Partida Rol por web

—De hecho, acaba de ofrecerte ayuda, no de pedírtela—volvió a corregir Lynn como quien apunta un inciso—. Y menos desesperadamen...

—No pienso ir a ninguna granja mugrienta a perder el tiempo, antes quiero respirar un poco de libertad—interrumpió Belgar como si no hubiese escuchado nada, de hecho hasta se sacudió los brazos y todo—. Pero quizá me lo piense. Volved a preguntármelo cuando volváis de jugar al escondite. Supongo que estaré por aquí. Si me vuelvo loco y acepto, podéis consideraros afortunados, ¡muy afortunados!

Subrayó la última frase alzando el índice con gesto admonitorio. Luego, sin dar opción a réplica, salió desfilando hacia el centro del pueblo.

Tras unos largos segundos de silencio (y tras un par de parpadeos con las cejas arqueadas) Lynn se rascó la mejilla, encogiéndose de hombros.

—Qué personaje más curioso...

A ella parecía resultarle indiferente la presencia del enano, pero os miraba a los demás para conocer vuestras opiniones.

—¡Lo que no entiendo es cómo hemos podido sobrevivir todo este tiempo sin ti! —bromeó Gabrielle con una repentina e incontrolable risa—. Yo estoy encantada de que vengas con nosotros. ¡Bienvenido!

El templario había permanecido en silencio mientras la gente hablaba. Demasiado. Cuando empezaron a ponerse íntimos con el enano se tapó la cara con la mano. No era posible. Otro compañero de viaje. Encima este era especialmente bonachón y charlatán. Negarse, como era su deseo, sólo provocaría más problemas con el grupo. Iba a tener que aguantarse.

Deseó que el tiempo pasara rápido hasta la hora de comer. Hasta entonces, tendría que escuchar las historias enanescas de Belgar, que tanto hacían reír a Gabrielle. Cómo habría querido poder entretenerse con los mercenarios un poco más...

El enano dio un cómico bote mientras se iba y miró a Gabrielle de forma rara, como si se hubiera sobresaltado con la contagiosa y repentina risa de la maga. Luego se siguió yendo (dando pasos hacia atrás) hasta que finalmente se terminó girando del todo murmurando algo entre resoplidos.

Nolan se rascó la nuca con gesto incómodo.

—¿Va a venir con nosotros ese enano?—interrumpió de pronto Balaena no enfadada, pero sí bastante contrariada.

—A mí no me ha quedado muy claro... —dijo Nolan—. Casi parecía que estaba excusándose para irse mientras vaticinaba que iba a venir.

Sion estaba convencido de estar sobrio, ni siquiera les podían haber servido ninguna bebida antes de que empezará la pelea, no obstante empezaba a dudar de su memoria por como había discurrido toda la conversación con ese enano. Ya formaban una comitiva bastante peculiar y conflictiva como para meter a un ariete con tendencias a la bebida, gusto por el juego y totalmente inútil para distinguir cuando lo van a desplumar.

No se molestó en intentar comprender más.

- Cuántos más seamos, mejor. - razó Dreren con autoridad pero sin darle real importancia a un asunto que sin duda la tenía. Los ojos de Dreren no se escabullían bajo las sombras de la capucha, y el relampagueante lirio estuvo a punto de reflejar el rostro de Mance. Se acercó a él para escrutar sus ojos mientras concluía aquello, y apenas unos segundos después encaró el camino hacia la salida de Lothering, como si no necesitase nada más que concluir una empresa que había aceptado.

 No se mostraba nervioso, pero no gozaban de mucho tiempo. Ser numerosos traía muchas ventajas, pero también terribles consecuencias, entre ellas, una pérdida inestimable de tiempo, de ese tiempo preciado.

 - Sé bienvenido. - Musitó sin nisiquiera una sonrisa, en fuerte contraste con su insistencia porque el enano se uniese a su grupo de aventureros. En verdad sonaba como si no fuese bienvenido en absoluto, o no almenos para ese momento.

 Dio unos pasos, sin alejarse demasiado.

 - Si no vamos a poder llenar el estómago, propongo que nos pongamos en marcha. Hemos adquirido ciertas responsabilidades ¿no? - Aquello era lo más cerca que solía estar Dreren de una broma, su tono era cálido al hablar de aquellas responsabilidades, demasiado desenfadado, pero seguía tomandose todo demasiado a pecho.

 - Comeremos después. - Ofreció, como si fuese el premio a un trabajo bien hecho, uno que seguramente hagan a la perfección.

 Dio otros cuantos pasos por el camino y se giró hacia el grupo, alzó ligeramente las manos, mostrando sus palmas desnudas y se encogió de hombros con naturalidad. Instandoles a que compartiesen su espíritu por ayudar a Lothering sacrificandose sin un buen trago o una buena ingesta de comida antes.

 ¿Estais conmigo?

 en ese momento sus labios se relajaron y su comisura se curvó en un gesto de familiaridad.

Balaena suspiró con una especie de aceptación resignada. No parecía tener ganas de objetar nada.

—Nolan, Sion y yo compramos antes provisiones... —dijo—. Prepararemos algo y comemos ahora. Si tenemos que hacer más paradas antes de la cena, será peor.

—Yo me encargo.

Nolan masculló aquello y salió a paso ligero de camino a la carreta. Como si no pudiera aguantar más por irse de allí.