no! -gimió Tabin tapándose la cara con las manos.

Morgan no se acercó a ti a abrazarte, aunque tampoco era algo que esperaras de ella.

—¿Cómo has podido pensar que iba a matarte? —preguntó, en cambio.

-No lo he pensado. Ha sido sólo un momento. El miedo... -Tabin había cambiado de parecer muchas veces. Al principio, la sorpresa. Después, la duda. Incluso cuando estaba echándole un pulso había una parte de sí misma que creía... Pero no era culpa suya. Morgan era como una serpiente, bonita a su manera, pero letal si se lo proponía. Con Ulfe nunca había sentido miedo. Aquellos brazos suyos eran fuertes como para aplastar una cabeza, pero siempre la abrazaban suavemente, siempre sabía lo que iba a hacer... Y no utilizaba ningún tipo de veneno. Pero los amaba a los dos por sus diferencias. De algún modo, el atractivo de Morgan era su capacidad para sorprender y para llevar a Tabin al extremo.

Oh, pero ahora todo estaba empezando otra vez.

-¿Por qué haces todo esto? ¿Acaso no me crees?

—¿Acaso no me entiendes? —preguntó Morgan a su vez—. Serás mía...

La elfa se acercó y te besó. Esperabas que un beso de Morgan fuera lascivo, provocador, más propio de la intimidad de la alcoba que de la publicidad de una calle. En cambio fue el más torpe, especulativo e infantil que te hubieran dado nunca. La sensación que te dejó contrastó fuertemente con la dureza de las palabras que pronunció justo después.

—... o no serás de nadie. 

Tabin apartó a Morgan bruscamente.

-Yo no soy de nadie. Ni tuya, ni de Varn. No puedes ponerle puertas al campo, ¿me oyes? ¡No puedes!

Aún con los ojos annegados en lágrimas, aún sintiéndose herida, Tabin no iba a permitir que pasara otra vez lo mismo que con el médico. El amor era para ser dado libremente, nunca coartado.

Morgan se colocó con elegancia el sombrero que se le había escurrido sobre la frente cuando le diste el empellón.

—Tienes una visión un tanto sesgada y libertina del asunto, Tabin —una y otra vez, Morgan eludía pronunciar la palabra "amor"—. ¿Estás segura de que tu bárbaro de colmillo retorcido la comparte?

Tabin ahogó un "lo siento" al ver cómo se recolocaba el sombrero. Se sentía más enfadada que culpable por ese gesto hostil que le había salido de dentro.

-¡No soy una libertina! -La semielfa se sintió dolida. Había muchos que no comprendían el dogma de Sune y ese afán de amar. Había tenido que escuchar numerosas veces cómo ponían en duda su honra y hasta cómo la llamaban zorra. Pero para Tabin no se trataba de lujuria: el sexo era algo secundario. Lo importante era el amor, romántico, platónico, eso no importaba... pero libre y universal-. No necesito que me des lecciones en esto. Y lo que diga Ulfe no es cosa tuya.

—Si tú lo dices... —dijo Morgan, en una inflexión que podía ser condescendiente o triste, según se mirara.

La elfa se colocó el traje y se alisó la camisa, tratando de reunir toda la dignidad que fue capaz. Que todo sea dicho no era mucha: nunca habías visto a la gran Morgan perder tanto los aires de superioridad. Era como si se hubiera bajado de un pedestal y te hubieras dado cuenta de que, al fin y al cabo, era una mujer. Ni más larga ni más corta que cualquiera.

—Hemos llegado a un punto muerto, ¿no crees?

-Tengo que irme -Tabin se secó las lágrimas con la manga del abrigo-. Y tú deberías marcharte de Nesmé. Tu disfraz no es tan bueno.

Morgan se tocó el ala de su sombrero a modo de despedida y se largó haciendo revolotear tras de si la capa corta. El viento te trajo un murmullo estrangulado:

—Nunca me volveré a ir de aquí sin ti.

 Tabin: +450 px.
 Tabin: tu relación con Morgan ha aumentado en 2 puntos: Rivalidad — Asociado (4)

La pícara escuchó las últimas palabras y ya no pudo contenerse más. Se echó a llorar intentando que, calándose bien la capucha, nadie lo viera. Tenía que ir a trabajar. Iba a ser un día cualquiera. Pero ya no.