—No lo estás—respondió con tozudez el guerrero volviendo a tirar de ella para ayudarla a caminar—. Vamos, descansar en una cama te hará bien. Deben... de haber sido todos esos baches del camino y el traqueteo de la carreta lo que te ha sentado mal.
Lo último en realidad expresaba más seguridad de la que en verdad sentía.
Entrásteis en la taberna y un posadero robusto, de nariz aguileña y con un poblado mostacho que habrías jurado que no era otra cosa que una escobilla que al hombre le hubiera crecido bajo la nariz, os atendió. Por una vez la suerte no os fué esquiva y comprobásteis que había habitaciones libres.
Nolan dejó un par de piezas de plata sobre el mostrador y tanto él como tú pudisteis limpiar los rasguños y cortes que habíais sufrido tras la escaramuza con los Chillidos. Al orlesiano no le hacía ninguna gracia dejar a Balaena sola pero como evidentemente no iba a dormir con ella se conformó con decirle que si necesitaba cualquier cosa, golpease la pared, él se quedaría con la habitación contigua.
Tras una media hora en la que pudiste instalarte cómodamente en una habitación austera pero acogedora, Nolan llamó a tu puerta y esperó a que le abrieses.
—Creo que ha logrado dormirse—suspiró con evidente cansancio—. No soy médico pero por lo poco que pude ayudar en el hospital de campaña de Ostagar creo que debe haberse fracturado algo, y con el viaje en la maldita carreta ha terminado por astillarse... o por romperse, que es peor. No tengo ni idea. Joder, hoy nos ha mirado un tuerto.
Se peinó hacia atrás el corto cabello y de nuevo se le encrespó, por lo que de nuevo te recordó a una mazorca de maíz.
—A todo esto. ¿Puedo preguntarte algo que me intriga?—dijo cambiando de tema—. Si no es indiscrección... ¿Para qué quieres ir a Denerim? Con la matanza que hubo allí, Archidemonio incluído, no debe quedar más que un montón de ruinas y huesos.
Mala pregunta, y en el peor momento posible, con la jornada que había pasado rememorar el motivo de su viaje a la capital no ayudaría a mejorar el animo presente, si es que quedaba alguno, aunque tampoco era un secreto Sion era un hombre práctico que se cernía en sus asuntos sin meterse en los de otros.
- Voy a dar un pésame, si es que queda alguien o algo que lo pueda recibir, parece ser que ahora los tres cargamos un recuerdo amargo.
De cualquier modo, intentemos dormir algo, mañana va a ser un día largo. -
Nolan se limitó a darte una palmada en el hombro.
—Eso parece—murumuró con gesto sombrío—. Que la Ruina no quiere tener la decencia de terminarse con la cabeza del Archidemonio ensartada en una pica.
Acto seguido se dió media vuelta y echó a andar por el pasillo.
—Hasta mañana.